" de chiquilín te miraba de afuera"
martes, 17 de diciembre de 2019
"EL NIÑO DE LA TROUPE"
Arturo Gallucci
Nombre real: Gallucci, Arturo Hércules
Contrabajista, compositor y letrista
(17 enero 1909 - 23 junio 1978)
Su experiencia, forjada desde niño en la troupe de variedades Los Fregolini, dirigida por sus padres, Arturo Fregolini (nombre artístico) y Virginia Fachín, lo fue enriqueciendo en conocimientos musicales (aprendió a tocar la guitarra, el contrabajo y el pistón), así como dotándolo de una personalidad carismática, de inquietudes artísticas.
Su carrera, ejemplifica la de muchos compositores que transitaron a pleno la generación del cuarenta, nutriendo casi anónimamente con sus obras el repertorio de las grandes orquestas típicas. Tanto las de rítmica expresión tradicional, como las de mayor evolución melódica y armónica. Siempre con un linaje milonguero, bailable y cantable, de amplia aceptación popular.
Entabló desde joven relaciones con letristas, músicos y hombres de la radio y la noche. El Café El Águila, el Marzotto, el Petit Salón, fueron algunos de sus centros preferidos. En ellos entrecruzó su camino con Carlos Di Sarli, en cuyo círculo de bohemia trabó una fuerte amistad. Y en cuya escuela de romántico melodismo, asentó su veta compositora, captada además por otro forjador del cuarenta, Alfredo De Angelis. Trabajó sobre la escritura pianística, con la flexibilidad de adecuarse con sus colaboradores, facilitando el estilo de la mayoría de las orquestas y sus distintas voces.
Precisamente, fue Di Sarli quien, en 1943, le dio el espaldarazo, grabando con su orquesta la milonga “Yo soy de San Telmo” y además, “Cómo se hace un tango”, ambos interpretados por Roberto Rufino.
Di Sarli le llevó también al disco los tangos “Cero al as”, con la voz de Alberto Podestá; “Vieja luna” y “Cuando muere una esperanza”, con Jorge Durán; “Déjame hablar”, “Tengo un amigo” y “Tenía que suceder”, con Mario Pomar; “Fogón de huella”, con Roberto Florio; “Mala yerba” (vals) con Rodolfo Galé y “No me supiste amar”, con Horacio Casares.
Casi paralelamente, Alfredo De Angelis, la estrella del Glostora Tango Club, le grabó “Cero al as” y “Mi novia de ayer”, ambos con Floreal Ruiz; “Sirva otra copa”, “Tenía que suceder”, “Cuatro líneas para el cielo”, el magistral “Vieja luna” y “Seis de enero”, los cuatro con Carlos Dante; “Adiós marinero”, con Julio Martel; “Guitarra de ausencia”, con Juan Carlos Godoy. En sus tradicionales dúos: “Cien guitarras”, con Carlos Dante y Julio Martel, “Amor de resero” y “Tropero soy” con Juan Carlos Godoy y Lalo Martel.
Después de acompañar con guitarras a distintos cantores en audiciones radiales, recién en el año 1946 formó con el bandoneonista Alfredo Calabró el Quinteto Calabró-Gallucci, integrado por Calabró y Andrés Natale (bandoneones); Agustín Bardi [h] (piano); José Votti (violín) y Gallucci (contrabajo). El quinteto se disolvió sin grabar y al poco tiempo Gallucci dejó la ejecución profesional durante un largo período.
Cuando el tango estaba en pleno declive, volvió a unirse con Calabró, para formar el Trio Calabró-Gallucci-Ranieri, este último su amigo, el guitarrista Lorenzo Ranieri. Animaron durante varias temporadas en la década del setenta, los espectáculos organizados por el restaurante El Mesón Español, ubicado en la Avenida Caseros.
La calidad de sus composiciones no fue ajena a la Orquesta Típica de Astor Piazzolla, quién, en 1947, le grabó la milonga “Cargamento”, con una aceleración rítmica que, metafóricamente, podría sugerir el deseo de este músico de excelencia, por desbandarse de los concepciones orquestales imperantes. El tema, está excelentemente vocalizado por Aldo Campoamor. También, el marplatense le grabó “Adiós marinero”, a dúo entre Aldo Campoamor y Héctor Insúa.
La grabación de “Adiós marinero” por la Orquesta Francini-Pontier, marca por vez primera el momento en que Alberto Podestá y Raúl Berón, registran en esa modalidad. También esta alineación grabó “Cuatro líneas para el cielo” y “El pecoso”, con Roberto Rufino; además del mencionado “Cargamento” y de “La culpa es mía”, con Raúl Berón y de “Tengo un amigo”, con Pablo Moreno. Osmar Maderna, con Orlando Verri, y Gabriel Clausi (Chula), en Chile y con Roberto Rufino, registraron “Pajarito viajero”.
