" de chiquilín te miraba de afuera"

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cafe de Garcia

domingo, 20 de octubre de 2013

BAILARÍN COMPADRITO

<b>HISTORIA DE EL MOCHO. Amelia la Portuguesa, compañera de baile y mujer de David Undarz (El Mocho), integraron una de las más célebres parejas en la época de auge del cabaret en Buenos Aires, entre 1915 y 1930. Su estilo espontáneo, no exento de improvisación, marcó una transición en la coreografía y cierto grado de estilización elegante, adecuado al ambiente del cabaret clásico. Los Undarz (identificación artística), actuaron también en teatros durante los míticos años ‘20. Se afirma que el gasto físico lo realizaba ella, mientras su compañero la dirigía sobriamente para lucirla, todo lo cual entusiasmaba al público. No obstante el reconocido mote (lo llamaban El Mocho por faltarle un dedo), la historia lo menciona como Undarz, que se ganó gran fama en el cabaret Royal de la calle Corrientes. Dicho escenario aportó figuras muy populares como Tito Lusiardo o el Pardo Santillán. David Undarz es mencionado en el tango Adiós arrabal (de Lenzi y Baüer) en la versión de Angelito Vargas con la orquesta de Ángel D’Agostino, cuando dice: …el Mocho y el Cachafaz/ de la milonga porteña/ que nunca más volverá… en una muy lograda interpretación de Los Ángeles del Tango. El Mocho era de Avellaneda y murió en Córdoba, víctima de tuberculosis; igual que Amelia, su mujer, en fechas no precisadas. Conclusión: las tres leyendas recordadas fueron pilares en la base fundacional del tango-danza. Pero bailarines que hicieron historia hubo muchos. Y siguen surgiendo sin solución de continuidad. Cabe reconocer entonces que, también por ellos, el tango se mantiene vivo ya que según dice el axioma: “Todo folclore que no se baila… muere”.

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