" de chiquilín te miraba de afuera"

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cafe de Garcia

lunes, 4 de abril de 2016

"EL BAILARÍN DE MULETAS"

EL RENGO COTONGO No hay datos de su nacimiento y de su fallecimiento, solo sabemos que fue un criollo bien porteño y bailarín. Era moreno, nacido a fines del siglo XIX, cuando Buenos Aires se componía de parroquias en vez de barrios. A temprana edad, por enfermedad o por accidente, quedó con una pierna distinta de la otra y se vio obligado a andar con muleta. Entrado el nuevo siglo fue cochero que circulaba por la zona del Abasto. No obstante, entre esos paseos, encontró el tango en sus calles y lo aprendió hasta convertirse en creador. Varios investigadores afirman que bailaba con la muleta. Solía asistir a los bailes de Patria e Lavoro (Chile 1567), cuna de punguistas y apuñaladores, que organizaba «El Inglés» Carlos Kern. Alguna vez, en el salón de Nueva Granada que organizaba El Pardo Santillán, perdió un «duelo» con El Cachafaz, que terminó con la clausura del local y gente en la comisaría. Según Domingo Greco era un bailarín «un poco más refinado»; según Francisco Canaro, hacía filigranas y «bailando no se le notaba la renguera». Sea como fuere, El Rengo Cotongo demostró que no hay imposibles para la pasión. Su verdadero nombre quedó en el olvido, o acaso su verdadero nombre fue el apodo con que todos lo conocieron; pero aún con muletas dejó una huella ya imborrable en la historia del tango danza.

"MÚSICO DE VANGUARDIA"