Entre los cantables de Alfredo Gobbi, se incluyen el vals “Aunque sea mujer”, con Carlos Almada; “Y no me supiste amar”, con Tito Landó y “El hijo cruel” con Alfredo Del Río. Las orquestas de Pedro Laurenz, con la voz de Jorge Linares; y de Edgardo Donato, con Pablo Lozano, su tema “Barrio tranquilo”. Ricardo Tanturi, con Enrique Campos grabó “Y siempre igual”, también registrado por Alberto Castillo con acompañamiento de Ángel Condercuri.
Jorge Casal, en su paso deslumbrante con Florindo Sassone, reiteraría “Cien guitarras” y “Fogón de huella”. El mismo Sassone, con música propia y letra de Gallucci, “Un cuadro y una canción”. Por su parte, Lucio Demare, con Raúl Berón, y Armando Cupo, con Alberto Morán, ponen en sello “Cómo se hace un tango”. El tema “Frente al espejo”, califica entre las mejores interpretaciones de Tito Reyes, quién la registró con la Orquesta de Roberto Caló.
Armando Pontier y Juan D’Arienzo, grabaron con Julio Sosa y Mario Bustos, respectivamente, “Esas cosas de la vida”. El Rey del compás llevó a su discografía “Volvés a mí” y “Mi novia de ayer”, ambos con Jorge Valdez. El campero “Fogón de huella” surcó las gargantas de Edmundo Rivero con Carlos Figari y de Roberto Goyeneche con Aníbal Troilo. “Cero al as” lo cantó Argentino Ledesma acompañado por Jorge Dragone. José Basso, con Roberto Florio, hizo “Un amor imposible”.
Fulvio Salamanca, Enrique Campos con Calabró, Juan Sánchez Gorio, Domingo Federico, el Trío Yumba, la Orquesta Típica Gente de Tango con Alfredo Sáez, Omar Valente, entre otros, grabaron temas compuestos por este notable hacedor. En aquellas épocas de multiplicidad arrolladora del tango, la mayoría de los compositores e inclusive muchos autores, eran prácticamente ignorados, debido a la atracción ejercida por las primeras figuras: los grandes directores de orquesta, los cantores y los ejecutantes sobresalientes de algún instrumento.
"EL APACHE ARGENTINO"
Manuel Aróztegui
Nombre real: Aróztegui, Manuel Gregorio
Pianista y compositor
(4 enero 1888 - 14 noviembre 1938)
nacido en Montevideo el 4 de enero de 1888, fecha exacta proporcionada por su sobrino Bernardo, pianista, que manifestó además, exhibiendo documentos, que la ortografía del apellido es con “z” y no con “s”. En razón de que advertimos cierta generalizada confusión al respecto, entendemos haber aclarado el caso.«Su afición musical nació luego de oír a Pacho que, en esa época (1905), actuaba en un café sito en Thames y Guayanas (actual Niceto Vega).
En 1912, acompañabo por Paulino Facciona (violín) y Manuel Firpo (bandoneón), actuó en el Café El Maratón (en Canning y Costa Rica). Un descomunal tiroteo concluyó con sus presentaciones al cabo de seis meses. Parece ser que el bandoneón atraía parroquianos belicosos.
«El Capuchino, especie de cine-bar fue el nuevo escenario, ambiente más bien pacífico; su actuación allí se prolongó tres años. Su primer tango —“El apache argentino”—, se oyó allí por vez primera vez en 1913.»
Hemos constatado la existencia de un segundo tango, también titulado “El apache argentino” cuyo autor es Celestino Reynoso Basavilbaso.
Continuamos esta semblanza con las referencias que tuvo a bien brindarnos el ya citado señor Bernardo Aróztegui.
Nos exhibió la partitura manuscrita original del tango “El Cachafaz”, fechada el 16 de octubre de 1913. Comprobamos que la misma se halla dedicada al actor Florencio Parravicini.
Los autores Héctor y Luis Bates consignan lo siguiente al respecto: «... en el año 1913, época en que también apareció otro tango de Aróstegui (sic), “El Cachafaz”, dedicado al famoso bailarín Benito Bianquet, más conocido por el apodo que le sirvió a Manuel para bautizar su tango.»
Volvamos al relato. Manuel Aróztegui era frecuentemente invitado a participar en reuniones familiares; allí brindaba verdaderos conciertos de piano con gran deleite de los concurrentes.
