" de chiquilín te miraba de afuera"

" de chiquilín te miraba de afuera"
cafe de Garcia

miércoles, 11 de febrero de 2015

"EL MINGO MAIDA"

Roberto Maida (nombre verdadero: Domingo Maida) Llegó al país desde su Italia natal en 1909 y recaló con su familia en Buenos Aires, en el barrio de Balvanera, vecino del famoso "Mercado Spinetto". Con otros chicos cuidaban la famosa tropa de Cairolo, que se distinguía por sus tobianos y percherones todos con muy buenos arreos que tiraban de los carros y chatas, mientras los carreros comían en las fondas cercanas al mercado. Roberto Maida, se inició artísticamente muy joven, en los fondos del restaurante "Damato", de Matheu y Victoria. Allí se reunía con los hijos del dueño y los muchachos de la barra, donde se armaban sesiones de tango y él era el cantor. Un día se presentó a comer un maestro de canto de apellido Ralbis, preguntó quién era ese cantor y quiso conocerlo. Le propuso si quería cantar en un cine, en los entreactos, acompañado de piano, violín y batería. El cantor incipiente dudaba, sus amigos lo animaron. Se puso los largos y debutó en el cine "2º Coliseo" de Bernardo de Irigoyen y Venezuela. Los dueños del cine, José y Antonio Galvano se entusiasmaron y colocaron una foto muy ampliada del pibe Maida en el hall. El secretario de Clemente Lococo -importante empresario dueño de una cadena de salas de cine-, convenció a los dueños y se lo llevó al cine "Astral", donde debutó con un conjunto en el que figuraban Armando Baliotti, Miguel Caló y Raúl Kaplún. Compartían el espectáculo con un joven pianista de quince años: René Cóspito. En 1925 debuta como cantor profesional en la orquesta de Miguel Caló. Tiempo después vendrá su aventura española con Cátulo Castillo junto a Miguel Caló, Alberto Cima, Ricardo, Carlos y Alfredo Malerba donde permanecen durante un largo período, actuando en numerosas ciudades. También graban varios discos para el sello Odeón. La gira terminó en 1930 y, ya en Buenos Aires, Bayón Herrera y Manuel Romero invitaron al cantor a formar parte en un cuadro de una obra, que iban a presentar en el teatro Sarmiento y le pidieron un tango para estrenar en esa producción. Eligió el tango "Te odio" de Celedonio Flores y Francisco Pracánico y lo grabó con las guitarras de Iglesias, Besada y Arrieta. En ese año 1930, ya había grabado algunos temas con guitarras, y otros con Alberto Castellanos para el sello Columbia. Al término de de la obra en el Sarmiento, les avisaron por pizarra que la compañía viajaba a España. El director musical era Cátulo y su padre José González Castillo, el presentador. Maida se mostraba remiso para ir pero al final aceptó. La empresa no tuvo buena fortuna y se disolvió. Como Maida ya era conocido en España, lo contrataron para trabajar con la cancionista Celia Gámez, pero simultáneamente recibió una carta de los hermanos Malerba anticipándole que iban a trabajar a Portugal, junto a Bachicha Deambroggio, y contaban con él. Instalados en Lisboa trabajaron exitosamente durante un mes y medio en el Maxim's, actuaciones que incluyeron los Carnavales de 1931. Desdichadamente, enfermó gravemente Carlos Malerba y sus hermanos, junto a Maida, lo trasladaron a Bilbao donde falleció. En el entierro ocurrió un hecho curioso, los hermanos Malerba le pidieron a Maida que, como responso, cantara su tango "Aquellas locuras", el preferido del fallecido. Después de ese episodio se fue a París para actuar con la orquesta de Manuel Pizarro. Roberto Maida se reencontró ahí con Carlos Gardel, a quien había conocido durante su actuación con Cátulo Castillo en Barcelona. Gardel ya estaba planeando viajar a Estados Unidos, donde iba a filmar y grabar. El Zorzal ocupaba un departamento vecino al de Maida, en la Rue