" de chiquilín te miraba de afuera"

" de chiquilín te miraba de afuera"
cafe de Garcia

viernes, 23 de abril de 2010

Maestro tanguero




El 22 de febrero de 1987 falleció Alberto Echagüe (Juan de Dios Osvaldo Rodríguez), nacido en 1909 en Rosario.Su profesiòn inicial fue de maestro de escuela, luego ingresa al tango.

Vocalista emblemático de la orquesta típica de Juan D’Arienzo, con quien integró uno de los binomios más exitosos de los años de apogeo popular del género.

La vertiente humorística de su repertorio -frecuentemente calificado de chabacano- le valió sucesos como El tarta, El Nene del Abasto, Che, existencialista o Che Pituca.

Después de cantar en distintos escenarios de su ciudad, en 1932 llegó a Buenos Aires y adoptó el seudónimo con el que alcanzaría notoriedad.
En este primer período registró algunas actuaciones con Pedro Maffia y Angel D’Agostino, auque sin mayor trascendencia.

En 1938 se incorporó a la orquesta de Juan D’Arienzo.

Su nombre quedó tan fuertemente asociado al del director, que volvió una y otra vez a esa orquesta. Modeló un estilo muy personal, en el que alternaba tangos dramáticos con los humorísticos, caricaturas de personajes como Chichipía o El tarta.

En 1940, junto a todos los músicos de la orquesta, dejó a D’Arienzo, pero regresó a la formación cuatro años más tarde y permaneció junto al director hasta 1957.

Entonces, junto a su compañero Armando Laborde, se presentó con su propia orquesta, Echagüe-Laborde.

En 1960 ingresó en la orquesta típica de Juan Sánchez Gorio, y a partir de 1961 continuó su carrera como solista.

En 1968 se reincorporó a la orquesta de D’Arienzo, con quien permaneció hasta la muerte del maestro en 1976.

En 1968 con esa orquesta, aunque sin director, viajó a Japón, y en 1973, actuó en paralelo con Los Solistas de D’Arienzo.

miércoles, 21 de abril de 2010

Orquestador del bandoneón mayor de Buenos Aires




Raúl Garello
Información personal
Nombre real Raúl Garello
Nacimiento 3 de enero de 1936
Origen Chacabuco, Bs.As., Argentina
Ocupación(es) Compositor, Bandoneonista, Arreglador, Director
Información artística
Género(s) Tango
Instrumento(s) Bandoneón
Artistas relacionados Carlos García
Raúl Garello (n. 3 de enero de 1936, Chacabuco, provincia de Buenos Aires) es un bandoneonista, director, compositor y arreglador argentino.

Realizó estudios de armonía, fuga y contrapunto con Juan Schultis y Pedro Rubione. A sus 18 años, se vinculó inmediatamente a la orquesta estable de Radio Belgrano, donde conoció a Leopoldo Federico, a quien reemplazó luego en el cuarteto de Roberto Firpo (h). Tiempo después se incorporaría a las de Carlos Dante, Alberto Morán y Horacio Salgán.

En la Orquesta de Aníbal Troilo tuvo la oportunidad de ingresar en 1963 como bandoneonista, cumpliendo también con la tarea de arreglador, lo que le valió el reconocimiento de ser uno de los orquestadores más importantes sobre todo entre los de su generación y que desarrolló también para las formaciones de Leopoldo Federico, Baffa-Berlinghieri y Enrique Mario Francini.

Ha realizado numerosas grabaciones al frente de su gran orquesta, acompañando a los cantantes de mayor prestigio como Edmundo Rivero, Roberto Goyeneche, Roberto Rufino, Floreal Ruiz, Susana Rinaldi, Eladia Blázquez, Rubén Juárez, entre muchos otros. Llegó a figurar en los discos del sello Victor, como "Orquesta Típica Porteña".

Realizó numerosas giras, entre las que se destacan las que protagonizó junto a la Orquesta Sinfónica de Toulouse, el bailarín Jorge Donn y el Ballet de Maurice Béjart por Suiza y Francia. En 1974 debutó con su primera agrupación, un sexteto, en "El viejo almacén" de San Telmo y cuyo propietario era el gran cantor Edmundo Rivero.

En 1977 realiza una espectacular serie de cuatro discos instrumentales, con su orquesta ampliada con el concurso de 27 músicos, en los que dio a conocer su obra como compositor: "Che Buenos Aires", anteriormente estrenado en 1969 por la orquesta de Aníbal Troilo, "Verdenuevo", "Margarita de agosto", "Muñeca de marzo", "Pequeña Martina", "Bien al mango", "Vaciar la copa", "Aves del mismo plumaje", "Che Pichín" y "Pasajeros del tiempo".

En esta etapa de inspiración compositiva, creó numerosas obras cantables, entre las que pueden destacarse "Dice una guitarra", con un excelente registro de Carlos Casado con la orquesta de Osvaldo Piro; "Llevo tu misterio", grabado por Roberto Rufino y "Buenos Aires conoce", grabado por Floreal Ruiz sendos acompañados por Garello, con los versos de su hermano Rubén Garello; "Hace 200 tangos" con letra de Federico Silva y "Tiempo de tranvías" con Héctor Negro.