Astor Piazzolla Nombre real: Piazzolla, Astor Pantaleón Bandoneonista, director, compositor y arreglador (11 marzo 1921 - 4 julio 1992) Su inserción en el medio tanguero de Buenos Aires comenzó en 1938, precisamente la época en que el tango despertaba aceleradamente de su relativo letargo, iniciado alrededor de 1930. La relación de Astor Piazzolla con ese medio fue complicada, mezcla de amor y desprecio, de admiración y resquemor. Pero su lucha, que era la de un artista tan dotado como innovador, contra la mediocridad y el conservadurismo, la libró desde el interior del tango, con profundas raíces en él, tocando con orquestas ajenas o propias en palcos de café o en oscuros clubes suburbanos. Este barro ya no lo tienen en sus botas los postpiazzollanos. A pesar de esta raigambre y de la profunda esencia tanguera de todo lo que hacía Astor, incluso cuando se trataba de otra música, desde mediados de los 50 se extendió entre sus detractores una muletilla presuntamente descalificadora: «Piazzolla no es tango», como expresión absoluta del quietismo y la intolerancia. No obstante ese antagonismo, varios tangos fueron escritos en su homenaje, uno de ellos por Julio De Caro, figura capitular del género, testimoniando la admiración que despertaba ese personaje áspero y combativo, que rompía todos los moldes. Astor Pantaleón nació en 1921 en Mar del Plata, cuando este puerto pesquero del Atlántico, 420 kilómetros al sur de Buenos Aires, era a la vez un balneario aristocrático, aún no masivo. En 1924 pasó a vivir con sus padres en Nueva York, donde en 1929 sobrevino su encuentro con el bandoneón. En 1932 compuso su primer tango, “La catinga”, nunca difundido, e intervino como actor infantil en El día que me quieras, film cuya estrella era Carlos Gardel. Ya de regreso en Mar del Plata, en 1936 comienza a formar parte de conjuntos locales y a conducir incluso uno que adoptaba el estilo del Sexteto Vardaro, que a partir de 1933 había intentado una audaz superación estilística, desdeñada por las grabadoras. Su líder, el violinista Elvino Vardaro, tocaría muchos años después para Piazzolla. En 1938 llegó a Buenos Aires, donde, luego de pasar brevemente por varias orquestas, fue incorporado a la del bandoneonista Aníbal Troilo, que se había constituido en 1937 y jugó un papel trascendental en el apogeo del tango en los dos decenios siguientes. Además de bandoneón de fila, Astor fue allí arreglador y ocasional pianista, en apurado reemplazo de Orlando Goñi (o Gogni), tan brillante como incumplidor. Troilo prohijó a Piazzolla, pero también recortó su vuelo para ceñirlo a los límites de su estilo, que no debía trasponer la capacidad del oído popular. El ímpetu renovador de Astor comenzó a desplegarse en 1944, cuando abandonó a Troilo para dirigir la orquesta que debía acompañar al cantor Francisco Fiorentino. Aquella fue la extraordinaria conjunción de un vocalista enormemente popular y un músico de talento único. Quedaron de ese binomio 24 temas grabados, con versiones descollantes (los tangos “Nos encontramos al pasar”, “Viejo ciego” y “Volvió una noche”, entre otros). La serie incluye los dos primeros instrumentales registrados por Piazzolla: los tangos “La chiflada” y “Color de rosa”. Tras aquella experiencia inaugural, Astor lanzó su propia orquesta en 1946, todavía ajustada a los cánones tradicionales del