Levi 27. Gardel de tertulia con otros amigos solía reunirse en el Pigalle, una de las casas de Manuel Pizarro, y un día oyó cantar a Maida su tango "Aquellas cartas" -con música de Juan Ghirlanda. El Zorzal elogió la obra, preguntó de quién era y se la pidió para estrenarla y grabarla en Barcelona. Así ocurrió, lo grabó con piano y violín y después lo hizo con guitarras en Buenos Aires. Mientras Maida trabajaba con Pizarro en París, ciudad en la que residió varios años, llegó Eduardo Bianco, de paso para Alemania y le pidió a Pizarro si podía contar con Maida y algunos músicos, para acompañarlo en sus actuaciones en Hamburgo. Concedido el permiso partieron con Bianco los bandoneonistas Héctor María Artola y Juan Pecci, el violinista francés Simón y en el contrabajo Mario Melfi. En Hamburgo inauguraron el "UFO Palace" y también actuaron en el café-concert "Bocaccio" y lo anecdótico de ese lugar era que, entre los habitués y bailarines se destacaba un capitán argentino, ado a nuestra embajada en Berlín. Con los años ese capitán fue tres veces presidente de la Argentina, era el General Juan Perón. También en esa ciudad, Maida se encontró con Francisco Fiorentino que llegaba de Suecia de paso para la Argentina. "Fiore" se quedó junto a Maida una veintena de días. De Hamburgo pasaron a actuar a las ciudades de Colonia, Munich y Berlín, siempre con gran suceso. Finalmente Maida volvió a París con Pizarro. Por ese tiempo consiguen un contrato por siete meses para trabajar en Londres en el Savoy Hotel. Allí Maida volvió a encontrarse con el Príncipe de Gales, a quien había conocido en Biarritz y que era un fanático del tango. Nos refiere Maida que el inglés a veces tomaba un bandoneón de la orquesta y hacía unos acordes de "Buen amigo", que le gustaba mucho. El Príncipe de Gales iba todos los jueves a bailar tangos y todos los presentes salían en masa a imitarlo, pero el resto de la semana apenas los dejaban tocar un solo tango y nadie lo bailaba. Maida y Pizarro no soportaron más y al poco tiempo volvieron a París. El resto se quedó en Londres pues la paga era muy buena. Maida y la orquesta de Pizarro hicieron giras por Bélgica, Holanda y España. La actuación europea de Maida, terminó a mediados de 1933. Al regresar fue convocado por Samuel Yankelevich, quien lo contrató por un año para trabajar en Radio Belgrano, acompañado por las guitarras de Iglesias, Besada y Arrieta. Cuando terminó el contrato, Yankelevich le sugirió a Maida que se uniera a Canaro, con quien ya había realizado, en 1930, una grabación de prueba del tango "Titiriteros" y el vals "A lo lejos", que fuera editada con mucho éxito. La unión con Canaro se realizó en noviembre de 1934 y recién el 20 de marzo de 1935 volvieron a grabar: "Alma de bandoneón", "No hay que hacerse mala sangre", "Cambalache" y la ranchera "Viva el casorio". El contrato fue acordado de palabra por el término de seis años, pero trabajaron cinco, porque el cantor se retira cuando Canaro contrató a Ernesto Famá y Francisco Amor. Un verdadero problema de celos profesional. Roberto Maida grabó con Canaro aproximadamente 200 temas. En 1940 organizó su propia orquesta formada por: Héctor María Artola, Máximo Mori y Tití Rossi en bandoneones, Antonio Rodio, Cervo y el "pibe" Mario Núñez en violines, Cimarro en piano y Francisco De Lorenzo en contrabajo. Los arreglos y dirección eran de Argentino Galván. Debutó en Radio Belgrano y también actuaron en Radio Sarmiento y en la boite Ocean. Nos cuenta Maida que muchos músicos de ese tiempo iban a escucharlos. En el año 1942 integra la orquesta de Antonio Sureda para actuar en Radio Belgrano. Maida, recorrió varios países de América con gran éxito y además de "Aquellas cartas", fue autor de algunos temas más.

