" de chiquilín te miraba de afuera"

" de chiquilín te miraba de afuera"
cafe de Garcia

miércoles, 24 de diciembre de 2014

LA NAVIDAD Y EL TANGO

} En el año 1931, el pianista Fioravanti DI Cicco compuso el tango “NAVIDAD”, que grabó el 13 de mayo Francisco Canaro y su orquesta, con el autor al piano. Éste es uno de los primeros tangos que mencionan en su título la fecha, claro que sin letra. Varios años después, a finales de los cincuenta, la orquesta Símbolo Osmar Maderna registró con el cantor Adolfo Rivas, “BRINDIS PARA NAVIDAD”, de Julio César y Aquiles Roggero (director del conjunto). Aprovechando la fecha, el 3 de diciembre de 1958, Juan D’arienzo grabó con su orquesta y el cantor Jorge Valdéz el vals “FELIZ NAVIDAD”, de D’arienzo, Juan Polito y Ernesto Rodríguez. El simple estuvo en la calle a mediados de ese mes, se vendió para las fiestas y luego no tuvo casi difusión. Florindo Sassone, registró con su orquesta y la voz de Rodolfo Lemos “Feliz noche de amor” de Sassone y Lemos, a principios de los setenta. El tema más difundido sobre la Navidad es el tango de Osvaldo Pugliese con letra de Eduardo Moreno que lleva simplemente este nombre “NAVIDAD”. Fue grabado para el disco “El Tango se llama Osvaldo Pugliese” de 1966, y lo cantó el popular Jorge Maciel. Aquí la letra evoca a la familia, a los que no están y habla de la esperanza, colocando además una vidalita en medio del tango “llegó la Navidad al humilde rancho…” dice el protagonista, y después añora “cuánta felicidad, con el amor de mis padres, vendrán muchas navidades, pero aquella ya no vuelve más, en el pasado están las dulces horas alegres…" LA NAVIDAD EN JULIO En 1976. el maestro Horacio Ferrer escribió “NAVIDAD EN EL ABASTO”, situando el nacimiento de Aníbal Troilo, el 11 de julio de 1914, como el otro milagro sucedido en el abasto, y así lo cuenta: “y en la ventana un divino Gardel de la guarda…reza, A la calle a la calle, bandoneoncitos, con un tango de cuna, canten bajito… …y al fin con voz agorera que estremece a la pared, varón! dice la partera , de zurda el padre golpea la mesa volcando el vino y el vino bautiza al niño, vivirá muerto de sed, se morirá de cariño, renacerá siempre y será primero y último…Amén. A la yeca, a la yeca, que cada uno le de un beso a la vieja, nació Pichuco! El poema, con música de Ciro Pérez, fue grabado en el disco “Horacio Ferrer y su amigos” con acompañamiento de Ciro Pérez, Alfredo Sadi, Beto Quinteros, Tito Sadi y Remberto Narváez y recitado del propio Horacio. NOCHEBUENA Casi nunca aparecen letras dedicadas a la nochebuena, o sea el momento del nacimiento del niño Jesús. Curiosamente, en 1944 apareció el disco “EL VALS DE NOCHEBUENA” por Alfredo de Angelis con la voz de Carlos Dante. Pero lejos de hablar del motivo de la noche, sus autores Néstor Rodi (glosista de la orquesta de De Angelis) y Domingo Loso, ubican al protagonista añorando a su novia perdida y justamente eso ocurre en el momento del brindis y de la alegría, de la Navidad: “Ternura de mi corazón, en esta noche donde estás, Retorna mi paloma azul de amor…. Ya brindan gritos de ansiedad campanas música y canción, Las doce dan y tu no estás, y lloro en esta navidad….” Gabriel Soria Letras para recordar: NAVIDAD (tango) Letra : Eduardo Moreno / Música: Osvaldo Pugliese Navidad, en la casa de mis padres canción de Nochebuena y escuchando en el patio con malvones el cuento aquel de la abuela. Una dulce esperanza en Año Nuevo reinaba en nuestra casa y en redor de la mesa tan humilde estaba de fiesta el alma. Cuánta felicidad, con el amor de mis padres, vendrán muchas Navidades, pero aquella ya no vuelve más. En el pasado están las dulces horas alegres que recordarán mis hijos mañana cuando ellos canten en su hogar. (recitado) Llegó la Navidad al humilde rancho y trajo la emoción de viejos días, de cuando mamá buena les cantaba y se vivían horas de alegría. El chango eleva siempre su cabeza buscando el tata ausente en una estrella. Si no tuve juguetes que alegraran los días de la infancia, mis tristezas tuvieron las caricias de aquellas lindas mañanas. Cuando el diario bregar por el sustento hirió mis tiernas manos en el rudo trabajo mi esperanza volcaba su dulce canto. Feliz Navidad (Vals) Letra: Ernesto Rodriguez / Música: Juan D’arienzo y Juan Polito En torno a la mesa es todo alegría, se olvida una pena, se olvida el rencor. Y en la cabecera, la abuela dichosa estrecha amorosa al nietecito menor. Dos lágrimas tiemblan en cada pupila, refleja su rostro feliz emoción. Los nietos rodean su blanca cabeza, formando una rueda de dicha y amor. Brindemos, hermanos, brindemos, amigos. Salud para el Padre, bendígalo, Dios. Y para ti, Madre, un beso profundo de mi corazón. Campanas de gloria echadas al vuelo repican y dicen por la inmensidad. Que hay paz en la tierra y hay luz en el cielo repican y dicen Feliz Navidad!

domingo, 14 de diciembre de 2014

El GRAN

Nació en la ciudad de La Plata, capital de la provincia de Buenos Aires. Fue uno de los jóvenes músicos argentinos que instaló el tango en París, junto a Manuel Pizarro, Eduardo Bianco y Genaro Espósito. Luego hubo otros, pero los pioneros fueron ellos. De adolescente, muy pronto lo atraparon el bandoneón y la música y, luego de los primeros conocimientos adquiridos, se perfeccionó con Alfredo Bevilacqua, de sólida formación. Pero al mismo tiempo debió trabajar y sus oficios fueron rudos, como que a los trece años ya estaba en la fragua de la Fundición Vasena. Entre sus compañeros en la empresa se hizo amigo de otro amante de la música, Roberto Firpo, seis años mayor que él. Y según relató Enrique Cadícamo, fue Deambroggio quien le presentó a su maestro para estudiar juntos. En 1914, Firpo debutó con su orquesta y Bachicha fue su bandoneón. Previamente, en 1911 realizaron sus primeras presentaciones casi profesionales. Fueron en el Café Centenario, de la Avenida de Mayo, más conocido por Taka Taka y luego en La Castellana, en la misma avenida. Más tarde ocuparon la escena del Armenonville, del Palais de Glace y diversos cabarets. Solamente ellos dos. Surgió un primer viaje a Montevideo en 1916 y se sumaron Tito Roccatagliata y Agesilao Ferrazzano. Para algunos estudiosos fue cuando en el Café La Giralda, de 18 de Julio y Andes, estrenó “La Cumparsita”. Con orquesta propia, por un tiempo, Deambroggio estuvo ligado a algunas representaciones teatrales bajo la denominación de Orquesta Royal’s. Como ejecutante poseyó un estimable dominio técnico para su época, poseía un sonido fuerte y brillante, digitación fluida y correcta realización del ligado. Estas condiciones se hicieron más notables en sus registros realizados en Europa, por su lógica evolución y experiencia y por mejores condiciones técnicas para las grabaciones. Con Firpo acompañaron al dúo Gardel-Razzano, con el guitarrero José Ricardo, en una gira por ciudades del interior, para actuar en cines de la empresa Max Glücksmann. Fue en Punta Alta cuando Ricardo los advirtió de un bandoneonista que actuaba en el lugar y llamó su atención. Luego de escucharlo fue integrado y se formó un cuarteto, era Pedro Maffia. Estuvieron presentes sobre el escenario, en dos representaciones teatrales convertidas en hitos por sendos tangos. Una fue Los Dientes del Perro, en el Teatro Buenos Aires de Cangallo 1053, acompañaron a Manolita Poli cuando cantó “Mi noche triste” y aunque no era un estreno, fue el detonante para su formidable e inacabado éxito. Ocurrió el 16 de abril de 1918. La otra, fue el 12 de mayo de 1920 en el viejo Teatro Ópera de la calle Corrientes 860. Cuando en el sainete Delikatessen House, de Samuel Linnig y Alberto Weisbach, la actriz María Esther Podestá estrenó “Milonguita”. La orquesta se había agrandado con la presencia de Leopoldo Thompson (contrabajo), Juan Carlos Bazán (clarinete) y Adolfo Muzzi (segundo violín). También cabe destacar que en la primera versión de “La cumparsita” grabada por Firpo estaban, además del director, Deambroggio, Ferrazzano, Roccatagliata y el flautista Alejandro Michetti. Se separaron en 1921 y llegó su etapa europea. Primero, con el conjunto Los de la Raza, un grupo de actores y cantantes, donde estaba la cancionista Emilia García Alba, con el acompañamiento de un grupo musical integrado por Horacio Pettorossi, Bachicha, Mario Melfi, Bartolomé Chapella (autor del tango “Fosforerita”) y otros. Recorrieron ciudades de España durante casi un año hasta que decidieron regresar, pero varios siguieron en el viejo mundo. Deambroggio fue llamado a París por Eduardo Bianco y también incorporó a Pettorossi y a Melfi, que habían tomado lecciones de bandoneón con su compañero, para tener una mayor posibilidad de trabajo. Bianco directamente le ofreció figurar a la cabeza junto a él, nació así la Orquesta Bianco-Bachicha. Actuaron con gran repercusión en las mejores salas parisinas y grabaron para el sello Odeon. Permanecieron juntos hasta 1928. Luego, cada uno siguió su camino. Bachicha-Ferrazzano fue la nueva formación, de efímera vida. Finalmente, armó la Orchestre Argentin Bachicha, presentándose en la capital francesa y en giras por casi toda Europa, parte de África y el Medio Oriente, algo inusual para la época. Registró grabaciones en la mayoría de los países, siempre para Odeon, pero también con otros sellos: Cristal, Riviera, Typic. En los años 50, regresó fugazmente a nuestro país pero regresó a París donde falleció. En 1963, dejó viuda a la que fuera su cancionista, Emilia García. Hubo varios hijos y uno de ellos, Tito, que era pianista, se hizo cargo del conjunto, aunque la época ya no era la misma. A lo largo de su carrera tuvo varios vocalistas, improvisados la mayoría de ellos. En las grabaciones han intervenido Juan Raggi, Pettorossi, Melfi, Bianco, César Alberú, él mismo y su esposa Emilia. Fue compositor de más de una treintena de temas, aunque el único de gran repercusión, según dichos de Cadícamo, fue realizado por Pettorossi que lo obligó a aceptarlo como pago por un préstamo, se trata de "Bandoneón arrabalero". Agregó Cadícamo, que Pettorossi acostumbraba cuando estaba necesitado a tomar esas actitudes.