La Orchestre national du Capitole de Toulouse, dirigida por Michel Plasson, lo convocó en 1992 para escribir y grabar quince orquestaciones propias sobre obras de Carlos Gardel. Entre su amplia labor discográfica, se destaca el disco de homenaje a Woody Allen realizado junto a Horacio Ferrer. A partir del año 1980, codirige junto al ya fallecido compositor Carlos García, la Orquesta del Tango de la ciudad de Buenos Aires. El 9 de julio de 1990 tuvo el orgullo de actuar, al frente de su orquesta, en el Teatro Colón. Ya en 1988 había vivido con su conjunto otra experiencia no menos incitante: la participación en una película: "Tango for two", dirigida por Héctor Olivera.

El pibe de Villa Urquiza


El apuesto muchacho de apellido Pappalardo llegó un día lunes de 1946 al domicilio de Florindo Sassone, enterado por un amigo de que necesitaba un vocalista. “Hice el tango Canción de cuna y no le gustó al maestro. Allí empecé a convencerme que no servía para cantor”, contaba quien sería después Jorge Casal. “Pero al día siguiente —continuó-- recibí la sorpresa de que me buscaba para que fuera el nuevo cantor de la orquesta. Había ocurrido que mientras me tomaba la prueba, la esposa de Sassone, que tenía oído musical y había estudiado canto, me había escuchado desde un ambiente contiguo y le dijo a su marido que no me dejara de lado”. En la gatera estaba posicionado para ese puesto nada menos que Alberto Podestá.
Gracias a su mujer, Sassone tuvo su mejor cantor, que dejó grabadas interpretaciones inolvidables como Volver, La última cita, A la luz del candil, Rencor, Mi noche triste, Madre hay una sola y la citada Canción de cuna, quizás la mejor lograda.
“Salvo las dos primeras grabaciones, todo el repertorio fue elegido por mí —comentaba Casal--, en eso no daba concesiones. Sassone se encargaba de la parte musical, en lo demás… mejor ni hablar. No fue buena persona. Nunca reconoció haberse equivocado conmigo al rechazarme y, mucho menos, que el éxito de la orquesta se debía a mi presencia. En el comentario del ambiente se sabía que era así”.
Fue tal el suceso del nuevo cantor, que de inmediato le llovieron propuestas económicamente favorables para él, de importantes orquestas (Laurenz, Caló, Di Sarli, Troilo), las que desechó “en reconocimiento a la oportunidad que Sassone me había dado. Esa decisión se la comuniqué personalmente a Pichuco en su departamento, y me respondió: ‘¡Lo felicito pibe, no cualquiera hace lo que usted hizo¡’.
Ya desvinculado de Sassone, ingresó a la orquesta de Troilo dejando 20 grabaciones, pero fue otro Casal. Acartonado, distinto fraseo, menos sensibilidad y matices, varió su registro abaritonado. Pero, como sobre gustos no hay nada escrito, posiblemente otras opiniones no coincidirán con tal apreciación.

miércoles, 14 de abril de 2010

De boxeador a cantor


Mauré, Héctor

Buenos Aires, 1920 Ituzaingó, Prov. Bs. As., 1976
Cantor de excelentes condiciones, poseedor de una perfecta voz de tenor y unos recursos netamente identificados con la escuela gardeliana, Mauré ha sido uno de los mejores ejemplos del artista que jamás decae y que cualquier época lo representa. Cosechó un gran triunfo siendo estribillista de D’Arienzo, y a partir de su lanzamiento como cantor solista en 1945 quedó reconocido como una de las estrellas más valiosas que diera el tango.

Nació en el barrio porteño de Palermo. En su adolescencia sintió vocación tanto por el deporte (practicando boxeo en el Boxing Club Colegiales) como por lo artístico, inclinándose por el canto. Ambas disciplinas convivieron entre 1933 y 1937, cuando abandonó el boxeo por causa de una fuerte lesión. Desde entonces eligió dedicarse exclusivamente al tango, aprovechando que desde 1936 ya venía haciendo algunas presentaciones tras su debut el café Río de la Plata, como “Tito Falivene”. Pero su formación musical vendría recién algún tiempo más adelante, estudiando en el conservatorio de Gabriel Clausi y en la academia PAADI, de los Hnos. Rubistein.

Comenzó a cantar alternando su carácter solista con el de estribillista; fue acompañado por las guitarras de Avena, Rechia y Ianigro, y durante 1937 tuvo actuaciones como vocalista de la orquesta de Anselmo Aieta y de la Característica Porteña. En 1938 ganó el primer premio en un concurso de LR3 Radio Belgrano, obteniendo un contrato por seis meses. Pasó luego por varias emisoras y con diferentes acompañamientos (por ejemplo, la orquesta de Alberto Pugliese); hasta que en 1940 dio una prueba ante Juan D’Arienzo y quedó seleccionado para ser el nuevo estribillista de su orquesta. A partir de allí comenzó a llamarse Héctor Mauré. La primera presentación junto a D’Arienzo fue en el cabaret Chantecler, y en diciembre comenzaron las grabaciones. El ciclo concluyó en 1944, cuando Mauré decidió continuar como cantor solista. El 1 de enero de 1945 se presentó como tal, con acompañamiento de una orquesta dirigida por el bandoneonista Alberto Cima, en un programa de LR3 Radio Belgrano, logrando un fuerte impacto inicial, seguido de un gran éxito que fue consolidándose en fechas sucesivas. Hasta 1955 tuvo trabajo constante en radio, locales y giras por el interior del país y Uruguay, pero tras el golpe de Estado que depuso a Juan D. Perón (Mauré era un activo militante del justicialismo, e incluso había grabado, como Hugo del Carril, la marcha Los muchachos peronistas, y otra canción partidaria) su nivel de actividades descendió, aunque consiguió mantenerse y enseguida fue recuperando presencia. A lo largo de su carrera solista, además de la orquesta de Cima tuvo otros marcos orquestales (Carlos Demaría, Juan Sánchez Gorio, Héctor Varela, Lito Escarso, Jorge Dragone, Leopoldo Federico, Pascual Elía); también lo hizo con las guitarras de José Canet y de Roberto Grela. En los años sesenta y setenta cantó en muchos lugares y por emisoras de radio y televisión de Argentina y de Uruguay; recordándoselo especialmente entre 1965 y 1976 en El Rincón de los Artistas.

