" de chiquilín te miraba de afuera"

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cafe de Garcia

domingo, 5 de julio de 2015

EL GALÁN CANTOR

Actúa en varias orquestas de barrio, entre ellas la del bandoneonista Enrique Bardi, quien lo presentaba como «el galán cantor». En una de esas actuaciones lo escucha Aquiles Roggero, violinista y director de la Orquesta Símbolo Osmar Maderna, quien lo cita a Radio El Mundo para realizar un prueba, de la que sale airoso, haciendo su debut el 15 de septiembre de 1954. Actúan en Radio El Mundo, en el mítico programa Glostora Tango Club. Fueron sus compañeros Jorge Durán y luego Tito Dávila y Jorge Hidalgo. Permaneció en esta orquesta entre 1954 y 1958, dejando 8 registros para el sello Pampa. Uno de ellos con gran éxito: “Llamame amor mío”. Como cantor de orquesta logra su consagración definitiva cuando pasa a integrar la del maestro Carlos Di Sarli, una de las mejores orquestas de todos los tiempos. Con esta formación debutó el 1 de julio de 1958, en el dancing Mi Club y dejó cuatro grabaciones, destacándose “Hasta siempre amor”. Fue el último cantor del Señor del Tango. Disuelta la orquesta por la muerte del maestro, son muchos los directores de orquesta que lo tientan, pero el destino lo precipitó a una nueva etapa como solista. Comienzan sus actuaciones por televisión y actúa en los programas de mayor audiencia: Casino Phillips, El Special y Grandes Valores del Tango. Realiza giras por todo el país, visitando ,además, con mucha frecuencia Perú, Chile, Uruguay, México y Brasil. A partir de 1970 continúa una importante y variada labor discográfica con diferentes formaciones. Para el sello Magenta graba 12 temas (1970), en Music Hall (1972) 2 temas acompañado por la orquesta de Horacio Malvicino. En 1973 sale un larga duración (12 temas) con el acompañamiento del cuarteto de Miguel Nijensohn, en el que se destacan los temas “No la traigas” y “Un desolado corazón”. También graba con las orquestas de Jorge Dragone, Rubén Sosa, Ángel Cicchetti, Lito Scarso, Alberto Di Paulo, Lucio Milena y Víctor D'Amario. En su estadía en Perú (1982) graba un L.P. compuesto íntegramente por valses peruanos, con acompañamiento de guitarras. Es un fiel representante de la camada de buenos cantores surgidos a partir del cincuenta y que tuvieron que lidiar con los tiempos más difíciles de nuestra música ciudadana. No obstante, se destacó entre sus colegas y, valga como prueba, el disco compacto que lleva por título «Horacio Casares, la voz que el tango esperaba».