Ovidio
Cátulo González Castillo
Nacimiento Argentina 6 de agosto de 1906 Buenos Aires
Muerte 19 de octubre de 1975 Buenos Aires, Argentina
Ocupación Letrista y compositor.
Su padre José González Castillo, de ideología anarquista, pretendió inscribirlo en el Registro Civil como Descanso Dominical González Castillo, pero como se lo negaron sus amigos le convencieron para que cediera y entonces le anotó con el nombre con el que finalmente pasó a la historia. Pasó parte de su infancia en Chile, donde su padre debió exiliarse a causa de sus ideas anarquistas y regresó a la Argentina en 1913. Por su parte Cátulo estuvo afiliado al Partido Comunista.
A sus 17 años compone Organito de la tarde, su primer tango, al tiempo que practica boxeo, llegando a ser campeón argentino de peso pluma y preseleccionado para las olimpíadas de Ámsterdam.
En 1926 viaja por primera vez a Europa, donde luego va a dirigir su propia orquesta.
Durante la década del `30, obtiene una de las cátedras del Conservatorio Municipal Manuel de Falla. Hacia 1950 llegará a ser director de dicho conservatorio, cargo con el que se jubiló.
Durante los ´40 y 50´, cuando el tango vuelve a su apogeo, se consagra a la poesía y escribe con los compositores más destacados: Mores (Patio de la Morocha), Pontier (Anoche), Pugliese (Una vez), Piana (Tinta roja y Caserón de tejas), y su gran colaborador desde 1945: Aníbal Troilo (María, La última curda, Una canción).
Se dedicó al periodismo en diversas revistas, publicó el libro Danzas Argentinas (1953), hizo canciones para distintas películas, escribió el sainete lírico El Patio de la Morocha (con música de Troilo), fue secretario y presidente de SADAIC en distintos ciclos.
En 1953 fue designado presidente de la Comisión Nacional de Cultura de la Nación.
En 1955 la dictadura autodenominada Revolución Libertadora (Argentina) lo despoja de todo lo que había conseguido. Su esposa, Amanda Pelufo, se refiere en estos términos a aquella época:
“Lo teníamos todo y de pronto, en 1955, nos quedamos sin nada. Cayó Perón, llegó la Libertadora y a Cátulo lo echaron de todas partes. Ya no pudo tener cátedras, ni dirigir SADAIC, ni estar en Cultura. Ni siquiera pudo cobrar sus derechos de autor porque SADAIC, precisamente, fue intervenida. En el peor momento hasta llegaron a prohibir que se pasaran sus temas por radio. No le perdonaron nada. Para empezar que un tanguero estuviera en Cultura. Después que haya sido el primero en llevar el tango al Colón… Vendimos todo y nos recluimos. Cátulo escribía tangos, pintaba al estilo de Quinquela y sobre todo descubrió su amor por los animales. Llegamos a tener 95 perros, 19 gatos y dos corderitos: Juan y Domingo”
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A raíz de la persecución de la dictadura de Pedro Eugenio Aramburu debió abandonar su profesión. Siendo incluido en las listas negras junto a decenas de tangueros como Hugo del Carril, Nelly Omar, Héctor Mauré, Anita Palmero, Chola Luna, entre otros, fueron perseguidos por sus ideas políticas y prácticamente nunca más volvieron a trabajar hasta su caída.3
Con el deshielo de los 60, vuelve a plena actividad. Sigue componiendo, escribiendo guiones radiales, trabajando en SADAIC. Publicó la novela Amalio Reyes un hombre, que llevó al cine Hugo del Carril. También publicó Prostibulario, acerca del cual se cartea con Perón, en 1971. Su obra resulta indiscutible por el éxito alcanzado: “María”, El último café”, “La última curda”, “La Calesita”, “Café de los Angelitos”, “Desencuentro”, “Y a mi qué”, “A Homero”, “Arrabalera”, “Mensaje”, “Tinta roja”, “Patio mío”, “Caserón de tejas” y tantos otros.
En 1974, lo designan Ciudadano ilustre de la ciudad de Buenos Aires. Al recibir el galardón, Cátulo relató esta breve fábula: “El águila y el gusano llegaron a la cima de una montaña. El gusano se ufanaba de ello. El águila aclaró: `Vos llegaste trepando, yo volando´. ¿Pájaros o gusanos? – inquiría Cátulo – he aquí una pregunta clave”.
Falleció el 19 de octubre de 1975.