" de chiquilín te miraba de afuera"
viernes, 3 de junio de 2016
"EL GRAN DI FILLIPPO"
Roberto Di Filippo
Nombre real: Di Filippo, Roberto
Bandoneonista
(12 junio 1924 - 15 febrero 1991)
nació en Peyrano, una pequeña localidad del sur de la provincia de Santa Fe, hijo del matrimonio compuesto por don Antonio Di Filippo y doña Angela Colonna. De los nueve hijos que tuvieron, cinco recibieron educación musical.
Don Antonio, empleado ferroviario, como buen italiano, tenía el gusto y el cariño por la música. Y así fue que cuando el maestro Eduardo Vétere comenzó a viajar desde Rosario hasta Peyrano para atender su propia academia, cinco hermanos Di Filippo fueron anotados en ella, instruyéndose Lucio en bandoneón, Vicente en violín, Juan en bandoneón, Dominga en piano y violín y Roberto —quien aún no tenía 6 años—, en bandoneón. Y siendo unos niños, formaron una orquesta típica infantil que se desempeñó en reuniones y bailes, ganando aplausos, simpatía y adhesión del vecindario.
Roberto, debido a su dedicación y a sus aptitudes naturales, logró formarse sólida y precozmente, decidiendo hacer profesión de la música. Cuando tenía 17 años y fue requerido por Roberto Zerrillo en la Capital Federal, era ya un instrumentista sumamente capacitado. Le faltaba únicamente foguearse en la labor de conjunto, afianzamiento que consiguió rápidamente. En 1941, con esa orquesta llegaron sus primeras grabaciones. Intervino en los registros de los tangos “El repique”, de Elvino Vardaro, y “Aquel preludio de amor”, del propio Zerrillo.
Paralelamente, comenzó una intensa labor profesional participando en conjuntos para acompañamientos de cantantes solistas, hasta que a poco de estar en Buenos Aires se vinculó con tres jóvenes que ya habían alcanzado a trascender en los círculos tangueros: Orlando Goñi, Francisco Fiorentino y Ástor Piazzolla.
Nombraré —por el solo placer de regodearme— la fila de bandoneones del conjunto de Orlando Goñi: Jorge Martínez, Eduardo Rovira, Antonio Ríos, Luis Bonnat y Roberto Di Filippo. Luego, en la agrupación Piazzolla-Fiorentino, al lado del fueye del director, estuvo Di Filippo junto a otros dos buenos instrumentistas: Fernando Tell y Ángel Genta.
Pero de esa época trascendente del tango, tal vez lo que más quede grabado en el recuerdo de todos —ayudado, felizmente, por los testimonios discográficos (Odeon, 1946 a 1949)—, es su actuación en la orquesta de Ástor Piazzolla, en donde cumplió una extraordinaria labor junto a otros dos excelentes bandoneonistas: Abelardo Alfonsín y Vicente Toppi. En ese conjunto se puede apreciar el especial lucimiento de Di Filippo, porque desarrollaron un nutrido e importante repertorio instrumental. «Estoy prendido en todas», recordaba.
Después, a mediados de 1949 pasó a la orquesta de Julio De Caro, incursionó en la de Joaquín Do Reyes para finalizar su carrera en la orquesta de Horacio Salgán, director que lo mismo que Ástor, lo distinguió preferentemente. Pese a que hubo un inconveniente que los enemistó temporalmente. Le pasamos la palabra al propio Di Filippo:
«En abril de 1950 me incorporé a la orquesta de Salgán y posteriormente, comenzamos a grabar en Victor. Hicimos los tangos “Recuerdo”, “La clavada”, “Como abrazado a un rencor” y “Motivo de vals”. Una vez concluidos estos registros le comuniqué al director que me retiraba del conjunto pues había sido nombrado músico de la orquesta estable de Radio Splendid. Salgán se puso furioso e hizo suspender la venta de esas grabaciones. Hizo de nuevo todos los registros pero sin mí. La carátula del disco, sin embargo, estaba hecha, y yo aparezco al lado de Leopoldo Federico, y ésa no se modificó. Así que figuro en la fotografía pero no en las grabaciones».
Después de 1950, cuando comienza a notarse la declinación de las fuentes de trabajo para las orquestas de tango, y en especial, las de formación numerosa, Di Filippo decide asegurar su tranquilidad económica y después de pedir consejo a Piazzolla, determina aplicarse al estudio de otro instrumento no convencional que lo vincule a la música clásica y le permita acceder a algún grupo sinfónico de importancia. Elige el oboe, un instrumento cuya ejecución es de extrema dificultad. Acompaña la idea con la acción, siempre con Piazzolla de ladero, y adquiere un oboe usado, al mismo tiempo que es presentado por el autor de “Verano porteño” al maestro Edmundo Gaspart, ex solista de la orquesta del Teatro Colón, con quien comienza inmediatamente a estudiar con su habitual vehemencia y seriedad.
En 1951, ya ha ingresado a la orquesta estable de Radio Splendid como bandoneonista, pasa a tocar el oboe en el mismo conjunto, en el que se mantuvo por espacio de nueve años. En 1961, por concurso, se incorpora a la orquesta del Teatro Colón, en la que permanece por espacio de casi veinte años, actividad con la cual alcanzaría la jubilación en 1980, no sin antes haber formado parte en otras agrupaciones como el Quinteto de Cámara Philarmonía y el de la Policía Federal.
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