lunes, 9 de febrero de 2015

"TITO CALÓ"

Comenzó como cantor solista en 1933, en Radio Stentor, pasando luego por Radio Prieto y Radio París. En 1935 fue contratado por don Jaime Yankelevich para actuar, durante tres años, primero en Radio Porteña, luego en Mitre y por último en la más prestigiosa de la época, LR3 Radio Belgrano. A fines de 1938, pasó a ser el cantor de la orquesta de su hermano Miguel -quien ya era una figura importante del tango- y donde estaba también su otro hermano Armando en el contrabajo. El 21 de diciembre de 1938 grabaron el tango “Dulce amargura” y el foxtrot “Luces del puerto”. Roberto entró en reemplazo del cantor Alberto Morel. En 1941, junto a su hermano Juan, que era bandoneonista, formaron el rubro Juan y Roberto Caló, que se disuelve un año después. Fue en ese entonces que Roberto armó un conjunto para viajar a Estados Unidos y a diferentes países latinoamericanos. A su regreso, en 1945, abandonó definitivamente el canto para convertirse en director orquestal, debutando en LR4 Radio Splendid. En abril de 1946, pasó a Radio Belgrano con el aporte cantable de dos figuras consagradas que se habían alejado de las orquestas de Ricardo Tanturi y Francisco Canaro, respectivamente: Enrique Campos y Carlos Roldán. Estuvieron por un corto período. En 1947 viajó de gira por el interior del país y por Uruguay con su nuevo cantor Hugo del Cerro. En Buenos Aires actuó en el Dancing Empire de la calle Corrientes casi esquina Esmeralda. Los arreglos de la orquesta eran realizados por el excelente pianista Julio Medovoy. A fines de 1948, se incorporaron los cantores Oscar Larroca y Roberto Ray y actúan en Radio Belgrano. Al poco tiempo Ray volvió con Osvaldo Fresedo. Al año siguiente la orquesta pasó a Radio Splendid con las voces de Larroca y Alberto Santillán. En 1951, llegó por primera vez al disco, a través del sello Orfeo, con el tango “El metejón” cantado por Larroca y el instrumental “Selección de Aníbal Troilo”, con arreglos de Medovoy . Al poco tiempo este cantor se fue a la orquesta de Alfredo De Angelis, en el lugar dejado por Julio Martel y fue reemplazado por Carlos Rivera, quien registró el famoso tango “Zorro gris”. En 1952, regresó por un breve lapso Carlos Roldán, dejando tres memorables registros: la milonga de Francisco Martino “Soy una fiera”, de los hermanos Velich “Cualquier cosa” y de Enrique Discépolo “Victoria”. A fin de ese año ingresó Alberto Santillán, ex cantor de la orquesta de Víctor D’Amario y graba “Nostalgias”, el tango “Después que te perdí”, del propio Caló y Horacio Sanguinetti y el vals “Manos adoradas”. En 1953, la grabadora Orfeo invitó a la extraordinaria cancionista Azucena Maizani a volver al disco, luego de once años. La orquesta acompañante fue la de Roberto Caló. Ese año se reincorporó Enrique Campos quien también grabó varios temas, entre los que destaco dos: “Con la otra” y “Canzoneta”. Actuaron en Radio Splendid, en la confitería El Marzotto, y en los carnavales del salón