género. Como tal se instaló desde su inicio entre las agrupaciones más avanzadas, junto a las de Horacio Salgán, Francini-Pontier, Osvaldo Pugliese, Alfredo Gobbi y el propio Troilo. Entre sus cantores sobresalió Aldo Campoamor. Hasta 1948 grabó un total de 30 temas, entre ellos versiones antológicas de tangos como “Taconeando”, “Inspiración”, “Tierra querida”, “La rayuela” o “El recodo”. Entre los registros se destacan cinco obras del propio Piazzolla, que ya anuncian —particularmente en los casos de “Pigmalión” y “Villeguita”— al genial compositor. Este surge muy pronto en toda su hondura y originalidad con tangos de inigualada inspiración: “Para lucirse”, “Prepárense”, “Contratiempo”, “Triunfal”, “Contratiempo” y “Lo que vendrá”. Esas piezas son incorporadas al repertorio de importantes orquestas, como las de Troilo, Francini-Pontier, Osvaldo Fresedo y José Basso, muchas veces con arreglos escritos por el propio Piazzolla. Mientras tanto, su orquesta graba entre 1950 y 1951 cuatro obras, dos de ellas en un memorable disco de 78 revoluciones: los viejos tangos “Triste” y “Chiqué”. En los primeros años 50 Piazzolla dudó entre el bandoneón y el piano, y pensó volcarse a la música clásica, en la que ya venía incursionando como compositor. Con esas ideas se trasladó en 1954 a Francia, becado por el Conservatorio de París, pero la musicóloga Nadia Boulanger lo persuadió de desarrollar su arte a partir de lo que le era más propio: el tango y el bandoneón. Allí graba en 1955, con las cuerdas de la Orquesta de la Opera de París, Martial Solal al piano y él mismo en bandoneón, 16 temas, todos suyos salvo dos. Aquello fue un nuevo torrente de asombrosa melopea, con tangos como “Nonino” (antecedente del célebre “Adiós, Nonino”, emocionada despedida a la muerte de su padre), “Marrón y azul”, “Chau París”, “Bandó”, “Picasso” y otros. De regreso en la Argentina, Piazzolla se desplegaría en dos direcciones. Por un lado, la orquesta de bandoneón y cuerdas, con la que dio a conocer una nueva generación de tangos suyos, de actitud ya rupturista, como “Tres minutos con la realidad”, “Tango del ángel” y “Melancólico Buenos Aires”. Su repertorio incluía por entonces también tangos tradicionales releídos y otros más actuales de diferentes músicos, como “Negracha” (Pugliese), “Del bajo fondo” (José Tarantino y Osvaldo Tarantino) o “Vanguardista” (José Bragato). La orquesta contaba con el cantor Jorge Sobral, ya que Astor quería extender al tango canción su propuesta renovadora. La otra gran empresa de Piazzolla en esa época fue la creación del Octeto Buenos Aires, en el que reunió a ejecutantes de gran nivel y con el cual subvirtió todo lo conocido en tango hasta entonces. Hay quienes juzgan a ese Octeto como el cénit artístico de toda su carrera. Aquel conjunto, que grabó sólo dos long-plays medianos, se dedicó sobre todo a reinterpretar grandes tangos tradicionales, como “El Marne”, “Los mareados”, “Mi refugio” o “Arrabal”. En 1958, Piazzolla se estableció en Nueva York, donde vivió circunstancias muy difíciles. De aquella infeliz etapa quedó su experimento de jazz-tango, que él mismo juzgó con dureza —excesiva tal vez— por la concesión comercial que supuso. Pero al retornar a Buenos Aires en 1960 creó otro de los conjuntos fundamentales de su trayectoria: el Quinteto Nuevo Tango (bandoneón, piano, violín, guitarra