viernes, 12 de diciembre de 2014

EL TIO DE RINGO

Antonio Bonavena fue un excelente bandoneonista, que amaba su instrumento y se dedicó también a su enseñanza. Nació en San Constantino de Briático, Italia, en la provincia de Catania, región de Calabria. Llegó con su familia a la Argentina a la edad de 11 años y siendo adolescente comenzó a estudiar el bandoneón. Su hermano Vicente fue el padre del famoso campeón argentino de peso pesado Oscar Bonavena (Ringo). Comenzó su tarea profesional en 1925, en la recién inaugurada Radio Prieto, acompañando a los cantores y cancionistas del elenco de la emisora. Al mismo tiempo integraba diversos conjuntos, hasta que formó su orquesta en 1926. Con ella actuaba en Radio Argentina y también en la emisora La Voz del Aire. Dos años más tarde se vincula al sello Electra registrando, entre 1928 y 1929, 16 temas con un conjunto denominado Trío Regional, que interpretaba un repertorio de rancheras, foxtrots, valses y un solo tango, "Nicanora". En 1928, registra con su orquesta cinco temas (ningún tango) acompañando al cantor solista Carlos Viván (dos temas) y a la cancionista Mary White (3 temas). En 1930 cambia de sello grabador pasando a Columbia. En él, entre 1930 y 1932, graba con su orquesta 72 temas. En estas grabaciones integraban su orquesta los bandoneonistas Federico Scorticati, Gabriel Clausi y Vicente Sipulla; los violinistas Octavio Scaglione, José Fiocco, Antonio Buglione y Ángel Milito; el piano de José Tinelli y el contrabajista Francisco De Lorenzo. Como estribillistas actuaban Antonio Rodríguez Lesende, Antonio Buglione y Jorge Omar. En algunas ocasiones participaron también, Joaquín Mauricio Mora y Alberto Cima, en bandoneones, los violinistas Antonio Rodio y Cayetano Puglisi y los pianistas Eduardo Scalise y Oreste Cúfaro. Entre 1932 y 1934, fue contratado para actuar amenizando las veladas del Casino de la ciudad de Mar del Plata. De regreso a Buenos Aires desarrolló una larga labor en los tradicionales cafés de la calle Corrientes, en los bares nocturnos y cabarets, como Chantecler o Casanova. En uno de ellos, el Petit Salón, durante el año 1938 debutó en su orquesta un nuevo y joven cantor, Roberto Rufino de sólo 16 años. Por esos años también actuaron en su orquesta el pianista Manuel Sucher, luego el joven José Basso y los cantores Luis Mendoza y Roberto Flores (Chato). Como compositor produjo "Pájaro ciego", junto a Lito Bayardo, y los tangos: "Arlette" (letra de Horacio Sanguinetti), "Color de cielo", "Organito del suburbio" y "Tus cartas" (todos con letra propia), "El gavilán", "Mala racha", "Pordiosera", "Seguí nomás hermano", "Sigan tomando muchachos" (con Rodolfo Scafidi) y "Virgencita de Luján". Los valses: "Cariño que mata", "Lirio blanco", "Llanto de madre", "Martirios del alma" y "Una esperanza". Los foxtrots: "Francesita" y "Amor de oriente"; los shimmys: "Japonesita" y "Se va el tren"; las rancheras: "Metele que son pasteles", "La polca de espiante" y las milongas: "El barrio del tambor" y "Pueblera". Con esta breve semblanza Todo Tango quiere rescatar un excelente músico, injustamente olvidado.

lunes, 8 de diciembre de 2014

EL FLACO TITO

Nombre real: Cabano Bello, Tito Poeta, compositor, cantor, escenógrafo y actor (4 diciembre 1918 - 22 abril 1988) Las personas que lo conocieron son coincidentes en su descripción. Flaco, alto y un poco desgarbado, con su gorra con visera y su manera de relacionarse, siempre amena, participaba en las charlas, especialmente relacionadas al tango, o se recluía al fondo del bar a escribir versos en las servilletas. Alguna vez confesó, que gran parte de su obra la escribió en los diversos cafés que frecuentaba. Nació en Montevideo, República Oriental del Uruguay, en el pintoresco barrio Guruyú de la Ciudad Vieja. Incansable consumidor de cafés y cortados, fue un fumador impenitente pero con la peculiaridad de no beber alcohol, aunque no era abstemio. Si bien el tango, fue el motivo de mayor inspiración para sus versos, tenía otras pasiones, entre ellas, el carnaval y todo su contexto creativo. Participó en murgas y fue un seguidor del mítico Coro de la Aduana, que era el nombre de un grupo que se armaba para esas fechas y que competía con otras formaciones, como el caso de Las Ninfas de las Bóvedas (murga femenina) o Nos Obligan a Salir, verdaderos íconos carnavaleros del barrio de la Aduana. Realizó, además, escenografías y escribió guiones para los espectáculos callejeros de Los Saltimbanquis, Los Crema y Los Chevaliers, otras históricas agrupaciones del carnaval de Montevideo. Su obra más difundida y, sin duda, la más importante como autor, es el tango “Un boliche”, del cual hay dos versiones de antología, la de Aníbal Troilo con Roberto Goyeneche (1958) y la de Ángel Vargas con su orquesta, dirigida por Luis Stazo (1959). Curiosamente, el cantor Carlos Acuña, que compuso la música, recién lo grabó en 1983, con acompañamiento de guitarras. De esa época, es también, el muy buen registro de Josefina para el sello CBS Columbia. La letra de Cabano es una pintura costumbrista de increíble realismo adornado con bellas metáforas, que comienza: Un boliche como tantos, una mesa como hay muchas, un borracho que serrucha su sueño de copetín. El tema ofrece una descripción del café muy emotiva, pero el final de la segunda parte, es de una ternura conmovedora, narrada casi, como un guión cinematográfico: Y así, entre naipes, curda y canto de esta escena cotidiana, se oye la voz de una nena: ¡Papá, vamos que mamá te llama!... El periodista y gran comunicador del diario La República y de diversas radios de Montevideo, Luis Grene —fallecido en enero de 2011 a los 93 años—, hizo una muy rica narración de la personalidad del poeta en la cual, al mismo tiempo, lo va transportando y ubicando, como por un túnel invisible, por cada uno de los lugares habituales de su recorrido nocturno: «Su sensibilidad para retratar, en pocos versos, el alma de los barrios y sus vecinos, le nacía espontáneamente. De golpe, se apartaba de todos y, acomodándose su gorrita de visera, lo veíamos solitario en una mesita del fondo del bar. Fue una constante presencia en el bar y almacén El Hacha, también en el Libertad, de la Plaza Cagancha. «Meta escribir servilletas y papelitos. Podía estar en el antiguo Caballero, el de las interminables madrugadas con gente de ambiente. O, muy cerquita, en el viejo Vaccaro, siempre con personas vinculadas al ritmo canyengue. Si la cosa pintaba temprano en la noche, allí estaba Tito Cabano con el amigazo Miguel Ángel Manzi, en la cantina de don Roque Santucci, por José L. Terra y Blandengues.» En otra de sus crónicas, Grene continúa con la historia, profundizando el perfil del poeta. «Sus pasos lo llevaron a conocer íntimamente la Aduana y en toda la zona de El Bajo fue muy respetado. Por el Mercado del Puerto, lo veíamos en el pequeño bar de Carlitos, donde era el único que tomaba un cafecito mientras los demás le daban a la cerveza de barril y a los tradicionales chorizos al vino blanco. «Cuando entraba en el boliche El Globo de Yacaré y la rambla, los bagayeros y los estibadores decían: “¡Salú Tito!” y se sentaba solo en una mesa del fondo a escribir sus poemas. «Trabajó de mozo en el antiquísimo cafetín de Ibicuy y Durazno. Cuenta la leyenda que fue en ese sitio donde se inspiró para hacer la letra de su tango más famoso, titulado “Un boliche”. «Las pocas veces que se lo veía de día, lo encontraban en la esquina de Sierra y Miguelete, principalmente los domingos después de la feria de Tristán Narvaja. «También tuvo una barra de amigos en un bar de Sierra y Paysandú donde se encontraba con el carnavalero “Chiquito” Roselló, que vivía en el conventillo más famoso del Cordón. «Ya siendo más veterano se volvió muy callado y continuó con su nocturna bohemia pero como una persona introvertida. Lo que nunca cambió fue su calidez para la camaradería de los estaños y las mesas donde hizo un culto de la amistad. «Como un ser romántico y melancólico comenzó a frecuentar muy seguido el barrio Goes. Ahí lo esperaba “El Gordo” Alonso en su pintoresco almacén y bar de General Flores y Vilardebó. Sentado en una mesita y rodeado de bolsas de alpiste y maíz, el Tito tomaba un cortado y escribía bellos versos. «Los taximetristas de las madrugadas del bar El Faro sabían que ese flaco de gorrita era el conocido Tito Cabano. No les extrañaba cuando los artistas que actuaban en la cercana parrillada Sud América lo saludaban con gran afecto.» Después de esta excelente narración que nos muestra de cuerpo entero la personalidad de Tito Cabano ¿qué más podemos agregar? Solamente una breve mención de sus obras más conocidas. Como autor, además de “Un boliche”: “Cada día canta más”, con música de Alberto Castillo (con el seudónimo Riobal), llevado al disco por su compositor con su propia orquesta dirigida por Ángel Condercuri (1960). Como autor y compositor: “De recalada”, grabado por el Trío Oldimar Cáceres con la voz de Ramón Rivadavia; “Mi Peñarol”, registro de Eduardo Falcón acompañado por la orquesta de Edelmiro “Toto” D’Amario y “Cuarto cualquiera”, del que no tengo grabaciones. Como compositor: la bella página “En la madrugada”, con letra de Federico Silva, que tiene varias versiones, entre ellas, la más difundida es la de Julio Sosa con la orquesta de Leopoldo Federico (1961), también, la de Juan D’Arienzo con Horacio Palma (1961) y la de Inés Miguens —Galleta— con orquesta, y “Los rascas”, con letra de Luis Caruso, grabado por Alberto Castillo con su orquesta dirigida por Condercuri (1960). Asimismo, están registradas en AGADU (Asociación General de Autores de Urugay), como autor y compositor: “Pincelada del puerto”, “Por qué tendré este corazón”, “Quién sino su amor”, “Ven a bailar”, “Después del amor”, “Concierto de tamboriles”, “Despertar”, “Misiadura”; en el mismo carácter pero en colaboración en la música con Oldimar Cáceres “Despertar”; con Ever Escobar en “Donde está tu ayer”; con Carlos Benvenuto en “Gotán”; en colaboración en letra y música, con Carlos Morín en “Pensamiento”; con Adamar Ottonello en “Engranado”; con Roberto García en “Esta vuelta me paro”; sólo como autor: “Esta noche es para tangos” con música de Edgardo Pedroza; “Acalla tu voz”, con música de Edelmiro D’Amario, entre otras. Un auténtico poeta con todas las letras, Tito Cabano no tiene el reconocimiento que merece y hoy, recordando mis paseos por la Ciudad Vieja —allá a principios de los años 70—, buscando un refugio donde escuchar tangos —ya que en la Argentina el género estaba casi ausente—, me vino al recuerdo este creador tan humilde como talentoso.

