" de chiquilín te miraba de afuera"

" de chiquilín te miraba de afuera"
cafe de Garcia

martes, 24 de noviembre de 2015

"QUICO" ARTOLA

Héctor María Artola (30 de abril de 1903, San José - 18 de julio de 1982, Buenos Aires, Argentina) fue un director de orquesta, pianista, arreglador, bandoneonista y compositor uruguayo considerado una importante figura del tango. En su juventud integró una pequeña orquesta con Manuel García Servetto y otros amigos. En 1920 realiza algunas actuaciones como pianista y conoce a Juan Baüer (Firpito), quien lo entusiasmó para que se radicara en Montevideo. En 1921, se radicó en Montevideo para estudiar abogacía. Pero, lo primero que hizo Artola fue vincularse con los músicos de tango en los ambientes nocturnos. Conoció a Arolas y, en algunas oportunidades, reemplazó al pianista de su conjunto. Recordaba nítidamente que su primera interpretación fue el tango de Jovés “Una más”. Se encuentra nuevamente con Juan Baüer y forman entonces un terceto con Roberto Zerrillo en violín, en el que a veces se agregaba el baterista Lambertucci. Este trío prolongó sus exitosas actuaciones durante más de un año. En marzo de 1925 debuta en la orquesta de Carlos Warren, en la que también tocaba Edgardo Donato. En 1927, Artola integraba el elenco de Donato-Zerrillo, que también se presentaba en el teatro acompañando a Iris Marga, que cantaba “A media luz”. Recomendado por el compositor Juan Carlos Cobián, fue convocado por Eduardo Bianco para unirse a su orquesta en París. Bianco envió a Agesilao Ferrazzano a Montevideo con una carta contrato y la instrucción de convencerlo a que viajara con él enseguida. Sin pensarlo dos veces, Artola aceptó y embarcó hacia Europa, llegando el 24 de diciembre de 1927. A su llegada a París, luego de apreciar la técnica de los bandoneonistas europeos, expresaba Artola: «Me dio vergüenza y me puse a estudiar como loco...» Actuó en la orquesta Bianco-Bachicha, junto a Fioravanti Di Cicco, también uruguayo como él y los argentinos Ferrazzano, Mario Melfi, Miguel Tanga, Horacio Pettorossi, José Schumacher (El Inglesito), complementándose el conjunto con músicos franceses. Ya en 1928 viajan a España y tienen una larga temporada en Barcelona. Se separan los directores y Artola queda con Eduardo Bianco. Luego de un tiempo se aleja y viaja a Valencia donde se encontró con el trío Irusta-Fugazot-Demare en pleno triunfo y se incorporó a la orquesta, encabezada por Lucio Demare con el dueto de cantores, Irusta y Fugazot. La pareja de bandoneones la formaba Artola con Pedro Polito, que tuvieron gran aceptación. Se desvincula del trío en Madrid, para dedicarse al estudio de armonía y contrapunto con maestros españoles. Por entonces tuvo actuaciones en una orquesta española denominada Los Galíndez. En 1930 vuelve a París ingresando a la orquesta de Juan Bautista Deambroggio (Bachicha), presentándose en el cabaret Montparnasse. Integraban ese conjunto Alfredo y Ricardo Malerba. En 1931 viajan a Alemania en gira por varias ciudades. Al llegar a Hamburgo se encuentra con Los Ases Argentinos del Tango y ante el disgusto de Bachicha se une a este conjunto, numeroso elenco en el que cantaba Francisco Fiorentino. En los años 1932 y 1933, Artola se desempeña artísticamente en París, formando en las filas de la orquesta francesa Allonge. Recibe noticias entonces sobre el precario