" de chiquilín te miraba de afuera"

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cafe de Garcia

miércoles, 24 de diciembre de 2014

LA NAVIDAD Y EL TANGO

} En el año 1931, el pianista Fioravanti DI Cicco compuso el tango “NAVIDAD”, que grabó el 13 de mayo Francisco Canaro y su orquesta, con el autor al piano. Éste es uno de los primeros tangos que mencionan en su título la fecha, claro que sin letra. Varios años después, a finales de los cincuenta, la orquesta Símbolo Osmar Maderna registró con el cantor Adolfo Rivas, “BRINDIS PARA NAVIDAD”, de Julio César y Aquiles Roggero (director del conjunto). Aprovechando la fecha, el 3 de diciembre de 1958, Juan D’arienzo grabó con su orquesta y el cantor Jorge Valdéz el vals “FELIZ NAVIDAD”, de D’arienzo, Juan Polito y Ernesto Rodríguez. El simple estuvo en la calle a mediados de ese mes, se vendió para las fiestas y luego no tuvo casi difusión. Florindo Sassone, registró con su orquesta y la voz de Rodolfo Lemos “Feliz noche de amor” de Sassone y Lemos, a principios de los setenta. El tema más difundido sobre la Navidad es el tango de Osvaldo Pugliese con letra de Eduardo Moreno que lleva simplemente este nombre “NAVIDAD”. Fue grabado para el disco “El Tango se llama Osvaldo Pugliese” de 1966, y lo cantó el popular Jorge Maciel. Aquí la letra evoca a la familia, a los que no están y habla de la esperanza, colocando además una vidalita en medio del tango “llegó la Navidad al humilde rancho…” dice el protagonista, y después añora “cuánta felicidad, con el amor de mis padres, vendrán muchas navidades, pero aquella ya no vuelve más, en el pasado están las dulces horas alegres…" LA NAVIDAD EN JULIO En 1976. el maestro Horacio Ferrer escribió “NAVIDAD EN EL ABASTO”, situando el nacimiento de Aníbal Troilo, el 11 de julio de 1914, como el otro milagro sucedido en el abasto, y así lo cuenta: “y en la ventana un divino Gardel de la guarda…reza, A la calle a la calle, bandoneoncitos, con un tango de cuna, canten bajito… …y al fin con voz agorera que estremece a la pared, varón! dice la partera , de zurda el padre golpea la mesa volcando el vino y el vino bautiza al niño, vivirá muerto de sed, se morirá de cariño, renacerá siempre y será primero y último…Amén. A la yeca, a la yeca, que cada uno le de un beso a la vieja, nació Pichuco! El poema, con música de Ciro Pérez, fue grabado en el disco “Horacio Ferrer y su amigos” con acompañamiento de Ciro Pérez, Alfredo Sadi, Beto Quinteros, Tito Sadi y Remberto Narváez y recitado del propio Horacio. NOCHEBUENA Casi nunca aparecen letras dedicadas a la nochebuena, o sea el momento del nacimiento del niño Jesús. Curiosamente, en 1944 apareció el disco “EL VALS DE NOCHEBUENA” por Alfredo de Angelis con la voz de Carlos Dante. Pero lejos de hablar del motivo de la noche, sus autores Néstor Rodi (glosista de la orquesta de De Angelis) y Domingo Loso, ubican al protagonista añorando a su novia perdida y justamente eso ocurre en el momento del brindis y de la alegría, de la Navidad: “Ternura de mi corazón, en esta noche donde estás, Retorna mi paloma azul de amor…. Ya brindan gritos de ansiedad campanas música y canción, Las doce dan y tu no estás, y lloro en esta navidad….” Gabriel Soria Letras para recordar: NAVIDAD (tango) Letra : Eduardo Moreno / Música: Osvaldo Pugliese Navidad, en la casa de mis padres canción de Nochebuena y escuchando en el patio con malvones el cuento aquel de la abuela. Una dulce esperanza en Año Nuevo reinaba en nuestra casa y en redor de la mesa tan humilde estaba de fiesta el alma. Cuánta felicidad, con el amor de mis padres, vendrán muchas Navidades, pero aquella ya no vuelve más. En el pasado están las dulces horas alegres que recordarán mis hijos mañana cuando ellos canten en su hogar. (recitado) Llegó la Navidad al humilde rancho y trajo la emoción de viejos días, de cuando mamá buena les cantaba y se vivían horas de alegría. El chango eleva siempre su cabeza buscando el tata ausente en una estrella. Si no tuve juguetes que alegraran los días de la infancia, mis tristezas tuvieron las caricias de aquellas lindas mañanas. Cuando el diario bregar por el sustento hirió mis tiernas manos en el rudo trabajo mi esperanza volcaba su dulce canto. Feliz Navidad (Vals) Letra: Ernesto Rodriguez / Música: Juan D’arienzo y Juan Polito En torno a la mesa es todo alegría, se olvida una pena, se olvida el rencor. Y en la cabecera, la abuela dichosa estrecha amorosa al nietecito menor. Dos lágrimas tiemblan en cada pupila, refleja su rostro feliz emoción. Los nietos rodean su blanca cabeza, formando una rueda de dicha y amor. Brindemos, hermanos, brindemos, amigos. Salud para el Padre, bendígalo, Dios. Y para ti, Madre, un beso profundo de mi corazón. Campanas de gloria echadas al vuelo repican y dicen por la inmensidad. Que hay paz en la tierra y hay luz en el cielo repican y dicen Feliz Navidad!

