" de chiquilín te miraba de afuera"

" de chiquilín te miraba de afuera"
cafe de Garcia

domingo, 30 de noviembre de 2014

EL TANO ORIENTAL

Donato Racciatti(1918-2000) Hijo de emigrantes italianos, nació en Guilmi, provincia de Chieti (Italia) en la región del Abbruzzo el 18 de octubre de 1918. Cinco meses después su familia se trasladó a Montevideo estableciéndose en el barrio de Aires Puros donde transcurrió su infancia. Desde su niñez se sintió atraído por los ritmos de la música popular vigente en su época: el tango, la milonga y el vals ciudadano.Luego de su etapa escolar en la Escuela Bélgica ingresó en la Escuela Industrial como aprendiz en Herrería Artística. Conciente de su vocación musical su padre le regaló un bandoneón AA (doble A) a los 17 años, instrumento que lo definiría como intérprete y con el que obtuvo sus primeros éxitos como solista en la radio en el año 1938, en la orquestas típicas "Los brujos" y "Los zorros grises". A partir de este momento se consagró de forma definitiva a la música y realizó estudios de solfeo, armonía y composición. Posteriormente ingresó a la fila de bandoneones de la orquesta de que lo acompañaba en sus presentaciones logrando así su debut como director en 1945 que lo lletango de Laurenz-Casella en 1940. El cantante Luis Alberto Fleitas lo invitó a dirigir la agrupacion musical varon a realizar sus primeros registros en disco. En 1948 formó su propia orquesta realizando actuaciones exitosas en el Hotel Nogaró de Punta del Este, Radio Universal y Radio Sarandí. Con esta agrupación grabó el tango "¿Conocen estos compases?" con música de Horacio Márquez y versos de Carlos Morin y el candombe "El pregón del negrito" de su autoría en colaboración con Enrique Liste y con letra de Enrique Soriano. Mientras realizaba actuaciones en el interior del país y en Montevideo comenzó a relacionarse con el teatro asociándose con el actor Juan Casanovas y el libretista Mario Rivero para crear la Compañía Casanovas-Racciatti-Rivero y producir comedias musicales, un género que estaba en boga y que era muy bien recibido por el público montevideano. Las funciones de las comedias "Muchachos que peinan canas" y "Lindo tiempo aquel de ayer" se representaban a sala llena y con gran éxito de taquilla tenían lugar en los teatros montevideanos, hoy desaparecidos, Artigas y 18 de julio. También hubieron actuaciones en el Palacio Peñarol y en el Estadio Centenario con la comedia "Barrio, luna y tamboril". En 1950 Racciatti y su orquesta firmaron contrato para audiciones en la Radio Carve que se prolongó con éxito sostenido gasta 1972. De aquella época surgió el dicho popular: "Cuando toca Racciatti en la Carve se para el país". La orquesta de Racciatti promovía el tango bailable y popular consiguiendo un marcado auge entre los años 1953 y 1960, época en la que participaron como cantantes Nina Miranda y Olga Delgrossi. Sin embargo numerosos vocalistas argentinos y uruguayos integraron esta orquesta de éxito singular y proyección internacional: Enrique Liste, Alfredo Cabral, Víctor Ruiz,Elsa del Campo, luan Carlos Godoy. Miguel Ángel Maidana y el gran cantante uruguayo Carlos Roldán entre muchos otros. Las radios argentinas también le brindaron su cálido recibimiento así como los canales de televisión 7 y 11. Realizó numerosas giras por el interior de Argentina, compartió escenario con las orquestas de Troilo y Carlos di Sarli y en 1974 participó en la Apertura del Mundial de fútbol de Alemania. La gran preferencia nipona por el tango llevó a Racciatti y su orquesta a viajar durante catorce años consecutivos (1983-1997) a Japón para realizar 120 conciertos de tango en el período de seis meses en diferentes ciudades. Como compositor desarrolló un estilo sencillo, sin alardes melódicos ni complicadas armonías, cercano al gusto y la receptividad popular. En sus tangos la melodía se presenta diáfana, fluída en un soporte rítmico acentuado y simple en su estructura. De su vasta producción que comprende tangos, milongas y candombes merecen destacarse:"Tú corazón", "Hasta siempre amor", "Vencida", "Morocho y cantor", "Sin estrellas", "Limosna de amor", Murga de pibes", "Por la misma senda", "Los adioses", "Muchachos que peinan canas", entre los más conocidos. A su vez grabó más de 600 temas entre los que se incluyen creaciones propias y de compositores argentinos y uruguayos. Reconocido públicamente como símbolo representativo del tango en diferentes homenajes, Racciatti falleció en Montevideo a los 81 años de edad el 27 de mayo del año 2000. En sesión ordinaria del 28 de mayo del mismo año la Junta Departamental de Montevideo le rindió homenaje póstumo a este gran músico que "a soplo de bandoneón" escribió más de medio siglo de la historia del tango rioplatense.

