" de chiquilín te miraba de afuera"

" de chiquilín te miraba de afuera"
cafe de Garcia

lunes, 31 de diciembre de 2018

"EL ARQUITECTO DEL TANGO"

Matos Rodríguez, Gerardo Hernán Pianista y compositor (18 marzo 1897 - 25 abril 1948) Nació en Montevideo, hijo de don Emilio Matos propietario del cabaret Moulin Rouge estudió arquitectura en la desaparecida Facultad de Matemáticas de su ciudad natal. Abandonó tempranamente dichos cursos, atraído por la entonces intensa y variada vida nocturna de la capital. Pianista de afición compuso en 1917 su célebre tango “La cumparsita” en el piano de la Federación de Estudiantes del Uruguay. Lo estrenó en el café La Giralda la orquesta porteña de Roberto Firpo y su primera grabación fue realizada para la casa Victor por el conjunto cuya dirección compartían el pianista Alberto Alonso y el bandoneonista Minotto Di Cicco, el mismo año de su estreno (Ver “La cumparsita”). Vendió su obra por una buena suma para la época —treinta pesos y 50 ejemplares papel de la misma— a la editorial Breyer de Buenos Aires recuperando luego en 1923 sus derechos de propiedad por intercesión de sus amigos Enrique Delfino, Emilio Fresedo, Juan Carlos Bazán, Luis Catalán, José de Grandis, Enrique Carrera Sotelo y otros miembros de la Asociación Argentina de Autores y Compositores de Música. Posteriormente, “La cumparsita” tuvo una segunda época en su larga historia de éxito cuando Pascual Contursi y Enrique P. Maroni modificándole la música original y sin la aquiescencia de su autor le pusieron letra y nuevo titulo —“Si supieras”—, lo cual dio lugar a un prolongado y engorroso proceso judicial. Vivió ya alejado de Montevideo, en Buenos Aires y en París, desempeñando tareas diplomáticas como cónsul uruguayo en Alemania. En 1931, colaboró en la musicalización de la película Luces de Buenos Aires, filmada en Joinville, Francia con tarea protagónica de Carlos Gardel. Compuso asimismo temas para piezas teatrales estrenadas en Buenos Aires: El Gran Circo Rivolta, de Manuel Romero entre ellas. Más tarde en Montevideo dirigió fugazmente su propia orquesta típica. Otros tangos de su producción fueron: “Che papusa oí” —su preferido—, “Son grupos”, “Yo tuve una novia”, “Cuando bronca el temporal”, “Hablame”, “Pobre corazón”, “Haceme caso a mí”, “Canto por no llorar”, “Rosa reseca”, “Botija linda”, “El pescador”, “Te fuiste, ¡ja, ja!”, “Adiós Argentina”, “Mi provinciana”, “La milonga azul”, “Dale celos”, “Raspail”, “Mocosita”, “La muchacha del circo”, “San Telmo”, colaborando con los letristas Enrique Cadícamo, Victor Soliño, Juan B. A. Reyes, Manuel Romero y Fernán Silva Valdés con quien realizó su fina y emotiva serie de Canciones Montevideanas a la que pertenece "Margarita punzó". Falleció en Montevideo, al cabo de una penosa enfermedad.

jueves, 20 de diciembre de 2018

"LOS HERMANOS BALIJA"

Servidio,Luis Bandoneonista y compositor (9 octubre 1895 - 26 enero 1961) Servidio, José Seudónimo/s: Balija Bandoneonista, director y compositor (18 marzo 1900 - 6 junio 1969) Los hermanos Servidio fueron, al igual que los Canaro, los Lomuto, los De Caro, los Polito, una verdadera institución dentro de la música popular porteña. Aunque asimilaron alguna enseñanza de Genaro Espósito, Arturo Bernstein, Juan Maglio, y otros maestros del bandoneón, puede afirmarse que se formaron autodidactas. Villa Crespo, el barrio que lo vio nacer, lo acunó en tango y desde chico empezó a manosear ese instrumento brujo; su hermano mayor Luis, primero, después él y por último Alfredo, el menor. Corría con la responsabilidad del conjunto cuando decidieron formar orquesta, pero lo cierto era «la típica de los hermanos Servidio» y como a él, sólo a él, le apodaban Balija se la llamó en ocasiones «de los hermanos Balija». El sobrenombre le venía porque la valija del bandoneón parecía tan grande como su estatura, especialmente de cuando niño empezó a cargar con él. Si bien anduvo en una lista interminable de orquestas, compañero en sus comienzos de Aieta, Marcucci, Iriarte, Guido, y tantos otros, el primer conjunto de categoría que integró fue el de Roberto Firpo, cuando sólo tenía dieciséis años, y aquel director ya grababa discos. Integró también las formaciones de Juan Maglio (Pacho), Francisco Canaro y en la de Osvaldo Fresedo suplantando a éste cuando accidentóse con el avión. Con su orquesta amenizó las mejores noches del café Nacional y otros como: El Parque, A.B.C., Victoria, los cabarets Montmartre, Chantecler, etc. Clubes, cabarets, cines en inacabable nómina, como la radio desde su nacimiento y por treinta años en todas las estaciones, lo vieron trabajar incansablemente en pos del tango. Grabó con orquesta o solos de bandoneón en casi todas las marcas de discos que operaron en Buenos Aires y realizó giras por la República como también por el Uruguay. Trabajó con compañías teatrales en diversas salas. Su primera composición fue el tango “La contra... vino”, de 1919, que grabó Firpo, a la que encadenó muchos otros que tuvieron la mejor acogida en el público. “El bulín de la calle Ayacucho” fue su más grande éxito; los versos de Celedonio Flores que el mismo lleva lo inmortalizaron desde el mismo momento que su gran amigo Carlos Gardel lo imprimió en discos. El célebre cantor, a quien conoció de cuando tocaba con Firpo, le llevó al surco del disco “La chacarera” que compuso con Maglio (Pacho) y letra de Juan Caruso, quien escribió a pedido de Gardel y para grabar, los versos para su tango “Puentecito”; “El alma que siente” y “Milonga fina”, letras también de Flores; “Trapito” con versos de Eugenio Cárdenas y el hermoso vals criollo, con letra de Eduardo Escariz Méndez, “La pena del payador”. Otros, “Pebeta loca” que grabó la Maizani, “La carreta”, muy lindo tango que grabó Dorita Davis y tiene versos de Francisco García Jiménez, “Mis recuerdos”, “Magda”, “Francesita papa”, “Cuadro porteño”, “La orejera”, “Vida triste”, “A vos quería verte”, “Tendrás que llorar por mí”, “Pasó y se fue”, “Pelletier toda la vida”, “Vecinita fue por vos”, “Primero yo [b]”, “Pollerita corta”, “No quiero más”, “Adoración”, “Todo un hombre”, “Gloria tanguera”, “Mi noche de tango”, “Cabaret Montmartre”, “Lo quiero ver”, “No me jures”, “Falsa fuiste”, “Por Dios se lo pido”, “Galopeando”, “Picaneando”, que llevan versos de Roldán, Curi, Flores, Adamini, etc. «—Con Gardel fuimos amigazos y solía verme en el Nacional, donde yo actuaba, muy seguido... pero me hizo una mala jugada: se llevó un día mis tangos “Magda” y “Francesita papa” prometiendo grabarlos pero no lo hizo», dijo con cierta queja. José Servidio (Balija) nació en Buenos Aires (Villa Crespo) el 18 de marzo de 1900 y allí falleció el 6 de junio de 1969. Luis Servidio nació en Buenos Aires el 9 de octubre de 1895 y falleció en San Fernando (Buenos Aires) el 26 de enero de 1961.

viernes, 14 de diciembre de 2018

"DEL CUPLÉ AL TANGO"