domingo, 14 de diciembre de 2014

El GRAN

Nació en la ciudad de La Plata, capital de la provincia de Buenos Aires. Fue uno de los jóvenes músicos argentinos que instaló el tango en París, junto a Manuel Pizarro, Eduardo Bianco y Genaro Espósito. Luego hubo otros, pero los pioneros fueron ellos. De adolescente, muy pronto lo atraparon el bandoneón y la música y, luego de los primeros conocimientos adquiridos, se perfeccionó con Alfredo Bevilacqua, de sólida formación. Pero al mismo tiempo debió trabajar y sus oficios fueron rudos, como que a los trece años ya estaba en la fragua de la Fundición Vasena. Entre sus compañeros en la empresa se hizo amigo de otro amante de la música, Roberto Firpo, seis años mayor que él. Y según relató Enrique Cadícamo, fue Deambroggio quien le presentó a su maestro para estudiar juntos. En 1914, Firpo debutó con su orquesta y Bachicha fue su bandoneón. Previamente, en 1911 realizaron sus primeras presentaciones casi profesionales. Fueron en el Café Centenario, de la Avenida de Mayo, más conocido por Taka Taka y luego en La Castellana, en la misma avenida. Más tarde ocuparon la escena del Armenonville, del Palais de Glace y diversos cabarets. Solamente ellos dos. Surgió un primer viaje a Montevideo en 1916 y se sumaron Tito Roccatagliata y Agesilao Ferrazzano. Para algunos estudiosos fue cuando en el Café La Giralda, de 18 de Julio y Andes, estrenó “La Cumparsita”. Con orquesta propia, por un tiempo, Deambroggio estuvo ligado a algunas representaciones teatrales bajo la denominación de Orquesta Royal’s. Como ejecutante poseyó un estimable dominio técnico para su época, poseía un sonido fuerte y brillante, digitación fluida y correcta realización del ligado. Estas condiciones se hicieron más notables en sus registros realizados en Europa, por su lógica evolución y experiencia y por mejores condiciones técnicas para las grabaciones. Con Firpo acompañaron al dúo Gardel-Razzano, con el guitarrero José Ricardo, en una gira por ciudades del interior, para actuar en cines de la empresa Max Glücksmann. Fue en Punta Alta cuando Ricardo los advirtió de un bandoneonista que actuaba en el lugar y llamó su atención. Luego de escucharlo fue integrado y se formó un cuarteto, era Pedro Maffia. Estuvieron presentes sobre el escenario, en dos representaciones teatrales convertidas en hitos por sendos tangos. Una fue Los Dientes del Perro, en el Teatro Buenos Aires de Cangallo 1053, acompañaron a Manolita Poli cuando cantó “Mi noche triste” y aunque no era un estreno, fue el detonante para su formidable e inacabado éxito. Ocurrió el 16 de abril de 1918. La otra, fue el 12 de mayo de 1920 en el viejo Teatro Ópera de la calle Corrientes 860. Cuando en el sainete Delikatessen House, de Samuel Linnig y Alberto Weisbach, la actriz María Esther Podestá estrenó “Milonguita”. La orquesta se había agrandado con la presencia de Leopoldo Thompson (contrabajo), Juan Carlos Bazán (clarinete) y Adolfo Muzzi (segundo violín). También cabe destacar que en la primera versión de “La cumparsita” grabada por Firpo estaban, además del director, Deambroggio, Ferrazzano, Roccatagliata y el flautista Alejandro Michetti. Se separaron en 1921 y llegó su etapa europea. Primero, con el conjunto Los de la Raza, un grupo de actores y cantantes, donde estaba la cancionista Emilia García Alba, con el acompañamiento de un grupo musical integrado por Horacio Pettorossi, Bachicha, Mario Melfi, Bartolomé Chapella (autor del tango “Fosforerita”) y otros. Recorrieron ciudades de España durante casi un año hasta que decidieron regresar, pero varios siguieron en el viejo mundo. Deambroggio fue llamado a París por Eduardo Bianco y también incorporó a Pettorossi y a Melfi, que habían tomado lecciones de bandoneón con su compañero, para tener una mayor posibilidad de trabajo. Bianco directamente le ofreció figurar a la cabeza junto a él, nació así la Orquesta Bianco-Bachicha. Actuaron con gran repercusión en las mejores salas parisinas y grabaron para el sello Odeon. Permanecieron juntos hasta 1928. Luego, cada uno siguió su camino. Bachicha-Ferrazzano fue la nueva formación, de efímera vida. Finalmente, armó la Orchestre Argentin Bachicha, presentándose en la capital francesa y en giras por casi toda Europa, parte de África y el Medio Oriente, algo inusual para la época. Registró grabaciones en la mayoría de los países, siempre para Odeon, pero también con otros sellos: Cristal, Riviera, Typic. En los años 50, regresó fugazmente a nuestro país pero regresó a París donde falleció. En 1963, dejó viuda a la que fuera su cancionista, Emilia García. Hubo varios hijos y uno de ellos, Tito, que era pianista, se hizo cargo del conjunto, aunque la época ya no era la misma. A lo largo de su carrera tuvo varios vocalistas, improvisados la mayoría de ellos. En las grabaciones han intervenido Juan Raggi, Pettorossi, Melfi, Bianco, César Alberú, él mismo y su esposa Emilia. Fue compositor de más de una treintena de temas, aunque el único de gran repercusión, según dichos de Cadícamo, fue realizado por Pettorossi que lo obligó a aceptarlo como pago por un préstamo, se trata de "Bandoneón arrabalero". Agregó Cadícamo, que Pettorossi acostumbraba cuando estaba necesitado a tomar esas actitudes.