sábado, 29 de noviembre de 2014

VIEJO BALDÍO

Música Roberto Grela Letra Víctor Lamanna Baldío de barrio... un cacho de vida perdido a lo lejos allá en mi arrabal, bordeado de casas humildes y viejas, esquina, laguna y aquel saucedal. Baldío de barrio, retazo de infancia, purretes traviesos soñando volar, mil juegos de antaño, mil sueños lejanos, camino del tiempo, ¿qué calle andarán? Recuerdo de aquel barrio que ribeteó la luna, testigo nacarado tendido en el fangal y el viejo farolito con su luz trasnochada entremezcló romances de sedas y percal. Como en tu calesita que desgranaba tangos, mi suerte fue sortija que siempre se negó y del rodar fulero por calles de la vida, hoy traigo a mi regreso cachuso el corazón. Baldío de barrio, me llueve en los ojos y el alma vacía se aprieta en dolor, envuelta en el humo de las horas viejas que trae el encanto de la evocación. Baldío de barrio, amigos primeros. ¿Qué rumbo la vida nos quiso marcar? Se pierden los gritos, las caras borrosas, qué solo me encuentro, qué extraño que estás.

sábado, 22 de noviembre de 2014

PATERNAL TANGO

Paternal vieja barriada de mis años de purrete, cuantas veces de mocoso, junto a tu arroyo soñé con llegar a ser un día, algún crack de nuestras canchas o tener la enorme dicha de cantar como Gardel. Ya no están tus viejas calles, cubiertas de barro y sueño hoy la cara te han lavado y el asfalto de pintó, y no encuentro como entonces a la linda muchachita, que en la esquina de venacio, tantas veces me esperó. Coladas inolvidables en aquel viejo "tarico" fue tu timbre la chicharra de avenida San Martin. Picados de tantas tardes, guerrillas de barrio a barrio, y el perfume de malvones de la casa en que nací; Desfile de nuestro tango en el café del olimpo donde el fuelle me marcara, que camino iba a seguir Paternal de mis amores vos fuiste como mi vieja, que compartiste mis quejas y me enseñaste a vivir. (recitado) Ya no están tus viejas calles cubiertas de barro y sueño hoy la cara te han lavado y el asfalto te pintó y no en cuentro como entonces a la linda muchachita, que en la esquina de venancio tantas veces me esperó. (continua cantado) La vereda del oeste, el café que fue testigo del desfile entre piropos de pebetas flor y flor, carnavales candomberos, donde junto a mis amigos una veces fui murguista y otras veces payador. Esta noche que ando en copas, tengo ganas de decirte que te quiero con el alma, mi querido "paternal", paternal de mis amores, vos fuiste como mi vieja, que compartiste mi queja y me enseñaste a vivir.