Les Ambassadeurs, de la avenida Figueroa Alcorta. En 1956, se produjo un hecho importante, el ingreso de Roberto Rufino, quien reaparecía después de un prolongado descanso. Inmediatamente los contrató para grabar la RCA Victor y así surgió un disco con los tangos “Ladrillo” de Juan de Dios Filiberto y Juan Caruso y en el reverso,el que sería suceso durante todo ese año y el siguiente: “Soñemos” de Roberto Caló y Reynaldo Yiso. El éxito les abrió las puertas de Radio El Mundo y de dos de los más importantes cabarets de la época: el Marabú de la calle Maipú y el Chanteclair de Paraná y Corrientes. Pero el espíritu inestable de Rufino obligó a la disolución del rubro. Por ese motivo y por las exigencias laborales, en especial los bailes de carnaval de 1957, se apuró en incorporar a los cantores Héctor De Rosas y Rodolfo Galé. Poco después sumó a Tito Reyes, la tercera voz de la orquesta. En esa época, la orquesta de Roberto era más requerida que la de su hermano Miguel y actuaba con mucho éxito en la confitería Richmond de la calle Esmeralda. Entre las grabaciones de este período están los dúos de Galé y De Rosas: “Si vos no me querés” “Limosna de amor” y “Luna Tucumana”. También los primeros discos de Tito Reyes: “Frente a un espejo”, “Nápoles de mi amor” y “Tango argentino” A fines de 1957, acompañó la reaparición de Aída Denis para el sello RCA-Victor. En diciembre se desvinculó el pianista Osvaldo Berlingieri para ir con Troilo, ocupando su lugar el notable pianista y arreglador Osvaldo Tarantino. A mediados de 1958, se retiró Galé. Eran momentos difíciles para el tango por la falta de trabajo. La Nueva Ola invadía radios y estudios de grabación y entonces Caló decidió disolver la orquesta. La mayoría de sus músicos junto al cantor Tito Reyes pasaron a la orquesta de su hermano Miguel y Roberto empezó a dedicarse a la producción de espectáculos. Como actor participó en las películas Giacomo, Valle Negro y Los Ojos más Lindos del Mundo. Por su orquesta pasaron músicos de la talla de los pianistas Julio Medovoy, Osvaldo Berlingieri y Osvaldo Tarantino. Bandoneonistas muy importantes como Ernesto Franco, Edelmiro D’Amario, Pedro Vidaurre, Juan Fleuri, Eduardo Rovira, Celso Amato, Julio Paso y Eliseo Marchese. Cuerdas de gran categoría como la de los violinistas Leo Lipesker, Antonio Coronello, Raúl Garcés, José Lauces, Tito Besprovan, Simón Bajour, Simón Broiman, Teodoro Guisado y José Cattanzaro o de contrabajistas como Enrique Designa y Enrique Marchetto. Fueron muchos los cantores que tuvo y que grabaron: Carlos Roldán, Enrique Campos, Oscar Larroca, Carlos Rivera, Alberto Santillán, Roberto Rufino, Héctor De Rosas, Rodolfo Galé, Tito Reyes y Jorge De la Peña. Lamentablemente hubo tres que no llegaron al disco: Jorge Maciel, Raúl Lavalle y Carlos Barbé. Por último, como compositor, Roberto Caló nos dejó: “Soñemos”, “Después te perdí”, “Te vi llegar”, “No culpes al amor” y los instrumentales “Colores”, “En fa menor” y “Flauteando”.