viernes, 12 de diciembre de 2014

EL TIO DE RINGO

Antonio Bonavena fue un excelente bandoneonista, que amaba su instrumento y se dedicó también a su enseñanza. Nació en San Constantino de Briático, Italia, en la provincia de Catania, región de Calabria. Llegó con su familia a la Argentina a la edad de 11 años y siendo adolescente comenzó a estudiar el bandoneón. Su hermano Vicente fue el padre del famoso campeón argentino de peso pesado Oscar Bonavena (Ringo). Comenzó su tarea profesional en 1925, en la recién inaugurada Radio Prieto, acompañando a los cantores y cancionistas del elenco de la emisora. Al mismo tiempo integraba diversos conjuntos, hasta que formó su orquesta en 1926. Con ella actuaba en Radio Argentina y también en la emisora La Voz del Aire. Dos años más tarde se vincula al sello Electra registrando, entre 1928 y 1929, 16 temas con un conjunto denominado Trío Regional, que interpretaba un repertorio de rancheras, foxtrots, valses y un solo tango, "Nicanora". En 1928, registra con su orquesta cinco temas (ningún tango) acompañando al cantor solista Carlos Viván (dos temas) y a la cancionista Mary White (3 temas). En 1930 cambia de sello grabador pasando a Columbia. En él, entre 1930 y 1932, graba con su orquesta 72 temas. En estas grabaciones integraban su orquesta los bandoneonistas Federico Scorticati, Gabriel Clausi y Vicente Sipulla; los violinistas Octavio Scaglione, José Fiocco, Antonio Buglione y Ángel Milito; el piano de José Tinelli y el contrabajista Francisco De Lorenzo. Como estribillistas actuaban Antonio Rodríguez Lesende, Antonio Buglione y Jorge Omar. En algunas ocasiones participaron también, Joaquín Mauricio Mora y Alberto Cima, en bandoneones, los violinistas Antonio Rodio y Cayetano Puglisi y los pianistas Eduardo Scalise y Oreste Cúfaro. Entre 1932 y 1934, fue contratado para actuar amenizando las veladas del Casino de la ciudad de Mar del Plata. De regreso a Buenos Aires desarrolló una larga labor en los tradicionales cafés de la calle Corrientes, en los bares nocturnos y cabarets, como Chantecler o Casanova. En uno de ellos, el Petit Salón, durante el año 1938 debutó en su orquesta un nuevo y joven cantor, Roberto Rufino de sólo 16 años. Por esos años también actuaron en su orquesta el pianista Manuel Sucher, luego el joven José Basso y los cantores Luis Mendoza y Roberto Flores (Chato). Como compositor produjo "Pájaro ciego", junto a Lito Bayardo, y los tangos: "Arlette" (letra de Horacio Sanguinetti), "Color de cielo", "Organito del suburbio" y "Tus cartas" (todos con letra propia), "El gavilán", "Mala racha", "Pordiosera", "Seguí nomás hermano", "Sigan tomando muchachos" (con Rodolfo Scafidi) y "Virgencita de Luján". Los valses: "Cariño que mata", "Lirio blanco", "Llanto de madre", "Martirios del alma" y "Una esperanza". Los foxtrots: "Francesita" y "Amor de oriente"; los shimmys: "Japonesita" y "Se va el tren"; las rancheras: "Metele que son pasteles", "La polca de espiante" y las milongas: "El barrio del tambor" y "Pueblera". Con esta breve semblanza Todo Tango quiere rescatar un excelente músico, injustamente olvidado.