domingo, 16 de noviembre de 2014

BARES Y CAFÉS DEL TANGO

Es en 1912 cuando Vicente Greco propone la designación de orquesta típica (criolla), que utiliza en 1917, Francisco Canaro. Alrededor de 1914, Roberto Firpo organiza el primer conjunto tipico. Corresponde destacar numerosos locales tangueros situados en nueve cuadras de la saudosa Corrientes angosta, de Esmeralda a Rodriguez Peña, en los años del avance cte El Tango hacia El Centro y El Bajo desde El Estribo, El Trianón y La Paloma. No se puede obviar la mención de locales no tangueros que existen en esas cuadras, que no pueden (o no desean) aceptar orquestas típicas. Asimismo conviene incluir algunos ubicados hasta Paseo de julio y de Lavalle a Sarmiento. Un conjunto de Locales tangueros y no tangueros que incluyen: Cafés, Restaurantes, Confiterias, Almacén (y Bar) y otros en los que se cumple el ritual de "vamos a tomar un cafecito y charlar con amigos". El aceptar no implica pedirlo. A los musicales concurren barras de (y) tangófilos que escuchan conjuntos de disimil categoría o los discos que "pasa" la vitrolera. A los no musicales concurren intelectuales que se integran en recordadas peñas... y "chantas que simulan serlo y declaman". Algunos reciben clientes que "Únicamente" desean saborear su cafecito... sin necesidades musicales o literarias. Si están con amigos comentan con voz estentórea, de jueves a sábado, la "fija" en las carreras, el 3 a 0 de su cuadro y hasta citas. Comentan en voz baja, de lunes a miércoles, por que "no se les dio". En su ámbito se presentan interesantes anécdotas. Se lamentan las omisiones... pero no es posible incluirlos a todos. La palabra saudosa (adj. de saudades, de origen gallego, que figura en el diccionario) es más relevante qtje nostálgica, recordada, etc. para expresar lo que, actualmente, sienten aquellas personas que cuando "estrenaron los largos y con la libreta asomando del bolsillo, por las dudas" (como indica el profesor Diego A. del Pino), pero en esa ocasión guardada en un bolsillo interior, asimismo "por las dudas", conocieron la noche de la calle Corrientes, que se integra en "La noche de Buenos Aires", magníficamente descripta por Ulyses Petit de Murat en su libro homónimo. En nuestro texto figuran como presentes, aquellos que la "vivieron" nunca la olvidarán. agrandar Alberto Vacarezza, por esos años, escribió un tango en el que se encuentran estos versos: "Calle Corrientes de mis amores. Calle Corrientes donde naci y entre las luces de mil colores aquella noche la conocí". En esas cuadras se encuentran las dos esquinas del hombre que está solo y espera. ¡A quien espera v por cuánto tiempo! En ambas insatisfecho e lnmaduro. La primera esquina, la del sudeste con Esmeralda, es la que bautizó Raúl Scalabrini Ortiz, es la de los Pitucos. Es la del Café Cabildo, a la que el "negro" Celedonio Flores le dedicó, en "Corrientes y Esmeralda", estos versos: "Esquina Porteña. Este Milonguero te ofrece su afecto más hondo y cordial. Cuando con la vida esté cero a cero. T'e prometo el verso más rante y canero Para ser tango que te haga ínmortal." La segunda esquina, la del sudoeste con Paraná, es la que de acuerdo con Arturo Jauretche, es la del reaje. (Opinión que le fue transmitida a Jorge A. Bossio y que éste reproduce en su Libro "Los Cafés" , pág. 223). Las esquinas con Esmeralda, también son las de la Confitería del Buen Gusto, en el sudoeste. Elegante lugat, asistenfamilias a la hora del té v caballeros en la del Vermuth. Café Guaraní, en el noroeste. En su local, Carlos Gardel (que actúa en el Teatro Esmeralda, luego Maipo), siempre dispone de una mesita que comparte con José Razzano y Egidio Nacari. Empire Theatre (luego Ateneo), en el noreste. Música Española. Estos locales hasta San Martin representan hitos en el recuerdo. Palace Theatre, en el 757. Cine, el mejor de 1911 a 1926. Bar de Rosendo, en el noreste con Maipú, reúne a periodistas de revistas. Allí, José Álvarez (Fray Mocho) gestú "Caras y Caretas". Bar Suárez, en el sudoeste con Maipú. Aún se encuentra. Café de Gerard (el Bar Inglés), en el noreste con Florida. Musical y politizado, con la presencia de periodistas y políticos. Almacén de Coppini, en el noreste con San Martin donde suele almorzar el Gral. Mitre y reunirse con correligionarios. La Helvética, en el sudoeste con San Martin. Su salón alargado, con el estaño en un rincón. Asisten periodistas, intelectuales, escritores, políticos, etc.: Bartolomé Mitre; Joaquín de Vedia; el emir Emin Arslan; Roberto Payró; Emilio Becher; Héctor Pedro Blomberg; Eduardo Mallea. Se conocieron los directores Clemente Onelli (del Zoológico) y Antonio Malvagni (del Colón). Dejó de atender en 1958, más que centenario. No fue olvidado. Se llega a 25 de Mayo: El Bajo: otro ambiente y otra historia. Las cuadras al norte son las que han contribuido a (¡merecida!) fama. Incluyen los Teatros Roma y Cosmopolita y otras salas (no son recordables) con sus "desplumaderos" (cafetines) anexos y los cafés-concierto. Luego: Paseo de Julio (Leandro N. Alem) y su Recova que tiene, según Bossio, un "olor oriental especial". El Re dei Vini recibe conocidos noctámbulos. Las del sur disimulan algún cafetín entre locales instalados