La discografía de Héctor Mauré como estribillista de D’Arienzo va de diciembre de 1940 a julio de 1944, en el sello Victor; son los años en que hace Ya lo ves, Claudinette, Cicatrices, Judas, Si la llegaran a ver, Uno, Lilián, Amarras y otros éxitos. Entre agosto de 1950 y octubre de 1954 grabó como solista para el recién inaugurado sello Orfeo, la mayoría con acompañamiento de guitarras (también lo hizo con Sánchez Gorio), dejando lo que para algunos especialistas fue su mejor etapa (Remembranzas, Ahora no me conocés, Mi dolor, Desvelo, Un infierno, etcétera). De noviembre de 1954 a agosto de 1956 graba para Columbia con diversos acompañamientos; prosigue en Odeón a partir de enero de 1957, manteniéndose en este sello hasta abril de 1963. En diciembre de este año reaparece en Music Hall, donde grabará hasta diciembre de 1974.

Aunque menos apreciada a nivel masivo, la obra como autor de Mauré tuvo un interesante desarrollo y merecería redescubrirse: Águilas negras, Celos de novia, Cortada de carabelas, Luz de tus ojos, Mientes corazón, Para mi amada, Oro y diamantes, Sin defensa, Triste risa, Un recuerdo, etcétera.

Su hermana menor también se desempeñó como cantante, primero con el pseudónimo de Diana Rey, y luego como vocalista de la orquesta de Don Fabián con el nombre de Alba Morena.

El pseudónimo "Héctor Mauré" provenía de unir el nombre del bandoneonista Héctor Varela con el apellido de la esposa de D’Arienzo (Maure, añadiendo una tilde para acentuarlo como agudo).

martes, 13 de abril de 2010

El pibe de oro





El pibe de oro

El pibe probaba un tango,
y el maestro director
lo abrazó: "Ponete largos
–le dijo–, sos mi cantor"

Creció andando escenarios
su voz temperamental,
con la tibieza del barrio
y con su entrega total.

En su alma de bohemio
el compositor cantor
fue su figura y su genio
dramatizando el dolor.

Arder en su propio leño
fue su destino de flor.




Bajo el Signo del Abasto
Un matarife del Abasto, Lorenzo Rufino, fue su padre, y su madre Agustina Guerín. El padre de Rufino era devoto de Carlos Gardel, y solía sentarse con la guitarra, cantando los tangos gardelianos. Un ataque cardíaco puso fin a su vida a los 43 años.
Creció jugando en vivo a los policías y ladrones. Por esos patios no había noche que huyera perseguido por un policía detrás, que no quería o no podía apresarlo. El fútbol, las carreras barriales y el boxeo, fueron deportes que lo tuvieron activo cuando pibe. Especialmente las piñas que intercambiaban por alguna pavada y que concluían cuando ambos iban juntos a limpiarse la sangre de la nariz en el piletón del patio.
Con esa admiración rayana en lo sublime, veía pasar a un personaje que vivía a pocos pasos de su casa, y que al pasar tiraba un puñado de monedas sobre la pandilla, mientras su voz cristalina los invitaba con un "¡atajen!" de resonancia incomparable, como que era Carlos Gardel. Rufino siempre expresaba que se le murieron dos padres, ya que el deceso de su padre, luego de su cumpleaños número trece, y la muerte de Gardel, el lunes 24 de junio, fueron casi simultáneas.
Tal vez haya sido premonitorio. Nació en el Día de Reyes del año 1922. Pero, contrariando a adivinos y horoscoperos, negaba ser del signo de Capricornio y expresaba a quien quisiera escucharlo que era del signo de Abasto.

Siempre la música
Su hermano Carlos integraba los coros del teatro Colón, y las visitas de sus tíos era veladas en las que escuchaban grandes óperas y canciones de música clásica en las célebres voces que estaban en el pináculo de su esplendor. De la fonola brotaban con sus interpretaciones atrapantes.
En la escuela primaria –Escuela "San Luis", ubicada en San Luis y Sánchez de Bustamante– tuvo como maestro de canto a Bontan Biancardi, director de coros.
Con sus pantalones cortos se atrevió, estando en la secundaria –Colegio Nacional Nº 6 "Manuel Belgrano", en Ecuador 1158– a cantar "a capella" en un sótano de su Abasto. Podría considerarse como su debut en público, aunque sólo recordaba haber cantado algunos tangos.
El secundario se interrumpe en segundo año, y Roberto Rufino decide, a los catorce años, ser cantor.
Tiene apenas esa edad cuando comienza a cantar con Antonio Bonavena en el "Petit Salón", un café ubicado en sobre la calle Montevideo, cerca de Corrientes. Y ante el asombro general, demostraba su aplomo y calidad con "Alma de Bohemio" y "Milonguero viejo". También actuaba en el café "El Nacional", de Corrientes 974, con una orquesta de niños donde hacía sus primeras armas como bandoneonista.
Se suceden para Rufino las orquestas de Camilo Florentino Tarantini, alias "El Cieguito"; José Felipetti, y Francisco de Rosé, junto a Anselmo Aieta.
Era un maratón, ya que se desarrollaba en el "Parque Goal" desde media mañana, participando con cuanta orquesta pasaba por el palco y hasta la una de la madrugada siguiente.

