" de chiquilín te miraba de afuera"

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cafe de Garcia

lunes, 25 de noviembre de 2019

"CANTOR SÍMBOLO DE LOS AÑOS 30"

Jorge Omar Nombre real: Ormaechea, Juan Manuel Cantor (10 marzo 1911 - 24 febrero 1998) Fue un típico cantante de los años treinta, con un fraseo melódico y delicado, muy afinado y de buena dicción. Apareció en momento donde surgían permanentemente grandes voces. Recordemos como ejemplo a Carlos Dante, Roberto Ray, Fernando Díaz, Roberto Maida, Carlos Lafuente, entre otros. Su carrera profesional se inicia a fines de 1930 en la radio como solista, acompañado por un dúo de guitarras, ya con su nombre artístico Jorge Omar. En una ocasión, es escuchado por el eximio bandoneonista y director Minotto Di Cicco, quien lo invita a participar como estribillista en sus grabaciones para el sello Columbia. En el año 1931 graban trece temas, destacándose “Taconeando” de Pedro Maffia y letra de José Horacio Staffolani y “Mil novecientos” de Edgardo Donato y Luis César Amadori. Ese mismo año colabora con la orquesta de sello, que estaba dirigida por Alberto Castellanos en media docena de registros, muy difíciles de conseguir. En 1932 hace una única grabación con la orquesta de Antonio Bonavena, el tango “Lunes” de José Luis Padula y Francisco García Jiménez, también en Columbia. Durante todo este tiempo, estuvo apadrinado por el gran músico del barrio de La Boca, Juan de Dios Filiberto, quien finalmente lo lleva a su orquesta para actuar en el teatro en el sainete Villa Crespo de Alberto Vacarezza. En dicha obra, Jorge Omar estrena el hermoso tango “Botines viejos” del propio Vacarezza y Filiberto. Era el año 1933 y pese al gran éxito que tuvo este tango, nunca lo grabó. En 1935 llegaría la gran oportunidad que lo lleva a su consagración definitiva , cuando se presenta a concursar por el lugar que iba a dejar el cantante Fernando Díaz en la orquesta de Francisco Lomuto. Lomuto y Canaro eran, comercialmente hablando, las orquestas más importantes de su época. El primero en la Victor y Pirincho en Odeón, eran los que más grababan y, por ende, muy codiciados por los vocalistas que veían la posibilidad de ser estrellas y prosperar económicamente. Por esa razón fueron muchos los participantes del concurso, y de ahí el mérito de Jorge que, en definitiva resultó el elegido. Así comienza la etapa de oro de su carrera artística, que durará ocho años, dejando en el disco ciento treinta y seis registros para el sello Victor. Resultaría una tarea ímproba un detalle de sus discos, pero rescato las versiones de “Arrepentido” de Rodolfo Sciammarella, “Esclavo”, de Joaquín Mora y José María Contursi, “Vendrás alguna vez” de Alfredo Malerba y Luis César Amadori y el vals “Gota de lluvia” de Félix Lipesker y Homero Manzi. También la versión con letra de “A la gran muñeca”, una de las pocas que existen cantadas. En 1939, vuelve Fernando Díaz a la orquesta y graban muchos temas en dúo: “El sol del veinticinco”, “Los granaderos de San Martín”, “Se han sentado las carretas”, “El día que te fuiste”, “Se necesita una estrella”, “El picaflor”, “El anzuelo”, entre otros. Interviene junto a la orquesta en el film Melgarejo, junto a consagrados actores como Florencio Parravicini y Mecha Ortiz. El teatro es otro de los escenarios que lo ve cantar junto a la gran orquesta de Lomuto. Actúan en El rey del tango y en 1942, en La mujer es peligrosa, donde hace de galán. Llega el año 1943 y termina su brillante ciclo con Francisco Lomuto para intentar nuevos rumbos, pero ya nada sería lo mismo. Su actuación en esta orquesta fue, sin lugar a dudas, su momento de gloria. En enero graba su último disco que de un lado tiene el tango “Ausencia gris” de Roberto Nievas Blanco y letra de Julio Jorge Nelson y en el acople, el vals “Catalina” de Rafael de León y Manuel López Quiroga. En su nueva etapa forma rubro con el otro cantor emblemático de Lomuto, Fernando Díaz y arman una orquesta que denominan Los Diablos Rojos, seguramente por su afición al equipo de fútbol Independiente de Avellaneda. Esta experiencia dura poco y nuestro cantor pasa a integrar la orquesta de José Tinelli. Continua después como solista acompañado por su propio conjunto y, poco a poco, se va perdiendo hasta abandonar en forma definitiva la actividad artística a fines de la década del cincuenta. Jorge Omar constituye otro caso típico del olvido injusto, de la deficiente transmisión de la cultura de los argentinos, de la mala difusión del tango y sus verdaderos creadores. Creo que el hecho de no haber tenido suerte en la gran movida tanguera que significó la década del cuarenta, puede ser una de las causas que opacó su recuerdo. Pero también la indiferencia de la industria discográfica y los difusores radiales que privilegiaron a mediados del cincuenta otro tipo de música.