en la zona financiera. Se recuerdan La Bolsa y el Bar Salisbury. Café Casino, en Maipú 350, en el primer piso del Teatro Casino. Local cuyas características son similares a las de todos los que se encuentran incluidos (o son anexos) en numerosos, teatros. Su categoría depende de la del teatro, desde la lujosa confitería instalada en las galerías del Teatro Ópera hasta los cafetines anexos a los teatros de El Bajo. Algunos en los intervalos y al finalizar la función hacen interpretar o pasar música popular como una manera de atraer y retener a los espectadores. En otros, como el Casino, es habitual la presencia de damas que fraternizan con los clientes... los maledicentes presumen que no es para comenzar el espectáculo. El recorrido se presenta en el sentido histórico hacía la Chacarita. Si bien se sugiere que debe ser en el del avance del tango en su tentativa de conquistar El Centro. En realidad sólo conquistó la Corrientes angosta y susaledaños y se instaló en El Bajo. La Avenida de Mayo sigue españolísima: con un solo café tanguero. Café Mogyana, en el sudeste con Suipacha. Enrique García Velloso lo considera "la peña bohemia por excelencia, con su ambiente parisiense". En éste y en el Doria, Florencio Sánchez escribe la mayoría de sus obras al dorso de formularios de telegramas "facilitados" por el correo. Cruzando Suipacha, en el 925, el Café de los hermanos Domínguez; el año 1917 lo trasladan al 1537. El local lo ocupa el Café Los 36 (Billares) con Pedro Laurenz y Alfredo Gobbi. Café El Quijote, en el 955, con su inconfundible aspecto de "taberna madrileña" (que incluye el olor a cocido), como lo calificó Vicente Martínez Cuiriño. Actuó un trio con Francini. Siguiendo hacia C. Pellegrini, se sitúan en la vereda par, Café de los Inmortales, en el 920. Con su peña de 1905 a 1916. Café Paulista, contiguo al teatro Nacional, reúne a su farándula. Café El Nacional, en el 980. Hasta 1916 como Café Lloveras. Café Germinal, en el 942. Su importancia en la difusión del tango aún no está bien determinada. Alli debutó Aníbal Troilo. Un saludo a la Confiteria Ideal y sus reuniones vespertinas. En el noroeste de Esmeralda y Sarmiento el Almacén de Piaggio y las inolvidables charlas de don Santiago Belisario Roldán, que en ocasiones continúan en el Petit Salón, situado enfrente. El Petit y El Julién, en Esmeralda y Lavalle, "bacanes". De los locales de los alrededores, diversos son tradlclonales los del sur: la cortada Carabelas es: El tajo malevo en El Centro, con sus fondas "sobre" el Mercado del Plata; en el Nasun, Doria y Benjamín "comen bien y escuchan organitos", puesteros y noctámbulos. Excelente el puchero de La Croce di Malta que ayuda a subsistir famélicos inmortales. En el Café San Bernardo, su dueño, don Modesto (Martínez) recibe bohemios y cogotudos. El lujoso Restaurante Americano, luego como Restaurante (El) Conté atrae a clientes (pese a sus precios) por su fa mosa cocina y calificadas or questas. Se encuentra en Perón 966. En el 920 el Restaurante Chiquín, el de la farándula. Al norte: en Lavalle y Suipacha: Café Botafogo y Julio De Caro. Un saltido a los Richmond, son tres y distintos: FIorida 450, clases media y alta. Sede del "Grupo de Florida". Esmeralda 444, estudiantes y extras de cine, quienes la siguen en Sulpacha 450, billar y bolos. Actuación de la jazz de Armani. Es injusta la respuesta de no se recuerda cuando se consulta sobre otros cafés de los alrededores. No muy numerosos, en varios se gestaron y son sede de barras de amigos, y su única pretensión es seguir siéndolo. Otros sí colaboran con el conocimiento del tango ya que reciben a músicos y conjuntos, improvisados, que "van a matar el hambre". También injusto, alli se inician y se dan a conocer músicos luego calificados. Existe similitud con lo que representan y son los cafés barriales. Un recuerdo a la vitrolera (victrolera) que "pasa" los discos desde su palquito, donde reina inalcanzable (¿o no?). Antonio Requeni menciona (otro) Marzotto, en Lavalle entre Malpú y Esmeralda, una suerte de "Bolsa de trabajo" que reúne a músicos no ocupados que esperan que lleguen empresarios y músicos no ocupados que esperan que regresen sus amigas. La esquina del Almacén El Verde, es la del sudoeste con Cerrito, donde actuaron Juan Maglio "Pacho" y Agustin Berto. Vendido, sus ex dueños compran el local del Lleveras, y con los compases de "La Morocha" inauguran el Café El Nacional, el que siempre se recuerda como Catedral del Tango. Es un salón alargado, paredes color café, el palquito, pequeño, en el centro. Se consideran sus mejores años los de 1920 a 1932 con el sexteto de Anselmo Aieta y su bandoneón. Luego Juan D'Arienzo y su orquesta (Rodolfo Biaggi al piano). Se dejó de ver en diciembre de 1952; sigue su espiritu. De acuerdo a Ariel Magallanes ("Todo es Historia" 41), con su desaparición "se puso el epitafio en la historia del tango". Con el Café La Oración, en el 1000, frente a la Iglesia de San Nicolás, tanguero, y El Seminario, en Perón y C. Pellegrini, que reúne a integrantes de tres teatros vecinos y de la Sociedad de Autores, se recuerdan a todos los que se eliminan, incluye cinco teatros e instituciones, para abrir la Avenida 9 de Julio.