Manuel Jovés nació en Manresa (Barcelona-España) el 8 de marzo de 1886 y falleció en Buenos Aires el 26 de agosto de 1927. Desde su Cataluña natal llegó a Buenos Aires en 1908 quizás con ideas de imponer el cuplé al porteño o hacerse una posición con él. Era ya todo un señor maestro de la música española cuando desembarcó en nuestras playas. Luego de enseñar particularmente música y canto, pasó a acompañar a figuras estelares del cuplé como Lola Membrives (en sus comienzos era cupletista), Raquel Meller, La Goya, etc. a la par de actuaciones en cafés, confiterías y otros lugares. Los cines y teatros porteños, como algunos de Montevideo y del interior, lo conocieron secundando la labor del dúo Las Porteñas. Dirigió espectáculos revisteriles en los teatros Nacional, Cervantes y Florida, actuando también en el Coliseo, Royal, Smart y varios otros, dirigiendo desde el foso las orquestas o como director de espectáculos. Como compositor seguramente habríase iniciado en España con algún motivo de su tierra y que aquí continuó con “Adiós Celipe”, “La azafata de la reina”, “La perra de Chaplin”, “Díguili qui vingui”, “Todo auténtico”, “Q.L.B.L.P.”., “Campanita, campanita”, “Dos gitanas”, “Mi reja”, en ritmos de schottisch, cuplé, fado, pasodoble, etc., que estrenaron en los escenarios populares tonadilleras. Se animó a lo criollo con “Deseo”, vals, “Tucumanita” y “Decime negro que sí”, zambas, con algunos títulos más, pero su fuerte sin duda fue el tango donde dejó páginas imborrables como “Patotero sentimental”, “Nubes de humo (Fume compadre)” y “Buenos Aires”; éxitos que quizá se debieran más a los versos de Manuel Romero, pero donde dejó sentada su capacidad creadora y su sensibilidad artística. La lista más o menos completa de sus tangos es la siguiente: “Armenonville viejo”, “Apriete que va la marca”, “A mí lo me'smo me da”, “El matrero”, “El gran puntero”, “Que estrilo me la sandié”, “La más tigrera”, “El rabanito”, “Flor de yuyo”, “Cualquier cosa [b]”, “La patotera”, “Mi gloria eres tú”, “Venga champán”, “Verás pebeta”, “Vení pebeta”, “El dormilón”, “Por tu culpa”, “Chicof”, “Haz de volver a mí”, “El moscovita”, “Con los 9”, “Yerba seca”, “Celosa”, “La midinette”, “Pingo mío”, “Clavelito rojo”, “Te parecés a ella”, “Pare cochero”, “Pobre china”, “Pobre corazón”, “Pobre francesita”, “Pobre percanta”, “Pobre viejo”, “Pobres mujeres”, “Blanquita”, “Rosa de fuego”, “¡Una más!”, “Que el otro te quiera igual”, “¿Por qué?”, “Loca”, “Pobre milonga”, “La provinciana”, “Corazón de arrabal”, “Patotero sentimental”, “Nubes de humo (Fume compadre)”, “Buenos Aires”. Los siete citados en último término fueron grabados por Carlos Gardel con quien, a pesar de no haberse logrado con exactitud saber de alguna anécdota entre ambos, debió haber tenido sin duda un sincero trato de amistad, pues el mismo quehacer artístico los guiaba a través de los escenarios, en uno de los cuales actuaron juntos en alguna oportunidad. Sus obras musicales tuvieron como letristas a populares autores teatrales, ello prueba que siempre estuvo ligado a nuestro teatro. Además de Manuel Romero, colaboraron en la canción Antonio Viergol, Enrique Maroni, César Bourel, Ernesto Morales, Lorenzo Traverso, Diego Flores, Luis Bayón Herrera, Pedro Numa Córdoba, Carlos González Illescas, Ivo Pelay.

jueves, 6 de diciembre de 2018

"DONACHE"

Guichandut, Juan José Martín Pianista y compositor (11 noviembre 1909 - 17 octubre 1979) Se inició en 1927 con “Perfume de mujer” que obtuvo el segundo puesto en concurso de tango de los discos Nacional, obra que posibilitó su conocimiento con Carlos Gardel que le grabó además esos dos grandes sucesos que se titulan “Marioneta” y “Misa de once”; los tres con letras de aquel autor que se llamó Armando Tagini y los que sin duda más satisfacciones le han dado. Sus grandes virtudes las siguió exponiendo en “Mamarracho”, “Así era el tango”, “Tarareando”, “Canta pajarito”, “¡Goles, goles!”, “Quereres”, “Percantina”, “Baila”, “Arando”, “Matrera”, “Escuela”, “Cinco letras”, “El cachorro”, “Tango de antaño”, “¡Vamos corazón!”, “Mi distinguida pebeta”, “Yo”, “Por ellas no me casé”, “Llueve otra vez”, “Domingo a la noche”, “La limosna”, “Sencillo y compadre”, “Mi gitana”, tangos; “Magdalena [b]”, “Ventanera”, “Magnolia triste”, pasodobles; “Deshojando margaritas”, “Palabra”, “Paloma [b]”, valses; “Digo... digo”, “Vieja postal [b]” y muchos más que contaron con la colaboración de Carlos Bahr, Héctor Gagliardi, Tagini, Oscar Fresedo, Horacio Sanguinetti, Enrique Cadícamo y otros. De Gardel dijo: «Después de “Perfume de mujer” lo vi muchas veces a Carlitos y como yo era un pibe al lado de él, me decía al encontrarnos: «¿Cómo le va pibe?», respetuosamente. «Actuaba Gardel en el Empire y una noche resolvimos con Carlos Sánchez (el gordo Sandoval) ir a verlo. Encontramos a Razzano en el hall del teatro y nos sugirió lo viéramos en su camarín al cantor. Se oía su canto cuando golpeamos la puerta y al abrirse la misma, encontramos a Gardel en calzoncillos cantando un tango nuevo, acompañado por sus guitarras Aguilar, Riverol y Barbieri. «Al terminar me pregunta: «A ver si sabe de quién es este tango que hoy voy a estrenar». Por el estilo me pareció de Barbieri y se lo dije. «Mirándolo fijo a su guitarrista Guillermo Barbieri y moviendo la cabeza le dice: «¡Cómo te junan 'grone'!». Era el tango “Viejo smoking”.» El renombrado tenor Carlos Guichandut era hermano suyo. Guichandut nació en Buenos Aires (Barracas) el 11 de noviembre de 1909 y allí falleció el 17 de 1979.

lunes, 3 de diciembre de 2018

"EL JOHNNY"

Prudencio Aragón nació en Belgrano el 28 de abril de 1886, cuando la actual avenida Cabildo aún se llamaba 25 de Mayo y un año antes de que aquella “ciudad” fuera anexada a Buenos Aires para quedar como un barrio más de la metrópoli. Pero la inventiva de los chicos de la zona le daría un apodo que sería su marca: lo bautizaron “el Johnny”. Algunos dicen que fue porque en su cabellera morocha afloraba un rebelde mechón pelirrojo. Otros cuentan que el mote surgió porque su mamá trabajaba como ama de llaves de una acaudalada familia inglesa. Su muerte ocurrió en Montevideo, el 2 de noviembre de 1963. Lo cierto es que aquel chiquilín, que veía pasar al tranvía tirado por tres caballos repechando la cuesta desde el bajo hacia la calle Vidal, empezó a crecer escuchando el sonido que del violín sacaba Pedro (su hermano mayor) y de la guitarra su primo Justo Morales. Pero quien le dio el abc del piano fue su medio hermano Cesáreo Pérez. De ahí a los cafés donde el tango empezaba a convertirse en el símbolo musical de esta parte del mundo, hubo un corto paso. Los historiadores del tango registran a El Talar como el primer tema presentado con partitura y señalan que fue compuesto en 1895 por el Johnny Aragón. Es decir que el chico preparó esa melodía a los 9 años. Y como no hay otras referencias que indiquen lo contrario, eso le daría el título del compositor más joven en la historia del género. Claro que ese no fue el único tema con la firma de el Johnny. También figuran El piñerista, Mateamargo, Don Victorio, El Pardo Cejas y uno que generó doble polémica: por el título y por quién lo compuso. Sobre la autoría hubo reclamos y la cuestión quedó siempre en una nebulosa, aunque figura como una obra de Juan Maglio y Alfredo Bigeschi. En cuanto al título, aparece como Las siete palabras, aunque algunos le atribuyen otro más cercano a ambientes poco santos: lo conocen como Las siete pulgadas. Después de vivir un tiempo en Rosario, el Johnny volvió a Buenos Aires. Y a los 17 ya se codeaba con otros inventores del tango: Vicente “Garrote” Greco, Vicente Loduca y Francisco “Pirincho” Canaro. Pero su mayor amistad fue con otro atorrante al que todos conocían como Eduardo “El Tigre del Bandoneón” Arolas, aunque su verdadero nombre era Lorenzo Arolá. Cuentan que, juntos, el Johnny y El Tigre solían compartir el rocío de muchas trasnoches en boliches de La Boca, donde había mucho rouge y bastante poca agua mineral. Justamente una composición de Arolas lleva el título Una noche de garufa y una clara dedicatoria: “Al apreciable amigo Prudencio Aragón”. Después hubo un café en la avenida Montes de Oca al 1600 que tomó el nombre de ese tango. También dicen que frecuentaban otro lugar en Pedro de Mendoza, cerca de la avenida Almirante Brown, frente al Riachuelo. El local se llamaba “The Droning Maud”, pero para todos era “el bar de La Negra Carolina”, porque su dueña era Carolina Maud, una afro norteamericana nacida en Nueva Orleans quien, aparte de lucir otras virtudes, solía jactarse de haber tenido como amiga nada menos que a la célebre Josephine Baker. Pero esa es otra historia.

miércoles, 28 de noviembre de 2018

"VENECIANO Y TANGUERO"