domingo, 30 de noviembre de 2014

EL TANO ORIENTAL

Donato Racciatti(1918-2000) Hijo de emigrantes italianos, nació en Guilmi, provincia de Chieti (Italia) en la región del Abbruzzo el 18 de octubre de 1918. Cinco meses después su familia se trasladó a Montevideo estableciéndose en el barrio de Aires Puros donde transcurrió su infancia. Desde su niñez se sintió atraído por los ritmos de la música popular vigente en su época: el tango, la milonga y el vals ciudadano.Luego de su etapa escolar en la Escuela Bélgica ingresó en la Escuela Industrial como aprendiz en Herrería Artística. Conciente de su vocación musical su padre le regaló un bandoneón AA (doble A) a los 17 años, instrumento que lo definiría como intérprete y con el que obtuvo sus primeros éxitos como solista en la radio en el año 1938, en la orquestas típicas "Los brujos" y "Los zorros grises". A partir de este momento se consagró de forma definitiva a la música y realizó estudios de solfeo, armonía y composición. Posteriormente ingresó a la fila de bandoneones de la orquesta de que lo acompañaba en sus presentaciones logrando así su debut como director en 1945 que lo lletango de Laurenz-Casella en 1940. El cantante Luis Alberto Fleitas lo invitó a dirigir la agrupacion musical varon a realizar sus primeros registros en disco. En 1948 formó su propia orquesta realizando actuaciones exitosas en el Hotel Nogaró de Punta del Este, Radio Universal y Radio Sarandí. Con esta agrupación grabó el tango "¿Conocen estos compases?" con música de Horacio Márquez y versos de Carlos Morin y el candombe "El pregón del negrito" de su autoría en colaboración con Enrique Liste y con letra de Enrique Soriano. Mientras realizaba actuaciones en el interior del país y en Montevideo comenzó a relacionarse con el teatro asociándose con el actor Juan Casanovas y el libretista Mario Rivero para crear la Compañía Casanovas-Racciatti-Rivero y producir comedias musicales, un género que estaba en boga y que era muy bien recibido por el público montevideano. Las funciones de las comedias "Muchachos que peinan canas" y "Lindo tiempo aquel de ayer" se representaban a sala llena y con gran éxito de taquilla tenían lugar en los teatros montevideanos, hoy desaparecidos, Artigas y 18 de julio. También hubieron actuaciones en el Palacio Peñarol y en el Estadio Centenario con la comedia "Barrio, luna y tamboril". En 1950 Racciatti y su orquesta firmaron contrato para audiciones en la Radio Carve que se prolongó con éxito sostenido gasta 1972. De aquella época surgió el dicho popular: "Cuando toca Racciatti en la Carve se para el país". La orquesta de Racciatti promovía el tango bailable y popular consiguiendo un marcado auge entre los años 1953 y 1960, época en la que participaron como cantantes Nina Miranda y Olga Delgrossi. Sin embargo numerosos vocalistas argentinos y uruguayos integraron esta orquesta de éxito singular y proyección internacional: Enrique Liste, Alfredo Cabral, Víctor Ruiz,Elsa del Campo, luan Carlos Godoy. Miguel Ángel Maidana y el gran cantante uruguayo Carlos Roldán entre muchos otros. Las radios argentinas también le brindaron su cálido recibimiento así como los canales de televisión 7 y 11. Realizó numerosas giras por el interior de Argentina, compartió escenario con las orquestas de Troilo y Carlos di Sarli y en 1974 participó en la Apertura del Mundial de fútbol de Alemania. La gran preferencia nipona por el tango llevó a Racciatti y su orquesta a viajar durante catorce años consecutivos (1983-1997) a Japón para realizar 120 conciertos de tango en el período de seis meses en diferentes ciudades. Como compositor desarrolló un estilo sencillo, sin alardes melódicos ni complicadas armonías, cercano al gusto y la receptividad popular. En sus tangos la melodía se presenta diáfana, fluída en un soporte rítmico acentuado y simple en su estructura. De su vasta producción que comprende tangos, milongas y candombes merecen destacarse:"Tú corazón", "Hasta siempre amor", "Vencida", "Morocho y cantor", "Sin estrellas", "Limosna de amor", Murga de pibes", "Por la misma senda", "Los adioses", "Muchachos que peinan canas", entre los más conocidos. A su vez grabó más de 600 temas entre los que se incluyen creaciones propias y de compositores argentinos y uruguayos. Reconocido públicamente como símbolo representativo del tango en diferentes homenajes, Racciatti falleció en Montevideo a los 81 años de edad el 27 de mayo del año 2000. En sesión ordinaria del 28 de mayo del mismo año la Junta Departamental de Montevideo le rindió homenaje póstumo a este gran músico que "a soplo de bandoneón" escribió más de medio siglo de la historia del tango rioplatense.

sábado, 29 de noviembre de 2014

VIEJO BALDÍO

Música Roberto Grela Letra Víctor Lamanna Baldío de barrio... un cacho de vida perdido a lo lejos allá en mi arrabal, bordeado de casas humildes y viejas, esquina, laguna y aquel saucedal. Baldío de barrio, retazo de infancia, purretes traviesos soñando volar, mil juegos de antaño, mil sueños lejanos, camino del tiempo, ¿qué calle andarán? Recuerdo de aquel barrio que ribeteó la luna, testigo nacarado tendido en el fangal y el viejo farolito con su luz trasnochada entremezcló romances de sedas y percal. Como en tu calesita que desgranaba tangos, mi suerte fue sortija que siempre se negó y del rodar fulero por calles de la vida, hoy traigo a mi regreso cachuso el corazón. Baldío de barrio, me llueve en los ojos y el alma vacía se aprieta en dolor, envuelta en el humo de las horas viejas que trae el encanto de la evocación. Baldío de barrio, amigos primeros. ¿Qué rumbo la vida nos quiso marcar? Se pierden los gritos, las caras borrosas, qué solo me encuentro, qué extraño que estás.

sábado, 22 de noviembre de 2014

PATERNAL TANGO

Paternal vieja barriada de mis años de purrete, cuantas veces de mocoso, junto a tu arroyo soñé con llegar a ser un día, algún crack de nuestras canchas o tener la enorme dicha de cantar como Gardel. Ya no están tus viejas calles, cubiertas de barro y sueño hoy la cara te han lavado y el asfalto de pintó, y no encuentro como entonces a la linda muchachita, que en la esquina de venacio, tantas veces me esperó. Coladas inolvidables en aquel viejo "tarico" fue tu timbre la chicharra de avenida San Martin. Picados de tantas tardes, guerrillas de barrio a barrio, y el perfume de malvones de la casa en que nací; Desfile de nuestro tango en el café del olimpo donde el fuelle me marcara, que camino iba a seguir Paternal de mis amores vos fuiste como mi vieja, que compartiste mis quejas y me enseñaste a vivir. (recitado) Ya no están tus viejas calles cubiertas de barro y sueño hoy la cara te han lavado y el asfalto te pintó y no en cuentro como entonces a la linda muchachita, que en la esquina de venancio tantas veces me esperó. (continua cantado) La vereda del oeste, el café que fue testigo del desfile entre piropos de pebetas flor y flor, carnavales candomberos, donde junto a mis amigos una veces fui murguista y otras veces payador. Esta noche que ando en copas, tengo ganas de decirte que te quiero con el alma, mi querido "paternal", paternal de mis amores, vos fuiste como mi vieja, que compartiste mi queja y me enseñaste a vivir.

domingo, 16 de noviembre de 2014

BARES Y CAFÉS DEL TANGO

Es en 1912 cuando Vicente Greco propone la designación de orquesta típica (criolla), que utiliza en 1917, Francisco Canaro. Alrededor de 1914, Roberto Firpo organiza el primer conjunto tipico. Corresponde destacar numerosos locales tangueros situados en nueve cuadras de la saudosa Corrientes angosta, de Esmeralda a Rodriguez Peña, en los años del avance cte El Tango hacia El Centro y El Bajo desde El Estribo, El Trianón y La Paloma. No se puede obviar la mención de locales no tangueros que existen en esas cuadras, que no pueden (o no desean) aceptar orquestas típicas. Asimismo conviene incluir algunos ubicados hasta Paseo de julio y de Lavalle a Sarmiento. Un conjunto de Locales tangueros y no tangueros que incluyen: Cafés, Restaurantes, Confiterias, Almacén (y Bar) y otros en los que se cumple el ritual de "vamos a tomar un cafecito y charlar con amigos". El aceptar no implica pedirlo. A los musicales concurren barras de (y) tangófilos que escuchan conjuntos de disimil categoría o los discos que "pasa" la vitrolera. A los no musicales concurren intelectuales que se integran en recordadas peñas... y "chantas que simulan serlo y declaman". Algunos reciben clientes que "Únicamente" desean saborear su cafecito... sin necesidades musicales o literarias. Si están con amigos comentan con voz estentórea, de jueves a sábado, la "fija" en las carreras, el 3 a 0 de su cuadro y hasta citas. Comentan en voz baja, de lunes a miércoles, por que "no se les dio". En su ámbito se presentan interesantes anécdotas. Se lamentan las omisiones... pero no es posible incluirlos a todos. La palabra saudosa (adj. de saudades, de origen gallego, que figura en el diccionario) es más relevante qtje nostálgica, recordada, etc. para expresar lo que, actualmente, sienten aquellas personas que cuando "estrenaron los largos y con la libreta asomando del bolsillo, por las dudas" (como indica el profesor Diego A. del Pino), pero en esa ocasión guardada en un bolsillo interior, asimismo "por las dudas", conocieron la noche de la calle Corrientes, que se integra en "La noche de Buenos Aires", magníficamente descripta por Ulyses Petit de Murat en su libro homónimo. En nuestro texto figuran como presentes, aquellos que la "vivieron" nunca la olvidarán. agrandar Alberto Vacarezza, por esos años, escribió un tango en el que se encuentran estos versos: "Calle Corrientes de mis amores. Calle Corrientes donde naci y entre las luces de mil colores aquella noche la conocí". En esas cuadras se encuentran las dos esquinas del hombre que está solo y espera. ¡A quien espera v por cuánto tiempo! En ambas insatisfecho e lnmaduro. La primera esquina, la del sudeste con Esmeralda, es la que bautizó Raúl Scalabrini Ortiz, es la de los Pitucos. Es la del Café Cabildo, a la que el "negro" Celedonio Flores le dedicó, en "Corrientes y Esmeralda", estos versos: "Esquina Porteña. Este Milonguero te ofrece su afecto más hondo y cordial. Cuando con la vida esté cero a cero. T'e prometo el verso más rante y canero Para ser tango que te haga ínmortal." La segunda esquina, la del sudoeste con Paraná, es la que de acuerdo con Arturo Jauretche, es la del reaje. (Opinión que le fue transmitida a Jorge A. Bossio y que éste reproduce en su Libro "Los Cafés" , pág. 223). Las esquinas con Esmeralda, también son las de la Confitería del Buen Gusto, en el sudoeste. Elegante lugat, asistenfamilias a la hora del té v caballeros en la del Vermuth. Café Guaraní, en el noroeste. En su local, Carlos Gardel (que actúa en el Teatro Esmeralda, luego Maipo), siempre dispone de una mesita que comparte con José Razzano y Egidio Nacari. Empire Theatre (luego Ateneo), en el noreste. Música Española. Estos locales hasta San Martin representan hitos en el recuerdo. Palace Theatre, en el 757. Cine, el mejor de 1911 a 1926. Bar de Rosendo, en el noreste con Maipú, reúne a periodistas de revistas. Allí, José Álvarez (Fray Mocho) gestú "Caras y Caretas". Bar Suárez, en el sudoeste con Maipú. Aún se encuentra. Café de Gerard (el Bar Inglés), en el noreste con Florida. Musical y politizado, con la presencia de periodistas y políticos. Almacén de Coppini, en el noreste con San Martin donde suele almorzar el Gral. Mitre y reunirse con correligionarios. La Helvética, en el sudoeste con San Martin. Su salón alargado, con el estaño en un rincón. Asisten periodistas, intelectuales, escritores, políticos, etc.: Bartolomé Mitre; Joaquín de Vedia; el emir Emin Arslan; Roberto Payró; Emilio Becher; Héctor Pedro Blomberg; Eduardo Mallea. Se conocieron los directores Clemente Onelli (del Zoológico) y Antonio Malvagni (del Colón). Dejó de atender en 1958, más que centenario. No fue olvidado. Se llega a 25 de Mayo: El Bajo: otro ambiente y otra historia. Las cuadras al norte son las que han contribuido a (¡merecida!) fama. Incluyen los Teatros Roma y Cosmopolita y otras salas (no son recordables) con sus "desplumaderos" (cafetines) anexos y los cafés-concierto. Luego: Paseo de Julio (Leandro N. Alem) y su Recova que tiene, según Bossio, un "olor oriental especial". El Re dei Vini recibe conocidos noctámbulos. Las del sur disimulan algún cafetín entre locales instalados en la zona financiera. Se recuerdan La Bolsa y el Bar Salisbury. Café Casino, en Maipú 350, en el primer piso del Teatro Casino. Local cuyas características son similares a las de todos los que se encuentran incluidos (o son anexos) en numerosos, teatros. Su categoría depende de la del teatro, desde la lujosa confitería instalada en las galerías del Teatro Ópera hasta los cafetines anexos a los teatros de El Bajo. Algunos en los intervalos y al finalizar la función hacen interpretar o pasar música popular como una manera de atraer y retener a los espectadores. En otros, como el Casino, es habitual la presencia de damas que fraternizan con los clientes... los maledicentes presumen que no es para comenzar el espectáculo. El recorrido se presenta en el sentido histórico hacía la Chacarita. Si bien se sugiere que debe ser en el del avance del tango en su tentativa de conquistar El Centro. En realidad sólo conquistó la Corrientes angosta y susaledaños y se instaló en El Bajo. La Avenida de Mayo sigue españolísima: con un solo café tanguero. Café Mogyana, en el sudeste con Suipacha. Enrique García Velloso lo considera "la peña bohemia por excelencia, con su ambiente parisiense". En éste y en el Doria, Florencio Sánchez escribe la mayoría de sus obras al dorso de formularios de telegramas "facilitados" por el correo. Cruzando Suipacha, en el 925, el Café de los hermanos Domínguez; el año 1917 lo trasladan al 1537. El local lo ocupa el Café Los 36 (Billares) con Pedro Laurenz y Alfredo Gobbi. Café El Quijote, en el 955, con su inconfundible aspecto de "taberna madrileña" (que incluye el olor a cocido), como lo calificó Vicente Martínez Cuiriño. Actuó un trio con Francini. Siguiendo hacia C. Pellegrini, se sitúan en la vereda par, Café de los Inmortales, en el 920. Con su peña de 1905 a 1916. Café Paulista, contiguo al teatro Nacional, reúne a su farándula. Café El Nacional, en el 980. Hasta 1916 como Café Lloveras. Café Germinal, en el 942. Su importancia en la difusión del tango aún no está bien determinada. Alli debutó Aníbal Troilo. Un saludo a la Confiteria Ideal y sus reuniones vespertinas. En el noroeste de Esmeralda y Sarmiento el Almacén de Piaggio y las inolvidables charlas de don Santiago Belisario Roldán, que en ocasiones continúan en el Petit Salón, situado enfrente. El Petit y El Julién, en Esmeralda y Lavalle, "bacanes". De los locales de los alrededores, diversos son tradlclonales los del sur: la cortada Carabelas es: El tajo malevo en El Centro, con sus fondas "sobre" el Mercado del Plata; en el Nasun, Doria y Benjamín "comen bien y escuchan organitos", puesteros y noctámbulos. Excelente el puchero de La Croce di Malta que ayuda a subsistir famélicos inmortales. En el Café San Bernardo, su dueño, don Modesto (Martínez) recibe bohemios y cogotudos. El lujoso Restaurante Americano, luego como Restaurante (El) Conté atrae a clientes (pese a sus precios) por su fa mosa cocina y calificadas or questas. Se encuentra en Perón 966. En el 920 el Restaurante Chiquín, el de la farándula. Al norte: en Lavalle y Suipacha: Café Botafogo y Julio De Caro. Un saltido a los Richmond, son tres y distintos: FIorida 450, clases media y alta. Sede del "Grupo de Florida". Esmeralda 444, estudiantes y extras de cine, quienes la siguen en Sulpacha 450, billar y bolos. Actuación de la jazz de Armani. Es injusta la respuesta de no se recuerda cuando se consulta sobre otros cafés de los alrededores. No muy numerosos, en varios se gestaron y son sede de barras de amigos, y su única pretensión es seguir siéndolo. Otros sí colaboran con el conocimiento del tango ya que reciben a músicos y conjuntos, improvisados, que "van a matar el hambre". También injusto, alli se inician y se dan a conocer músicos luego calificados. Existe similitud con lo que representan y son los cafés barriales. Un recuerdo a la vitrolera (victrolera) que "pasa" los discos desde su palquito, donde reina inalcanzable (¿o no?). Antonio Requeni menciona (otro) Marzotto, en Lavalle entre Malpú y Esmeralda, una suerte de "Bolsa de trabajo" que reúne a músicos no ocupados que esperan que lleguen empresarios y músicos no ocupados que esperan que regresen sus amigas. La esquina del Almacén El Verde, es la del sudoeste con Cerrito, donde actuaron Juan Maglio "Pacho" y Agustin Berto. Vendido, sus ex dueños compran el local del Lleveras, y con los compases de "La Morocha" inauguran el Café El Nacional, el que siempre se recuerda como Catedral del Tango. Es un salón alargado, paredes color café, el palquito, pequeño, en el centro. Se consideran sus mejores años los de 1920 a 1932 con el sexteto de Anselmo Aieta y su bandoneón. Luego Juan D'Arienzo y su orquesta (Rodolfo Biaggi al piano). Se dejó de ver en diciembre de 1952; sigue su espiritu. De acuerdo a Ariel Magallanes ("Todo es Historia" 41), con su desaparición "se puso el epitafio en la historia del tango". Con el Café La Oración, en el 1000, frente a la Iglesia de San Nicolás, tanguero, y El Seminario, en Perón y C. Pellegrini, que reúne a integrantes de tres teatros vecinos y de la Sociedad de Autores, se recuerdan a todos los que se eliminan, incluye cinco teatros e instituciones, para abrir la Avenida 9 de Julio.