martes, 11 de noviembre de 2014

EL MALEVO MUÑOZ

arlos Muñoz del Solar, más conocido como Carlos de la Púa o simplemente como el Malevo Muñoz, nació en La Plata en 1898 y falleció en Buenos Aires el 5 de mayo de 1950 (*). Comenzó sus trabajos como escritor colaborando en la revista "El Hogar", luego en 1925 se incorporaba a diario Vespertino "Crítica" de Natalio Botana. Publicó un único libro: La crencha engrasada (1928), considerado la obra máxima de la lunfardía. Fue guionista de Tango (1933), una de las primeras películas sonoras del cine argentino, y dirigió otras dos: Galería de esperanzas (1934) e Internado (1935). A medida que pasan los años se acrecienta el renombre de Carlos de la Púa, auténtico, puro, poeta popular porteño. En sus versos deberán ir a abrevar los historiadores, los filólogos, los rastreadores de la semántica, cuando se haga el gran libro que compendie la fisonomía sentimental y sicológica de Buenos Aires, ciudad que pareciéndose a todas las grandes ciudades del mundo no es parecida sino a ella misma, en su pasado y en su presente. Ciudad única que tiene sus cantores únicos en los letristas de tango que impusieron un modo distinto de hablar, dentro del español, y al que Jorge Luis Borges, con real coraje porteño, osó llaman el idioma de los argentinos. El principal poeta popular -es decir: con lenguaje popular en su entero vuelco emocional hacia la gran ciudad, en sus expresiones de un pasado que nunca será remoto- fue indudablemente Carlos de la Púa. Y lo fue con su único libro: La crencha engrasada. Su lenguaje es a veces crudo pero nunca ofensivo. Es el lenguaje de la calle, del malecón, de la cancha de fútbol. Creo que, en realidad, es el lenguaje de la vida tumultuosa, verídica, exacta, cabal, que se vive, se siente y se sufre. A través de mis recuerdos, de la amistad que nos unió y de la admiración que sobrevive, éste es Carlos de la Púa. Me parece verlo todavía, cruzando con enfundado paso de cachalote los corredores del viejo diario Crítica, en la casa de la calle Sarmiento, donde iniciaba en el periodismo una generación especial en su brillo y trascendencia y que recalaba de la literatura de vanguardia aglutinada en las revistas de esa época: Proa y Martín Fierro. El Malevo Muñoz, como también se lo llamaba, ya estaba en la casa cuando nos hacíamos periodistas, siendo poetas y escritores, entre otros, Enrique y Raúl González Tuñón, Horacio Rega Molina, Pablo Rojas Paz, Alberto Pineta, Roberto Arlt, Ulyses Petit de Murat, Sixto Pondal Ríos, Santiago Ganduglia y el que esto escribe. Su verdadero nombre, eclipsado por ese rotundo Malevo Muñoz que seguramente venía de su manera de Ser, entre desdeñosa y disciplente, en su modo de hablar lacónicamente porteño, era Carlos Muñoz del Solar, y la resonancia de este apellido habla de una cuna que él podría denominar bacana y lo era. Una bohemia sanguínea lo llevó a la calle en edad temprana y allí debe haber recibido el agua lustral de su nuevo bautizo, agua detenida junto a la vereda en aquellos años de después del Centenario. También se lo llamaba indistintamente Carlos de la púa, seudónimo con el que firmó su libro. Este nombre alarga, a la vez que condensa, otro aspecto porteño de Muñoz, porque "púa" es la aguda punta del acero, el pincho, el suncho que aguza o el ingenio o el coraje en el habla popular. De la Púa básico Nació el 14 de enero de 1898. Conocido también como Carlos Raúl Muñoz y Pérez, Carlos Muñoz del Solar, o simplemente el Malevo Muñoz, poeta, periodista y cineasta, porteño convicto y confeso, gran animador de las redacciones y la bohemia noctámbula de Buenos Aires, nunca se sabrá si las reminiscencias bacanas de su apellido Del Solar tenían algo que ver con la verdad o se trataba de otra de sus cachadas. Redactor del diario Crítica, compañero de andanzas periodísticas, literarias y etílicas de Troilo, Cadícamo, los hermanos Tuñón, Arlt y Olivari, fue guionista del film "Tango", actor en "Galería de esperanza" y director de "Internado". Escribió los tangos "Luces de París" y "Coraje y fuego" y publicó "La crencha engrasada", obra emblemática de la poesía lunfarda. Murió el 5 de mayo de 1950. Alguien -Carlos de la Púa fue siempre pudoroso de su pasado y no lo notició- dijo que él, con una gorda culebra variopintada a modo de bufanda sobre el cuello, pregonaba las excelencias de su grasa para evitar la caída del cabello. Menester ciudadano de la picardía que lo estregaba ya al riesgo de la calle, en su muy amada ciudad de Buenos Aires. La que debió estratificarse en sus versos estupendos, en ese libro que tiene un título de pórtico definitorio: La crencha engrasada. El volumen que se imprimió en su primera edición en 1928 lo fue merced a la generosidad de don Eduardo Dughera, llamado El Diente, en otro certero bautizo de la calle. Era el nunca olvidado revendedor de Crítica, animador de sus páginas, amigo nuestro. Su mano se abría con un crujiente billete para tapiar las hendijas vitales de nuestra siempre urgente bohemia. Por eso el Malevo dedica el libro a Dughera. Pero en la mitad -me parece estar viéndolo- su generoso corazón se lo detuvo en la mano y estampó una segunda dedicatoria que me concierne de muy de cerca y que todavía, a pesar de las hojas del almanaque caídas, agarrota mi garganta en un frunce de emoción antañona. Dice así la dedicatoria: "A mis rivales en el cariño de Buenos Aires: Nicolás Olivari, Raúl González Tuñón y Jorge Luis Borges". El libro no tuvo mucho éxito inmediato, salvo entre nosotros. César Tiempo, justo es reconocerlo, lo incluyó junto a todos los poetas de vanguardia de entonces en su memorable Antología de la poesía argentina, ordenada en colaboración con Pedro Juan Vignale. Pero los literatos jailafes, los académicos, los demás, no sintieron la fuerza tremenda de sus estrofas, duras y tiernas a la vez, en ese panegírico exaltado de sus héroes, esa cadencia villoniana de sus expresiones, ese trazado de mapa sobre el perímetro sentimental ciudadano, arrimando a los ojos los personajes fallidos, a los perdidos, a los funámbulos, dentro de la gran corte celestial de los milagros porteños. El fue quien coronó definitivamente a la musa rea con la gran tiara formal y esdrújula, concluyendo un cielo que comenzaron honestamente los otros poetas menores. El Malevo Muñoz fue el bardo sintetizador y perfecto, porque su libro -su único libro- es definitivo y concluyente y no se le puede encontrar desperdicio ocasional, ripio maloliente, traición a los suyos, infidelidad alguna. Muy pálida puede parecer esta afirmación si no la confrontamos con sus versos impares en nuestra literatura de bajo fondo. Bueno, esto de bajo fondo lo uso como definición y ubicación y nunca con acento peyorativo, porque vale tanto como decir alto nivel u otra macana por el estilo. Lo que vale por sus cabales es el contenido y su despliegue hacia el reconocimiento sentimentalmente topográfico de una ciudad como la nuestra, cuyo cosmopolitismo de puerto franco tenía que ser cuajado en lo desgarrado de la imagen, en la tenaza de la metáfora como solamente el Malevo Muñoz pudo hacerlo. Juan Cedrón y Héctor Alterio - La crencha engrasada (1967) Poemas lunfardos de Carlos de la Púa recitados por Héctor Alterio y cantados por Juan Cedrón, incluye tapas. Clic en la imagen (Mediafire) Descarga alternativa La vida azarosa, pintoresca, de nuestro querido Malevo necesitará algún día tener su cronista informado y minucioso. De su vida podría extraerse una gran novela picaresca del Buenos Aires ido. Allí estaría como un gran bonzo del porteñismo rodeado por los increíbles tipos que conocía, amaba, auxiliaba y que le formaban una especie de corte de los milagros casi increíbles si no hubiera existido. De sus anécdotas, lo mismo. Las recuerdan devotamente sus amigos, que son innumerables y fuera de serie: boxeadores de nariz aplastada, corredores de comercio vitivinícola, algún carrero jubilado, jockeys viejos, ladrones en reposo, quinieleros en faena, músicos tangueros, poetas de veras, periodistas con mosto, canillitas canosos y también ¿por qué no? cualquiera que haya estado en la Tierra, como se decía antes, y no de turista. Un aire insolente, de prepotencia, sobrador, flota como niebla matutina en cada línea del Malevo. Es el empaque taura del porteño de antes, elegante y displicente, que se sabía dueño de su empedrado y de su baldosa, de su cortada y de su farol. Miraba la vida desde el estaño de los mostradores esquineros y juzgaba la cosa y las cosas con su filosofía especial, entre nihilista y desaprensiva, hombros encogidos en una especie de manfichismo suicida, porque es él quien había dicho catalogando hechos y personas, hombres y mujeres, con el certero trazo de una carbonilla imborrable: tras cartón está la muerte.