Francia, Manlio Violinista y compositor (29 junio 1902 - 7 mayo 1981) Nació en la bella Venecia y ha sido considerado el mejor segundo violín de la historia del tango. Al respecto Luis Adolfo Sierra escribió ponderando esta virtud: «Para quienes desconocen el significado de los términos instrumentales podrían suponer que el segundo violín es menos que el primero. Y no es así. El segundo requirió siempre una aptitud distinta al del primero, que tiene, por lo general, la voz cantante. Porque existe incluso, una natural tendencia para desempeñarse como segundo —preferentemente en las orquestas de tangos— por su inventiva en la creación de contracantos y segundas voces a dúo con el primero.» Y sigue diciendo: «Vale decir, que hay segundos violinistas natos, con más posibilidades de lucimiento interpretativo que los promovidos a primer violín. Y primeros violinistas que si fueran segundos no cumplirían correctamente ese papel». Y remata subrayando: «Francia es el caso indiscutido de segundo violín, acaso insuperado en el quehacer tanguero por su incuestionable talento en la creación de impecables contracantos, por lo general improvisados en el momento de la grabación, que sobresalen por la brillantez del sonido y la inspirada originalidad de los dibujos melódicos». En un interesante reportaje realizado por el periodista Norberto Chab, en 1979, Manlio cuenta sobre su formación y trayectoria: «Mi padre era violinista y tenía su orquesta que durante los meses de verano, en Francia, tocaba a lo largo de la Costa Azul: Niza, Biarritz, Montecarlo. Cuando cumplí cinco años me regalaron un violín. Antes del año diez, le propusieron viajar a la Argentina, para presentarse en el Hotel Bristol de Mar del Plata, donde se reunían los apellidos más prominentes de la sociedad porteña durante la temporada estival. Viajó papá y toda la familia. Yo, debí interrumpir mis estudios de música con el maestro Isaac Isaiye. «Cuando llegó el día del debut nadie esperaba que fuera también el comienzo de la despedida. Ocurrió que nos acompañaba una cantante y bailarina que ilustraba mejor algunos números musicales, pero la pacatería de las damas no lo soportó. Los señores sí, por supuesto. Dejó de actuar la atracción femenina y el acto gustó, pero enseguida retornamos a Francia, aunque cada verano regresábamos a Mar del Plata, en total fueron siete viajes. El último partimos desde el puerto de Marsella y en el viaje nos enteramos que había comenzado la primera guerra mundial. Por ese motivo, nos quedamos en este país. «En Buenos Aires continué los estudios musicales en el Instituto Santa Cecilia, con su director el maestro Galvani. Recibí el diploma en 1918, entre mis compañeros estaban los hermanos Astor Bolognini, Ennio Bolognini y Remo Bolognini, también Eduardo Armani y otros que tuvieron su buena trayectoria. Mis primeras presentaciones fueron en fiestas y en salones, donde siempre me invitaban para tocar fragmentos de música clásica. «Hasta que caí en el Café La Armonía de la calle Corrientes 1443, allí pedían tangos que era música tabú en algunos sitios elegantes donde yo había tocado. Fui haciendo amigos y llegué al Maipú Pigalle donde actué junto a Osvaldo Fresedo y a Enrique Delfino. Luego formé parte del Cuarteto de Maestros con Juan Carlos Cobián, Julio De Caro y Roque Biafore. Después, de nuevo con Fresedo y también con Cobián en el Abdulla Club y con la jazz de Gordon Stretton, ya me gustaba el jazz, anduve también mas adelante con Eleuterio Iribarren. «En 1925 integré la orquesta de Adolfo Carabelli y además, al mismo tiempo, formé un conjunto con Francisco Pracánico para presentarnos en el restaurante Conte de Mar del Plata. Cuando Pracánico se retiró, quedé yo al frente, esa fue mi única experiencia como director. Nunca más quise serlo porque me acarreaba una serie de problemas. Allí el otro violín era Larrosa, estaba Sinibaldi en contrabajo y los bandoneones eran Grupillo y uno de los hermanos Scarpino. «Sólo con Delfino, grabamos un disco para Odeón, el tango “Porotita” y un fox trot. Estuve un tiempo en la orquesta de Fresedo que me grabó varios temas míos. Integré un quinteto con Petrucelli donde me hacía el loco, tocaba el banjo y cantaba, me gustaba imitar a Al Jolson. Grabé con la jazz de Carabelli y con De Caro, con el que estuve veinte años, todo lo registrado para los sellos Brunswick y Victor. Fui segundo violín y también me hacía el loco. A Julio le gustaban algunas bromas. Cuando en medio de un tema instrumental aparecía una voz, era yo, por ejemplo en “El buey solo”, soy el que exclama «huella, huella, buey» o en “El monito”, «monito querés café». Otro que intervenía de la misma manera era el negro Leopoldo Thompson. «En la Victor integré todos los conjuntos, éramos como una mafia, no dejábamos entrar a nadie, resulta que estábamos tan consustanciados que sabiendo como era la estructura musical de una pieza, la leíamos una vez y ya grabábamos. «Formé parte, por largos años, de la orquesta estable de Radio El Mundo y desde 1945 al 50, me incorporé a la orquesta de Carlos Di Sarli. Un estilo tan opuesto al de De Caro, pero insuperable. Era buen músico y muy exigente. Todo esto sin abandonar el jazz ni la música clásica. Y exactamente, el 20 de junio de 1978, dejé la música».

lunes, 26 de noviembre de 2018

"EL FRANCESITO"

Enrique Pollet Bandoneonista, director y compositor (3 julio 1901 - 23 junio 1975) Nació en Barracas y recordaba su tempranero debut profesional en el Café La Nación (Maipú entre Corrientes y Sarmiento), en una orquesta mixta dirigida por Adelita Florio; transcurría el año 1916. De allí, pasó a realizar distintas giras por la provincia, junto a Rafael Iriarte y Antonio Buglione, revistando posteriormente en la orquesta del violinista Agesilao Ferrazzano, que se lucía en los bailes. En 1920 se incorpora a la orquesta de José Martínez, formada por él y Juan Arcuri (bandoneones), Antonio Buglione y Emilio Ferrer (violines) y José Martínez (piano). Trabajaban en la glorieta de Avenida San Martín y Gaona. El conjunto amenizó los bailes del carnaval de 1921, en el Teatro Liceo, y luego se incorpora al elenco de la Compañía Vittone-Pomar, cuando en el Teatro Politeama primero y, luego, en el Avenida representaban el sainete de Manuel Romero El Gran Premio Nacional (julio de 1922). Allí se produce el estreno del tango de José Martínez y Manuel Romero, “Polvorín”, cantado por el uruguayo José Muñiz. El tema era un caballo de carreras. El pianista y director José Martínez encabezaba un quinteto, con el cual viajaron a Montevideo presentándose en el Teatro Urquiza. Un amigo, Fernando Ercolano, apasionado del teatro, memorizaba que al cantarse “Polvorín” irrumpía un caballo en la platea. Se aleja momentáneamente de Martínez y se va a Montevideo para actuar en la temporada de verano en el Hotel del Prado formando parte de la orquesta de Carlos Warren (1921/22). Al retornar a Buenos Aires se reincorporó al conjunto de José Martínez cuando se reprisaba en el Avenida El Gran Premio Nacional. En abril de 1923, pasan al Teatro Smart, con la compañía Arata-Simari-Franco. Se representaba la obra El Rey del Cabaret, título del tango que allí cantaba otro intérprete uruguayo: Juan Ferrari. Retirado de Martínez, sigue actuando en teatros. Ahora en el elenco Morganti-Gutiérrez en el Teatro Maipú, encabezando un trío, con el pianista Raimundo Petillo y el violín de Bernardo Germino. La obra se llamaba En los bajos fondos de París, acompañando a Manolita Poli que estrenó allí el famoso tango “Buenos Aires”. Este detalle, aportado por Pollet, desmiente que había sido Carlos Morganti el intérprete. Complementa sus actuaciones de 1923 en las filas del pianista Roberto Goyheneche y con esa formación fue protagonista de las primeras audiciones de Radio Cultura. A fines de 1923, Goyheneche disuelve la orquesta. Nace entonces el conjunto Laurenz-Pollet, que debuta en la glorieta de San Martín y Gaona, con César Bertolotto (piano) y José Di Clemente y Emilio Marchiano (violines), pasando luego a desempeñarse en los cafés Cervantes y El Parque. Allí concurrió Julio De Caro en busca de un bandoneonista para reemplazar a Luis Petrucelli. Concretamente quería a Pollet, pero éste no aceptó proponiéndole a su compañero Pedro Laurenz. César Diodatti reemplaza a Laurenz y Luis Visca a Bertolotto. En el verano de 1925, la orquesta encabezada por Enrique Pollet actúa en el Café A.B.C., de Canning y Rivera, con un solo bandoneón, Osvaldo Pugliese (piano), Emilio Marciano y Francisco Perrone (violines). Luego, un nuevo conjunto para actuar en el Café El Parque: Enrique Pollet y Armando Blasco (bandoneones). Osvaldo Pugilese (piano), Fernando Franco y José Di Clemente (violines). En esa temporada se dieron a conocer los tangos “Farolito de mi barrio” y “Noche de amor”, de Fernando Franco. Acude por entonces nuevamente Julio De Caro a interesar a Enrique Pollet para integrar su ya famoso sexteto y la historia vuelve a repetirse. Es Armando Blasco el elegido, ya que Pollet que igualmente colaboraba en algunas grabaciones con Julio De Caro decidió tomar otros rumbos, pasando a formar parte de la orquesta de José Servidio en el Dancing Chantecler. Forma en 1927 una nueva orquesta para el Cine Paramount, de la calle Lavalle. Al terminar la temporada disuelve el conjunto. Tocaba bandoneón solista en la varieté de un salón de té, en Av. de Mayo y Perú. Nueva orquesta Pollet con actuación en Buenos Aires en un tradicional bastión del tango: el Café La Fratinola, de Patricios y Martín García: Enrique Pollet (bandoneón), Luis Brighenti (piano), Alberto Pugliese y Hermes Peressini (violines). Al año siguiente, 1928, integra un trío con Luis Brighenti y Fausto Frontera en la Radio El Abuelito. Durante más de diez años a partir de entonces, organiza orquestas para bailes sociales, en un período forma parte de la orquesta estable de Radio Prieto, colabora con Julio De Caro en todas las orquestas numerosas formadas expresamente para presentaciones en los teatros en bailes de carnaval. En 1932, es primer bandoneón en el espectáculo La historia del tango presentada por Enrique Santos Discépolo en la Rural de Palermo y en el Teatro 18 de Julio, de Montevideo. Protagonista de todas las temporadas de verano en los salones de baile del Club Pueyrredón de Mar del Plata, hasta a que, en 1939 resuelve radicarse en Montevideo. Su debut se produjo en el Tabarís, formando parte de la Orquesta Cachito, pasando luego al Parque Hotel, Teatro Artigas y Yacht Club. Su estelar formación era la siguiente: Romeo Cernuschi (Cachito) piano, Enrique Pollet y Walter Ventrella (bandoneones), Mario Orrico y .Julio Carrasco (violines), Arturo Morassi (contrabajo) y Carlos Burgos (cantor). Se incorpora posteriormente al conjunto del pianista Juan Cao. Con Ventrella en yunta —igual que con Cachito—, Orrico y Dullman en violines, Manuel Orellana (contrabajo) y el cantor Walter Caravadossi. Hicieron las temporadas 1940/41 y 42 en los Hoteles Municipales y durante todo el año 1941 actuaron en el Capitol de la calle Piedras. Poco después, Enrique Pollet aporta su arte bandoneonístico a la orquesta folclórica dirigida por el maestro José Yanelli durante tres años. Este conjunto se lucía ampliamente en horarios centrales de la emisora CX14 El Espectador. El epílogo de su vida artística fue su larga permanencia en la orquesta de Rogelio Coll (Garabito) en un repertorio y un estilo alejado de su sentimiento personal, desempeñando sin embargo su labor con el cumplimiento y la personalidad que siempre fueron atributo de su fecunda vida artística. Enrique Pollet también dirigió una orquesta típica desde su bandoneón con destacada actuación en un pequeño local, la Confitería Mayo, al lado del desaparecido Teatro 18 de Julio, preciosa información que debemos a nuestro amigo Aníbal Oberlín, cantor de la misma. Algunos de los músicos del conjunto eran el pianista José Yanelli y los violinistas Silayi, Bernstein y Spíndola. Pollet se desempeñaba como único bandoneón. A comienzos de la década del 70 volvió a radicarse en Buenos Aires, en su barrio de Barracas donde su vida se truncó en un absurdo accidente casero, el 23 de junio de 1975.

