" de chiquilín te miraba de afuera"
lunes, 12 de abril de 2010
El pianista de "los piringundines"
Nació 21 de abril 1868 con el nombre de Rosendo Cayetano Mendizábal, pero más tarde se lo conoció popularmente como “Rosendo”.
Fue el hombre más requerido y buscado para tocar el piano en lo de “María la Vasca”, aquella famosa casa de bailes de la calle Carlos Calvo, consagrándose años mas tarde como músico oficial de la misma.
A su talento de pianista popular y la belleza de sus tangos se deben el éxito de la ya mitológica casa de bailes.
Fue pianista en los bailes de las más distinguidas familias, pero la vida lo llevó a buscar su subsistencia en “peringundines” de no tan buena reputación.
Músico en algunas “casitas”, alternó con la “haute” la aceptación de su tango por la más elevada clase social, debido a su labor precursora.
En la casa de la calle Paraguay fue donde más tiempo actuó, pero también pasó en sus primeros tiempos en “La vieja Eustaquia” y en “La parda Adelina”. Toda la elite porteña acudía en masa a los bailes.
Si se lo mide por sus obras ahí están los tangos de Rosendo. Y si lo apreciamos por su discípulos, basta saber que formó a dos grandes que hicieron historia: Enrique Saborido, autor de la música de “La Morocha” y Manuel Campoamor, cuya fama comienza con el tango “Sargento Cabral”.
Desde 1881 a 1898 –en que se lanza a la fama “El Entrerriano”- Rosendo escribe composiciones inolvidables: “Don José Maria”, “Reina de Saba” y “Z Club”, este famoso tango fue dedicado a la asociación formada por cuarenta muchachos, que daban un baile mensual para sus asociados únicamente, bailes dirigidos por la orquestas de Rosendo.
Sabrán que soy el Entrerriano,
que soy milonguero y provinciano,
que soy también un poquito compadrito,
y aguanto el tren de los guapos con taquitos.
Fue el Entrerriano un criollazo
de nobleza e hidalguía,
que captó la simpatía
de todo el que lo trató
Mi apodo es El Entrerriano,
y soy de aquellos tiempos
heroicos del ayer,
el de los patios
del farol y el parral
En el Barrio de San Telmo
yo soy picaflor
y afortunado en amor,
un punto bravo pa'l chamuyo
y el floreao, y buen amigo
en cualquier ocasión
Otras de sus composiciones fueron: “México”, “Don Enrique”, “A la larga”, “Matilde”, “El torpedero”, “Contraflor al resto”, “Tres arroyos”, “Don Santiago”, “Tigre hotel”, “Don José María", "Don Enrique", "Don Horacio", "Don Santiago", "Viento en popa", "El torpedero", "Don Padilla", "Polilla", "Final de una garufa", "Le petit parisien", “Alberto", "Contra flor y el resto", "Pronto regreso", "A la larga", "Los dos leones", "Por aquí que no hay espina", "Rosendo" y "Arrabalera" (milonga).
Rosendo tuvo una vida breve, no vivió lo suficiente como para ver el reconocimiento de su figura.
Sus últimos días fueron tristes, estuvo dos años en su lecho enfermo. Casi ciego, con una parálisis y lejos de sus días de esplendor, pasó sus tiempos finales casi en la miseria.
Falleció con 45 años, el 30 de junio de 1913 en la ciudad a la que dio tangos verdaderamente inmortales...
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