Aquellas salas cinematográficas de la época del cine mudo, le contaron entre los pianistas que ilustraban las palpitantes secuencias de los films proyectados.
Un músico amigo, Emilio Lozzia, le dedicó el tango “Manunguito”, con tal seudónimo le designaron afectuosamente los íntimos.
En determinadas ocasiones dictó lecciones musicales a discípulos de ambos sexos.
Aróztegui realizó la escritura musical del famoso vals “El aeroplano”, inolvidable composición de Pedro Datta.
Su obra última, en colaboración con el poeta Luis Rubistein, se titula “Vengan muchachos”, escrito en el año 1934 y grabado por la orquesta de Julio De Caro.
Algo alejado del quehacer musical, Aróztegui dedicóse posteriormente a la decoración de juguetes que luego correteaba.
En 1936, un ataque de arteriosclerosis le paralizó el brazo y pierna derechos; disminuida su capacidad de movimientos marchaba con el auxilio de un bastón.
Falleció de resultas de un síncope cardíaco en su domicilio del barrio La Paternal (Biarritz 1812).
viernes, 6 de diciembre de 2019
"PROTOTIPO DEL PORTEÑO"
Nombre real: Romero, Manuel
Seudónimo/s: Julio Romero
Letrista y autor teatral
(21 septiembre 1891 - 3 octubre 1954)
Lugar de nacimiento:
Buenos Aires Argentina.
Hijo de andaluces, nació en Buenos Aires el 21 de septiembre de 1891. Siendo un adolescente, comenzó su labor periodística en la revista Fray Mocho y en los diarios Crítica y Última Hora.
Su personalidad era la del prototipo del porteño y por esa razón, el tango lo llevaba consigo, muy adentro.
Al igual que Luis César Amadori el teatro lo ganó de inmediato, así como también las letras de tango. El éxito le llega rápido con el tango “El Taita del Arrabal”, con música del español José Padilla, creador de “La violetera” y “El relicario”. Al poco tiempo “Patotero sentimental”, que resultara una creación en la voz de Ignacio Corsini.
Estudiante, y empleado después, en la Escuela de fogoneros de la Armada, vivió la siguiente situación que vale como anécdota. En oportunidad que un periodista y un fotógrafo de la prestigiosa revista Fray Mocho, visitaban la Escuela para realizar una nota, Romero se entromete con el fotógrafo indicándole los mejores ángulos para su trabajo. El periodista se molesta y le pregunta cuánto tiempo lleva en la Escuela. A lo que le contesta: «Diez años». El ofendido le espeta: «Yo llevo veinte de periodista, dedíquese al carbón que yo sé de lo mío». En eso un compañero se le acerca y lo llama por su nombre. El de la revista se sorprende y pregunta si tiene que ver con el que escribe en Fray Mocho. Ante la respuesta afirmativa el asombro de Félix Lima, el notero de marras, quien admiraba sus pinceladas porteñas, pero desconocía a su compañero de trabajo.
Su primera pieza teatral data de 1919 con la colaboración de Ivo Pelay, se tituló Teatro breve, a la que siguieron unas ciento ochenta más. En 1922, estrenó la más recordada: El bailarín del cabaret, con la compañía de César Ratti, en la que Corsini se lució con “Patotero sentimental”.
En 1923, viajó a Europa con Luis Bayón Herrera y de regreso puso en escena las nuevas ideas traídas de las revistas y los music hall que vio, siendo estos los géneros que lo ocuparon durante largo tiempo.
A principios de 1931, actúa en Madrid con la compañía del teatro Sarmiento junto a Bayón Herrera. Debutan en el teatro Zarzuela y un mes más tarde en París en el teatro Palace. En ambos casos sin éxito. Pero en París coincide con Gardel y nace la idea de filmar una película. Escribe el argumento y las canciones para Luces de Buenos Aires, que dirige el chileno Adelqui Millar. Integran el elenco, entre otros, Gloria Guzmán Sofía Bozán, Pedro Quartucci y el conjunto de Julio De Caro.
De vuelta en Buenos Aires se incorpora a la flamante productora Lumitón, con Enrique Telémaco Susini a la cabeza. Allí comienza su carrera en el cine a partir de Noches de Buenos Aires, de la que hizo el argumento y dirigió, que fuera estrenada en febrero de 1935. En ese film actuaron Tita Merello, Irma Córdoba, Enrique Serrano y Fernando Ochoa.