viernes, 16 de noviembre de 2018

"UN VIOLÍN CON MEDALLA DE ORO"

Roberto Zerrillo (20 julio 1902 - 5 mayo 1955) Nació en Montevideo, capital del Uruguay y a los once años comenzó a estudiar violín en el conservatorio Facio, recibiéndose de profesor obteniendo medalla de oro. Paralelamente cursaba estudios en la Facultad de Derecho, los que quedarían truncos al elegir la música como la pasión de su vida. Formó parte del cuarteto de cuerdas Facio de música de cámara realizando una gira europea muy exitosa. Roberto Zerrillo debuta en el Cine Defensa, en la esquina de Defensa y Lavalleja, pasando luego a otra sala, el Requena o Las novedades, que funcionaba en en la calle Joaquín Requena casi Dante ambos en la ciudad de Montevideo. En 1921 se incorpora a la famosa orquesta de Carlos Warren, debutando en el Moulin Rouge, allí tocó junto a Eduardo Arolas. A fines del año se aleja rumbo a Buenos Aires presentándose en el conjunto del Teatro Parisiana. Allí conoció a Juan Carlos Cobián, entonces pianista de Osvaldo Fresedo, rindió una prueba y fue contratado para la temporada de verano 1921/22 en Mar del Plata. Allí actuaban al atardecer en el Ocean Club y de noche en el Club Mar del Plata. La orquesta de Osvaldo Fresedo ofreció una alineación estelar: Juan Carlos Cobián (piano); Osvaldo Fresedo y Luis Minervini (bandoneones), Tito Roccatagliata y Roberto Zerrillo (violines). En esas actuaciones se estrenaron grandes tangos: “Sollozos”, “Mi refugio” y “Elegante papirusa”. Al retirarse Zerrillo su puesto lo ocupó Manlio Francia. Breve fue la presencia de Zerrillo con Osvaldo Fresedo. Retornó a Montevideo, volviendo a la orquesta Warren, el conjunto más famoso de su época, requerido no sólo por lugares públicos sino por las familias que lo contrataban para animar sus bailes. Inauguran el Gran Cine Capitol (18 de Julio casi Andes). Allí conoció a Edgardo Donato. En otra actuación importante, Zerrillo, Juan Baüer y Héctor Artola ofrecen una actuación especial en la Radio El Día. Hacia fines de 1926 forma orquesta con Edgardo Donato, debutando en el Café Avenida de la esquina de la avenida 18 de Julio y Río Branco. Trabajan con gran suceso además en el Royal, Chantecler, Hotel Carrasco y Teatro Solís. Eran nueve músicos, de acuerdo al siguiente detalle: Osvaldo Donato (piano); Edgardo Donato, Roberto Zerrillo y Armando Piovani (violines); Héctor Artola, Héctor Gentile y José Turturiello (bandoneones); Ascanio Donato (cello) y Antonio Bancalá (bajo). En diciembre de 1927 se aleja Héctor Artola, reemplazado por Juan Spera y casi enseguida al escuchar la orquesta en el Hotel Carrasco, el empresario argentino Augusto Álvarez, propietario del cine Select Lavalle, les ofrece un contrato. La orquesta en pleno se va a Buenos Aires, debutando en la citada sala el 21 de marzo de 1928, con el cantor uruguayo Luis Díaz. Donato y Zerrillo escriben su famoso tango “Se va la vida” que estrenan en el Select Lavalle con gran suceso. La orquesta uruguaya, como se le distingue pese a formar Edgardo Donato en ella, interesa también a la empresa de los discos Brünswick, donde graban cincuenta temas. Por entonces ya se habían alejado algunos músicos e incorporado otros. Además de los directores quedaron los dos hermanos Donato, José Turturiello y Armando Piovani. Los demás músicos, en las grabaciones eran Luis Vilardi y Luis Brizzi (bandoneones); Pascual H. Martínez (violín) y José Campesi (bajo). La orquesta Donato-Zerrillo, reforzada por otros músicos del ambiente, realiza los bailes de carnaval de 1930 en el Teatro San Martín de Buenos Aires y al promediar el año, Roberto Zerrillo se aleja, realizando un viaje a Chile. Al año siguiente, Roberto Zerrillo y Orestes Cúfaro forman en la numerosa embajada artística que, encabezada por Azucena Maizani se presenta en España y Portugal. Al regresar a Buenos Aires, a mediados de 1932, Zerrillo forma orquesta, debutando en el cine Fénix de Flores, en espectáculos de radioteatro en el Porteño y Rose Marie. También actúan en LR3, entonces Radio Nacional. Graban un disco para la Victor, uno instrumental y otro cantado por Fiorentino. El 12 de diciembre de 1933 realizan una audición gratuita en el hall del Teatro Artigas de Montevideo, disolviéndose luego el conjunto. Reaparece en Radio Belgrano, a comienzos de 1935, al frente de un calificado grupo de músicos, y ya en noviembre de 1937, adornado con grandes elogios, una revista especializada de Buenos Aires brinda la estelar alineación de Zerrillo para sus audiciones radiales: Emilio Barbato y Juan Carlos Howard (pianos); Asandú, Bibiloni, Dojman, Schols, J. Dojman y Reynaldo Nichele (violines); Brunnini, García, Gasciani, San Miguel y Croce (bandoneones); Vitale (bajo) y los cantores Elsa Medina y Jorge Cardoso. Prosigue Zerrillo en pleno éxito y, entre 1939 y 1942, registra su repertorio en el sello Victor, siempre con dos pianos. Emilio Barbato se había alejado, sustituido por Fernando Martín. En enero de 1943 es pianista de la orquesta el maestro César Zagnoli, procedente del conjunto de Joaquín Do Reyes. Al mes siguiente viajan a Montevideo para actuar en CX44 Radio Monumental, realizando diversos bailes en el carnaval. Al regresar a Buenos Aires graban en Odeón un solo disco, que sería el último, y entonces Zerrillo abandona sus músicos, que no obstante cumplen compromisos radiales pendientes bajo la dirección del violinista Varela Conte. En tanto, Zerrillo, sin desplegar actividad, retorna a Montevideo donde, a comienzos de 1944, forma la que sería su última orquesta. En febrero de 1944 se presentan en el Rambla Hotel y en el Palacio Salvo. Era un conjunto con excelentes músicos uruguayos, en total veintiseis, entre los que señalamos a los siguientes: Podestá y Tití Puente (pianos); Cuenca, Mejía, Marenales, Amoroso, Ferrari, García (bandoneones); Bettoni, Garabito, Jancich, Texeira (violines); Puglia y Addiego (bajos) y los cantores Francisco Amor y Luis Alberto Fleitas. Muy fugaces fueron sus actuaciones. Alejado de la música realiza corretajes de una editorial y también fue productor de pólizas de seguros. Víctima de incurable dolencia, esta gran figura de la música popular desaparece físicamente el 5 de mayo de 1955. Dejó más de treinta obras editadas. Su primer tango data de 1927 y lo comparte con Edgardo Donato, titulándolo “Don José”. Corresponde destacar, de la etapa más esplendorosa de su orquesta, su “Rapsodia en tango” en colaboración con Fernando Martín y “Melodía oriental” con Juan Carlos Howard.