estado de salud de su tía, la que lo había criado y resuelve retornar a Montevideo. La revista Cancionera anunciaba el 4/10/34 el contrato de Artola para el acompañamiento de la celebrada cancionista Libertad Lamarque, junto al pianista Alfredo Malerba y el violinista Antonio Rodio. Esa labor de acompañamiento se prolongó hasta el año 1937. Artola y Rodio dejan el acompañamiento de Libertad Lamarque, y se reúnen con Miguel Nijensohn (pianista), Miguel Bonano (bandoneón) y Francisco Fiorentino creando el conjunto Los Poetas del Tango. Casi enseguida pasa a la orquesta de Francisco Canaro, sustituyendo a Federico Scorticati. En la temporada 1938 actúa con la orquesta de Rafael Canaro en París, hasta que, en 1940 las dificultades originadas por la guerra obligan su rápido retorno a Buenos Aires. De regreso, formó parte de la orquesta formada por Roberto Maida que actuaba en el cabaret Ocean con arreglos de Argentino Galván e integrada por excelentes músicos como: Héctor Stamponi, Emilio Barbato, Antonio Ríos, Julio Ahumada, Ernesto Rossi (Tití), Enrique Francini, entre otros. Luego, Artola pasa a la orquesta estable de Radio El Mundo, en tanto se dedica a los estudios de música en profundidad. También realiza trabajos de orquestación para diversos conjuntos e instrumentaciones para acompañamiento de intérpretes vocales. En marzo de 1941, forma parte del elenco dirigido por Osvaldo Fresedo, ante el vacío producido por el deceso de Luis Petrucelli, labor que prolonga hasta fines del verano de 1942. En 1949 deja de actuar como bandoneonista en la orquesta de Radio El Mundo, consagrándose como director orquestal en esa emisora y en Radio Belgrano y realiza arreglos para muchísimos vocalistas, entre ellos para Oscar Alonso, por quien siempre sintió predilección. Ha quedado el testimonio sonoro de su orquesta sinfónica argentina, realizado a comienzos de la década del 50, el maravilloso arreglo para el único disco de la orquesta de Elvino Vardaro en 1953 y en 1964, una obra con clima de tango llamada “Plegaria para un drama de tango”. En Europa, entre 1931 y 1932 grabó unos discos, hoy inhallables con el cantor Luis Scalon y en Buenos Aires dirigió una orquesta con aire disarliano, en la que actuaba el cantor Carlos Yanel, en 1956. En 1967 se retira de la actividad musical, aunque todavía quedaría, a esta altura un hecho trascendente. El 8 de noviembre de 1968 estrena en la Iglesia parroquial de San Juan Bosco, “Como el incienso”, primera composición en género tanguístico para iglesia, música de Héctor Artola y versos de Roque de Paola. No pueden quedar afuera de mención algunos de los exitosos tangos que aportó Artola a nuestra querida música popular. “Desconsuelo”, “Marcas”, “Tango y copas” y “Equipaje” con Carlos Bahr, “Falsedad” y “Serenidad” con Alfredo Navarrine, “En un rincón” con Homero Manzi. Tal la prodigiosa trayectoria de la que nosotros consideramos como la historia —en la que faltarán detalles— de lo que fue la figura más distinguida en tango que ha dado el Uruguay, dicho así sin abundar en adjetivos pero haciendo justicia. A fines de la década del 70, Héctor María Artola vuelve definitivamente a su tan querido pueblo de San José. Gravemente enfermo es trasladado a Buenos Aires, donde falleció el 18 de julio de 1982. Posteriormente sus restos fueron repatriados al cementerio de San José.