"EL CANTOR DE LA VOZ CORTITA"

Lauga, Pedro José Cantor y letrista (27 mayo 1906 - 28 enero 1979) Fue un cantor de voz cortita pero de refinada musicalidad y fraseo intimista. De agradable personalidad y buen gusto, es considerado una de las voces que mejor se adaptó al estilo de Julio De Caro. Nació en el barrio de Almagro, allí nomás, a metros del límite del barrio de Balvanera, en la calle Virrey Liniers. Sus padres eran franceses, de un pueblo cerca de Los Pirineos. Era un niño cuando la familia se mudó a Villa Crespo, donde inició la escuela primaria. Heredó de su papá dos cualidades: la afición por el canto y la responsabilidad de hacerse de una carrera laboral. Se inició cantando en familia e ingresó, de muy joven, como empleado en el Estado que, en aquel tiempo, significaba seguridad económica y estabilidad hasta la jubilación. Pero sobrevino la crisis económica del año 30 y se quedó sin trabajo. Ya estaba casado y con un hijo. Entonces fue el momento. Si bien la paga era exigua, inesperadamente, se le presentó una oportunidad que le permitiría ganar unos pesos: cantar profesionalmente. Comenzó con el conjunto del pianista Pedro Vergez, ex integrante de la formación de Juan Bautista Guido, autor de los tangos: “Arlequín”, “El embretao”, “Humillación” y “Engrupida”, entre otros. Actuaron en varios locales y en el cine Real. En este último lugar, lo escuchó Julio De Caro, quien lo convenció para incorporarse a su orquesta. En su largo recorrido con De Caro, se destacan sus presentaciones en el Teatro San Martín, en los carnavales de 1930; en el palco del tango en el cine Real (había otros dos, para jazz y para música clásica); en los carnavales de 1931, en el Teatro Cervantes. También actuaron en las radios Excelsior y París y en la recién inaugurada Radio El Mundo (1935). Hicieron giras por el interior del país, Chile y Uruguay y, a fines de 1936, se presentaron en el escenario del Teatro Ópera, formando parte de un notable conjunto de estrellas de esa época. En 1932, volvió a emplearse en el Estado, —como funcionario de la secretaría privada de la Presidencia de la Nación, en el mandato de Agustín P. Justo—, esta vez, definitivamente, hasta su jubilación. En un reportaje realizado por la revista Radiolandia, el propio Lauga nos dice: «Lo que más me anima a continuar, ya que el tiempo no me sobra, es haber logrado identificarme tan íntimamente con la modalidad personal de Julio De Caro. Cuesta ponerse a tono con sus méritos, pero es un placer trabajar con él. Lo más interesante que tengo para contarles es que provengo de una familia de cantores y músicos. Mi abuela cantaba en la catedral de los Pirineos. Mi padre también fue cantor, en París. Un hermano ha sido chansonier de orquesta y en el resto de mi familia hay varios músicos, muchos de ellos muy buenos y conocidos. En estos cuatro o cinco años que estoy con De Caro he llegado a compenetrarme con su orientación. Y algo más. Me han propuesto muchas veces actuar como solista en distintas radios. No he aceptado, en principio porque no tengo la pretensión de triunfar espectacularmente y después, porque no quiero separarme de estos grandes muchachos que son mis compañeros.» La carrera junto al maestro se extendió a lo largo de siete años, con libertad para tener actuaciones por su cuenta y grabaciones con otros conjuntos. En materia de cine, el último estreno del año 1937 fue Murió el sargento Laprida, dirigida por Tito Davison. En ella intervino la orquesta con Pedro Lauga, quien canta “Fuego”, de Julio De Caro y Carlos de la Púa. Lo curioso fue, que cuando es llevado al disco, el 10 de marzo de 1938, la voz es de Luis Díaz porque Lauga ya estaba retirado. Con De Caro llevó al disco 18 temas, los primeros en 1929, para el sello Brunswick, los tangos “Recoveco”, de Luis D'Andrea con versos de S. Bozzano y “Solterona [b]”, de J. Barreiro y L .A. Zeballos. Los últimos de esta serie fueron para el sello Odeon, el 13 de diciembre de 1936: “Noche estrellada”, de Julio Rosenberg, “Aquel amor” y “Viña del Mar”, ambos de Julio De Caro y Mario Gomila. Con su hermano Juan, también estribillista, grabó en francés a dúo, “Dónde estás corazón”. También actuó y grabó con otras orquestas: con Luis Petrucelli, entre julio de 1930 y enero del año siguiente (11 registros); en 1930, con Pedro Maffia, un sólo tema: “Páginas muertas”. En 1931, hizo varias presentaciones con la orquesta de Armando Baliotti. Y en noviembre de 1935, grabó un disco con la Orquesta Victor Popular: “Illimani”, de Néstor Portacarrero (tango dedicado a Bolivia) y una cueca, “La pollita”, de Francisco Pracánico. El año 1942 fue ingrato para Pedro, pues sufrió un grave accidente en la ruta —regresando de Mar del Plata— y se lesionó la cadera quedando rengo. Tardó dos años en recuperarse. Cuando falleció vivía en el barrio de Agronomía.