sábado, 10 de noviembre de 2018

"EL GRAN LUIS"

Petrucelli, Luis Bandoneonista, director y compositor (18 enero 1903 - 28 febrero 1941) Una vida breve, dedicada a la música, con comienzos en el conservatorio de su barrio en el aprendizaje de solfeo, teoría y piano. Pero el bandoneón fue su instrumento profesional con 71 voces y fue uno de los pocos privilegiados que tuvieron por maestro a Arturo Herman Bernstein en su domicilio del barrio de Barracas. Ya poseedor de una sólida preparación técnica reemplaza a Ricardo Brignolo en un pequeño grupo encabezado por el pianista Samuel Castriota. A partir de allí actúa sin pausa en muchas orquestas. Abreviando sus presencias, nos limitaremos a señalar sus compañeros bandoneonistas. Juan Bautista Guido en la orquesta de Carlos Vicente Geroni Flores, Enrique Pollet, con Agesilao Ferrazzano, Pedro Maffia en un sexteto dirigido por José Martínez, ya en 1920, momentos en que compuso su primer tango que tituló “A mi madre”, donde tomó algunos compases de la conocida canción popularizada por Carlos Gardel. Convocado por Carlos Marcucci, que había sido su condiscípulo cuando estudiaba con Bernstein, formó pareja en su conjunto, con actuaciones en la barriada de la Boca. En 1922 fundó su primera orquesta para actuar en el Casino Pigall. Estaba formada por José María Rizzuti (piano), Luis Petrucelli y Pedro Maffia (bandoneones), Bernardo Germino y José Rosito (violines) y Humberto Constanzo (contrabajo). A fines del año, disuelta la orquesta, Luis Petrucelli, Juan Carlos Cobián y Tito Roccatagliatta actuaron en trío en reuniones de la aristocracia porteña, con el posterior agregado en primera instancia de Eduardo Armani (violín) y Nicolás Primiani (bandoneón) y, finalmente, el contrabajista Hugo Ricardo Baralis, quinteto que realizó bailes en el carnaval de 1923 en la ciudad de Rosario. Tomaron los músicos caminos distintos y Juan Carlos Cobián organiza una orquesta para actuar en el Abdullah Club, la misma que lograra la realización de las grabaciones dicográficas para la Victor e integrada por: Juan Carlos Cobián (piano), Luis Petrucelli y Pedro Maffia (bandoneones), Agesilao Ferrazzano (primer violín), Julio De Caro (segundo violín) y Humberto Constanzo (contrabajo). Promediando el año, Cobián disuelve la orquesta, ausentándose para Estados Unidos. Fugazmente, Luis Petrucelli forma orquesta para continuar en el Abdullah Club, con Pedro Maffia de compañero en el bandoneón, Vicente Gorrese (piano), Bernardo Germino y Fernando Franco (violines) y Humberto Constanzo (contrabajo). Realizan Petrucelli y Maffia distintas presentaciones, hasta que vuelven a estar juntos en el café Los Andes de la calle Suipacha, bajo la égida de Eduardo Pereyra. A fines de 1923, Juio y Francisco De Caro requirieron la colaboración de Petrucelli y Maffia formando un cuarteto, al que se agragaría enseguida el violinista José Rosito, sustituído después por Emilio De Caro y el contrabajista Leopoldo Thompson. Los bandoneonistas exigieron desde el principio que el conjunto no llevaría el nombre de ninguno de los integrantes. En trance de disolverse, Julio De Caro conseguiría –en los albores de 1924- una actuación en el Café Colón de la Avenida de Mayo y en los carnavales, se conviene que la orquesta lleve el nombre de Julio De Caro. No es el caso abundar en los detalles que provocaron el alejamiento de Luis Petrucelli de aquel señero conjunto. En la orquesta Julio De Caro que comienza a grabar discos, registar solamente un tema como integrante de aquella orquesta que iniciara su camino a la fama: el tango “Todo corazón”, según siempre ha señalado el Dr. Luis A. Sierra. Tres acontecimientos signan el trabajo de Petrucelli en 1925. Su pasaje por las filas de Juan Carlos Bazán en Mar del Plata, orquestas de José Martínez y Eduardo Pereyra. Finalizando el mismo comienza a grabar la Orquesta Típica Victor, en la que selecciona su repertorio y encabeza su aspecto artístico. Viaja en 1926 a los Estados Unidos para integrar la orquesta de Francisco Canaro y, a su retorno a Buenos Aires, se luce al frente de calificados conjuntos. Entre el 2 de julio de 1928 y el 8 de enero de 1931, documenta para la historia 54 temas que recogen los disco, que cuentan en su excelente orquesta con Elvino Vardaro luciéndose con su sugestivo violín. Con las modificaciones naturales en casi tres años de trabajo, una de las formaciones de la orquesta de Luis Petrucelli fue la siguiente: Luis Petrucelli y Enrique Pollet (bandoneones), Vicente Gorrese (piano), Elvino Vardaro, Bernardo Germino y Manlio Francia (violines) y Hugo Ricardo Baralis (contrabajo). En los discos Brunswick de la orquesta de Osvaldo Fresedo interviene, reforzando así al maestro y director y a Juan Salvatore. Hasta promediar la década del 30, sigue brindando su aporte al tango en distintos ámbitos, hasta que, en marzo de 1936, ante el deceso de Juan Salvatore, Osvaldo Fresedo lo convoca para formar parte efectivade su orquesta, última etapa artística de un músico de excepción que debe ser considerado como uno de los mejores bandoneones del tango. No le atrajo demasiado la composición. No obstante creó el hermoso tango milonga “Negro el veinte” en su primera etapa y, ya en la orquesta de Fresedo en 1936, compuso “Viejo romance”, “Añoranzas” y “Es costumbre o es cariño”, de permanente recordación, especial de los que apreciamos la innegable calidad del autor de “Sollozos”. El prematuro deceso de Luis Petrucelli se produjo en su ciudad natal el 28 de febrero de 1941. Originalmente publicado en el libro Ochenta notas de tango. Perfiles biográficos, Ediciones de La Plaza, Montevideo 1998. Auspiciado por la Academia de Tango del Uruguay.

miércoles, 6 de junio de 2018

"DEL GHETTO A LA MILONGA"