lunes, 8 de diciembre de 2014

EL FLACO TITO

Nombre real: Cabano Bello, Tito Poeta, compositor, cantor, escenógrafo y actor (4 diciembre 1918 - 22 abril 1988) Las personas que lo conocieron son coincidentes en su descripción. Flaco, alto y un poco desgarbado, con su gorra con visera y su manera de relacionarse, siempre amena, participaba en las charlas, especialmente relacionadas al tango, o se recluía al fondo del bar a escribir versos en las servilletas. Alguna vez confesó, que gran parte de su obra la escribió en los diversos cafés que frecuentaba. Nació en Montevideo, República Oriental del Uruguay, en el pintoresco barrio Guruyú de la Ciudad Vieja. Incansable consumidor de cafés y cortados, fue un fumador impenitente pero con la peculiaridad de no beber alcohol, aunque no era abstemio. Si bien el tango, fue el motivo de mayor inspiración para sus versos, tenía otras pasiones, entre ellas, el carnaval y todo su contexto creativo. Participó en murgas y fue un seguidor del mítico Coro de la Aduana, que era el nombre de un grupo que se armaba para esas fechas y que competía con otras formaciones, como el caso de Las Ninfas de las Bóvedas (murga femenina) o Nos Obligan a Salir, verdaderos íconos carnavaleros del barrio de la Aduana. Realizó, además, escenografías y escribió guiones para los espectáculos callejeros de Los Saltimbanquis, Los Crema y Los Chevaliers, otras históricas agrupaciones del carnaval de Montevideo. Su obra más difundida y, sin duda, la más importante como autor, es el tango “Un boliche”, del cual hay dos versiones de antología, la de Aníbal Troilo con Roberto Goyeneche (1958) y la de Ángel Vargas con su orquesta, dirigida por Luis Stazo (1959). Curiosamente, el cantor Carlos Acuña, que compuso la música, recién lo grabó en 1983, con acompañamiento de guitarras. De esa época, es también, el muy buen registro de Josefina para el sello CBS Columbia. La letra de Cabano es una pintura costumbrista de increíble realismo adornado con bellas metáforas, que comienza: Un boliche como tantos, una mesa como hay muchas, un borracho que serrucha su sueño de copetín. El tema ofrece una descripción del café muy emotiva, pero el final de la segunda parte, es de una ternura conmovedora, narrada casi, como un guión cinematográfico: Y así, entre naipes, curda y canto de esta escena cotidiana, se oye la voz de una nena: ¡Papá, vamos que mamá te llama!... El periodista y gran comunicador del diario La República y de diversas radios de Montevideo, Luis Grene —fallecido en enero de 2011 a los 93 años—, hizo una muy rica narración de la personalidad del poeta en la cual, al mismo tiempo, lo va transportando y ubicando, como por un túnel invisible, por cada uno de los lugares habituales de su recorrido nocturno: «Su sensibilidad para retratar, en pocos versos, el alma de los barrios y sus vecinos, le nacía espontáneamente. De golpe, se apartaba de todos y, acomodándose su gorrita de visera, lo veíamos solitario en una mesita del fondo del bar. Fue una constante presencia en el bar y almacén El Hacha, también en el Libertad, de la Plaza Cagancha. «Meta escribir servilletas y papelitos. Podía estar en el antiguo Caballero, el de las interminables madrugadas con gente de ambiente. O, muy cerquita, en el viejo Vaccaro, siempre con personas vinculadas al ritmo canyengue. Si la cosa pintaba temprano en la noche, allí estaba Tito Cabano con el amigazo Miguel Ángel Manzi, en la cantina de don Roque Santucci, por José L. Terra y Blandengues.» En otra de sus crónicas, Grene continúa con la historia, profundizando el perfil del poeta. «Sus pasos lo llevaron a conocer íntimamente la Aduana y en toda la zona de El Bajo fue muy respetado. Por el Mercado del Puerto, lo veíamos en el pequeño bar