sábado, 8 de noviembre de 2014

LOS CLUBES MILONGUEROS

Racing Club recibió su tango de parte de Roberto Firpo. El enemigo acérrimo, del otro lado de la acera de Avellaneda, Independiente, tuvo el suyo denominado "Rey de Copas", de Agustín Bardí, con lo que se acrecentó la rivalidad. Tango y Futbol Gimnasia y Esgrima Para 1927, José Rebolini y Carlos Pesce le entregaron su himno a ritmo de tango a San Lorenzo de Almagro. Para Boca Juniors, Juan D’Arienzo hizo "Azul y oro" y el himno oficial de River Plate lo estructuró el tanguista Francisco Canaro. Un bandeonista llamado Horacio Pezzi llamó a su amigo Carlos Espíndola para crear juntos "El expreso de la Plata" con toda la devoción para el club Gimnasia y Esgrima. Pero Uruguay, que también ha manifestado su poder sobre el tango, tiene historias musicales inspiradas en el futbol. Tango y Futbol Atletico NacionalEl Club Nacional recibió su tema de José Adolfo Puglia y Edgardo Pedrozza. Gerardo Matos Rodríguez, autor de "La Cumparsita" y fiel seguidor del equipo tricolor, le nació del alma un tema llamado "Nacional para Siempre", con letra de Hugo Bello. El rival no se quiso quedar relegado y "Peñarol por siempre" fue una canción compuesta por Julio Esteban Martínez Pirincho, Edgardo Marchese y Reinaldo Yiso. Tango y futbol no sólo queman las calles de Buenos Aires, sin embargo, desde México hasta Chile, este arte que empezó como una epidemia subversiva y mal vista por la sociedad, tiene cientos de feligreses que la adoptan como propia, sobre todo cuando visitan Argentina.