El cielo en las manos…
Roberto lo recuerda así: "Una de las chicas del "Petit Salón", que se llamaba Margarita, le contó al pianista y director Carlos Di Sarli que un pibe maravilloso le cantaba el tango "Milonguero viejo". "Y el pianista con su representante Carlos Garay fue a buscarme al café "Nacional" y me propuso ir a su orquesta".
"Esa misma tarde el maestro lo llevó hasta el bajo, al cabaret donde actuaba, y le propuso probarlo con el piano. Le preguntó: "¿Qué querés cantar?", a lo que Rufino le respondió displicentemente: "y... Alma de Bohemio". Di Sarli le contestó: "Mirá que es muy difícil..." Rufino no le respondió, y se encogió de hombros, por lo que el maestro interpretó el gesto como de aprobación y poniendo sus manos sobre el teclado arrancó con las primeras notas. Cuando el jovencito hizo la primera parte y el "cantaaaaaaar" sostenido, de la primera frase, para el maestro fue algo muy fuerte, y bajando la tapa del piano, emocionado, lo abrazó muy fuerte. En ese momento nació una relación afectiva en la que el maestro pasó a ser el padre que Roberto no tenía y la ayuda espiritual y profesional que el jovencito necesitaba. Esa amistad de respeto mutuo duró hasta el 12 de enero de 1960, fecha en la que el maestro falleció.". (Oscar Mármol)
Se lograron las autorizaciones pertinentes, que firmó su madre Agustina, y Roberto pudo debutar en el cabaret "Moulín Rouge" y en la emisora LR1 Radio El Mundo.

"En la noche del debut con la orquesta de Carlos Di Sarli, cuenta Rufino que el maestro, dirigiéndose al público, les anunció a los presentes que exhibiría a su nuevo cantor en reemplazo de Agustín Volpe, que se iba de la orquesta. Les dijo que tendrían que juzgar si había hecho una buena elección, y que se daría cuenta por los aplausos (o no) que recibiera el debutante. El tema a interpretar sería Alma de Bohemio. A continuación apareció el chiquilín desde detrás del piano. Cuando el joven Rufino terminó su interpretación, la respuesta del público fue impresionante: aplaudían al joven cantor de pie, mientras pedían: "¡Otra, otra!". El maestro desde el piano esbozó una sonrisa de aprobación; comprobó que no se había equivocado. Había nacido para el tango una nueva estrella en el firmamento porteño.". (Oscar Mármol)
Le alargaron los cortos en "Los 49 Auténticos". Con el sueldo acordado podría haberse comprado un auto Ford cada mes.
El cantor iba consiguiendo aplomo, y llega el momento de su primera grabación con el maestro bahiense: el tango "Corazón", de Carlos Di Sarli y Héctor Marcó, que quedó registrado el 11 de diciembre de 1939 para el sello RCA Víctor, según disco y matriz Nº 38878. Sus grabaciones con Carlos Di Sarli, en sus tres ciclos, fueron cuarenta y seis.
En 1941 realiza, con la orquesta de Alfredo Fanuele, una gira por el país hermano de Chile, actuando en el local "Maracaibo" de la ciudad de Santiago.
A su regreso a la orquesta del Señor del Tango, en enero del año siguiente, los veinte años le indican que debe cumplir con el servicio militar obligatorio, en Palermo. Esto, sin abandonar al maestro Di Sarli.
Siempre inquieto, en septiembre se vincula a la orquesta de Emilio Orlando, actuando en el "Palermo Palace" de Godoy Cruz y Santa Fe, en donde comparte el rubro vocal con Alberto Demare, seudónimo del tano Alberto Marino.
Luego actúan en Radio El Mundo, en la audición "Ronda de Ases".
En 1943 realiza su segundo retorno a la orquesta de Carlos Di Sarli.

Su nido hogareño
Roberto Rufino encontró la compañera de su vida: Perla Benigna Lorenzo, admiradora suya y amiga, por ser hermana de un amigo suyo. Se casaron en 1949. De esa unión nacieron sus tres hijos: Roberto, Hugo y Daniel. Este último es ahijado de Juan D´Arienzo.

Vuela el jilguero
En 1944 se independiza, y le encarga al pianista Atilio Bruni que dirija la orquesta que lo acompañaría en LR3 Radio Belgrano. Al poco tiempo el maestro director es reemplazado por el bandoneonista Antonio Ríos, y más tarde por Alberto Camara. En Uruguay tomó luego la batuta de su orquesta Porfirio Díaz.
Por fin, en 1947, cubre la ausencia de otro amigo, Alberto Podestá, en la orquesta Francini-Pontier. Dos años después se aleja del binomio. Participa en dos cortos musicales, y realiza una breve actuación con Miguel Caló en 1950.
Dos años más vuelve a ser solista con la dirección de Armando Cupo, luego con Ernesto Franco y con Roberto Caló, y vuelve, esta vez en 1957, con Enrique Mario Francini.
Ese mismo año canta con Leopoldo Federico, junto a Elsa Rivas y a Hugo Marcelino, quien luego brillará como Hugo Marcel.