martes, 11 de noviembre de 2014

EL MALEVO MUÑOZ

arlos Muñoz del Solar, más conocido como Carlos de la Púa o simplemente como el Malevo Muñoz, nació en La Plata en 1898 y falleció en Buenos Aires el 5 de mayo de 1950 (*). Comenzó sus trabajos como escritor colaborando en la revista "El Hogar", luego en 1925 se incorporaba a diario Vespertino "Crítica" de Natalio Botana. Publicó un único libro: La crencha engrasada (1928), considerado la obra máxima de la lunfardía. Fue guionista de Tango (1933), una de las primeras películas sonoras del cine argentino, y dirigió otras dos: Galería de esperanzas (1934) e Internado (1935). A medida que pasan los años se acrecienta el renombre de Carlos de la Púa, auténtico, puro, poeta popular porteño. En sus versos deberán ir a abrevar los historiadores, los filólogos, los rastreadores de la semántica, cuando se haga el gran libro que compendie la fisonomía sentimental y sicológica de Buenos Aires, ciudad que pareciéndose a todas las grandes ciudades del mundo no es parecida sino a ella misma, en su pasado y en su presente. Ciudad única que tiene sus cantores únicos en los letristas de tango que impusieron un modo distinto de hablar, dentro del español, y al que Jorge Luis Borges, con real coraje porteño, osó llaman el idioma de los argentinos. El principal poeta popular -es decir: con lenguaje popular en su entero vuelco emocional hacia la gran ciudad, en sus expresiones de un pasado que nunca será remoto- fue indudablemente Carlos de la Púa. Y lo fue con su único libro: La crencha engrasada. Su lenguaje es a veces crudo pero nunca ofensivo. Es el lenguaje de la calle, del malecón, de la cancha de fútbol. Creo que, en realidad, es el lenguaje de la vida tumultuosa, verídica, exacta, cabal, que se vive, se siente y se sufre. A través de mis recuerdos, de la amistad que nos unió y de la admiración que sobrevive, éste es Carlos de la Púa. Me parece verlo todavía, cruzando con enfundado paso de cachalote los corredores del viejo diario Crítica, en la casa de la calle Sarmiento, donde iniciaba en el periodismo una generación especial en su brillo y trascendencia y que recalaba de la literatura de vanguardia aglutinada en las revistas de esa época: Proa y Martín Fierro. El Malevo Muñoz, como también se lo llamaba, ya estaba en la casa cuando nos hacíamos periodistas, siendo poetas y escritores, entre otros, Enrique y Raúl González Tuñón, Horacio Rega Molina, Pablo Rojas Paz, Alberto Pineta, Roberto Arlt, Ulyses Petit de Murat, Sixto Pondal Ríos, Santiago Ganduglia y el que esto escribe. Su verdadero nombre, eclipsado por ese rotundo Malevo Muñoz que seguramente venía de su manera de Ser, entre desdeñosa y disciplente, en su modo de hablar lacónicamente porteño, era Carlos Muñoz del Solar, y la resonancia de este apellido habla de una cuna que él podría denominar bacana y lo era. Una bohemia sanguínea lo llevó a la calle en edad temprana y allí debe haber recibido el agua lustral de su nuevo bautizo, agua detenida junto a la vereda en aquellos años de después del Centenario. También se lo llamaba indistintamente Carlos de la púa, seudónimo con el que firmó su libro. Este nombre alarga, a la vez que condensa, otro aspecto porteño de Muñoz, porque "púa" es la aguda punta del acero, el pincho, el suncho que aguza o el ingenio o el coraje en el habla popular. De la Púa básico Nació el 14 de enero de 1898. Conocido también como Carlos Raúl Muñoz y Pérez, Carlos Muñoz del Solar, o simplemente el Malevo Muñoz, poeta, periodista y cineasta, porteño convicto y confeso, gran animador de las redacciones y la bohemia noctámbula de Buenos Aires, nunca se sabrá si las reminiscencias bacanas de su apellido Del Solar tenían algo que ver con la verdad o se trataba de otra de sus cachadas. Redactor del diario Crítica, compañero de andanzas periodísticas, literarias y etílicas de Troilo, Cadícamo, los hermanos Tuñón, Arlt y Olivari, fue guionista del film "Tango", actor en "Galería de esperanza" y director de "Internado". Escribió los tangos "Luces de París" y "Coraje y fuego" y publicó "La crencha engrasada", obra emblemática de la poesía lunfarda. Murió el 5 de mayo de 1950. Alguien -Carlos de la Púa fue siempre pudoroso de su pasado y no lo notició- dijo que él, con una gorda culebra variopintada a modo de bufanda sobre el cuello, pregonaba las excelencias de su grasa para evitar la caída del cabello. Menester ciudadano de la picardía que lo estregaba ya al riesgo de la calle, en su muy amada ciudad de Buenos Aires. La que debió estratificarse en sus versos estupendos, en ese libro que tiene un título de pórtico definitorio: La crencha engrasada. El volumen que se imprimió en su primera edición en 1928 lo fue merced a la generosidad de don Eduardo Dughera, llamado El Diente, en otro certero bautizo de la calle. Era el nunca olvidado revendedor de Crítica, animador de sus páginas, amigo nuestro. Su mano se abría con un crujiente billete para tapiar las hendijas vitales de nuestra siempre urgente bohemia. Por eso el Malevo dedica el libro a Dughera. Pero en la mitad -me parece estar viéndolo- su generoso corazón se lo detuvo en la mano y estampó una segunda dedicatoria que me concierne de muy de cerca y que todavía, a pesar de las hojas del almanaque caídas, agarrota mi garganta en un frunce de emoción antañona. Dice así la dedicatoria: "A mis rivales en el cariño de Buenos Aires: Nicolás Olivari, Raúl González Tuñón y Jorge Luis Borges". El libro no tuvo mucho éxito inmediato, salvo entre nosotros. César Tiempo, justo es reconocerlo, lo incluyó junto a todos los poetas de vanguardia de entonces en su memorable Antología de la poesía argentina, ordenada en colaboración con Pedro Juan Vignale. Pero los literatos jailafes, los académicos, los demás, no sintieron la fuerza tremenda de sus estrofas, duras y tiernas a la vez, en ese panegírico exaltado de sus héroes, esa cadencia villoniana de sus expresiones, ese trazado de mapa sobre el perímetro sentimental ciudadano, arrimando a los ojos los personajes fallidos, a los perdidos, a los funámbulos, dentro de la gran corte celestial de los milagros porteños. El fue quien coronó definitivamente a la musa rea con la gran tiara formal y esdrújula, concluyendo un cielo que comenzaron honestamente los otros poetas menores. El Malevo Muñoz fue el bardo sintetizador y perfecto, porque su libro -su único libro- es definitivo y concluyente y no se le puede encontrar desperdicio ocasional, ripio maloliente, traición a los suyos, infidelidad alguna. Muy pálida puede parecer esta afirmación si no la confrontamos con sus versos impares en nuestra literatura de bajo fondo. Bueno, esto de bajo fondo lo uso como definición y ubicación y nunca con acento peyorativo, porque vale tanto como decir alto nivel u otra macana por el estilo. Lo que vale por sus cabales es el contenido y su despliegue hacia el reconocimiento sentimentalmente topográfico de una ciudad como la nuestra, cuyo cosmopolitismo de puerto franco tenía que ser cuajado en lo desgarrado de la imagen, en la tenaza de la metáfora como solamente el Malevo Muñoz pudo hacerlo. Juan Cedrón y Héctor Alterio - La crencha engrasada (1967) Poemas lunfardos de Carlos de la Púa recitados por Héctor Alterio y cantados por Juan Cedrón, incluye tapas. Clic en la imagen (Mediafire) Descarga alternativa La vida azarosa, pintoresca, de nuestro querido Malevo necesitará algún día tener su cronista informado y minucioso. De su vida podría extraerse una gran novela picaresca del Buenos Aires ido. Allí estaría como un gran bonzo del porteñismo rodeado por los increíbles tipos que conocía, amaba, auxiliaba y que le formaban una especie de corte de los milagros casi increíbles si no hubiera existido. De sus anécdotas, lo mismo. Las recuerdan devotamente sus amigos, que son innumerables y fuera de serie: boxeadores de nariz aplastada, corredores de comercio vitivinícola, algún carrero jubilado, jockeys viejos, ladrones en reposo, quinieleros en faena, músicos tangueros, poetas de veras, periodistas con mosto, canillitas canosos y también ¿por qué no? cualquiera que haya estado en la Tierra, como se decía antes, y no de turista. Un aire insolente, de prepotencia, sobrador, flota como niebla matutina en cada línea del Malevo. Es el empaque taura del porteño de antes, elegante y displicente, que se sabía dueño de su empedrado y de su baldosa, de su cortada y de su farol. Miraba la vida desde el estaño de los mostradores esquineros y juzgaba la cosa y las cosas con su filosofía especial, entre nihilista y desaprensiva, hombros encogidos en una especie de manfichismo suicida, porque es él quien había dicho catalogando hechos y personas, hombres y mujeres, con el certero trazo de una carbonilla imborrable: tras cartón está la muerte.