de Carlitos, donde era el único que tomaba un cafecito mientras los demás le daban a la cerveza de barril y a los tradicionales chorizos al vino blanco. «Cuando entraba en el boliche El Globo de Yacaré y la rambla, los bagayeros y los estibadores decían: “¡Salú Tito!” y se sentaba solo en una mesa del fondo a escribir sus poemas. «Trabajó de mozo en el antiquísimo cafetín de Ibicuy y Durazno. Cuenta la leyenda que fue en ese sitio donde se inspiró para hacer la letra de su tango más famoso, titulado “Un boliche”. «Las pocas veces que se lo veía de día, lo encontraban en la esquina de Sierra y Miguelete, principalmente los domingos después de la feria de Tristán Narvaja. «También tuvo una barra de amigos en un bar de Sierra y Paysandú donde se encontraba con el carnavalero “Chiquito” Roselló, que vivía en el conventillo más famoso del Cordón. «Ya siendo más veterano se volvió muy callado y continuó con su nocturna bohemia pero como una persona introvertida. Lo que nunca cambió fue su calidez para la camaradería de los estaños y las mesas donde hizo un culto de la amistad. «Como un ser romántico y melancólico comenzó a frecuentar muy seguido el barrio Goes. Ahí lo esperaba “El Gordo” Alonso en su pintoresco almacén y bar de General Flores y Vilardebó. Sentado en una mesita y rodeado de bolsas de alpiste y maíz, el Tito tomaba un cortado y escribía bellos versos. «Los taximetristas de las madrugadas del bar El Faro sabían que ese flaco de gorrita era el conocido Tito Cabano. No les extrañaba cuando los artistas que actuaban en la cercana parrillada Sud América lo saludaban con gran afecto.» Después de esta excelente narración que nos muestra de cuerpo entero la personalidad de Tito Cabano ¿qué más podemos agregar? Solamente una breve mención de sus obras más conocidas. Como autor, además de “Un boliche”: “Cada día canta más”, con música de Alberto Castillo (con el seudónimo Riobal), llevado al disco por su compositor con su propia orquesta dirigida por Ángel Condercuri (1960). Como autor y compositor: “De recalada”, grabado por el Trío Oldimar Cáceres con la voz de Ramón Rivadavia; “Mi Peñarol”, registro de Eduardo Falcón acompañado por la orquesta de Edelmiro “Toto” D’Amario y “Cuarto cualquiera”, del que no tengo grabaciones. Como compositor: la bella página “En la madrugada”, con letra de Federico Silva, que tiene varias versiones, entre ellas, la más difundida es la de Julio Sosa con la orquesta de Leopoldo Federico (1961), también, la de Juan D’Arienzo con Horacio Palma (1961) y la de Inés Miguens —Galleta— con orquesta, y “Los rascas”, con letra de Luis Caruso, grabado por Alberto Castillo con su orquesta dirigida por Condercuri (1960). Asimismo, están registradas en AGADU (Asociación General de Autores de Urugay), como autor y compositor: “Pincelada del puerto”, “Por qué tendré este corazón”, “Quién sino su amor”, “Ven a bailar”, “Después del amor”, “Concierto de tamboriles”, “Despertar”, “Misiadura”; en el mismo carácter pero en colaboración en la música con Oldimar Cáceres “Despertar”; con Ever Escobar en “Donde está tu ayer”; con Carlos Benvenuto en “Gotán”; en colaboración en letra y música, con Carlos Morín en “Pensamiento”; con Adamar Ottonello en “Engranado”; con Roberto García en “Esta vuelta me paro”; sólo como autor: “Esta noche es para tangos” con música de Edgardo Pedroza; “Acalla tu voz”, con música de Edelmiro D’Amario, entre otras. Un auténtico poeta con todas las letras, Tito Cabano no tiene el reconocimiento que merece y hoy, recordando mis paseos por la Ciudad Vieja —allá a principios de los años 70—, buscando un refugio donde escuchar tangos —ya que en la Argentina el género estaba casi ausente—, me vino al recuerdo este creador tan humilde como talentoso.