jueves, 5 de febrero de 2015

GARDEL Y LE PERA

Antes de emprender la fatal gira que terminó tan desgraciadamente en Colombia, tanto Carlos Gardel como Alfredo Le Pera dejaron grabadas sus impresiones sobre sus películas, sus canciones y sus futuros trabajos para la nueva marca que los contrató en Nueva York. Dijo Gardel: "Queridos amigos de la América Latina, de mi tierra y de mi raza; la casa «Victor» quiere que les anuncie la firma reciente de mi contrato de exclusividad con ella, y lo hago muy gustoso porque sé que nuestras grabaciones serán cada vez más perfectas y encontrarán en ustedes, oyentes cordiales e interesados. Yo acabo de terminar dos nuevas películas «Paramount», «El día que me quieras» y «Tango Bar», y voy a comenzar una gira que comprenderá Puerto Rico, Venezuela, Colombia, Panamá, Cuba y México. Luego visitaré otros países de nuestra lengua, donde espero tener el gusto de saludarlos personalmente. Estoy ahora en los estudios «Victor», de Nueva York, registrando las canciones de «El día que me quieras», la película que quiero de todo corazón y que dedico a los amigos de España y de la América Latina. Estas canciones, como las de «Tango Bar», las encontrarán ustedes en discos «Victor», y ahora cedo el micrófono a mi amigo Le Pera, que es el autor de mis películas y de la letra de mis canciones" Por su parte Le Pera expresó: "Yo felicito a Gardel y a la casa «Victor» por este contrato y en cuanto a mí mismo, el placer de ver registradas mis composiciones en discos de magnífica calidad, se agrega la satisfacción de saberme interpretado por un artista del gran talento de Gardel". (Alguien dijo, y bien: "¡Hermanados en el arte y en la muerte!"). ¿Cuándo se conocieron Gardel y Le Pera? Se dijo que fue en París a raíz de una crítica adversa que hiciera el autor del cantor. Empero, de gran interés resulta lo que dice el actor Tomás Simari al respecto, en su libro "¡Mi Historia la escribo yo!" página 51: "Corría el año 1923. Terminada mi actuación en la sala del centro, el siempre animoso José Martínez, me apalabró para formar compañía y presentarme en su nuevo teatro de verano, sito en la calle Pasco, entre Cochabamba y San Juan. (...). Tenía para mi administración a un jovencito reconcentrado y muy inteligente, que mientras llenaba los «bordereaux», escribía letrillas de tango. ¿Su nombre? Alfredo Le Pera. Me acompañaba también en pleno éxito de su trayectoria, la cancionista Azucena Maizani que allí justamente hizo gala de su amplio repertorio, con la emoción de su personalidad. Representamos en tarde de lluvia torrencial, sobre chapas que captaban apenas el eco, «El Casamiento de Chichilo». Llegó Carlitos Gardel y así conoció en el Teatro de Verano al gran pibe Alfredo Le Pera. ¿Que de antes habían confraternizado? No lo creo. Pero lo único cierto, es que ambos se tomaron de la mano para el éxito popular, que sólo el dolor de Medellín pudo quebrar" Uno de sus primeros tangos "El Carillón de la Merced", que escribiera Enrique S. Discépolo en Santiago de Chile cuando realizara por el país del Pacífico una gira teatral por 1928 ó 29, mereció ser grabado por Gardel. Le Pera nació en San Pablo, Brasil y falleció en Medellín, Colombia.