jueves, 5 de noviembre de 2015

EL NEGRO CELE

Celedonio Flores nació en la ciudad de Buenos Aires, en el barrio de Villa Crespo, habitado mayoritariamente por criollos e inmigrantes de diferentes orígenes. En ese activo foco de cultura popular transcurrió su infancia y su adolescencia, convirtiéndose en los años 20 en un poeta y letrista de gran popularidad y de hábitos bohemios. En su juventud también fue boxeador. Sus tangos, muchas veces sentenciosos y moralizantes, con descripción de sus personajes, recurrían abundantemente al lunfardo, el argot local de la región del Río de la Plata. Su mejor etapa creativa abarcó hasta principios de los años 30. En 1920 envió al diario Última hora, ya desaparecido, un poema titulado "Por la pinta", recibiendo 5 pesos como retribución. Los versos de dicho poema llamaron la atención de Carlos Gardel y de su compañero de dúo, José Razzano, que le pusieron música, creando el tango "Margot". Éste era una amarga crítica a la muchacha humilde y bonita que se acomoda y pervierte para escapar de su destino de pobreza. Gardel grabó 21 temas de Celedonio, entre los cuales se encontraba uno de los mayores éxitos de toda su trayectoria: Mano a mano, tango en el que un varón salda cuentas con la mujer a la que amó y le ofrece su desinteresada ayuda para cuando ella sea "descolado mueble viejo". Entre los otros tangos que grabó destacan "Mala entraña", El bulín de la calle Ayacucho, Viejo smoking, "Malevito", "Canchero" y "Pan". Este último contiene una descarnada crítica social, frente a la miseria que siguió a la crisis de 1930. Gardel se abstuvo por modestia de grabar uno de los mayores éxitos de Flores, Corrientes y Esmeralda, referencia a una famosa esquina de Buenos Aires que forman la Avenida Corrientes y la calle Esmeralda, porque la letra aludía a mujeres que soñaban con su pinta. Por razones comerciales, durante varios años Flores escribió exclusivamente para Rosita Quiroga, una notable cantante de fuerte carácter arrabalero y poco refinada. Con el paso de los años, los tangos de Celedonio comenzaron a formar parte de los repertorios de numerosos cantantes, desde Ignacio Corsini y Alberto Gómez, hasta Edmundo Rivero y Julio Sosa. Otras letras que aunaron valor y éxito fueron las de "Muchacho", "Viejo coche", "Sentencia" (una canción protesta), "Atenti, pebeta" (tema de corte humorístico), "Pobre gallo bataraz", "Si se salva el pibe" y "Por qué canto así". "La musa mistonga", compuesto por Celedonio y grabado por Rosita Quiroga el 1 de marzo de 1926, fue la primera grabación que utilizó el sistema fonoeléctrico en Argentina. Cuando murió, llevaba ya cuatro años la imposición de una férrea censura gubernamental sobre las letras de tango, de las que se suprimía todo término lunfardo y cualquier referencia social o moral que no coincidiera con las tesis del gobierno creado a raíz del golpe militar del 4 de junio de 1943. Las letras de las composiciones de Celedonio fueran modificadas tanto que amargaron los últimos años de vida de Celedonio. La censura fue anulada por el entonces Gral. Juan Domingo Perón, a pedido de muchos letristas y poetas del tango de la época.

lunes, 2 de noviembre de 2015

POETA DE ARRABAL

Homero Nicolás Manzione, como verdaderamente se llamaba, nació de madre uruguaya y padre argentino (se diría que como el propio tango) en Añatuya, un empalme ferroviario de Santiago del Estero, una casi desértica provincia del noroeste argentino. Allí probaba fortuna su padre como discreto hacendado rural. Con siete años Homero ya estaba radicado en Buenos Aires, para comenzar su educación en el colegio Luppi, del humilde y alejado barrio de Pompeya. Cada elemento de aquel paisaje -desde el largo paredón que recorría camino de la escuela hasta el terraplén del ferrocarril, en una mágica reunión de ciudad y pampa- quedará capturado en algunas de sus letras posteriores, como la de “Barrio de tango” (de 1942) y la de “Sur”. El vals “¿Por qué no me besas?”, de 1921, fue su primer y olvidada pieza, con música de Francisco Caso, quien años después vincularía a Manzi con Troilo. Nacería así uno de los más lúcidos binomios autorales del tango. La prematura muerte del poeta, abatido por un cáncer, fue llorada por Troilo con “Responso”, un conmovedor tango instrumental. Este mismo músico genial y un Manzi agonizante habían rendido tributo a otro letrista fundamental, Enrique Santos Discepolo, con otro tango antológico: “Discepolín”. Este moriría del corazón antes de concluir ese mismo año. Un aporte decisivo de Manzi a la música rioplatense fue el remozamiento y la jerarquización de la milonga, género que convive con el tango como un testimonio de sus orígenes. Junto con el pianista Sebastián Piana escribió grandes clásicos, como “Milonga sentimental”, “Milonga del novecientos” y “Milonga triste”. Piana y Manzi son autores, además, de tangos tan prominentes como “El pescante” y “De barro”, y de un vals de singular belleza: “Paisaje”, sin olvidar a “Viejo ciego”, cuyas notas -posteriores al poema- fueron puestas por Piana y Cátulo Castillo. Otra vertiente particular en la obra de Manzi fue su mimetización con la fiebre romántica que contrajo el tango en los años '40, tendencia a la que legó piezas de extraordinario valor, como “Fruta amarga”, “Torrente”, “Después”, “Ninguna” o “Fuimos”. En este último, escrito con el inspiradísimo bandoneonista José Dames, Manzi construye un poema de imágenes enormemente audaces (“Fui como una lluvia de cenizas y fatigas / en las horas resignadas de tu vida...”) para una canción popular, y, de hecho, “Fuimos” cautivó al público y a los intérpretes, quedando instalado como un paradigma del tango elaborado y estéticamente ambicioso. De la extensa y rica producción de Manzi deben, como mínimo, destacarse un puñado de tangos sobresalientes, no en pequeña medida debidos a la calidad de los músicos que este poeta eligió como compañeros de creación. Ninguna antología del tango puede olvidar “Monte criollo”, con Francisco Pracánico; “Abandono”, con Pedro Maffia; “Malena”, “Solamente ella”, “Mañana zarpa un barco” y “Tal vez será mi alcohol” (que la censura obligaría a convertir en “Tal vez será su voz”), con Lucio Demare; “Recién”, con Osvaldo Pugliese; “En un rincón”, con Héctor María Artola; “Fueye”, con el cantor Charlo; “Manoblanca”, sobre una antigua página de Antonio De Bassi; los valses “Romántica”, con Félix Lipesker y “Romance de barrio”, con Troilo, y sobre todo dos tangos definitivos: “El último organito”, con su hijo Acho, y “Che bandoneón”, con Troilo. Los 44 años que vivió Manzi le alcanzaron también para ejercer el periodismo y la cátedra, para incursionar profusamente en el cine y para una intensa y azarosa militancia gremial y política, que concluyó con su adhesión al peronismo. La letra de tango fue, sin embargo, su verdadero elemento, y es hoy la que lo mantiene vivo.