los Sucher, familia de clase media acomodada y cierto refinamiento, vinieron de Odessa en 1901. Bernardo Mendel, tercero de cuatro hermanos, nació en Rosario el 31 de enero de 1913, y pronto se convirtió en Manuel o Manolo. Su madre, Berta Schupper, se vanagloriaba de su título ruso de bachiller, nada frecuente entonces para una mujer. Era además hija de una obstetra, que inmigró con ellos y siguió ejerciendo su profesión en la Argentina. Pero David Sucher, su yerno, sólo era un comerciante próspero. A los quince años, con pantalones largos prestados, Manolo se escapaba al oscurecer por el balcón para acompañar en piano las películas mudas en un cine de la calle Córdoba, en Rosario. Aunque estudiaba violín y parecía destinado a concertista de ese instrumento, había aprendido piano viendo tocar en la sala a sus hermanas María y Rosa. En 1930 formó un conjunto con el bandoneonista Félix Lipesker. Cuando partió furtivamente hacia Buenos Aires en 1932 dejó su carta de despedida en el estuche vacío del violín, porque a éste lo había empeñado para costearse la aventura. Su hermana María (o Mary, como le decían) ya vivía en la capital desde 1929 y lo alojó en su casa. De Rosario venía como pianista acompañante de Fanny Loy, bailarina que había resuelto convertirse en cancionista y logró actuar en radio Belgrano. Sucher se integró luego a la orquesta del bandoneonista y gran compositor Anselmo Aieta, que actuaba en el teatro Nacional, y más tarde a la del violinista Antonio Arcieri, llamada Los Matreros. También intervino a mediados de los '40 en la orquesta de «La Mujer Tango», Ebe Bedrune. Paulatinamente se dedicó a secundar cantantes, como fue el caso de la consagrada Carmen Del Moral. Se le llegó a reconocer una especial habilidad en ese complicado oficio. Fue por este prestigio que Ricardo Tanturi le encargó en 1943 la selección de un cantor para suceder al independizado Alberto Castillo. La elección final fue entre Armando Laborde, que grabó en acetato “Margarita Gauthier”, y Enrique Campos, que registró de igual forma “Percal”. Es sabido que Tanturi prefirió a Campos y no tuvo que arrepentirse. El último intento orquestal de Sucher fue el rubro que formó con el cantor Mario Landi. Ese mismo conjunto acompañó en 1948 a Horacio Deval. Pero el talante desordenado de Manolo sufría bajo la disciplina obligada del músico de orquesta. Sucher se había iniciado como compositor con “Como el hornero”, cuya letra surgió de la inspiración de un peluquero uruguayo, José Rótulo. Ese tango quedó grabado por Ángel D'Agostino con Ángel Vargas y por Pedro Laurenz con Alberto Podestá. En 1946 escribió “En carne propia”, probablemente el mejor de sus tangos, con el letrista Carlos Bahr, llevado al disco por Aníbal Troilo con Alberto Marino y por María de la Fuente. el mismo binomio había concebido en 1944 “Nada más que un corazón”, grabado por Osvaldo Pugliese con Roberto Chanel y por Troilo con Marino. También escribieron “Seis días”, grabado en 1945 por Fiorentino con Astor Piazzolla y por Miguel Caló con la voz de Raúl Iriarte. Del resto de su producción pueden rescatar “Dónde estás” y “Noche de locura”, también con Bahr, tango éste que aportó lo suyo a la enfatización sensual de los primeros años '50, permitiendo versiones tan valiosas como la de Charlo o la de Ángel Vargas, además de la de Miguel Caló con Alberto Podestá en 1954. Con “Prohibido”, pese a su escaso valor musical y a la pobre letra de Bahr, logró fabricarse un éxito, lo que también sucedió, aunque en menor medida, con “Precio”. La inclinación comercial se afianzó con “Muriéndome de amor”, entre otros tangos por el estilo, que en realidad contribuyeron al eclipse del género. En la misma línea se inscribió “Qué me importa tu pasado”, con insufrible letra de Roberto Giménez y que Sucher firmó con el seudónimo Retama. Con Tita Merello escribió “Decime, Dios, dónde estás”. Con Zelmar Gueñol, “Señor de la amargura”, dedicado a Discepolín. Sucher era un autor de oficio, de ésos que andaban por los cafés a la búsqueda de los cantores, a cuya mesa se sentaban para susurrarles: «Tengo un tango que es justo para vos», y ahí mismo se lo cantaban y le daban la pieza. Después interesaban al director de la orquesta. Rara vez escribió tangos instrumentales, pero una valiosa excepción es “Para el recuerdo (A Fiore)”, grabado por Carlos Figari en 1959. Manolo era, como cuadra, muy devoto de su madre. Quería que todo el mundo la conociera, y así desfilaron por la casa de ella desde Hugo Del Carril a Alejandro Romay, pasando por Ranko Fujisawa. Por halagarla había incluso cumplido durante años con el complejo rito de la filacteria. Pero lo que más le gustaba era la noche, la diversión, la vida mundana. Vestía con cuidada elegancia y lucía relojes y anillos. Su carácter enérgico no le ahorró encontrones, como aquel altercado que protagonizó con Juan DArienzo en el ringside mismo del Luna Park. En su departamento de la calle Güemes 3778 se reunía a cenar todo un grupo de amigos. Había derribado una pared para agrandar la cocina y poder acogerlos a todos. La heladera se la regalaron, pero en el lugar de la marca habían puesto Prohibido, como una advertencia contra sus excesos. El nombre de ese tango también figura en la lápida de su tumba en el cementerio judío de La Tablada. Pero toda barrera a su búsqueda del placer resultaba, inútil: el 5 de abril de 1971, cuando contaba 58 años, murió a consecuencia de un infarto, sufrido tras una comida abundante y una escaramuza sexual. Amante consumado, soltero inclaudicable, logró convertir su velorio en una interminable peregrinación de mujeres.
Extraído del libro Tango judío. Del ghetto a la milonga, Editorial Sudamericana, Buenos Aires 1998.

"EL GRAN PACIFICO"

Pacífico Lambertucci Nombre real: Lambertucci, Pacífico Víctor Seudónimo/s: Jacinto Lucero Baterista, guitarrista, pianista y compositor (7 mayo 1891 - 16 julio 1976) Lugar de nacimiento: Buenos Aires Argentina En sus comienzos ejecutaba una guitarra de once cuerdas en el trío del bandoneonista Ricardo Brignolo, que completaba el violinista Enrique Modesto. Participó en pequeñas formaciones con Adolfo Pérez (Pocholo) y el bandoneonista Luis Bossi (Luiggin). Tuvo un prolongado suceso con la orquesta del violinista y compositor Carlos Minotti, que actuaba en el café La Paloma, en la esquina de Maldonado (hoy Juan B. Justo) y Santa Fe. Cuando sobrevino la decadencia de la guitarra en las orquestas típicas, se convirtió en pianista y condujo diversas agrupaciones que animaron bailes, realizando giras por el interior del país hasta 1935, año en que abandonó la actividad profesional. Pero su mayor ahínco lo puso en la composición que fue prolífica y de la que podemos destacar el tango "Carne de cabaret", que con letra de Luis Roldán le grabó Carlos Gardel y también Roberto Firpo en forma instrumental. Alfredo De Angelis llevó al disco tres de sus páginas: los tangos "Amarrete", instrumental, "En la noche de tus ojos", con letra de Francisco García Jiménez y la voz de Carlos Dante y con el mismo cantor, el vals "Pampa y cielo", donde la letra también es de Lambertucci. Hay además, una versión de Francisco Canaro con Guillermo Rico -en aquel entonces, Guillermo Coral- de "En la noche de tus ojos", bastante difícil de conseguir. Su vals "Mariposa", lo grabó Enrique Rodríguez con su cantor Armando Moreno. Es el autor de la letra del tango "En voz baja", de Luis Bossi, del cual conocemos una versión por Susana Rinaldi. Asimismo, fue empresario y tuvo su propia editorial musical en la década del cuarenta. Entre el resto de sus obras podemos mencionar los tangos: "Alma criolla", "Arolas", "Buena suerte", "Cinco y cinco", "El espectro", "El flechazo", "En la noche de mi vida", "La costurerita", "La historia de siempre", "Llorando mis penas", "Martirios", "Viejo farolito", con versos de su hijo Roberto Lambertucci, registrado por Osvaldo Fresedo con Ricardo Ruiz, "Viejo taller" y "Nelly", dedicado a la actriz Camila Quiroga.

jueves, 18 de enero de 2018

"VARON Y PORTEÑO"