lunes, 3 de noviembre de 2014

TUCUMANO DE LEY

JOSÉ LUIS PADULA Tucumán, 30 de octubre de 1893; Buenos Aires, 12 de junio de 1945. Guitarrista, armoniquista, pianista, bandoneonista, director y compositor, fue coautor del rosarino Arturo Juan Rodríguez y otros autores provincianos olvidados por la llamada “Gran Historia”, aunque no sabemos si “Historia Grande”. José Luis Padula nació en Tucumán el 30 de Octubre de 1893 y desde su adolescencia gustó incursionar por los ambientes de extramuros, en los cuales aprendió a tocar de “oído” el piano y el bandoneón. Llegó un día a Buenos Aires, meta de su consagración, pero su inquietud le llevaba a realizar continuamente extensas giras. Allá por el año 1908, según sus propios recuerdos, Padula dio forma a un tango que tituló “9 de Julio” y dos años después otro: “Lunes 13”. Estas dos primeras obras consagraron a Padula como un auténtico e inspirado compositor. Durante la década de 1910, siguió cosechando composiciones destacadas, como por ejemplo el tango “El parnaso”, editado en 1912 por Ortelli Hermanos: “A los distinguidos señores” Ramón Achotegui, Luis Arrazola, Teniente 1º Héctor Calderón, Miguel Capucci. Teniente Natalio Faverio, Carlos González Delgado, Vicente Jorba (h), Artemio F. Masolino, Subteniente Rodolfo Mujica, J. Requena Gallo, Avelino Sodupe, Dr. J. Torres Altamira, Subteniente A. C. Valette y Martín Viale. Desde fines de los años diez y hasta los primeros años del veinte, Ortelli imprimió seguidamente otros tangos de Padula que fueron verdaderos aciertos como: “El taita caballerito”, “Dulce tango”, “¿Qué querés con tu elegancia?”, “De mis pagos”, -dedicado a su amigo Rafael Rossi- y el popularísimo “Tucumán”, en homenaje a su tierra natal, y que por obra de Juan D’Arienzo perdurara en el reportorio de las grandes orquestas. En 1924, dio a conocer su bello tango “Memorias”, que editara Pirovano y que grabara poco después Osvaldo Fresedo en Odeón. En el año 1928, Padula se radicó definitivamente en Buenos Aires, componiendo entre varias obras de nota, las zambas “La Llorona” (grabada brillantemente por su orquesta norteña en 1930, para discos Colombia), “La Gaucha”, “La quebrada de Lules”, “Corazones amantes”; las rancheras “La mentirosa”, “La Buenamoza” y el vals “Me duele el alma”. Otro de sus tangos famosos fueron: “25 de mayo”, cuya letra escrita por Enrique Cadícamo, fue cantada por Teófilo Ibañez con la orquesta de Firpo -(como me acota el coleccionista C. Lanner de Austria, no debe confundirse esta obra ni con el tango de Arolas ni con la ranchera que grabó Charlo)-, y sin duda alguna, el tango “Lunes” (Lunes 13), que lleva letra del genial poeta Francisco García Jiménez. Este tango fue dedicado por Padula al maestro Francisco Canaro –quien lo grabó en 1927-, y a Minotto Di Cicco, con esta frase: “Al creador del Tango-Milonga Francisco Canaro, y al sin rival ejecutante del bandoneón Minotto Di Cicco, dedico afectuosamente”. Dicha versión fue registrada por el cantor y guitarrista Mario Pardo y en la década del cuarenta fue potenciada por el conocido disco de la orquesta del Alfredo De Angelis con la voz de Carlitos Dante. “Bicho feo” (no confundir con un homónimo de Enrique Maciel grabado por Corsini), fue ejecutado con valía por la orquesta de Anselmo Aieta, que también le llevó al disco el tango “Pasó a la historia”. Por sugerencia de Agustín Magaldi, que deseaba cantar “9 de Julio”, Padula accedió a modificar la primera parte de su obra, agregándole una melodía cantable y requiriendo a su colaborador Lito Bayardo, los versos que tornaron óptima a la obra para ser cantada. Finalmente Magaldi la grabó en discos Brunswick, con singular éxito. Según Bayardo, este tango fue cantado en su casa de Rosario, a dúo por Agustín Magaldi y Carlos Gardel en una reunión privada. En 1930, su orquesta norteña inició su labor discográfica en el sello Columbia, registrando numerosas placas de chacareras, zambas, rancheras y valses, que por suerte conservamos. Su ranchera “La Mentirosa”, fue un notable éxito de su orquesta y de la estilista Virginia Vera, quien también formaba parte del elenco estable de artistas de la casa Columbia. En 1932 participó en el espectáculo evocativo llamado “El tango porteño”, integrando la “Orquesta de la Guardia Vieja” Ponzio-Bazán que completaban: el guitarrista y violinista Eusebio Aspiazu, “el Cieguito” (1865-1945); el contrabajista, violinista y actor teatral Eduardo E. Arbol Erezcano (¿?; 1953); el pianista, bailarín, director y compositor uruguayo (1878-1941) Enrique Saborido, el violinista Ernesto Juan Muñecas, erróneamente consignado como Enrique (¿?; ¿?), el violinista y codirector Ernesto Ponzio, “el Pibe Ernesto” (1885-1934); el clarinetista, saxofonista y codirector Juan Carlos Bazán (1887-1936); el violinista Alcides Palavecino (¿?-1963), José Luis Padula en guitarra, el flautista Vicente Pecci (“el Tano Vicente”) (1886-1945) y el guitarrista Domingo Pizarro (¿?; ¿?), todos ellos ejecutantes destacados del tango. En 1933, colaboró con su amigo Carlos Gardel, participando en la revista de Ivo Pelay “De Gabino a Gardel”, en el Teatro Nacional de la calle Corrientes, haciendo el papel de Villoldo. En un acto de la pieza, Padula ejecutaba la guitarra y la armónica, al igual que el genial compositor de “El choclo”. Hacia 1935, pasó a grabar discos en la casa Odeón, contando como vocalista nada menos que a Ángel Vargas. El gran cantante grabó entre otros temas, el tango “Brindemos compañeros” de Padula y Cadícamo, y la ranchera “Ñata linda”, composición también creada por el binomio Padula-Bayardo. De aquella tanda de versiones de la orquesta que afortunadamente poseemos, también merece destacarse la milonga “Picante”, otra de las grandes melodías de Padula que fue grabada exitosamente por su inspirador y posteriormente por el maestro Rodolfo Biagi. Debe señalarse, que tanto en las versiones de discos Columbia u Odeón, ora sea con el trío o con la orquesta, Padula participaba desde el bandoneón o desde el piano en cada una de las grabaciones. Dentro de su distinguida obra autoral podemos anunciar, el vals “Jardín florido” con letra del autor rosarino Lito Bayardo, gran amigo de Padula que también escribiera los versos de “9 de julio” y “La mentirosa”. A propósito del vals precitado, que cuenta con la famosa grabación del conjunto folklórico cordobés “Los del Suquía”, podemos recordar la siguiente dedicatoria de su creador: “A la prestigiosa poetisa Sra. Evangelina Mercado Vera y a su esposo Elías Mercado Vera, con la mayor estimación. El Autor” (J. L. P.). “Grabado en discos Odeón por la Orquesta J. L. Padula”. La obra había sido editada en papel por la Editorial Perroti, en el mes de noviembre de 1934. Hacia 1938, volvió a componer con la colaboración autoral de Enrique Cadícamo. Fue así que surgió el tango “Gemido”, que publicara en Buenos Aires, Américo Argentino Vivona. En 1941, dedicó el tango “Bardi”, al gran compositor con esta leyenda: “A la memoria de mi viejo amigo y gran compositor Agustín Bardi”. Edición Ricordi. En el mismo año, susodicha editorial publicó otro tango de Padula, intitulado “El guaraní”. Y también compuso el tango “Violetas”, con letra de Héctor Marcó. Publicado por Buccheri el 10 de junio de 1941. “Al excelentísimo Dr. Elkin, caballero y amigo, a quien todos los artistas confían el destino de su garganta por la maestría de su sabia mano”.- Los autores. Debemos recordar, que el prolífico letrista Héctor Marcó, era desde los años treinta un reputado cantor radial, y que tuvo problemas en sus cuerdas vocales y fue tratado por el eminente cirujano. Con el paso del tiempo, el problema fónico de Marcó fue insalvable y debió retirarse del canto, aunque no del ambiente musical, ya que fue sin duda alguna, uno de los más talentosos letristas del género. Otras de las obras de este genial compositor han sido la ranchera “Con los colores del cielo”, los valses “Mi vida”, “Noche de estrella” (con letra de Cadícamo), “Me duele el alma”, letra de Bayardo grabado por Virginia Vera; la zamba “Ladrona de corazones” (de 1937) y muchos más. La editorial Perroti anunciaba en 1973 este homenaje: “En la historia del tango José Luis Padula ocupa justicieramente uno de los primeros capítulos. Por los caminos de la Patria, fue el juglar trashumante, sembrador de motivos populares, que brotaron de la sensibilidad de su alma criolla, para interpretarlos en su armónica o su guitarra, primeros instrumentos con los que aprendió a arrancar melodías, ya de tierra adentro, ya de temas ciudadanos. El día 12 de junio de 1945, a los 51 años, cuando aún mucho podía esperarse de su inspiración, José Luis Padula falleció en nuestra Capital".