Rufino empresario
Una sociedad formada por Roberto Rufino, Alejandro Romay, H.Gerola, L.Pájaro y A. Steimberg, se hace cargo del consorcio "Huella", y Rufino es nombrado Director Artístico de Radio Libertad. En ese lapso no deja su función de cantor solista; graba discos y amplía su labor artística, además de sus funciones dentro de la empresa.
Radio el Mundo pergeña un espectáculo de música: "Lluvia de estrellas", con el "Enmascarado", que no es otro que Roberto Rufino, que bajo su identidad oculta sorprende con temas melódicos. Surge el nombre "Vivo" –es decir, Bobby al revés, por Roberto– y "Terré", de "Terremoto", como se lo llamaba familiarmente en el ambiente artístico por su temperamento inquieto y arrasador. Y lógicamente el éxito, más allá del reparo de algunos tangueros, fue total, como lo demostraron los discos vendidos con la dirección de Ángel Pocho Gatti, Leo Lipesker o Marito Cosentino
Es que Rufino fue inquieto como el agua de un río, emigrando como las golondrinas, agradecido pero con espíritu superador in crescendo cada día, y multifacético en sus actuaciones: romántico para valses acariciadores, dramático en los temas álgidos, descriptivo en situaciones o protagonistas de temas risueños, tierno con su mensaje a los niños, o burlón antes los achaques de la vida. Un artista total.

La cabra al monte tira
Roberto trata de innovar y resuelve renunciar al grupo empresario. Prefiere seguir siendo el cantor, aquél que el público aplaude a rabiar.
Ya con Osvaldo Amura como representante, en 1959 actúa en Radio El Mundo en horarios centrales durante los últimos meses de ese año, mientras los domingos anima los bailables populares. Su orquesta es arreglada y dirigida por Mario De Marco.
Logra singular éxito en la confitería "Marabú", hasta fines de 1960, mientras realiza programas centrales en Radio El Mundo y simultáneamente en Radio Mitre.
Un año después el director con el que se presenta en radio El Mundo es Roberto Pérez Prechi.
Vuelve con Pontier, y su compañero vocal es Héctor Darío, sobrino de Jorge Casal. Radio Belgrano, la televisión y el sello CBS Columbia comparten sus actuaciones.

Y llega a la orquesta de Pichuco
Entre 1962 y 1965 Roberto Rufino volvió a tocar el cielo con su alma. Y canto en la orquesta de Aníbal Troilo, dejando memorables versiones en el recuerdo y en el disco.
Se asocia con Miguel Caló para grabar en 1966.
Todas las salas, todas las radios, todos los programas televisivos se disputan la presencia de don Roberto Rufino.
Como a la mayoría, el paso de los años le quitó algo de fuerza, pero nada de su intacta calidad. El fraseo que adquirió con Troilo moduló un estilo que mantuvo su vigencia.
Ese estilo del tango dicho, de la voz modulada, como lo había hecho Floreal, crearon una escuela que fue tomada entre otros cantores por el Polaco Goyeneche, para disimular los efectos del paso del tiempo en la calidad vocal.

Rufino compositor
Sus composiciones, algunas en colaboración con Manuel Barros, Ángel Cabral, Miguel Caló, Alberto Capparelli, Alberto Caroprese, Roberto Cassinelli, Alberto Chidichimo, Cholo Hernández, Enrique Lary, Héctor Marcó, Alberto Martínez, Marvil (Martínez Vilas), Julio Navarrine, S.Pribula, Sara Reiner, Alejandro Romay, Carlos Russo, Roberto Salcedo, Horacio Sanguinetti (Basterra), Reynado Yiso y Guido Zecca, casi redondean los ochenta títulos.
Vamos a nombrar algunos: "Muchachos, arranquemos para el centro", "Eras como la flor", "¡Cómo nos cambia la vida!", "¡Calla!", "Destino de flor", "Dejame vivir mi vida", "La novia del suburbio", "Soñemos", "Tabaco rubio", "El clavelito", "No hablen mal de las mujeres", "Los largos del pibe", "En el lago azul", "Carpeta", "La calle del pecado", "Julián Tango", "Manos adoradas", "Por qué te sigo queriendo", "¡Qué quieren… yo soy así!", "Lita", "Boliche", y tantos más.

Reconocimientos
Además del más importante, el del público que lo seguía, alentaba y aplaudía, insuflandole la fuerza necesaria –que parecía abandonarlo– para no querer bajarse jamás del escenario, Roberto Rufino fue declarado en 1997 "Ciudadano Ilustre de la Ciudad de Buenos Aires", y un año más tarde "Ciudadano Ilustre de la Cultura Nacional".
Se hizo justicia, en la culminación de su brillante trayectoria.