sábado, 8 de noviembre de 2014

LOS CLUBES MILONGUEROS

Racing Club recibió su tango de parte de Roberto Firpo. El enemigo acérrimo, del otro lado de la acera de Avellaneda, Independiente, tuvo el suyo denominado "Rey de Copas", de Agustín Bardí, con lo que se acrecentó la rivalidad. Tango y Futbol Gimnasia y Esgrima Para 1927, José Rebolini y Carlos Pesce le entregaron su himno a ritmo de tango a San Lorenzo de Almagro. Para Boca Juniors, Juan D’Arienzo hizo "Azul y oro" y el himno oficial de River Plate lo estructuró el tanguista Francisco Canaro. Un bandeonista llamado Horacio Pezzi llamó a su amigo Carlos Espíndola para crear juntos "El expreso de la Plata" con toda la devoción para el club Gimnasia y Esgrima. Pero Uruguay, que también ha manifestado su poder sobre el tango, tiene historias musicales inspiradas en el futbol. Tango y Futbol Atletico NacionalEl Club Nacional recibió su tema de José Adolfo Puglia y Edgardo Pedrozza. Gerardo Matos Rodríguez, autor de "La Cumparsita" y fiel seguidor del equipo tricolor, le nació del alma un tema llamado "Nacional para Siempre", con letra de Hugo Bello. El rival no se quiso quedar relegado y "Peñarol por siempre" fue una canción compuesta por Julio Esteban Martínez Pirincho, Edgardo Marchese y Reinaldo Yiso. Tango y futbol no sólo queman las calles de Buenos Aires, sin embargo, desde México hasta Chile, este arte que empezó como una epidemia subversiva y mal vista por la sociedad, tiene cientos de feligreses que la adoptan como propia, sobre todo cuando visitan Argentina.

lunes, 3 de noviembre de 2014

TUCUMANO DE LEY

JOSÉ LUIS PADULA Tucumán, 30 de octubre de 1893; Buenos Aires, 12 de junio de 1945. Guitarrista, armoniquista, pianista, bandoneonista, director y compositor, fue coautor del rosarino Arturo Juan Rodríguez y otros autores provincianos olvidados por la llamada “Gran Historia”, aunque no sabemos si “Historia Grande”. José Luis Padula nació en Tucumán el 30 de Octubre de 1893 y desde su adolescencia gustó incursionar por los ambientes de extramuros, en los cuales aprendió a tocar de “oído” el piano y el bandoneón. Llegó un día a Buenos Aires, meta de su consagración, pero su inquietud le llevaba a realizar continuamente extensas giras. Allá por el año 1908, según sus propios recuerdos, Padula dio forma a un tango que tituló “9 de Julio” y dos años después otro: “Lunes 13”. Estas dos primeras obras consagraron a Padula como un auténtico e inspirado compositor. Durante la década de 1910, siguió cosechando composiciones destacadas, como por ejemplo el tango “El parnaso”, editado en 1912 por Ortelli Hermanos: “A los distinguidos señores” Ramón Achotegui, Luis Arrazola, Teniente 1º Héctor Calderón, Miguel Capucci. Teniente Natalio Faverio, Carlos González Delgado, Vicente Jorba (h), Artemio F. Masolino, Subteniente Rodolfo Mujica, J. Requena Gallo, Avelino Sodupe, Dr. J. Torres Altamira, Subteniente A. C. Valette y Martín Viale. Desde fines de los años diez y hasta los primeros años del veinte, Ortelli imprimió seguidamente otros tangos de Padula que fueron verdaderos aciertos como: “El taita caballerito”, “Dulce tango”, “¿Qué querés con tu elegancia?”, “De mis pagos”, -dedicado a su amigo Rafael Rossi- y el popularísimo “Tucumán”, en homenaje a su tierra natal, y que por obra de Juan D’Arienzo perdurara en el reportorio de las grandes orquestas. En 1924, dio a conocer su bello tango “Memorias”, que editara Pirovano y que grabara poco después Osvaldo Fresedo en Odeón. En el año 1928, Padula se radicó definitivamente en Buenos Aires, componiendo entre varias obras de nota, las zambas “La Llorona” (grabada brillantemente por su orquesta norteña en 1930, para discos Colombia), “La Gaucha”, “La quebrada de Lules”, “Corazones amantes”; las rancheras “La mentirosa”, “La Buenamoza” y el vals “Me duele el alma”. Otro de sus tangos famosos fueron: “25 de mayo”, cuya letra escrita por Enrique Cadícamo, fue cantada por Teófilo Ibañez con la orquesta de Firpo -(como me acota el coleccionista C. Lanner de Austria, no debe confundirse esta obra ni con el tango de Arolas ni con la ranchera que grabó Charlo)-, y sin duda alguna, el tango “Lunes” (Lunes 13), que lleva letra del genial poeta Francisco García Jiménez. Este tango fue dedicado por Padula al maestro Francisco Canaro –quien lo grabó en 1927-, y a Minotto Di Cicco, con esta frase: “Al creador del Tango-Milonga Francisco Canaro, y al sin rival ejecutante del bandoneón Minotto Di Cicco, dedico afectuosamente”. Dicha versión fue registrada por el cantor y guitarrista Mario Pardo y en la década del cuarenta fue potenciada por el conocido disco de la orquesta del Alfredo De Angelis con la voz de Carlitos Dante. “Bicho feo” (no confundir con un homónimo de Enrique Maciel grabado por Corsini), fue ejecutado con valía por la orquesta de Anselmo Aieta, que también le llevó al disco el tango “Pasó a la historia”. Por sugerencia de Agustín Magaldi, que deseaba cantar “9 de Julio”, Padula accedió a modificar la primera parte de su obra, agregándole una melodía cantable y requiriendo a su colaborador Lito Bayardo, los versos que tornaron óptima a la obra para ser cantada. Finalmente Magaldi la grabó en discos Brunswick, con singular éxito. Según Bayardo, este tango fue cantado en su casa de Rosario, a dúo por Agustín Magaldi y Carlos Gardel en una reunión privada. En 1930, su orquesta norteña inició su labor discográfica en el sello Columbia, registrando numerosas placas de chacareras, zambas, rancheras y valses, que por suerte conservamos. Su ranchera “La Mentirosa”, fue un notable éxito de su orquesta y de la estilista Virginia Vera, quien también formaba parte del elenco estable de artistas de la casa Columbia. En 1932 participó en el espectáculo evocativo llamado “El tango porteño”, integrando la “Orquesta de la Guardia Vieja” Ponzio-Bazán que completaban: el guitarrista y violinista Eusebio Aspiazu, “el Cieguito” (1865-1945); el contrabajista, violinista y actor teatral Eduardo E. Arbol Erezcano (¿?; 1953); el pianista, bailarín, director y compositor uruguayo (1878-1941) Enrique Saborido, el violinista Ernesto Juan Muñecas, erróneamente consignado como Enrique (¿?; ¿?), el violinista y codirector Ernesto Ponzio, “el Pibe Ernesto” (1885-1934); el clarinetista, saxofonista y codirector Juan Carlos Bazán (1887-1936); el violinista Alcides Palavecino (¿?-1963), José Luis Padula en guitarra, el flautista Vicente Pecci (“el Tano Vicente”) (1886-1945) y el guitarrista Domingo Pizarro (¿?; ¿?), todos ellos ejecutantes destacados del tango. En 1933, colaboró con su amigo Carlos Gardel, participando en la revista de Ivo Pelay “De Gabino a Gardel”, en el Teatro Nacional de la calle Corrientes, haciendo el papel de Villoldo. En un acto de la pieza, Padula ejecutaba la guitarra y la armónica, al igual que el genial compositor de “El choclo”. Hacia 1935, pasó a grabar discos en la casa Odeón, contando como vocalista nada menos que a Ángel Vargas. El gran cantante grabó entre otros temas, el tango “Brindemos compañeros” de Padula y Cadícamo, y la ranchera “Ñata linda”, composición también creada por el binomio Padula-Bayardo. De aquella tanda de versiones de la orquesta que afortunadamente poseemos, también merece destacarse la milonga “Picante”, otra de las grandes melodías de Padula que fue grabada exitosamente por su inspirador y posteriormente por el maestro Rodolfo Biagi. Debe señalarse, que tanto en las versiones de discos Columbia u Odeón, ora sea con el trío o con la orquesta, Padula participaba desde el bandoneón o desde el piano en cada una de las grabaciones. Dentro de su distinguida obra autoral podemos anunciar, el vals “Jardín florido” con letra del autor rosarino Lito Bayardo, gran amigo de Padula que también escribiera los versos de “9 de julio” y “La mentirosa”. A propósito del vals precitado, que cuenta con la famosa grabación del conjunto folklórico cordobés “Los del Suquía”, podemos recordar la siguiente dedicatoria de su creador: “A la prestigiosa poetisa Sra. Evangelina Mercado Vera y a su esposo Elías Mercado Vera, con la mayor estimación. El Autor” (J. L. P.). “Grabado en discos Odeón por la Orquesta J. L. Padula”. La obra había sido editada en papel por la Editorial Perroti, en el mes de noviembre de 1934. Hacia 1938, volvió a componer con la colaboración autoral de Enrique Cadícamo. Fue así que surgió el tango “Gemido”, que publicara en Buenos Aires, Américo Argentino Vivona. En 1941, dedicó el tango “Bardi”, al gran compositor con esta leyenda: “A la memoria de mi viejo amigo y gran compositor Agustín Bardi”. Edición Ricordi. En el mismo año, susodicha editorial publicó otro tango de Padula, intitulado “El guaraní”. Y también compuso el tango “Violetas”, con letra de Héctor Marcó. Publicado por Buccheri el 10 de junio de 1941. “Al excelentísimo Dr. Elkin, caballero y amigo, a quien todos los artistas confían el destino de su garganta por la maestría de su sabia mano”.- Los autores. Debemos recordar, que el prolífico letrista Héctor Marcó, era desde los años treinta un reputado cantor radial, y que tuvo problemas en sus cuerdas vocales y fue tratado por el eminente cirujano. Con el paso del tiempo, el problema fónico de Marcó fue insalvable y debió retirarse del canto, aunque no del ambiente musical, ya que fue sin duda alguna, uno de los más talentosos letristas del género. Otras de las obras de este genial compositor han sido la ranchera “Con los colores del cielo”, los valses “Mi vida”, “Noche de estrella” (con letra de Cadícamo), “Me duele el alma”, letra de Bayardo grabado por Virginia Vera; la zamba “Ladrona de corazones” (de 1937) y muchos más. La editorial Perroti anunciaba en 1973 este homenaje: “En la historia del tango José Luis Padula ocupa justicieramente uno de los primeros capítulos. Por los caminos de la Patria, fue el juglar trashumante, sembrador de motivos populares, que brotaron de la sensibilidad de su alma criolla, para interpretarlos en su armónica o su guitarra, primeros instrumentos con los que aprendió a arrancar melodías, ya de tierra adentro, ya de temas ciudadanos. El día 12 de junio de 1945, a los 51 años, cuando aún mucho podía esperarse de su inspiración, José Luis Padula falleció en nuestra Capital".

sábado, 1 de noviembre de 2014

ENTRE PASODOBLES,TANGOS Y FOXTROTS...