Héctor Marcó Nombre real: Marcolongo, Héctor Domingo Letrista, cantor, compositor y actor (12 diciembre 1906 - 30 septiembre 1987) Lugar de nacimiento: Buenos Aires Argentina Nacì en una casa de la calle Boedo, el 12 de diciembre de 1906. Desde muy chico me gustaba cantar y escribir e integraba los habituales coros de las escuelas para las fechas patrias. En las fiestas de fin de curso bailaba el pericón, tenía habilidad para esas cosas. Y para los bailes de carnaval integraba un centro gauchesco, que eran espacios barriales muy populares por aquellos tiempos. Ese fue mi primer contacto con la música. Tanto me gustaba que un tío me regaló una guitarra. Comencé a conocer los primeros tangos. Cuando mi familia se mudó por unos años, a una localidad del interior de la provincia, aprendí todo lo que sé de canto. De regreso a la ciudad comencé a escribir para diversos ritmos: zambas, estilos, todo eso. Andaría por los veinte años cuando el entonces famoso dúo Ruiz-Acuña (integrado por René Ruiz y Alberto Acuña) me grabó dos temas para un mismo disco de 78 r.p.m., era el vals “Dolor” y la tonada “Fiel riojanita”. Después de cumplir con el servicio militar se me ocurrió que podía ganar algún dinero cantando y tuve suerte. Un amigo me consiguió una recomendación para Pablo Osvaldo Valle, quien era director artístico de LOY Radio Nacional, que luego fuera Radio Belgrano. Me ofrecieron 40 pesos por semana, una buena cifra. A Charlo le pagaban sesenta. Seguía escribiendo y el dúo Ruíz-Torres me grabó “Jue pucha qué mala suerte”. También fui chansonier en una orquesta de jazz y estrené un foxtrot “La hija del pescador”, que más tarde me grabara Agustín Magaldi (en 1931). También fui actor de radioteatros, en algunos ciclos muy recordados con el tiempo, como Chispazos de Tradición y del que fuera autor Alberto Vaccarezza: Sainetes Porteños. Hice teatro, también con Vaccarezza, en el Teatro Nacional de comedia y en el Teatro Sarmiento, con la compañía de Camila Quiroga. Pero lo que más me gustaba era cantar y no me iba mal. Por 1930, Domingo Scarpino reunió un grupo de gente para realizar una gira por Europa, que finalmente no se hizo por las pretensiones desmedidas del empresario. Pero en esos días caminando por la calle con un compañero músico este me dijo que mi nombre artístico —el verdadero— era demasiado largo: «Si Devincenzi se lo acortó a Devin, por qué vos no te ponés Marcó.» Me gustó y lo adopté. Haciendo por radio Sainetes Porteños conocí a Carlos Gardel, porque en la audición siguiente cantaba él y aproveché para dejarle un tango, le pedí que me lo grabara. Estaba por viajar a Francia y me dijo que no aprendería nada más, «Pero traemelo que lo voy a leer. Yo ya escuché que sos un buen autor y un buen cantor, en el stud de Maschio». Cabe aclarar que me gustaban muchos los caballos, el turf. Pero no se lo llevé, era un tango ideal para él, se titulaba “Conscripción” y lo dejé porque después de Gardel no me interesaba que lo cantara nadie. Tiempo después, supe que lo ensayó Alberto Marino, pero nada más. Me hice muy amigo de Magaldi, en realidad Magaldi me gustaba mucho. Él me grabó el vals “Alma mía”, el 15 de julio de 1936. Y está el asunto del tema “Yo tengo una novia”, yo había escrito la letra, luego sus guitarristas: Diego Centeno y Rosendo Pesoa hicieron la música. Ahora, Magaldi había firmado un contrato en exclusividad con una cinematográfica y el tema se iba a incluir en una película y no debía ser cantado por nadie más. Entonces con los muchachos guitarristas íbamos radio por radio para pedir que no lo difundieran, porque se había convertido en un éxito. Finalmente lo interpretó en la película Monte Criollo, estrenada el 22/5/1935, con Azucena Maizani, Agustín Magaldi, Pedro Noda, Francisco Petrone, Nedda Francy y otros, que estaba dirigida por Arturo Mom. Pero lo interesante fue que dicha escena fue cortada para la exhibición en en nuestro país, se dice que quedaron algunas copias para el extranjero. Y lo concreto es que el disco no se grabó. Llegué a tener orquesta propia, en realidad un intento. Actuamos en el balneario El Ancla, de Vicente López (ciudad limítrofe con Buenos Aires). De allí fuimos a Radio El Mundo, donde el director artístico de la misma, Luis Gianneo, me apreciaba mucho y me convocó. En mi orquesta contaba con Santos Lípesker y Julio Ahumada en los bandoneones y Juan José Paz en el piano. Era una orquesta digna, pero al segundo ensayo faltaron dos músicos y decidí abandonar. Ya tenía la experiencia de varios amigos directores que llegaron a llorar, por la impotencia en reunir a sus músicos. Otros tendrían la facilidad de hacerlo, yo no. Hice la música de la película El camino de las llamas (8/4/1942), dirigida por Mario Soffici. Allí conocí a Edmundo Rivero, que trabajaba de guitarrista. Y conocí a Carlos Di Sarli, me lo presentó Cayetano Puglisi. Me elogió “Alma mía” y ya conocía “Callejón” y “Que nunca me falte”. Me preguntó si quería colaborar con él. Fuimos a un bar de Tucumán y Maipú y comenzó a tararearme un tango. Enseguida le dije el nombre: «Se va a llamar “Corazón”». Lo grabaron Roberto Rufíno el 11 de diciembre de 1939 y, quince años más tarde, Mario Pomar, el 2 de febrero de 1955. Después de la primera grabación, yo estaba en el estudio, Di Sarli dejó el piano y me dijo: «Lo felicito. Si usted quiere podemos ser colaboradores de ahora en adelante». A partir de eso siguieron “Alma mía” que había hecho con Diego Centeno, grabado por Rufino el 15/2/1940 y “En un beso la vida”, con música de Di Sarli, grabada con Rufino el 23/9/1940. Luego siguieron el vals “Rosamel”, el tango “Bien frappé”, “Nido gaucho”, “Cuando el amor muere” (con música de Alfredo Malerba), “Acuérdate de mí” (con música de Alfredo Cucci), “Esta noche de luna” (con música de José García y Graciano Gómez), “Tu, el cielo y tu” (con música de Mario Canaro), “Tu íntimo secreto” (con música de Graciano Gómez), “Tus labios me dirán” (con música de Emilio Brameri), y de vuelta con el maestro Di Sarli “Así era mi novia”, “Juan Porteño”, “Porteño y bailarín”, “Por qué le llaman amor”, “La capilla blanca”, “Con alma y vida”, “Tangueando te quiero” y “Cuatro vidas”. Como autor y compositor hizo: “Whisky”, “A mi padre”, “Cómo querés que te quiera”, “Mis consejos”, “Tardecitas estuleras” (milonga), entre otros. Por una afección a las cuerdas vocales dejó de cantar demasiado joven. Falleció el 30 de septiembre de 1987. Nota de la dirección: Como puede verse ha sido Marcó el letrista emblemático de Carlos Di Sarli. Debe mencionarse que Edmundo Rivero llevó a su repertorio varios títulos de Marcó: “Mis consejos”, “Tirate un lance”, “Sangre de pato” y también “Whisky” y “Cómo querés que te quiera” y “Tardecitas estuleras”, una milonga que tiene que ver con su afición al turf. Llegó a tener un stud propio llamado Nido Gaucho, atendido en San Isidro por su hermano Ricardo. La letra de la milonga nos dice: «Ricardo prepará el mate / y alguna copita fuerte/ que pa'relojear la suerte / voy a caer al stud». También grabaron sus temas Ángel Vargas, Charlo, Ricardo Tanturi, Enrique Rodríguez, Miguel Caló, Pedro Laurenz y muchos otros. Fue un poeta sencillo pero muy sensible al comportamiento humano, buen pintor costumbrista, de versos directos, muy deivo de personajes y situaciones cotidianas. La letra de “Mis consejos”, por un lado y “Whisky” por el otro, son un ejemplo de su mirada al interior del porteño.

domingo, 14 de enero de 2018

"EL RUSITO LUNFA"

Waiss, Carlos Letrista (2 octubre 1909 - 27 agosto 1966) Waiss nació en un hogar de inmigrantes rusos en la ciudad de Buenos Aires. Cultivó desde adolescente la poesía popular, sobre los modelos de Dante A. Linyera, Celedonio Flores y Carlos de la Púa. Admiró profundamente a Julián Centeya, a quien dirigió un entusiasta panegírico. Tus versos tienen frescura, sabor de barrio, dulzura sentimental, van diciendo, van moliendo en el recuerdo, van entrando en cada pecho como púas con la lírica ganzúa de su sentir de arrabal. Tanguero al fin, derivó a la letrística. Dijo de sí mismo: Llevo el tango en el alma porque es muy mío, por bravo, por compadre y sentimental, porque dice de amores, de hambre y de frío, porque muerde recuerdos y desafíos como la flor shusheta muerde un ojal. Después de escribir letras convencionales encontró su acento más personal en versos provocativamente lunfardescos que le consintió la generosidad de Juan D'Arienzo y Héctor Varela. A este rubro pertenecen “Cartón junao”, “Chichipía”, “Bandera baja”, “El raje” (milonga) y “Bien pulenta”. Tuvo gran capacidad para producir sus obras, que en muchos casos reflejaban sus vivencias como un activo hombre de la noche. Según cuentan sus amigos se distinguía por su personalidad simpática y afable, luciendo siempre una sonrisa en sus noches de cabaret y de dados. Entre sus amigos se destacaban, aparte de Juan D'Arienzo y Héctor Varela, el bandoneonista Alberto San Miguel, Antonio Arcieri, Julián Centeya y el ex campeón de boxeo Oscar Sostaita. Este último no escatimaba elogios acerca del poeta: «Individuo de excelente físico, alto, con pinta de intelectual». Waiss también ocupó un cargo en SADAIC, durante la presidencia de César Vedani. Fue presentador y glosista de la orquesta de Rodolfo Biagi en el conocido Dancing Ocean, escenario del bajo porteño. Finalmente, en una charla Néstor Pinsón le pregunta al cantor Armando Laborde quién había sido Sos Taita, seudónimo que figuraba en el tango “Yuyo brujo” y que el boxeador antes mencionado se atribuía como una colaboración con Waiss. «¿Querés que me ponga en botón? Está bien, pero hay que aclararlo, el asunto fue así. Como autores figuran Benjamín García y Sos Taita. García era un bandoneonista, muy amigo de Héctor Varela, cuya mujer trabajaba en el cabaret Chantecler y que andaba muy mal de guita. Por tal razón, Varela le dijo: «Te vamos a hacer un tango para que te ganes unos pesos. Lo vamos a registrar en SADAIC. Vos sabés que si lo toca y lo graba D'Arienzo vas a cobrar bien». «La música no la hizo García, es de Varela, y la letra es de Carlos Waiss, que buscó un seudónimo para no involucrar al equipo autoral que formaban D'Arienzo, Varela y Waiss. «Como el boxeador era seguidor de la orquesta y un buen amigo, a Waiss se le ocurrió el juego de palabras y separar el apellido Sostaita». Además de las ya mencionadas, se destacan entre sus obras los tangos: “A mí me llaman Juan Tango”, “A suerte y verdad”, “Con alma de tango”, “Qué tarde que has venido”, “Soy del noventa”, “Un tango y nada más” y “Yo te canto Buenos Aires”.