"…canta el tango como ninguno"
Dos años después el 24 de febrero de 1999, Roberto Rufino dejaba de existir en la sala de terapia intensiva de la Fundación Favaloro.
Sus restos fueron inhumados en el Cementerio de la Chacarita al día siguiente, despedidos por el pueblo tanguero que, en un adiós postrero, entonaba las notas del tango "Malena", con el que tantas veces y tantos aplausos concitara Roberto en su vida de cantor. Parafraseando los versos de Homero Manzi, podemos decir que "Rufino canta el tango como ninguno".


Cómo nació "El bazar de los juguetes"
Antonio Carrizo, con la solvencia que le es característica, desarrollaba un espacio de tangos donde los entrevistados sabían que el conductor era incisivo en sus preguntas y no se conformaba con medias respuestas a temas espinosos. Por esa enjundia, tenía una pléyade de oyentes seguidores, que sabían que el maestro del micrófono preguntaría en cada ocasión aquello que el tanguero quería saber.
El invitado ese día era Roberto Rufino, en pleno apogeo en su carrera artística. Lo acompañaba un amigo, Oscar Mármol. La charla recorría los momentos más trascendentes de la exitosa carrera del cantor.
De pronto Carrizo, con ese énfasis suyo tan peculiar, dejó en el aire "la pregunta", que decía, más o menos: "¿Cómo hace, Roberto, para cantar con tanta fuerza, teniendo un sólo pulmón?".
A Rufino lo desconcertó la pregunta. Pero Antonio Carrizo se hacía eco de un rumor que estaba en boca de casi todos: "¡Mirá cómo canta, y tiene un "fueye" sólo!", solían decir sus admiradores y también algunos de los periodistas especializados.
El Bobby lo miró a Oscar queriendo que él respondiera la pregunta, y su amigo, también sorprendido por la situación y por el endoso de la respuesta, más por solidaridad y amistad que por convencimiento le contestó a Antonio Carrizo que si tuviera un sólo pulmón sería imposible obtener el caudal de voz que Roberto Rufino le imprimía a sus tangos.
La audición continuó y en un clima tenso pero amable se tocaron otros temas de las giras: el temor que le había transferido su padrino Juan D´Arienzo por los viajes en avión, los temas compuestos con Alejandro Romay, la repercusión de su paso por la orquesta de Carlos Di Sarli y, lógicamente, los proyectos en materia de giras, contratos y grabaciones futuras.
Perceptivo, cuando salían de la radio Rufino parecía adivinar que su amigo rumiaba la aseveración hecha ante Carrizo, y que por alguna razón no podía dejar de lado. Entonces lo invitó a que lo acompañara, ya que irían a visitar al médico que lo había atendido en el momento en que ese rumor empezó a circular:
Roberto Rufino era cantor junto a Alberto Podestá de la orquesta de Carlos Di Sarli. Los cantores rivalizaban en calidad, y el Bobby ponía a disposición de su interpretación toda la calidad y la fuerza de que era capaz. Lo mismo hacía, pero con menor esfuerzo daba su capacidad toráxica, el turco Podestá. Y el público aplaudía a rabiar a semejantes interpretaciones que, con la excelsa orquesta de don Carlos, era el summum deseado por los tangueros.
En cierto momento Rufino tuvo un problema por ese esfuerzo y comenzó a sangrar por la boca.
El maestro Di Sarli, y Podestá, se encargaron de llevarlo para que fuera atendido por el doctor Pribluda, que era el especialista en otorrinolaringología que atendía a casi todos los cantantes. Luego de auscultarlo, el médico le prescribió descanso prolongado y le aconsejó que se trasladara a Córdoba para oxigenar todo el aparato respiratorio, pero descartando cualquier otra posibilidad de que la presencia de sangre no fuera por el esfuerzo de las cuerdas vocales.
En principio Rufino, un poco asustado, se trasladó a Córdoba, pero pronto se cansó y regresó a Buenos Aires. El médico se molestó por esta decisión, pero ante la promesa de Roberto Rufino de no hacer desarreglos y de seguir al pie de la letra las indicaciones del facultativo, éste le permitió la estancia en la Capital.
Luego de algunas semanas o meses, el cantor volvió a la orquesta con la calidad de siempre. En el ínterin pasaron cosas: Alberto Podestá fue su escolta y amigo mientras duró el período de rehabilitación, y en el consultorio del médico el turco, con el letrista Reinaldo Yiso, le presentaron el tango que estaban componiendo, en el piano que el médico tenía en esa sala. Rufino le dio la forma definitiva a ese famoso tango de los tres.
Oscar Mármol y Rufino llegaron desde la audición de Carrizo, con cierto escepticismo, hasta el consultorio del doctor Pribluda En el momento de atender la presencia de sangre en la boca de Rufino, el facultativo era una persona de avanzada edad. Los años transcurridos eran muchos, y no sabían si el viejo doctor aún estaba entre los vivos.
Afortunadamente la puerta se abrió, y al venerable anciano se le iluminaron los cansados ojos tras los gruesos cristales al reconocer a su paciente y famoso cantor.
Tras los saludos, Roberto lo impuso del motivo de la visita: "Doctor, por favor, quiere mostrarle a mi amigo la radiografía que me sacaron cuando volví de Córdoba?". El viejo doctor, que tal vez sabía del rumor sobre Rufino, sonrió cansadamente y abrió un gran fichero. Luego de un instante colocó en el visor una radiografía, rotulada "Roberto Rufino", donde se habían impresionado fielmente los dos pulmones intactos del cantor.
Y mientras la vista de Roberto Rufino recorría el consultorio, donde todo estaba igual como en aquellos días de miedo, su doctor le recordó y le señaló el piano. El mismo piano donde había nacido "El bazar de los juguetes"