Rodríguez, Enrique A. Bandoneonista, director y compositor (8 marzo 1901 - 4 septiembre 1971) Sus primeros pasos con el bandoneón transcurren en los cines de barrio, haciendo el fondo musical de las películas mudas a dúo con un piano. Cuando comienza la radiofonía en Argentina, participa formando pequeños conjuntos en radionovelas gauchescas. Actúa esporádicamente en algunas formaciones, como las del Ruso Antonio Gutman, Juan Maglio, Juan Canaro y Ricardo Brignolo. En 1926, debuta en el sexteto de Joaquín Mora y luego de otros empleos, integra la orquesta de Edgardo Donato, que pese a permanecer en ella por poco tiempo lo influye, seguramente, impresionado con la agilidad y brillantez de su ritmo. En 1934, integra un trío para acompañar al cantor Francisco Fiorentino en Radio Belgrano. Al año siguiente forma un cuarteto con la misma finalidad, pero para la actriz y cantante María Luisa Notar quien al poco tiempo se convertiría en su esposa. En este cuarteto tuvieron participación músicos de la talla de Lalo Scalise en el piano, Gabriel Clausi en el badoneón y el violinista Antonio Rodio. Finalmente en 1936 arma su propia orquesta que denominó: «La orquesta de todos los ritmos». Polkas, valses, tangos, foxtrots, pasodobles y rancheras son entregadas al público que bailaba y cantaba los temas con entusiasmo y alegría. Era la orquesta elegida para amenizar fiestas y bailes, porque además por su característica resultaba económica, porque hacía innecesario el complemento de otra orquesta tropical o de jazz. En 1937, la empresa Odeon lo contrata como artista exclusivo y esta relación se mantiene durante 34 años, realizando más de 350 registros. Roberto Flores (El Chato) fue su primer cantor con quien grabó 35 temas, pero la voz más representativa fue sin duda la de Armando Moreno (El Niño Moreno), quien estuvo en tres períodos diferentes, formando una dupla que dejó huellas imborrables en la memoria tanguera. Con él hizo alrededor de doscientos registros y varias giras por América y en particular Colombia, donde fueron prácticamente idolatrados. Años más tarde, en 1965, repitieron ese éxito en Perú, en un viaje que participó el ya veterano Raúl Iriarte, aquel cantor que se destacara en la orquesta de Miguel Caló, en la década del 40. Contó también con las voces de Ricardo Herrera, Fernando Reyes, Omar Quirós, Roberto Videla, José Torres, Oscar Galán, Ernesto Falcón, Cruz Montenegro y Dorita Zárate. Compuso muchos temas, entre los que se destacan: “Amigos de ayer”, “En la buena y en la mala”, “Iré”, “Llorar por una mujer”, “Son cosas del bandoneón”, “Yo también tuve un cariño”, “Lagrimitas de mi corazón”, “Tengo mil novias”, todos con letra de Enrique Cadícamo; “Adiós, adiós amor” con Roberto Escalada; “Café” con Rafael Tuegols; “Como has cambiado pebeta” con R. Carbone; “Flor de lis” con Horacio Sanguinetti; “Sandía calada” con Máximo Orsi; entre muchos otros. Pero sin duda alguna, el disco que más éxito tuvo y el más vendido fue su vals “Tengo mil novias” cantado por Armando Moreno. Nos agrega Pichetti: «En 1944 realizó un intento de modificar armónicamente su estilo al integrar a su formación como pianista y arreglador a Armando Cupo, al bandoneonista Roberto Garza, también arreglador y a Omar Murtagh alternando en el violoncello y contrabajo. Así llegó a interpretar varios tangos con notable acierto instrumental: “Naranjo en flor”, “La vi llegar”, “Luna llena”, “Y así nació este tango” y “El africano”. Pero el público prefirió a la «Orquesta de todos los ritmos» y, en 1946, desvinculados Cupo y Garza, retornó al género bailable, conservando ese estilo durante el resto de su trayectoria». Los sectores más refinados del tango repudiaron su estilo y lo ignoraron, yo lo rescato porque todo lo que hizo lo hizo bien, de un modo profesional, aún aquello que podemos considerar de inferior calidad. Pero por sobre todas las cosas, fue una muy buena orquesta típica, de bello y armonioso sonido , tanto para escuchar como para bailar el tango.

martes, 28 de octubre de 2014

LAS ESTRELLAS DEL TANGO

En 1940 se inicia lo que sus biógrafos consideran la segunda y definitiva etapa en su aprendizaje musical. En esta orquesta ya están las grandes estrellas del tango y su estilo se ha depurado. Osmar Maderna en el piano; Domingo Federico, Armado Pontier, Eduardo Rovira, Julián Plaza, Carlos Lázari y José Cambareri, en bandoneones. Los violines estarán a cargo de Enrique Francini y Antonio Rodio y en el contrabajo se destacarán Ariel Pedernera, Juan Facio y Nito Farave. Nijenshon en algún momento reemplazará a Di Sarli, pero ahora Caló es reconocido por la calidad de sus músicos y su nombre es sinónimo de buen gusto. Tres grandes cantantes están presentes con Miguel Caló: Alberto Podestá, Raúl Berón y Raúl Iriarte. La trilogía se amplía con la presencia de Jorge Ortiz, Luis Correa y, en algún momento el gran Roberto Rufino. Podestá le dio su sello particular a la orquesta con temas como “El bazar de los juguetes” o “Bajo un cielo de estrellas”; Raúl Berón -para muchos la escolta insustituible de Gardel- consagró “Late un corazón” y “Azabache”. A Jorge Ortiz siempre se regresa cuando se quiere escuchar “A las siete en el café”, del mismo modo que Raúl Iriarte es imprescindible para interpretar “La vi llegar”. Para los bailarines y los amigos de la buena música, el tema fetiche de Caló fue “Sans Souci”. Así como a Pugliese se lo recuerda por “La Yumba”, a Di Sarli por “Bahía Blanca”, a Maderna por “Lluvia de estrellas”, a Troilo por “Quejas de bandoneón” y a Piazzolla por “Adiós Nonino”, a Miguel Caló se lo relaciona con “Sans Souci”, compuesto por Enrique Francini y grabado por primera vez en 1944. En 1961, en un tiempo en que se profetizaba la definitiva decadencia del tango, Caló asume el desafío de convocar a los mejores músicos de su tiempo para formar una orquesta. Allí están entre otros Armando Pontier, Domingo Federico, Enrique Francini, Hugo Baralis y Octavio Trípodi en el piano. Los cantores son, una vez más, Alberto Podestá y Raúl Berón. Esta formación musical será presentada en la radio y los locales nocturnos con el sugestivo título de “Miguel Caló y la orquesta de las estrellas”. Con ese nombre grabarán para el sello Odeón doce temas inolvidables. Miguel Caló murió el 24 de mayo de 1972. El infarto lo derrumbó casi en la esquina de Corrientes y Montevideo. Magia o destino: en esa misma esquina se había iniciado como profesional hacía más de treinta años, cuando después de las doce de la noche su orquesta iniciaba el rito nocturno del Buenos Aires de entonces.

sábado, 18 de octubre de 2014

EL CANTOR HIJO DE RESERO

Oscar Alonso fue un cantor argentino de tango que nació el 12 de octubre de 1912 en la localidad de Ameghino, Provincia de Buenos Aires, Argentina y falleció en Buenos Aires, el 16 de enero de 1980. Su padre fue Pedro Brandán, que trabajaba de resero y es uno de a los personajes de la vida real que, según escribió Ricardo Güiraldes en la dedicatoria de Don Segundo Sombra inspiraron su obra. Comenzó cantando semiprofesionalmente siendo aún muy joven con su nombre verdadero (Carlos Brandán), en un café de la calle Lavalle, alrededor de 1926. Luego de presentarse en diversos bares nocturnos, hizo durante 1929, sus primeras armas importantes en Radio La Voz del Aire, y poco después pasó a colaborar como vocalista en la orquesta de Anselmo Aieta y en 1933 actuó en el palco del Café “El Nacional” de la calle Corrientes. Luego de la muerte de Gardel, quien según Armando Defino, escuchó al joven Alonso y quedó deslumbrado con su voz y personalidad, cobró gran prestigio y fue considerado por muchos cronistas como el sucesor del Zorzal. Además de emitir programas de radio muy famosos ante los micrófonos de Pietro y Argentina, se lució en los discos Odeón a partir de 1936, acompañado por un conjunto de guitarras que dirigía el gran ejecutante Alberto Ortiz, -quién fuera también guitarrista de Magaldi y Nelly Omar-, dejando tres placas memorables donde nos brindó su impronta de notable cantor nacional. A partir de 1966 y hasta 1974, Alonso grabó en diferentes ocasiones acompañado por la orquesta de Carlos García. Su voz mantenía su temple, pero empezaba a declinar. Algo deteriorado por los años y los excesos, mantuvo hasta el final de sus días, es decir, hasta el 15 de enero de 1980, su lealtad incondicional al peronismo.

viernes, 17 de octubre de 2014

HEREDERO DEL ESTILO DI SARLI Y FRESEDO

Hijo de Carlos María y Luisa Cosso de Sassone, y heredero de los estilos de Carlos Di Sarli y Osvaldo Fresedo, Florindo Sassone, tuvo una destacada trayectoria en la década del '30 pero sin fortuna publicitaria y sin llegar al disco. A partir de su reaparición a mediados e 1946 marcó el comienzo de su exitosa carrera. Luego de recibirse de profesor de violín, debuta profesionalmente en un conjunto que dirigía Antonio Polito que actuaba en Radio Belgrano. Al año siguiente pega el gran salto y pasa a ser violinista en la orquesta de Roberto Firpo. En 1935, forma su primer orquesta, debuta el 1 de enero de 1936 en Radio Belgrano y actúa en el café Nacional y el cabaret Marabú, con la voz de Alberto Amor. Tiempo más tarde pasa a Radio El Mundo donde hace un programa, todos los mediodías, con una gran orquesta que tenía percusión, arpa y otros exóticos instrumentos.1 Empezó a grabar para la RCA Víctor en 1947, contando durante su permanencia en este sello con cantores como Jorge Casal, Ángel "Paya" Díaz, Roberto Chanel, Carlos Malbrán, Raúl Lavalle y Rodolfo Galé. En 1959, Sassone pasó a Odeón,con diferentes vocalistas donde los registros instrumentales fueron adquiriendo mayor presencia. A partir de 1971 rotó para varios sellos: Carmusic, País, Music Hall, Embassy y Microfón. Cuando Casal quizo pasarse a la orquesta de Aníbal Troilo, Sassone apeló ante el Sindicato Argentino de Músicos porque su orquesta tenía firmado un contrato para realizar los bailes de Carnaval de 1950, por lo que Jorge Casal debió realizar esas actuaciones antes de su incorporacion a la orquesta de Pichuco.2 En 1960, Osvaldo De Santi deja la orquesta de Alberto Mancione e ingresa a la de Florindo Sassone, realizando presentaciones por LR1 Radio El Mundo y Canales 7 y 11 ( Así canta Buenos Aires) de televisión. En esa década llegó a tener un programa, donde era la figura estelar.3 En 1962, la orquesta contaba con un equipo de músicos excepcional: Osvaldo Requena en el piano; en la línea de bandoneones estaban Pastor Cores, Carlos Pazos, Jesús Méndez y Daniel Lomuto; en los violines, Roberto Guisado, Claudio González, Carlos Arnaiz, Domingo Mancuso, Juan Scafino y José Amatriali; con Enrique Marcheto en el contrabajo. En 1966, viajó al Japón donde se presentó en las más importantes ciudades por espacio de varios meses. Para esa ocasión llevó como cantor a Mario Bustos. Seis años más tarde vuelve a ese país, esta vez con otra voz: Luciano Bianco. En 1957 y 1971 puso música a la milonga Baldosa Floja, con la colaboración de Julio Bocazzi, y al tango El último escalón, ambas con letra de Dante Gilardoni. Como compositor también le pertenecen: los tangos instrumentales: El relámpago, Cancha y junto a Mazzea, Rivera Sud, Bolívar y Chile, Tango caprichoso, Esquina gardeliana, entre otros. Colombia y Venezuela lo reciben en 1975 y en Caracas, actuó junto a una delegación artística argentina. En esa oportunidad eran sus cantores: Oscar Macri y Rodolfo Lemos. Después una gira a Porto Alegre, en Brasil y a Asunción, capital del Paraguay. En su discografía se observa de tanto en tanto a su Sexteto Don Florindo con el que recreaba composiciones al estilo de la Guarda Vieja. Estuvo casado por varias décadas con su esposa de nombre María, y falleció en Buenos Aires el 31 de enero de 1982 a los 70 años de edad.