martes, 3 de febrero de 2015

EL DUENDE DEL TANGO

Ferrer, Horacio Arturo Poeta, compositor, recitador y difusor (2 junio 1933 - 21 diciembre 2014) vio la luz en un hogar montevideano impregnado de arte. De muy niño escribía ya versos, obras para títeres y, algo después, milongas que cantaba, acompañándose en guitarra, para sus amigos del barrio en el sótano de un almacén. Quien le enseñó a sacar tangos de oído en la guitarra fue un tío materno que vivía en Buenos Aires, en la margen occidental del Río de la Plata, adonde viajaba con sus padres frecuentemente. Fue ese mismo tío quien le haría conocer la noche porteña, con toda su galería de personajes bohemios. Sus primeros tangos surgieron a comienzos de los '50, apareciendo en ellos la temática y el estilo por momentos surreal de sus obras posteriores. Con amigos de la carrera de arquitectura y el coleccionista Víctor Nario inició en Uruguay un programa radial semanal: Selección de Tangos, desde el cual se propuso defender a las resistidas tendencias vanguardistas. De esa audición insurgente nacerá en 1954 El Club de la Guardia Nueva, que organizaba conciertos con Aníbal Troilo, Horacio Salgán y el revolucionario Octeto Buenos Aires de Astor Piazzolla. A éste lo conoció en 1955, al regresar Astor de Francia. Ese encuentro alcanzaría gran trascendencia. Ferrer redacta, ilustra y dirige durante siete años la revista Tangueando, mientras sus versos y sus tangos permanecen inéditos. En esa misma época, entre 1956 y 1959, estudia bandoneón y comparte una pequeña orquesta. Durante este último año publica su primer libro El Tango. Su historia y evolución, editado por la casa Peña Lillo. Por las dos ondas del SODRE, la radio oficial uruguaya, pone en el aire hasta 1967 ciclos orgánicos sobre la evolución del tango. En lo sucesivo conduciría numerosos programas radiales y televisivos en las dos orillas del Plata. Tras abandonar sus estudios de arquitectura ingresó como redactor a los suplementos del matutino montevideano El Día, y por pedido de Troilo escribió “La última grela”, tango con el que iniciara su trayectoria de letrista consagrado. Los años que siguieron abundaron en hechos significativos, y entre éstos la celebración del Primer Festival Universitario de Tango, con la participación de Piazzolla, Julio De Caro, César Zagnoli, Prudencio Aragón y otros. En 1967 graba los poemas de su “Romancero canyengue” para el sello argentino independiente Trova, acompañado por la guitarra de Agustín Carlevaro. El disco provoca que Piazzolla lo invite a escribir juntos, lo que harán intensamente hasta 1973. Así surge, como primer gran fruto, la operita “María de Buenos Aires”, que en 1968 estrenan, en la sala Planeta de Buenos Aires, Piazzolla con su orquesta de diez músicos, las voces de Héctor de Rosas y Amelita Baltar, y el propio Ferrer como recitante en el papel de El Duende. Trova la edita en dos LP, mientras van surgiendo los primeros tangos del binomio, como el ya clásico “Chiquilín de Bachín” y “Juanito Laguna ayuda a su madre”, mostrando un claro compromiso social. A lo largo de 1969 surge la serie de tangos llamados baladas, de los cuales “Balada para un loco” constituirá un éxito resonante, el primero auténticamente masivo que disfrutará Piazzolla. Entre varias obras en que Ferrer despliega su peculiar imaginario, con un lenguaje que lo distingue absolutamente de cualquier otro letrista (“Canción de las venusinas” y “La bicicleta blanca” son ejemplos de ello), sobresale “Fábula para Gardel”, una emocionada introducción al arte del genial cantor, con la poética excusa de un padre que le habla de él a su pequeño. En su estreno, el poema fue recitado insuperablemente por el propio Ferrer en el Luna Park de Buenos Aires, acompañado por ocho bandoneones y una gran orquesta bajo la batuta de Piazzolla, en una noche apoteótica. Aquellas producciones quedaron plasmadas en el disco Astor Piazzolla y Horacio Ferrer en Persona. Entre un extenso número de obras, presentaciones y premios en varios países, Ferrer colaboró con importantes artistas del género, como Roberto Grela, Leopoldo Federico, Raúl Garello y Horacio Salgán, con quien en 1975 compuso el “Oratorio Carlos Gardel”. Al año siguiente escribió con figuras ya míticas del tango, como Julio De Caro (“Loquita mía”), Pedro Laurenz (poniendo versos a “Esquinero”), Armando Pontier (“El hombre que fue ciudad”), Osvaldo Pugliese (“Yo payador me confieso”) y Aníbal Troilo (“Tu penúltimo tango”). Además de prolífico letrista (“Balada para mi muerte”, “El Gordo triste” y “El hombrecito blanco” son ejemplos de su poder creador), Ferrer es autor, entre otras obras, de El Libro del Tango, Arte Popular de Buenos Aires, cuya primera edición data de 1970. Sobre todo en su edición de 1980 en tres tomos (Antonio Tersol Editor), con más de dos mil páginas, es la referencia obligada de cualquier estudioso.