eléctrica y contrabajo), que causó furor en ciertas franjas de público, entre ellas el universitario. Esta formación, cuyos integrantes fueron cambiando con el tiempo, frecuentó un repertorio variado, que incluyó nuevos tangos del director, como “Adiós Nonino”, “Decarísimo”, “Calambre”, “Los poseídos”, “Introducción al ángel”, “Muerte del ángel”, “Revirado”, “Buenos Aires Hora cero” y “Fracanapa”, entre otros. Con la voz de Héctor De Rosas realizó notables versiones de “Milonga triste” y tangos como “Cafetín de Buenos Aires”, “Maquillaje”, “Nostalgias” y “Cuesta abajo”, entre otros. En 1963, retornó a un fugaz Nuevo Octeto, que no alcanzó el óptimo nivel del anterior pero le permitió incorporar nuevos timbres (flauta, percusión, voz). Entre las diversas realizaciones de esos años intensos, sobresalen dos acontecimientos de 1965. Uno es el concierto que con el Quinteto ofrece en el Philarmonic Hall of New York, dando a conocer la Serie del diablo y la completada Serie del ángel, además de “La mufa”. A su vez, graba en Buenos Aires una serie de excepcionales composiciones suyas sobre poemas y textos de Jorge Luis Borges (con su mitología de cuchilleros de arrabal), con el cantor Edmundo Rivero y el actor Luis Medina Castro. Ese mismo año dio a conocer “Verano porteño”, primero de los valiosísimos tangos que conformarán las Cuatro estaciones. Comienza luego su producción con el poeta Horacio Ferrer, con quien creó la operita María de Buenos Aires (que comprende el admirable “Fuga y misterio”) y una sucesión de tangos. En 1969 lanzaron “Balada para un loco” y “Chiquilín de Bachín”, que de pronto le proporcionaron a Piazzolla éxitos masivos, a los que no estaba habituado. Ese año los grabó por partida doble, con la cantante Amelita Baltar y con el cantor Roberto Goyeneche. En 1972, en otro gran momento de Piazzolla y tras haber registrado el año anterior el magnífico LP Concierto para Quinteto, formó Conjunto 9, con el que grabó Música contemporánea de la ciudad de Buenos Aires, como trascendiendo la discusión sobre la tanguidad. Los álbumes que realizó ese noneto incluyen los sobresalientes “Tristezas de un Doble A”, “Vardarito” y “Onda nueve”. Tras abandonar nuevamente la Argentina, Astor inició su fructífera etapa italiana, donde entre otras obras dio a conocer “Balada para mi muerte”, con la cantante Milva, “Libertango” y la conmovedora “Suite troileana”, que escribió en 1975 bajo el impacto que le causó la noticia de la muerte de Troilo. Tres años después compuso y grabó con orquesta una serie de obras dedicadas al campeonato mundial de fútbol, esa vez disputado en la Argentina, durante la sangrienta dictadura militar implantada en 1976, que manipuló políticamente ese torneo. Se trató de un deplorable paso en falso de Piazzolla. En 1979, de nuevo con su quinteto, presentó “Escualo”, entre otros temas. A lo largo de aquellos años y los siguientes, Astor unió su talento al de artistas de diversos orígenes, como George Moustaki (para quien compuso los bellísimos temas “Hacer esta canción” y “La memoria”), Gerry Mulligan y Gary Burton. Entre otras variadas performances, el disco recogió una apoteótica actuación del quinteto en 1987 en el Central Park de Nueva York. La última formación de Piazzolla fue un sexteto, que sumaba un segundo bandoneón al quinteto y reemplazaba el violín por el violoncello.