ACADÉMICOS DEL LUNFARDO DE LA LLECA D´ARIENZO Y ECHAGUE"

Aún frente aquellos, muy respetable por cierto, que guarda el idioma y lo desean inmaculado, siempre de un valor constante, el pueblo , con su hablar, va formando y agregando nuevas voces que tienen hasta colorido propio. El idioma, sin duda alguna, es patrimonio de quienes lo hablan. Grandes compositores del tango, como Enrique Santos Discépolo, Celedonio Flores entre otros, sintieron la necesidad de expresarse con el lenguaje orillero, creando las letras más trascendentes y sentida de la música ciudadana de Buenos Aires. Juan D´Arienzo y su cantor Alberto Echague traducen el sentir popular en su autentica verba sentimental, Corrientes y Esmeralda del negro Cele busca describir esa ciudad de Buenos Aires, pintada con trazos de arrabal. Muchos los imitaron al genial mencionado binomio popular pero nadie los pudo igualar, estas sentidas palabras buscan homenajear a estos auténticos académicos de la lleca del lunfardo y de la vida.

"RULITO"

Hormaza, Raúl Mario Seudónimo/s: Rulito Letrista (9 septiembre 1911 - 13 junio 2002) Lugar de nacimiento: Montevideo Uruguay A partir de preguntas básicas y en plan de charlar de sus recuerdos, Raúl Hormaza nos contó que siempre escribió. Desde muy chico, hacía versos en la escuela y también letras para las murgas de su barrio y más tarde para las comparsas. Posiblemente el haber nacido en Uruguay, aunque llegó aquí a los cuatro años, le haya contagiado eso tan característico de los orientales acerca del Carnaval. Y como si hubiera un imán especial, se afincó, se crió y vivió hasta su muerte en San Cristóbal, barrio porteño que, en la historia del tango aportó muchos nombres. Todavía apasiona caminar sus calles. El clima que allí se vivía, seguramente desarrolló en el joven Hormaza una actividad que siempre estuvo relacionada con el tango y todo su entorno. Otros quehaceres artísticos también ocuparon sus inquietudes. Hizo zapateo americano, fue un notable recitador y animador. Es claro, su medio de vida no estaba sólo en el arte popular, lo compartió con la atención de un comercio. Por momentos, posiblemente como resultado del paso de los años, no recordaba las fechas con exactitud o algunos nombres. Casi sesenta años después, es mucho, y las precisiones no interesan tanto. Considera que su labor como letrista la inició en el 40. Vinculado con gente del tango, hacía presentaciones de orquestas y cantores. Así no es difícil saber cómo arrancó su trabajo de autor, por las amistades y el contacto con personas del medio, que conocían su vena autoral. En nuestra conversación, surgen nombres al azar. Era mensajero y en la distribución por zonas de los telegramas, le tocó llevar uno a la casa de Carlos Gardel, en la calle Jean Jaurés, sin sospechar nunca que su habitante seria un día el más grande mito nacional. Otro nombre. El de una niña que desde muy chica bailaba sin cesar y se crió en su misma casa. Este autor recuerda que ahí conoció a los padres de ella desde que eran novios e iban a bailar al Hogar Gallego. La nena estudió y llegó a ser una de nuestras máximas bailarinas Norma Fontenla, quien falleció trágicamente junto con otros compañeros en un accidente aéreo en el Río de la Plata. De la noche porteña de entonces, señala la actuación en un cabaret de la Corrientes angosta, de Eduardo Arolas que, nos comenta, era pintón y elegante y tocaba el bandoneón con guantes recortados en las puntas para poder «gatillar» el fueye y completaba su atuendo con chaleco y chambergo. Hace el comentario de la relación del bandoneonista con su compañera francesa en París, Alice y lo asocia con el vínculo que mantuvieron Troilo y Zita, a quien Pichuco conoció trabajando en el Marabú. Ella lo admiraba y lo quería —según Hormaza—, el Gordo en ese tiempo andaba un poco bandeado y Zita, para él, fue un gran apoyo. Nos refiere la época en que la avenida Corrientes era poblada por una cantidad increíble de gente, con sus confiterías, cafés y bares donde el tango era presencia indiscutible. Y en esos sitios desarrolló su actividad, sin desdeñar cabarets y perigundines de La Boca. En sus letras, en la mayoría de las más conocidas, se habla de experiencias cotidianas con un lenguaje directo y hechas por alguien con un desarrollado sentido de observación. Creemos que la más exitosa de ellas, “Cien guitarras”, es la mejor. En ella el poeta sueña y crea un extenso poema, compuesto por nueve décimas, de las que sólo se utilizaron cuatro para convertirlas en la famosa milonga, que primitivamente se titulaba: “Para la barra del tango”. Promediando la década del 40, Hormaza recitaba varias veces por noche en el Bar Marzotto, con gran aceptación del público. Al escuchar el poema mencionado, Arturo Gallucci vislumbró que eso podría transformarse en un gran éxito. Le puso música, cambiaron y adaptaron algunas palabras de los versos originales y el resultado fue triunfal. Así nació “Cien guitarras”. La excelente versión de Alfredo De Angelis con Julio Martel y Carlos Dante, se difundió por todo el país y el exterior. Otra muy buena interpretación es la que realizó Florindo Sassone con la voz de Jorge Casal. Otro tanto, aunque en menor escala, ocurrió con la milonga “El divorcio”, con música de su amigo Luis Adesso. Utilizó el lunfardo, que dominaba muy bien, en muchos de sus tangos. “El Nene del Abasto”, con música de Eladio Blanco, demuestra su conocimiento profundo del lenguaje canero y propio del ambiente frecuentado por la gente de la noche. Algo que sólo se lo pudieron dar, la calle, y sus experiencia en conventillos y cabarets. Tratando de recordar algunos de sus temas, nos habló de muchas milongas que aún están sin grabar y conjetura que son alrededor de cincuenta las obras que le han grabado. Nos contó que viajó a España para indagar acerca de los lazos familiares. Fue al pueblo de Hormaza, de ahí el apellido, y se encontró con el cantor Carlos Acuña, en un cabaret de Madrid y, a su pedido, recitó algunos poemas. Luego refiriéndose al cantor Julio Sosa, nos dijo: «Una de mis tareas era presentar cantores en diversos espectáculos. Tuve oportunidad de escuchar a Julio Sosa en sus inicios aquí, en un café de Villa Crespo, y me había gustado. Por entonces, Armando Pontier me pidió que si encontraba un cantor de mi gusto, se lo llevara para la orquesta que codirigía con Enrique Francini, porque Roberto Rufino los dejaba. Fui a la pensión donde habitaba Sosa y no lo encontré. Dejé dicho que me buscara en la confitería Picadilly, en la que yo trabajaba y que junto con Montecarlo y Sans Souci, eran confiterías bailables de un mismo dueño. Así nos conocimos y lo presenté a Pontier. Lo escuchó y le gustó mucho. Tanto que quiso hacerlo debutar esa misma noche. Como Sosa no tenía ropa adecuada, quedó para más adelante. Cuando eso ocurió, fue todo un éxito. Abrió con “Tengo miedo”, el conocido tango de Celedonio Flores.» Además de las ya mencionadas milongas “Cien guitarras” y “El divorcio” y el tango “El Nene del Abasto”, en su obra se destacan: “Hoy la espero a la salida”, con música de Roberto Chanel; “El hijo cruel”, “Cargamento” y “El pecoso”, con Arturo Gallucci; “Andate por Dios”, “Criticona”, “De abolengo”, “El purrete”, “Muchachita de París” y “Sarampión”, con Eladio Blanco; “Pleito malevo”, con Florindo Sassone; “Testamento de arrabal”, con Oscar Castagniaro; “Algún día volverás”, con Luciano Leocata; y “Por favor no vuelvas”, con Jorge Valdez. La actividad de Hormaza en el tango finalizó alrededor del año 70, porque, según su relato, andaba algo enfermo y su madre también tenía problemas de salud. Por eso su tarea, que desarrollaba principalmente de noche, no era entonces lo más aconsejable. Fue un hombre que caminó intensamente la noche porteña y ahondó su observación en los verdaderos ambientes milongueros y los escenarios reales, donde vivieron los personajes que retrató. Raúl Hormaza se suma a la lista de los poetas que, a través de sus letras, arrimaron alegrías y emociones a la gente sencilla.