domingo, 12 de octubre de 2014

"EL NIÑO CANTOR"

Pablo Lozano Fue un cantor precoz que, en su ciclo maduro, nos ofreció una bella voz y una alta técnica interpretativa. Se inició siendo un niño, en el grupo infantil La Pandilla Marilyn que hacía radioteatro, luego integró el elenco de la similar pero efímera, Pandilla Corazón. En 1935 debutó como “el niño cantor” en LR5 Radio Mitre, después fue a LR3 Radio Belgrano, para participar en el programa Matiné Federal. Y, a los doce años, hizo una breve actuación en la orquesta de Edgardo Donato. Cuando, en 1943, Alfredo Gobbi reapareció en Buenos Aires, luego de una extensa temporada en Montevideo en la orquesta de Pintín Castellanos, armó su propia formación contando con las voces de Walter Cabral y Lozano. Desconozco como Pablo con sólo 17 años llegó a la agrupación de “El Violín Romántico del Tango”, pero lo cierto es que debutó en el local Sans Souci de la calle Corrientes junto a importantes músicos: Edelmiro D’Amario “Toto”, Deolindo Cazaux, Ernesto Rodríguez “Tito” y Mario Demarco (bandoneones), Gobbi, Bernardo Germino, Antonio Blanco y Juan Pro (violines), César Zagnoli (piano) y Juan José Fantín (contrabajo). Después que Gobbi disolvió la orquesta, pasó a actuar brevemente con la de Francisco Lomuto. En 1945, fue requerido nuevamente, por Donato, junto a su colega el cantor Jorge Denis. Fue en esa oportunidad que llegó al disco. En marzo registró los tangos "Barrio tranquilo" y "La de los ojos tristes", de Donato y Héctor Marcó. A fin de año se fue de esta orquesta y, en su lugar, ingresó Alberto Podestá. En 1947, fue contratado por Antonio Ríos para cantar en su cuarteto, que se presentaba en la confitería Marzotto, de la calle Corrientes, con gran aceptación del público y en Radio Belgrano. Después de un año, volvió a ser convocado por Gobbi para compartir el escenario con el joven cantor Héctor Maciel. En esta nueva etapa con el maestro grabó: "Muchachos yo tengo un tango, de Natty Paredes y, al otro lado del disco, Maciel registró "Tierrita". Con esta placa tuvieron un éxito comercial muy importante. Esta nueva orquesta de Gobbi estaba integrada por: Ernesto Romero (piano), Mario Demarco, Mauricio Shulman “Budita”, Ernesto Rodríguez, Alberto Garralda y Ricardo Varela (bandoneones), Gobbi, Antonio Blanco, Luis Piersantelli, Miguel Silvestre, Osvaldo Monteverde y Agustín Carlevaro (violines), Juan Pecci (contrabajo). Al finalizar el año 1948, ambos cantantes se alejan de la orquesta y fueron reemplazados por Jorge Maciel y Ángel Díaz. Luego de un año, Lozano reaparece en el Marzotto, acompañado por el cuarteto de Jorge Dragone y, en 1950, se integra a la orquesta del violinista Oscar de la Fuente. Luego de los carnavales de 1955, Aníbal Troilo sufrió el alejamiento de Jorge Casal. Poco tiempo antes, se había ido Raúl Berón, el otro componente de esa escuadra de ases. Para suplir tamañas ausencias, El Gordo se decidió por Carlos Olmedo, primero y por Lozano, después. Ambos vocalistas venían siendo observados por Troilo, atraído, seguramente, por la calidad interpretativa y buena técnica de los dos muchachos. Por un lado, el fraseo rítmico de Pablo y por el otro, el decir personal de Olmedo, sumaban virtudes para esa elección. Pichuco se jugó por ellos, no obstante, las grandes dudas que tenía en cuanto a la conducta de ambos, quienes habían ganado fama de bohemios e incumplidores. Lamentablemente los cantores le fallaron y, al cumplirse el término del contrato, se vio obligado a prescindir d ellos. Fue realmente una lástima, ya que pudieron haber hecho una buena carrera junto al Gordo. Por suerte, en el surco nos quedaron tres perlitas, verdaderas joyas tangueras: "Viejo baldío", por Lozano, y "Recordándote" y "El cantor de Buenos Aires", por Olmedo. Desde ese momento su carrera artística fue declinando, paulatinamente, llevando una vida personal mala y autodestructiva. A fines de los setenta era común encontrarlo ebrio en el estaño de algún café céntrico o en el restaurante Pepito de la calle Montevideo y Sarmiento, del que era habitué. La caída era inexorable. El de Pablo Lozano es un caso muy común de aquellos tiempos en que la muchachada tanguera creía que la vida era eterna, que la juerga y la noche eran inofensivas y que la farra no dejaba secuelas. Murió a los 67 años recién cumplidos.

sábado, 11 de octubre de 2014

"EL PIBE DE FLORES"

Pedro Maffia Nació en el barrio porteño de Balvanera,2 hijo de los inmigrantes italianos Angelo V. Maffia y Luisa Spinelli. Se lo conoció en el ambiente musical como «El Pibe de Flores», e inauguró una modalidad completamente nueva de ejecución. Dejbaa el fuelle cerrado, utilizando las distintas tonalidades de notas que brinda el instrumento, en la ejecución en la modalidad abriendo o cerrando, utilizando la válvula del mismo para no forzar el sonido. Con Maffia, el bandoneón alcanzó una mayor pureza de sonido, llevándolo a uno de sus puntos de mayor alcance interpretativo. A los once años su maestro fue Pepín Piazza.3 A los quince años recorría los cafetines de Villa Crespo y ya a esa edad compuso el tango Cornetín. Sus primeros estudios musicales fueron de piano. Después crearía el primer método de estudio de bandoneón. A los 16 años debutó en el bar Iglesias, de la calle Corrientes, tocando también en oscuros prostíbulos de la provincia de Buenos Aires, con la modalidad a la gorra (como era menor de edad, en esta época, y siendo muy común sus escapadas de la casa paterna, generalmente para irse al puerto de Bahía Blanca (provincia de Buenos Aires). Su padre Ángel y su madre Luisa daban intervención policial para que fuera devuelto al hogar. Maffia siempre hizo culto de la amistad. Era común verlo frecuentar distintos bares de la capital, como por ejemplo los de calle Libertad y Rivadavia, Hipólito Yrigoyen y Bernardo de Irigoyen, Corrientes y Libertad, el bar Dante (en Boedo e Independencia, donde se creó el famoso "GRUPO DE BOEDO", formado por distintos intelectuales (Juan Francisco Giacobbe), poetas (José González Castillo, Cátulo Castillo) y músicos de la época (Sebastián Piana, Pedro Láurenz) ─entre otros─ casi en concordancia con el grupo del bar Tortoni), La Querencia (en Avenida de Mayo y Tacuarí, un local que también tenía salida por la calle Hipólito Yrigoyen, donde comenzó cantando Roberto Goyeneche).4 También frecuentaba distintos restaurantes de la capital, destacándose entre ellos: El Globo (Hipólito Yrigoyen y Salta), El Tropezón (Callao y Perón, que ya no existe), el restaurante de la avenida Independencia y Boedo (que ya no existe, y donde se podían pedir los fideos con tuco por kilo), El Hispano (Salta y Rivadavia, donde se podían pedir «callos a la madrileña», sentado en la barra), El Imparcial (en Salta e Hipólito Yrigoyen). En todos y en cada uno de estos lugares, Maffia no hubo de estar solo. En su mesa se sentaron los más distintos representantes de la noche porteña, como así también de su intelectualidad. Falleció el 16 de octubre de 1967, a los 68 años, en su casa en calle Corrientes 1969.

domingo, 5 de octubre de 2014

EL CABALLERO DE CAPILLA DEL SEÑOR

Carlos García Nació en Capilla del Señor (provincia de Buenos Aires) y se crió en el porteño barrio de San Cristóbal y sus primeros estudios fueron con el maestro Mariano Domínguez. Se inició como pianista de cine mudo, algo muy común en los músicos del género. Con el maestro Pedro Rubione estudió armonía, composición, contrapunto, fuga y orquestación, tenía apenas quince años, pero su relación con el profesor duró hasta 1969, es decir cuarenta años. Integró la orquesta de Firpo entre 1932 y 1938, luego ingresó como pianista del dúo Martínez-Ledesma, que hacían música folclórica argentina y americana. Entre 1938 y 1945, animó bailes con el conjunto de música internacional Hawaian Serenaders. Con esta formación estuvo cinco meses en el Brasil, en el año 1943, y a su regreso ingresa como empleado en el sello EMI-Odeon. Su tarea consistía en organizar formaciones musicales para los acompañamientos de los artistas que trabajaban con la empresa. Realizó muchas giras por el interior del país con todas los conjuntos en los que participó. En algunas de ellas acompañando a la cantante Mercedes Simone. Actuó también en la orquesta de Alberto Castellanos en Radio El Mundo, a mediados de la década del cuarenta. Entre 1946 y 1960, tuvo como actividad principal la docencia, actuando esporádicamente como pianista solista o acompañando músicos folclóricos. A partir de 1960, es contratado como asesor musical por Radio Municipal de la ciudad de Buenos Aires. Ese mismo año comienza a realizar la misma tarea para la empresa EMI-Odeon, hasta el año 1983. Viajó a Japón en tres oportunidades con orquestas que él armaba en cada ocasión, quedó sorprendido por el comportamiento del público japonés: «Escucha con mucha atención y al finalizar aplaude medidamente cada interpretación. Y al final de la función muestra todo su entusiasmo». Leyendo una entrevista que le hiciera Salvador Arancio, comprobamos su capacidad docente en el método empleado en sus charlas y conferencias, que él denomina «escuchando tangos»: «Llevo un cassette armado con los mejores arreglos de tango que conozco: De Caro, Salgán, Pichuco, Di Sarli. Después toco algo en el piano y en el medio intercalo frases que, para mí, son sustanciales para completar la explicación. Advierto a la gente que para escuchar hay que estar muy tranquilo y liberado de ruidos, si no, no se escucha lo que realmente se está oyendo y lo que no se apreció en su momento se pierde». En 1978, participó, junto a Enrique Mario Francini, Leopoldo Federico y Atilio Stampone, en el ciclo Tangos Para el Mundo, auspiciado por la Municipalidad de Buenos Aires. El mismo se realizó en el Teatro Presidente Alvear y en él participaron músicos extranjeros: Don Costa, Billy May, Johnny Mandel y Nelson Ridle. La orquesta tenía cincuenta y cinco músicos. En su discografía se destaca sus registros con Roberto Grela, del año 1975 y los dos discos de solos de piano editados por el sello Melopea, el primero contiene una serie de grabaciones de la década del sesenta realizadas en el auditorio de Radio Municipal y el segundo registradas en 1991. Fueron muchos los cantores a los que acompañó en sus grabaciones, como director de orquesta, entre ellos: Héctor Pacheco (1956-1958), Argentino Ledesma (1967-1968), Oscar Alonso (1968), Alberto Marino, Rubén Juárez, Claudio Bergé (1969) y Francisco Llanos (1978) todos para el sello EMI-Odeon. En 1974 vuelve a grabar con Oscar Alonso, esta vez para el sello RCA-Victor. Ha compuesto muchos temas pero pocos llegaron al disco, su obra más destacada es "Racconto", con letra de Margarita Durán, grabada por Aníbal Troilo, Miguel Caló, Osvaldo Pugliese y el Sexteto Mayor. También "Ayudame Buenos Aires", letra de Francisco Llanos, "Mi estrella azul" y "Al maestro con nostalgia". Sus reflexiones sobre la vanguardia son muy interesantes: «El creador crea sin darse cuenta, espontáneamente. Pichuco, Di Sarli, De Caro, Salgán y hasta el mismo Piazzolla, crearon su obra y ninguno de ellos se tildó de vanguardista. Lo hacían sin darse cuenta. Ellos muestran lo que descubrieron, lo que saben, lo que les nace y nada más. Esto no es vanguardia sino un testimonio de aquellos que están dotados». Finalmente expresa que, para él: «La vanguardia es un rótulo. Los músicos importantes hicieron su obra porque tenían un fuego sagrado adentro». Este caballero, murió a los noventa y dos trabajando. Y el haber podido conocerlo fue un honor y un verdadero placer.

