" de chiquilín te miraba de afuera"
sábado, 4 de febrero de 2017
" EL MOSQUETERO DEL TANGO"
Juan Carlos Bazán
Clarinetista, compositor y director
(26 junio 1887 - 9 mayo 1936)
Según dicen, algunas de sus composiciones las firmó con el seudónimo de El Mosquetero. Sus estudios fueron muy limitados, no pasaron de algunos grados del primario. A los 13 años, comenzó a trabajar como aprendiz de tipógrafo en los talleres del diario La Prensa. Pero, al poco tiempo, por una huelga lo dejaron sin empleo. Sin embargo, pudo continuar en el gremio. Ingresó al diario El Porteño, dirigido por Emilio Morales, quien luego fundara La Razón. También trabajó en ese periódico pero tuvo muchas frustraciones y decidió probar suerte con la música. Quienes rastrearon sus pasos sitúan el hecho por el año 1903, cuando los tangos eran apenas un puñado.
Un bailarín conocido como El Tuerto Pedrín, silbando le trasladó a su oído los tangos que conocía. Y así se largó. Cuentan que fue en un ranchito en la paupérrima y tenebrosa bajada de Belgrano, donde se juntaban pescadores y malandras. Lo llamaban La Red, allí habría debutado, con flauta, trompeta o clarinete, acompañado en guitarra por un tal Félix Castillo (El Chino).
Poco tiempo después se hace profesional, gana los primeros pesos y una amistad para el resto de la vida: conoce a El Pibe Ernesto Ponzio, violinista, compositor, ladrón y deudor de una muerte que luego pagó con 11 años de cárcel. Forman un cuarteto junto a Vicente Ponzio, tío de El Pibe, también violinista y El Tano Tortorelli en arpa. Pronto integran otro cuarteto, esta vez con Eusebio Aspiazú en guitarra y Félix Riglos en flauta. Actúan en los studs del Bajo Belgrano y en algunos locales primitivos: La Fazenda, La cancha de Rosendo (lugar vecino al viejo hipódromo de Belgrano ubicado donde hoy está el estadio de River Plate) y La Milonga del Chino Pantalión, donde una trifulca le dejó para siempre el plomo de un balazo en una de sus piernas.
Es por ese tiempo que Ponzio marcha preso y El Gordo, desorientado, retorna a la tipografía, esta vez en un periódico La Linterna de Flores, editado por Juan José de Soiza Reilly, quien firmaba sus notas con el seudónimo de Agapito Candilejas. Pero aguantó poco. Llamaba la música, esta vez, definitivamente.
Junto al violinista Francisco Postiglione llegó a Roberto Firpo que actuaba en El Velódromo, en Palermo, era el año 1906. Allí nació la ocurrencia del patrón de ubicar a Bazán en la puerta tocando su instrumento y así, llamar la atención de los parroquianos que tenían que optar por El Velódromo o por Hansen, un local vecino. Le resultaba divertido, además, fue el motivo de inspiración de su tango “La chiflada”.Y cumplió bien su cometido, le restó tanto público a Hansen que su dueño terminó contratándolo con alguno de sus muchachos y con mejor paga.
Respecto a la música de esa llamada, se dice que era semejante a la utilizada por Villoldo en su tango “Chiflale que va a venir”.
En 1910, armó su propio cuarteto junto a Luis Bernstein (bandoneón), Tito Roccatagliata (violín) y Modesto Rodríguez (piano). Los dos últimos reemplazados más tarde por El Pardo Alcorta y Roberto Firpo. Entre otros lugares actuaron en el Café Oriental, de la calle Entre Ríos entre Estados Unidos y Carlos Calvo. Estuvo ligado a Firpo desde 1916, interviniendo en su orquesta cuando era requerido. Desde entonces y hasta su fallecimiento, cada vez que escuchamos un clarinete en una grabación de Firpo, ese clarinete es el suyo.
A fines de 1917, condujo otra formación junto a Juan Carlos Cobián, Eduardo Arolas y Roccatagliata. También, integra la orquesta teatral de la compañía Vittone-Pomar, en la obra de Carlos Mauricio Pacheco: Cabaret. La orquesta gigante formada por Francisco Canaro y Firpo para los carnavales en el Teatro Colón de Rosario, lo tuvo entre sus músicos.
En 1921, formó una orquesta con Emilio De Caro, Nicolás Vaccaro, Juan Bautista Deambroggio y Alejandro Michetti. Viajaron a Perú. Fue un fracaso y regresaron sin dinero. Pero se repuso —entre los años 1923 y 1927—, cuando animó, con continuidad, las veladas veraniegas del distinguido Club General Pueyrredón, de Mar del Plata. La publicidad anunciaba a la Orquesta Típica Criolla y Americana de Juan Carlos Bazán y se citaba a los integrantes: A. Fernández, en drumm (sonaba mejor que batería), Raymundo Petillo (piano), José María Bianchi (bandoneón), Bernardo Germino (concertino), Vicente Russo (violín), Pascual Mazzeo (bandoneón). En el lugar daba clases de baile el popular Casimiro Aín. Empero, su contrato finalizó abruptamente cuando consiguió los favores de una dama, por cierto muy distinguida también, con quien contrae matrimonio, aunque él ya estaba casado.
Afortunadamente, gracias al cine nos ha quedado su imagen en la primera película sonora argentina: ¡Tango! (1933). Formó para la ocasión el Conjunto de La Guardia Vieja, junto a su recuperado amigo Ernesto Ponzio. Se ve también a Bianchi (bandoneón), El Pardo Alcorta (segundo violín), Vicente Pecci (flauta), Eusebio Aspiazú (guitarra). Interpretan “Don Juan (El taita del barrio)”, un fragmento de “El entrerriano” (momento en que baila El Cachafaz), un fragmento de “La chiflada” y, acompañando a Tita Merello, cuando canta “Yo soy así para el amor”.
Con la misma formación tuvo presentaciones en el Teatro Nacional. Y en 1934, en un reportaje comentó que estaba empeñado en formar un conjunto de música nativa con Parreño, Navas y el dúo Pérez-Estrella, ignoramos si tal iniciativa se llegó a concretar. Al año falleció Ponzio, el conjunto tanguero se dispersa y su trayectoria en la música se apaga como su propia vida, meses después de la de su amigo.
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