sábado, 2 de abril de 2016

" EL PIBE FIGARI"

Carlos Figari cuyo nombre completo era Carlos Alberto Figari es un pianista, compositor y director de orquesta de tango que nació en (Buenos Aires, Argentina el 3 de agosto de 1913 y falleció en la misma ciudad el 22 de octubre de 1994. nació en el porteño barrio de San Telmo. Desde niño tuvo inclinación por la música. Primero, estudió piano con una profesora de su barrio y luego, continuó en el conservatorio Troiani. Empezó desde muy joven a los 16 años y se lo apodo "el pibe figari" fue convocado por los hermanos Sureda para integrar su conjunto. Formaban parte del mismo, además de Antonio y Gerónimo Sureda, Oscar Valpreda y el cantor Alberto Tagle, quien luego sería vocalista de Enrique Mora y de la primera orquesta de Domingo Federico. En 1937, se disolvió el conjunto y se convirtió en la orquesta de Antonio Sureda, siendo puntal de la misma el joven Figari desde el piano, con sólo 20 años. Cuando se fue Tagle, en 1939, el nuevo cantor fue Juan Alessio, quien después, al irse con Rodolfo Biagi, cambiaría su nombre por el de Jorge Ortiz. En 1941, pasó a integrar la orquesta de José García: Los Zorros Grises. Un año más tarde, grabaron en el sello Odeon “Esta noche de luna” del propio García y Graciano Gómez, con versos de Héctor Marcó y la voz de Alfredo Rojas y el instrumental “Retirao” de Carlos Posadas, donde Figari ya insinuaba su estilo y temperamento musical. También, suplantaba en el piano a Marianito Mores, durante los períodos que este se alejaba circunstancialmente de Canaro. En marzo de 1944 se produjo un acontecimiento muy importante en el mundo del tango: la desvinculación de Francisco Fiorentino de la orquesta de Aníbal Troilo. Inmediatamente, el notable cantor fue requerido por Orlando Goñi. Pero poco duró el vínculo y Fiore decidió formar su propia orquesta ofreciendo la dirección de la misma a su amigo y ex compañero en la orquesta de Troilo, el violinista Hugo Baralis. Pero este cedió la conducción al joven Astor Piazzolla. Debutaron en Radio Belgrano y en la confitería Picadilly de la calle Corrientes 1524. Esta orquesta estaba integrada por Baralis, Cayetano Gianni, Bibiloni Lucero en violines, Roberto Di Filippo, Ángel Genta, Fernando Tell y Piazzolla en bandoneones, José Díaz en bajo y en el piano, Carlos Figari. Tres años después, el 4 de julio de 1947, se incorporó a Troilo en reemplazo de José Basso. Con sus jóvenes 30 años, el pianista demostraba un gran profesionalismo, adquirido en su paso por tantas orquestas de jerarquía como las de José García, Francisco Canaro y Astor Piazzolla. Durante 7 años tocó con “Pichuco” demostrando una técnica depurada. En esa etapa, registraron 96 temas, entre ellos, dos instrumentales de su autoría: “A la parrilla”, junio de 1949 y “Tecleando”, en 1952. Su calidad de pianista disimulaba las dificultades técnicas del sello TK. En esa época, Troilo le dio un gran apoyo a las primeras composiciones de Piazzolla, haciéndolas conocer a través de sus actuaciones y de sus discos. En enero de 1950 graba el tango “Para lucirse” y a partir de allí, estrena “Prepárense”, “Contratiempo”, “Triunfal”, “Contrabajendo”, “Lo que vendrá” y “Tanguango”. Todos estos temas, fueron arreglados por Astor y contaron con el importante aporte de Figari. Participó con la orquesta de Troilo en el cine y en el teatro: El tango vuelve a París, en 1948 y Mi noche triste, en 1952 y la obra de Cátulo Castillo El patio de la Morocha, en 1951. El 16 de abril de 1955 debutó con su propia orquesta y la voz de Enrique Dumas en Radio Splendid. Su primer bandoneón y arreglador era Armando Calderaro, (Pajarito). Recuerdo de aquella época sus actuaciones en la Confitería Montecarlo y su llegada al disco en el sello Music Hall, donde graba su tema “A la parrilla” y “Bien jaileife” de Vicente Demarco y letra de Silvio Marinucci, con la voz de Dumas, entre otros. Un año después, seguía actuando en Radio Splendid y fue convocado por el cantor Edmundo Rivero para que lo acompañara con su orquesta en seis grabaciones para el sello TK. También le encargó los arreglos. Ellas fueron: “El ciruja”, “Jamás me olvidarás”, “Por ella”, “Fugitiva”, “Escríbeme” y “Tessa”. Además, acompañó al cantor, en sus presentaciones por Radio El Mundo. En 1957, hizo una temporada en la confitería Adlon con su nuevo cantor, Héctor Omar y acompañó en la radio al recordado cantor brasileño, Carlos Lombardi, con quien luego haría una gira por las ciudades de San Pablo y Río de Janeiro. Al regreso de la misma, incorporó al cantor Ricardo Argentino en reemplazo de Omar. A fines de los años 50 pasó a Radio del Pueblo, emisora que competía con las grandes, en la contratación de figuras del tango. Allí se presentaban Aníbal Troilo con Grela y el solista consagrado, Alberto Marino. Figari lo hacía con las voces de Enrique Dumas y de Aldo Fabre. En la década sigiente el tango cayó en una profunda depresión y Figari decidió achicar su orquesta. Forma un cuarteto y acompaña a Tania en el local Cambalache, de la calle Libertad 832, propiedad de la cantante. En 1961 formó rubro con Dumas y graban para el sello Disc-Jockey. Ambos continuaron en Radio del Pueblo, que gracias a sus directores artísticos y musicales, Antonio Maida y Miguel Nijensohn, resultó el último bastión tanguero en el éter. Participó también en la televisión, en el programa Esquina del tango, con su nuevo cantor Alberto Marcó. En 1966 se estrenó en el teatro San Martín, Sala Martín Coronado, la zarzuela criolla Juanita la popular, de Enrique Cadícamo. La dirección musical fue confiada a Figari. En la obra actuaban entre otros actores, Homero Cárpena, Juan Carlos Altavista y Elena Lucena. A fines de los 60, se convirtió en figura estable de El Viejo Almacén, propiedad de su amigo Edmundo Rivero y realizó, además, las maravillosas grabaciones con Tita Merello en el sello Odeon.