sábado, 1 de noviembre de 2014

ENTRE PASODOBLES,TANGOS Y FOXTROTS...

Rodríguez, Enrique A. Bandoneonista, director y compositor (8 marzo 1901 - 4 septiembre 1971) Sus primeros pasos con el bandoneón transcurren en los cines de barrio, haciendo el fondo musical de las películas mudas a dúo con un piano. Cuando comienza la radiofonía en Argentina, participa formando pequeños conjuntos en radionovelas gauchescas. Actúa esporádicamente en algunas formaciones, como las del Ruso Antonio Gutman, Juan Maglio, Juan Canaro y Ricardo Brignolo. En 1926, debuta en el sexteto de Joaquín Mora y luego de otros empleos, integra la orquesta de Edgardo Donato, que pese a permanecer en ella por poco tiempo lo influye, seguramente, impresionado con la agilidad y brillantez de su ritmo. En 1934, integra un trío para acompañar al cantor Francisco Fiorentino en Radio Belgrano. Al año siguiente forma un cuarteto con la misma finalidad, pero para la actriz y cantante María Luisa Notar quien al poco tiempo se convertiría en su esposa. En este cuarteto tuvieron participación músicos de la talla de Lalo Scalise en el piano, Gabriel Clausi en el badoneón y el violinista Antonio Rodio. Finalmente en 1936 arma su propia orquesta que denominó: «La orquesta de todos los ritmos». Polkas, valses, tangos, foxtrots, pasodobles y rancheras son entregadas al público que bailaba y cantaba los temas con entusiasmo y alegría. Era la orquesta elegida para amenizar fiestas y bailes, porque además por su característica resultaba económica, porque hacía innecesario el complemento de otra orquesta tropical o de jazz. En 1937, la empresa Odeon lo contrata como artista exclusivo y esta relación se mantiene durante 34 años, realizando más de 350 registros. Roberto Flores (El Chato) fue su primer cantor con quien grabó 35 temas, pero la voz más representativa fue sin duda la de Armando Moreno (El Niño Moreno), quien estuvo en tres períodos diferentes, formando una dupla que dejó huellas imborrables en la memoria tanguera. Con él hizo alrededor de doscientos registros y varias giras por América y en particular Colombia, donde fueron prácticamente idolatrados. Años más tarde, en 1965, repitieron ese éxito en Perú, en un viaje que participó el ya veterano Raúl Iriarte, aquel cantor que se destacara en la orquesta de Miguel Caló, en la década del 40. Contó también con las voces de Ricardo Herrera, Fernando Reyes, Omar Quirós, Roberto Videla, José Torres, Oscar Galán, Ernesto Falcón, Cruz Montenegro y Dorita Zárate. Compuso muchos temas, entre los que se destacan: “Amigos de ayer”, “En la buena y en la mala”, “Iré”, “Llorar por una mujer”, “Son cosas del bandoneón”, “Yo también tuve un cariño”, “Lagrimitas de mi corazón”, “Tengo mil novias”, todos con letra de Enrique Cadícamo; “Adiós, adiós amor” con Roberto Escalada; “Café” con Rafael Tuegols; “Como has cambiado pebeta” con R. Carbone; “Flor de lis” con Horacio Sanguinetti; “Sandía calada” con Máximo Orsi; entre muchos otros. Pero sin duda alguna, el disco que más éxito tuvo y el más vendido fue su vals “Tengo mil novias” cantado por Armando Moreno. Nos agrega Pichetti: «En 1944 realizó un intento de modificar armónicamente su estilo al integrar a su formación como pianista y arreglador a Armando Cupo, al bandoneonista Roberto Garza, también arreglador y a Omar Murtagh alternando en el violoncello y contrabajo. Así llegó a interpretar varios tangos con notable acierto instrumental: “Naranjo en flor”, “La vi llegar”, “Luna llena”, “Y así nació este tango” y “El africano”. Pero el público prefirió a la «Orquesta de todos los ritmos» y, en 1946, desvinculados Cupo y Garza, retornó al género bailable, conservando ese estilo durante el resto de su trayectoria». Los sectores más refinados del tango repudiaron su estilo y lo ignoraron, yo lo rescato porque todo lo que hizo lo hizo bien, de un modo profesional, aún aquello que podemos considerar de inferior calidad. Pero por sobre todas las cosas, fue una muy buena orquesta típica, de bello y armonioso sonido , tanto para escuchar como para bailar el tango.