El paletó de Rufino
Hace más de treinta años nuestro país era otro y la televisión era muy distinta. Daba cabida a sus cultores, a sus artistas, a su cultura.
Los programas de tango se sucedían con las predilecciones de sus seguidores en mayor o menor medida. Sin duda a la cabeza de las preferencias, en canal 9, al comando de Alejandro Romay, con la conducción de Silvio Soldán, se situaba Grandes Valores del Tango, con la participación de los mejores de la canción ciudadana. Y si hablamos de los mejores estamos nombrando también a Roberto Rufino.
Era el momento en que Antonio Jorge Garmaz, conocido como Ante Garmaz, conductor televisivo, actor, modelo y diseñador de moda argentino de origen croata, estaba a la cabeza de los programas de la moda, con el "Mundo de Ante Garmaz, y concurría asiduamente a la audición que conducía Soldán.
En uno de esos encuentros llevó un paletó diseñado por él, de tela gamuzada, confeccionado con una tela de color borravino, y le propuso a Rufino que se lo probara. La aceptación fue total: al gran cantor le calzaba perfecto, y le daba una "pinta" espectacular.
Se presenta en escena como un dandy, es elogiado por Soldán, y la velada transcurre con comentarios diversos, que volvían una y otra vez a Rufino, quien interpretó dos temas para el cierre, con el atuendo mencionado, entre el aplauso de todos los presentes.
El amigo Oscar Mármol, con el saco del esmoquin, observaba cierta inquietud en el modisto, entendiendo como Rufino y como la mayoría, que Garmaz había regalado el paletó al cantor a cambio de exhibirlo ante el público presente y televidente. Pero no era así. Don Ante quería recuperar la prenda. Intervino para decirle a su amigo Rufino, que no se había hablado de regalo. El cantor, enfundado en la prenda, no quería saber nada, y propuso un canje: "Llevate el saco que tiene mi amigo; ¡éste es mío y no lo devuelvo!".
Cuando la situación se tornaba insostenible por la intransigencia de ambos, terció Alejandro Romay quien, luego de un aparte con Ante Garmaz, se hizo cargo del costo de la prenda.
Rufino estaba tan a gusto con el nuevo atuendo que prácticamente lo vestía en todas las presentaciones, aun en días en que la temperatura aconsejaba algo más liviano.
Concluye su relato Oscar Mármol: "El final de la prenda fue un hecho que produjo Roberto cuando, saliendo una noche de un boliche, encontró tirado a un indigente en la calle Corrientes. Se sacó el paletó y lo tapo a ese pobre tipo que estaba dormido. Se quedó en camisa, y yo le recriminé el hecho de perder esa prenda que él había defendido tanto.
Me miró fijamente, no dijo ninguna palabra, y al rato, cuando íbamos en un taxi, me habló: "sabés la ropa que tengo yo... y ese no tiene nada...". Roberto Rufino era puro corazón, y su bondad la había aprendido de su maestro, el Gordo Pichuco, que era mano abierta con todos y tenía un corazón de oro. Seres queribles, como hoy es raro encontrar. Eran otros tiempos: la amistad, la palabra, era cosa de grandes; dos rasgos que hoy están ausentes."
Fuente: Tino Diez

lunes, 12 de abril de 2010

El pianista de "los piringundines"


Nació 21 de abril 1868 con el nombre de Rosendo Cayetano Mendizábal, pero más tarde se lo conoció popularmente como “Rosendo”.

Fue el hombre más requerido y buscado para tocar el piano en lo de “María la Vasca”, aquella famosa casa de bailes de la calle Carlos Calvo, consagrándose años mas tarde como músico oficial de la misma.

A su talento de pianista popular y la belleza de sus tangos se deben el éxito de la ya mitológica casa de bailes.

Fue pianista en los bailes de las más distinguidas familias, pero la vida lo llevó a buscar su subsistencia en “peringundines” de no tan buena reputación.

Músico en algunas “casitas”, alternó con la “haute” la aceptación de su tango por la más elevada clase social, debido a su labor precursora.

En la casa de la calle Paraguay fue donde más tiempo actuó, pero también pasó en sus primeros tiempos en “La vieja Eustaquia” y en “La parda Adelina”. Toda la elite porteña acudía en masa a los bailes.

Si se lo mide por sus obras ahí están los tangos de Rosendo. Y si lo apreciamos por su discípulos, basta saber que formó a dos grandes que hicieron historia: Enrique Saborido, autor de la música de “La Morocha” y Manuel Campoamor, cuya fama comienza con el tango “Sargento Cabral”.

Desde 1881 a 1898 –en que se lanza a la fama “El Entrerriano”- Rosendo escribe composiciones inolvidables: “Don José Maria”, “Reina de Saba” y “Z Club”, este famoso tango fue dedicado a la asociación formada por cuarenta muchachos, que daban un baile mensual para sus asociados únicamente, bailes dirigidos por la orquestas de Rosendo.



Sabrán que soy el Entrerriano,

que soy milonguero y provinciano,

que soy también un poquito compadrito,

y aguanto el tren de los guapos con taquitos.