En total suma 53 películas, todas de similares características. Argumentos sencillos y emotivos, que se desarrollan en un ambiente ciudadano. Los personajes típicos eran el galán pobre, la joven enamorada de buena posición económica, el tercero en discordia, un cajetilla cínico que pretende a la muchacha, una pareja de apoyo, amigos de uno u otro, siempre desempeñados por actores cómicos —Enrique Serrano, Tito Lusiardo o Sofía Bozán— y tangos, siempre tangos. Siempre una excusa para escucharlos. La misma fórmula a lo largo de toda su carrera.
Filmaba rápidamente, sin mayor cuidado, con el solo afán de terminar y lograr un resultado. Pese a todo, y al rechazo de la crítica y del público selecto, Romero creó un estilo, muy apreciado por el espectador sencillo que sólo buscaba conocer a quienes escuchaba por la radio o veía en las revistas.
Hoy a la distancia resulta, en realidad, el testimonio de toda una época, sin pretender la rigurosidad del documento, nos dejó una pintura, una acuarela de los diferentes sectores de la sociedad de los años 30 y 40. Además de dejarnos un verdadero documento, en lo que respecta a actores, cantores, actrices y cancionistas de cuerpo entero y no solamente a través del disco.
Algunos de sus títulos e intérpretes más recordados fueron: El caballo del pueblo (1935), se destacó porque era la película que debía filmar Gardel a su regreso al país, finalmente sin cantores sirvió para el debut de Juan Carlos Thorry.
Radio Bar, se estrenó el 10 de septiembre de 1936, con música de Alberto Soifer, intervinieron Alberto Vila y las hermanas Desmond. Los muchachos de antes no usaban gomina, del 31 de marzo de 1937, donde canta Hugo Del Carril. La vuelta de Rocha, del 8 de septiembre de 1937, donde actúan y cantan Hugo Del Carril y Mercedes Simone. Tres anclados en París (26/1/38), con el mismo cantor. La rubia del camino, del 6 de abril de 1938, con el actor Fernando Borel. Mujeres que trabajan, del 6 de julio de 1938, donde cantan Fernando Borel y Sabina Olmos. La vida es un tango, (8/2/1939) con Hugo Del Carril y Sabina Olmos. Divorcio en Montevideo (7/6/39) y Muchachas que estudian (6/9/1939) ambas con la cancionista Carmen Del Moral.
Carnaval de antaño (17/4/40), con Charlo y Los muchachos se divierten, del 3 de julio de 1940, nuevamente Charlo y Sabina Olmos. Isabelita, del 31 de julio de 1940, con Juan Carlos Thorry, Sofía Bozán y Carmen Del Moral. En este film aparece el violinista Elvino Vardaro. Yo quiero ser bataclana, (30/4/41), posiblemente la mejor comedia del cine argentino, por la elaboración de los cuadros musicales, copia de los tradicionales en los filmes norteamericanos. Con un sencillo argumento romántico y con el excesivo protagonismo de Niní Marshall, indiscutida actriz cómica argentina, pero que en este caso resiente la continuidad de la historia. Actuaron Juan Carlos Thorry, Alicia Barrié, Sabina Olmos y la orquesta de Juan D'Arienzo.
Adiós pampa mía, del 27 de diciembre de 1946, con el cantor de moda Alberto Castillo y su colega Alberto Vila en su despedida del cine y de la vida artística. El tango vuelve a París (16/1/48), con Alberto Castillo, Elvira Ríos y la presencia de Aníbal Troilo. Derecho viejo, del 4 de enero de 1951, donde se recrea con mucho de fantasía la vida de Eduardo Arolas. El hincha, del 13/4/1951, con un tema futbolístico donde se destaca la actuación como primer actor de Enrique Santos Discépolo, en un gran papel, luego de sus fracasos como director y como actor.
Alguien dijo que a pesar de sus broncas era un tipo cálido, que se lo sentía amigo a pesar de su autoridad. Y que era un fenómeno de velocidad para escribir. También se dijo que necesitaba producir permanentemente, porque siempre estaba con poco dinero, jugaba mucho a la ruleta, a los caballos y a cualquier cosa.
Una noche de urgencia, escribió de un tirón para el teatro La muchachada de a bordo, que no era una obra para ser premiada, pero que resultó un extraordinario éxito de boletería.
Una noche estaban reunidos varios amigos después de una cena. Romero contaba el argumento de su próxima película que era igual a todas las anteriores, y cuando llegó el momento de relatar que la heroína es seducida y luego desdeñada por el malo, uno de los concurrentes dijo sin pensarlo: «Sí, y después canta un tango». Romero se ofendió y contestó en voz alta: «Sí, cantará un tango, porque yo lo siento así y así lo siente el pueblo para quien escribo y dirijo».
Y esto era absolutamente cierto.
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