EL HIJO DEL PELUQUERO......

Nació en Buenos Aires el 26 de noviembre de 1903 en el barrio de Almagro, en el hogar de una familia de inmigrantes italianos. Su padre era peluquero y músico aficionado, tocaba varios instrumentos como el mandolín, la guitarra y el piano. Fue él quien lo alentó musicalmente desde pequeño, regalándole diversos instrumentos. Ya a los 10 años estudiaba música junto a su padre. Estudió también en el instituto Musical Odeón, con el maestro D´Agostino. También realizó estudios junto a dos importantes músicos argentinos: el virtuoso Ernesto Drangosch (1882-1925) y el compositor Juan Francisco Giaccobbe (1907-1990).Debutó en un trío infantil cuando solo tenía 12 años. De manera profesional lo hizo cuando tenía 17 años en un cine de barrio tocando valses y fragmentos de óperas, Además era profesor de piano, esto refleja su precocidad en cuanto a la música. En 1922 se presentó por primera vez en radio. Cuatro años más tarde, en 1926, conoce a Homero Manzi con quién formara un equipo famoso por escribir numerosos tangos en los años siguientes. Hacia 1930 Rosita Quiroga le encargó a Homero Manzi que escribiera una milonga y éste le pidió a Piana que compusiera la música, para así poder escribir los versos. Fue ahí que compuso "Milonga del 900" en tan solo una hora. El final de la historia es más que irónico ya que "Milonga del 900" recién tuvo versos tres años después de haber sido compuesta por Piana. Siguió componiendo milongas acompañadas por los versos de Manzi, como: "Ropa Blanca" o la muy famosa "Negra María". Piana es, además, autor de "Milonga de los fortines", "Milonga de Juan Manuel", "Milonga de Puente Alsina" y también de un conjunto de músicas en colaboración con el poeta León Benarós, como "La Milonga de Arolas". La milonga por aquellos tiempos estaba relegada a tan sólo letra, fue Piana quien la renovó porque la música, según él (y según las reglas del Arte) era lo fundamental. Piana fue también autor de piezas que figuran entre los mejores tangos como "Silbando" (Letra: José González Castillo.1923), "Tinta Roja" (Letra: Cátulo Castillo.1941), "De barro", "El pescante" (Letra: Homero Manzi. 1934), "No aflojés" (Letra: Mario Battistella. Música en conjunto con Pedro Maffia. 1934), "El parque de artillería" y "Son cosas del ayer", entre otros. Aún a los 90 años seguía componiendo y dando clases. Escribió alrededor de quinientas obras y fue presidente de la Academia Porteña del Lunfardo. En 1985 recibió un Diploma al Mérito de los Premios Konex como uno de los 5 mejores compositores de tango de la historia en Argentina. Murió el 17 de julio de 1994.-