"UN BARÍTONO BIEN PORTEÑO"

Arrieta, Pedro Rosa Cantor y compositor (12 septiembre 1915 - 17 septiembre 1978) Era un barítono, con un estilo bien porteño, de personal fraseo, con un modo muy particular por el cual fue reclamado por varios directores de orquestas, sobre todo por aquellos que daban especial importancia a la musicalidad y al ritmo. Debutó a los 16 años con Juan Maglio (Pacho). Poco tiempo después, fue requerido por Carlos Di Sarli para suplir en su sexteto al cantor Antonio Rodríguez Lesende. Actuaron durante todo el año, en el café El Nacional y en el cabaret Casino Pigall. En 1933, actuó con Juan Canaro, luego de un paso fugaz por las agrupaciones de Anselmo Aieta y Alejandro Scarpino. Al año siguiente integró el cuarteto Los Magos del Tango, que actuaba en Radio Ultra y que estaba formado por el pianista Juan Polito, los bandoneones de Nicolás Pepe y Daniel Alvarez y el violín de Bernardo Sevilla (Tito). Después, vino su paso por la orquesta de Pedro Laurenz y, a partir del año 1939, su debut como solista en LR3 Radio Belgrano, donde actuó durante dos años para luego continuar en Radio Mitre. El cantor continuó creciendo y consolidando su estilo y fue requerido por el maestro Lucio Demare, para compartir los temas cantables de su orquesta con Juan Carlos Miranda. La primera grabación fue el 14 de abril de 1942: “Un tango guapo”, de Roberto del Pino y Oscar Roma, luego vinieron “Soy muchacho de la guardia”, de Agustín Irusta y Héctor Marcó y “Canción de rango (Pa' que se callen)” de Raúl Kaplún y José María Suñé. Al final de año, tanto Arrieta como Miranda se desvincularon de la orquesta y fueron reemplazados, por un grande, el incomparable Raúl Berón. Arrieta regresó como solista a Radio Belgrano y a diferentes locales nocturnos con gran éxito, pero su consagración definitiva se produjo cuando fue invitado a integrar la orquesta de Miguel Caló. Con ella hizo su primera grabación el 7 de agosto de 1945, el tango de Juan Polito y Luis Caruso “Quedó en venir a las nueve” y en el reverso del disco, la milonga “Cimarrón de ausencia”. La pareja de cantores la compartió con Raúl Iriarte, quizás el dúo más importante que tuvo la orquesta y de mayor trascendencia en el continente, lo que posibilitó a ambos la posterior prolongación de sus carreras en distintos países de América, a partir de la crisis del tango que devino en Buenos Aires en los años ‘60. En su paso por Miguel Caló, dejó registrados 26 temas como solista y 4 a dúo con Iriarte. Los más destacados: “Una tarde cualquiera”, para mí su mejor interpretación, “En secreto”, de Vicente Demarco y Alfredo Roldán y “A la gran muñeca”, una de las pocas versiones grabadas con letra. Arrieta se despidió del primer ciclo con Caló, grabando el 23 de septiembre de 1948, los tangos “Nunca más” y “Corazón de papel”. Ya desligado del conjunto, fue requerido para trabajar en Chile, donde se instaló y permaneció una larga temporada grabando con distintas formaciones. Luego realizó una gira por distintos países de Latinoamérica, regresando a la Argentina en 1954 y, junto a Alberto Podestá, se integró nuevamente a la orquesta de Caló. El 23 de junio grabó el tango de Rodolfo Sciammarella, “Boca Juniors”, dedicado al popular club de fútbol. Al año siguiente, participó con la orquesta dirigida por Leopoldo Federico en Radio Argentina, pasando luego a Belgrano y al Canal 7 de televisión, siendo acompañado por la orquesta dirigida por el excelente bandoneonista Alfredo Franco. En 1957 volvió a grabar con Caló. El 18 de junio registró “Cuanta angustia” y luego partió en una extensa gira con la orquesta de Juan Canaro por el Brasil y México. En 1959, formó parte de un espectáculo en Estados Unidos junto a Astor Piazzolla y los bailarines María Nieves y Juan Carlos Copes. Entusiasmado por el reconocimiento del público se radicó en Norteamérica y, desde allí, hizo giras a varios países del continente. De vuelta en Buenos Aires, en 1972, junto a Raúl Iriarte graban un disco larga duración, invitados por Miguel Caló, en el que interpreta “Tres esperanzas”, “Mis flores negras” y “Todos vuelven”, lamentablemente, serán las últimas grabaciones del maestro Caló, quien víctima de un síncope falleció al poco tiempo.