domingo, 28 de septiembre de 2014

EL PROFETA DISCEPOLÍN

Nacido en el barrio porteño de Balvanera, el 27 de marzo de 1901, hijo de un músico de orquesta, quedó pronto huérfano y a cargo del mayor de sus cuatro hermanos, Armando, que fue quien lo encaminó por el mundo de la cultura popular: la música, el teatro, la literatura. Con apenas 16 años debutó como actor y poco tiempo después se animó a escribir sus primeras obras de teatro y letras de tango: “El bizcochito” y la más conocida “Qué Vachaché”, son letras de los años 20, en su más temprana juventud. En muy poco tiempo, sus letras serían interpretadas por grandes cantantes como Azucena Maizani, Tita Merello y el mismísimo Carlos Gardel, mientras continuaba su labor actoral, y en la década siguiente podría conocer el mundo artístico de Europa. Cuando ya en su repertorio contaba con letras como “Yira y yira”, “Qué sapa señor”, “Malevaje” y “Soy un arlequín” y la más cruda descripción de la “Década Infame” con “Cambalache”, apareció el peronismo, con el que simpatizó fervorosamente y defendió desde las trincheras radiales, con su programa “Mordisquito”. En 1951, protagonizaría el recordado film “El hincha”, pero hacia fines de aquel año, el 23 de diciembre, un síncope al corazón terminaría con su vida. La canción, originalmente compuesta durante la Década Infame a la que denuncia en sus letras. Historia de cambalache La obra se vio además afectada por una resolución del Ministro de educación Gustavo Martínez Zuviría, quien prohibió los voseos y el lunfardo en los tangos. Tal medida fue derogada por Juan Domingo Perón, luego de una entrevista con el propio Discépolo. Si bien la canción tuvo un origen y un contexto en su creación, su letra denunciando los males de su sociedad la transforman en un tema universal y aplicable a cualquier país del mundo; además que al representar a la sociedad humana de siempre será un tema vigente en cualquier época. ¡Hoy resulta que es lo mismo/ ser derecho que traidor!.../ ¡Ignorante, sabio o chorro,/ generoso o estafador!/ ¡Todo es igual!/ ¡Nada es mejor!/ ¡Lo mismo un burro/ que un gran profesor!

sábado, 27 de septiembre de 2014

EL CABALLERO SOLISTA DEL TANGO

JUANCITO DIAZ 14 de junio de 1914 – 22 de septiembre de 2007 – Pianista y compositor - Nombre de familia: Juan Víctor Díaz – Apodo: “El Caballero Solista del tango” - “El gran pianista del tango” Nacido en el pueblo de Peyrano, Provincia de Santa Fe, allí fue donde estudió y se recibió de profesor de piano. A los 17 años comenzó a trabajar como pianista en Rosario. En 1940 ingreso en la orquesta de Manuel Pizarro, primero como pianista y más tarde también como orquestador. Poco tiempo después, su primo, Fulvio Salamanca, lo manda a llamar para incorporarse a la orquesta de Juan D´Arienzo, con quien colaboró por más de dos años. También participó en varias orquestas y realizó giras por Europa y Latinoamérica y sus audiciones en la radio fueron un rotundo éxito. En septiembre de 1951 actuando en el desaparecido teatro Politeama se consagró allí como el primer concertista de tangos de la historia. Fue elogiado por músicos maestros de la talla de Arturo Rubistein y Claudio Arrau, también el General Perón, le tenía una amplia estima. Formó dúo con René Cóspito, su gran amigo. En 1955 fue protagonista de la película “Adiós muchachos”, dirigida por Armando Bó. De su obra de compositor recordamos: “Ladrón de sueños”, “Tango a la Florida”, “Ya te hice un tango vieja” y “Lloré por los dos”.

domingo, 14 de septiembre de 2014

EL CANTOR DE LAS MADRES Y LAS NOVIAS

Natalio Alberto Capa, cuyo nombre artístico era Alberto Margal, nació en Rosario el 13 de Julio de 1910. Estudió el colegio comercial aunque sin éxito. Trabajó en una panadería, que poseía unas máquinas “Margaldi”. De ahí nació su apellido artístico. En 1933 llegó a Buenos Aires, cantando en cantinas y cafés de Avellaneda acompañándose con su guitarra. Trabajó en la Editorial Sopena y concurrió a teatros vocacioneales independientes, donde también cantaba. Durante un asado tuvo un encuentro con Juan Ruggero, “Ruggerito”, colaborador del caudillo Alberto Barceló, hecho que le sirvió como punto de arranque a su trayectoria profesinal. Fue contratado por LR2 “Radio Argentina”, emisora en la que permaneció casi 25 años. Pero también cantó en “Radio Prieto”, “Radio El Mundo” y “Radio Belgrano”, en las audiciones de “Jabón Federal”. Hay que destacar sus actuaciones en el Café Marzotto, acompañado por las guitarras de José Canet y Humberto Canataro. Fue llamado “El cantor de las madres y las novias”. Fueron muchas las giras que realizó por el interior del país, donde era muy conocido. Admirador de Agustín Magaldi, cultivó su repertorio con preferencia. Formó dúo con Lito Bayardo, con quien compuso varios temas. Su popularidad se acrecentó en 1937, destacándose como uno de los cantantes solistas de la época. Realizó giras por Brasil, Uruguay y Chile. En 1951 participó en 2 novelas de radioteatro en Radio Argentina. Su primera grabación fue en el sello “Odeón”, el 7 de Marzo de 1943 con el tango “No hables mal de las mujeres”. Su último registro se realizó en 1957, completando 46 grabaciones. Ese año abandonó la actividad artística. Falleció a los 70 años, el 18 de Setiembre de 1980.

jueves, 11 de septiembre de 2014

EL HOMBRE QUE LE PUSO LETRA AL TANGO

Pascual Contursi Quizás el entendido medio en el tango no sienta la novedad cuando se diga que los versos de "Mi noche triste", escritos en 1916 por Pascual Contursi, son el molde poético definitivo para el Tango-Canción. Los escribió para la pieza de Samuel Castriota titulada "Lita", tango conocido pero no famoso hasta que se empezó a interpretar con los versos y el nuevo título: "Mi noche triste". Hay letras anteriores a 1916, porque en esta obra colectiva que es el tango, nada nace sin un rumor en el aire, sin anticipaciones propiciatorias. pero el salto de un estado a otro, de lo que no había a lo que empezó a ser, lo da Pascual Contursi. Medio Payador (cantor que, acompañándose con la guitarra, improvisa coplas sobre diversos asuntos), cantor de bodegones y cabarets, zapatero, etc., nació en buenos Aires, en 1988. Mucho de su vida habrá en sus tangos, siendo un nocheriego, perdedor y perdido por sus amores, un tentador de la fortuna que a los comienzos fuera magra; al fin, uno constata que se escribe mejor de lo que más se conoce. "Mi noche triste" fue estrenado por Gardel en el teatro Esmeralda, en la temporada de 1917. Al año siguiente se incluyó como pieza cantada en la interpretación de la obra teatral "Los dientes del perro". El éxito estuvo desde entonces asegurado, cuando la gente lo llevaba a sus labios espontáneamente para cantarlo. A partir de allí, por Contursi y otros numerosos letristas, se disparó una notable producción del Tango-Canción. ¿Qué hay en "Mi noche triste"?. En primer lugar, el reencuentro a través de los versos con el magma suburbial del tango, con el escenario de sus puestas más genuinas, en lo que a lenguaje y ámbitos se refiere. "Percanta que me amuraste / en lo mejor de mi vida ...". Antes que el lamento inoperante, el lloro exclamativo y afásico, hay la tristeza de una historia que se fundó con Ella que "era mi alegría y mi sueño abrasador" y que ahora no está porque se ha ido y no vuelve más. En efecto, hay abandono donde antes hubo amor. hay pérdida, nostalgia por lo perdido, desconsuelo, canción. pascual Contursi escribe en octosílabos como cantaron los payadores y mucho antes los autores del romancero español. escribe desde la sencillez de un "cotorro" o un "bulín" que tal vez sea el lugar que más habitó en su vida. Allí transcurre el sentimiento de fatalismo ante el abandono. Emplea un lenguaje cruzado de lunfardías, en esta historia contada en la brevedad de un tango donde están presentes las distintas vicisitudes del protagonista "amurado". obsérvese: "Y si vieras la catrera / cómo se pone cabrera / cuando no nos vé a los dos". Metáfora donde el protagonista al estar solo da vueltas y revueltas en la cama, insomne. las cosas no están como entonces cuando ella con él convivía, están tocadas de muerte: el espejo, los frasquitos, la catrera, la guitarra, ... y la lámpara que finalmente lo deja a oscuras. Pascual Contursi continúa escribiendo tangos que le grabará Gardel. En 1919 se estrenó como autor teatral en compañía de Ivo Pelay; desde entonces la insistente producción de sainetes llevarán consecutivo un tango glosando el tema central de la obra. resulta de esto un puñado de tangos excelentes y exitosos donde hay sujetos abandonados por la querendona y abrasadora percante. En algunos, el autor puede situarse en el lugar de ella, que es feliz al irse (siempre "con otro bacán mejor ..."), o situarse, incluso, en la posición de la muchacha que, aburrida de la vida que comparte con el protagonista, un día lía sus bártulos, se va y le dice: "Yo quiero una cama que tenga acolchado y quiero una estufa pa' entrar en calor, que venga un mucamo corriendo apurado y diga .. ¡Señora araca está el Ford!". Se asomaron en sus tangos, pintorescos, los cambios en las costumbres que se afianzaban en la posguerra y en la década de 1920. Si bien el perfil sociológico no supera el escenario de la noche, Pascual Contursi registra aquella independencia que alegre, árdua, resistida, va lográndose en la posición de las mujeres. lo hace con doble sentimiento: la complicidad y la queja por prerrogativas masculinas que pierde. Evidentemente, lo visita la fortuna: sus obras teatrales suelen tener éxito de taquilla, y el derecho del autor de letras también. ¿Qué hacer con el dinero?. Disfrutó en gastarlo, en noches rioplatenses y en noches parisinas, como se estilaba entonces. Asimismo, perseveró en la continuidad temática, a riesgo de reiterarse. Curiosamente, también escribió la letra mejor lograda para el tango "La Cumparsita". Sin embargo, el nuevo título pergeñado "Si supieras" tuvo que ceder ante el original inobjetable: La Cumparsita, música de Gerardo Matos Rodríguez. de la huella de Pascual Contursi hasta hoy, se escriben los tangos con otros lenguajes, distintos temas y estilos. Es claro que sus modos y maneras, a veces, suenan válidos para los museos de la moda; más, siempre nos conmueve ese aire intemporal que late bajo el esmalte de la época. En su último viaje a Paris, aunque viviera en hotel acomodado, se nota que, desde algún lugar de su alma, seguía viviendo en el bulín. Allí escribió, en 1928, la obra final de la que tenemos constancia: "Bandoneón Arrabalero", para música de su amigo "Bachicha" Deambroggio. En ella compara al bandoneón-viejo-fuelle desinflado (al que Contursi y el mismísimo tango encontraron en la calle) con un "pebete abandonado". lo lleva para su cuarto donde le dice: "Has querido consolarme con tu voz enronquecida y tus notas doloridas aumento mi berretín". Después de esta fecha, aparecieron los síntomas del extravío en el hablar inentendible, o presentarse en el nevado invierno parisino vestido de impecable traje de playa. A partir de entonces, sus amigos supieron que, mas que una broma, aquello era una mueca del delirio. lo embarcaron, piadosamente engañado, rumbo a Buenos Aires, donde murió internado en un hospicio de salud mental, en el año 1932.