Fue el Entrerriano un criollazo

de nobleza e hidalguía,

que captó la simpatía

de todo el que lo trató

Mi apodo es El Entrerriano,

y soy de aquellos tiempos

heroicos del ayer,

el de los patios

del farol y el parral

En el Barrio de San Telmo

yo soy picaflor

y afortunado en amor,

un punto bravo pa'l chamuyo

y el floreao, y buen amigo

en cualquier ocasión



Otras de sus composiciones fueron: “México”, “Don Enrique”, “A la larga”, “Matilde”, “El torpedero”, “Contraflor al resto”, “Tres arroyos”, “Don Santiago”, “Tigre hotel”, “Don José María", "Don Enrique", "Don Horacio", "Don Santiago", "Viento en popa", "El torpedero", "Don Padilla", "Polilla", "Final de una garufa", "Le petit parisien", “Alberto", "Contra flor y el resto", "Pronto regreso", "A la larga", "Los dos leones", "Por aquí que no hay espina", "Rosendo" y "Arrabalera" (milonga).

Rosendo tuvo una vida breve, no vivió lo suficiente como para ver el reconocimiento de su figura.

Sus últimos días fueron tristes, estuvo dos años en su lecho enfermo. Casi ciego, con una parálisis y lejos de sus días de esplendor, pasó sus tiempos finales casi en la miseria.

Falleció con 45 años, el 30 de junio de 1913 en la ciudad a la que dio tangos verdaderamente inmortales...

El pianista de los

Un siciliano en Buenos Aires : Ignacio Corsini


Nació el 13 de febrero de 1891 en Troina, en la provincia de Catania ( Sicilia ) sur de Italia. Llegó a Buenos Aires en el año 1896, su niñez transcurrió en el barrio de Almagro en la Capital Federal, donde su mamá instaló una fonda. cuando cumplió doce años fue enviado a una estancia en Carlos Tejedor.
Allí conoció el duro trabajo del peón de campo. En la cocina de la estancia aprendió los acordes elementales de la guitarra, en compañía del Negro Domingo, compañero de faenas.
Al pasar 2 años regreso a la Capital junto a su madre quien seguía viviendo en Almagro.
En 1907 conoció a José Pacheco quien lo integró al teatro.
Su debut fue con los " Nobles Serranos¨; y se realizó en una humilde sala llamada ¨ El progreso".
En 1909 lo escuchó José Pepe Podestá, quien de inmediato lo incorporó a su compañía como actor-cantante, Junto a los ¨Podestá¨.
Se caso en 1910 con Victoria Pacheco, con quién tuvo solo un hijo.
En 1912 grabó sus primeros discos, pero siempre canciones criollas y campesinas, canto vidalitas, valsecitos, milongas y más tarde llego también el tango.
En 1914 y 1915 hizo sus primeras grabaciones para el sello Víctor, a partir de 1920 comenzó a grabar para el sello Nacional-Odeón, con quién estuvo ligado hasta el final de su carrera.
Tras 2 años de actuaciones con los podestá, recorrió el país con diversos grupos de circo, y en 1913 reanudó su labor teatral en la Capital porteña.
Hasta 1927 intervino en innumerables dramas, comedias y sainetes junto a los nombres y las compañías más importantes, de la época con las que realizó giras por Argentina y Uruguay. Participo en Obras como ¨Juan Moreira¨. ¨Los 33 orientales¨ y, Principalmente ¨La Piedra del Escándalo¨, de Martín Coronado, todo ello hizo crecer su prestigio.
Su encuentro con el tango sucedió en la obra ¨El bailarín de cabaret¨, 1922, se inició así su carrera como interprete exitoso con ¨Patotero sentimental¨. Con el auge de la radio Corsini, se dedico por completo a ser cantor.
En 1934, por ultima vez participó en una comedia musical ¨La canción de los barrios¨, en el teatro Sarmiento. En cuanto a la pantalla participó en 5 películas: ¨Federación o muerte¨ (1917), "Santos Vega" (1918) y "Milonguita" (1922) en el periodo de cine mudo, "Idolos de la radio" (1934), y "Fortín alto" (1941), ya en la etapa de cine sonoro.
Ignacio Corsini dejó una extensa discografía y dejó también una gran obra como autor y compositor, especialmente de canciones criollas, Compuso para Edmundo Rivero "Aquel cantor de mi pueblo" que lo llevó a grabar un disco.
En la década del ´40 se unió a Pedro Blomberg y Enrique Maciel en la guitarra. Algunos de los éxitos por los cuales se destacó, fueron "La canción de Amalia", "La pulpera de Santa Lucía", "Los jazmines de San Ignacio", "China de la Mazorca", "La guitarrera de San Nicolás", ¨Griseta¨, ¨ La que murió en París¨, ¨ La viajera perdida¨ y ¨Destellos¨. Sus ultimas grabaciones fueron en 1946.

En 1948 muere su esposa y por esto lo sumerge en la melancolía y canta por última vez, en Radio Belgrano el 28 de marzo de 1949, que era la emisora de sus grandes éxito, allí interpreto, entre varios temas su versión de ¨La pulpera de Santa Lucía.
El 26 de julio de 1967 fallece Ignacio Corsini.
Él fue uno de los grandes interpretes de la lírica criolla y de la músíca ciudadana, tenia la esencia de los viejos payadores, su voz era de timbre atenorado, delicada y sencilla, y todo ello se unía a su porte gallardo y señorial por lo cual se le decía: ¨El príncipe de la canción y ¨El caballero cantor¨.