viernes, 1 de abril de 2016

"EL NEGRO GARDELIANO"

Jorge Vidal (Buenos Aires, Argentina, 12 de agosto de 1924 – id. 14 de septiembre de 2010 ) fue un cantor de tango argentino. Tuvo una dilatada carrera artística que incluyó su participación en varias películas. Cultivó un neto estilo gardeliano, no sólo por su fraseo, sino también por su figura, al punto que solía concurrir al Hipódromo de Palermo, vestido como acostumbraba Carlos Gardel. En 1945 salió sin permiso de la Escuela Naval para presentarse en un concurso de cantores en el teatro Smart y obtuvo el primer premio, lo que impulsa su vocación de vocalista tanguero. Es así que, ya con el nombre de Jorge Vidal, en 1946 debutó formando dúo con Luis Peralta en la confitería La Paz, ubicada frente a las barrancas de Belgrano. Tuvo un gran éxito ensombrecido por el homicidio esa misma noche del propietario del lugar por una puñalada asestada por un concurrente ebrio. Actuó más adelante en el Café Argentino, en el barrio de Chacarita, acompañado por el cuarteto de guitarras de Jaime Vila. Un salto en su carrera ocurre cuando lo escuchan los bandoneonistas de la orquesta de Osvaldo Pugliese, Osvaldo Ruggiero y Jorge Caldara, y lo recomiendan al director. Pugliese lo escucha y le propone incorporarse a su orquesta, con la que debuta en 1949 en el Racing Club de Avellaneda. En ese momento el otro cantor de la orquesta era Alberto Morán, pero nunca registraron un dúo. Con Pugliese aprendió muchas cosas, entre ellas a respetar el ritmo, y grabó ocho temas para el sello Odeon (entre ellos, "Puente Alsina") antes de desvincularse, a principio de 1951. Continuó su carrera como solista en la confitería La Armonía de la Avenida Corrientes, acompañado por las guitarras de los hermanos Remersaro, Rafael Moreno y Jaime Vila. Por otra parte, entre 1951 y 1955 grabó seis temas con la orquesta de Argentino Galván. Fue primera figura en los cabarets "Maipú Pigall" y "Casanova", donde realizaba el show central alternando con el también solista Ángel Vargas. Vidal también actuó en Radio Splendid y Radio Belgrano e hizo apariciones en televisión. Debutó en cine con el papel protagónico en 1956 en El tango en París, junto a Olinda Bozán, Enrique Serrano, Julia Sandoval y otros importantes artistas, con dirección de Arturo S. Mom. En teatro trabajó en Yo soy Juan Tango (1957) y la última comedia musical de Francisco Canaro Tangolandia, con Tito Lusiardo, María Ester Gamas, Alba Solís, Beba Bidart y Juan Carlos Copes. En 1958 viajó a los Estados Unidos y actuó en el famoso Show de Sullivan. Luego de un frustrado retorno a Argentina en 1965, volvió a Estados Unidos, donde trabajó en importantes escenarios como el Carnegie Hall, la Metropolitan Opera House, el hotel Sheraton y el Waldorf-Astoria de Nueva York, hasta 1969. En Estados Unidos hizo grabaciones entre 1966 y 1967 acompañado por músicos estadounidenses y en algunas ocasiones por la orquesta de Enrique Méndez. En España grabó «El día que me quieras» en 1970 acompañado por la orquesta de Waldo de los Ríos, versión editada dos años después por el sello Magenta en Argentina. En 1986 fundó la Asociación Argentina de Cantantes, de la que fue presidente. Entre las piezas que compuso se destacan «Cuando yo me vaya», «Palpitando el escolazo» y «Gripe liviana». La Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires le otorgó la distinción de Ciudadano ilustre de la Ciudad de Buenos Aires.