" de chiquilín te miraba de afuera"
lunes, 20 de noviembre de 2017
CUNA DE ARRABAL
El arrabal en el tango es esencialmente un concepto abstracto, expresión territorial de una división social. Cuando se va al concreto el concepto se pulveriza en decenas de imágenes distintas. Tiene mucho que ver con ello por supuesto la subjetividad del autor de la letra, su visión de las diferencias de clase en la Argentina, y las del yo narrante de cada historia. Pero interviene además un factor muy importante: el arrabal de una gran ciudad en acelerado crecimiento es un rompecabezas de partes fuertemente heterogéneas, que se transforman por añadidura en pocos años. En el ciclo de la vida de una persona podía suceder que un mismo barrio pasara de área rural a guarida de marginales, a arrabal pobre, a barrio suburbano de clase medio-alta, y de nuevo hacia atrás a zona degradada... hasta la sucesiva especulación urbana.
Una de las imágenes recurrentes del arrabal tanguero se refiere a la combinación de pampa y ciudad que se da en el "frente de crecimiento" de la ciudad. La bóveda del cielo, magnificada por la presencia de grandes terrenos vacíos y por las casas de una planta; la vegetación típica de la llanura, flores y hierbas, como sensación visual y olfativa.
"Adonde el callejón se pierde / brotó este yuyo verde del perdón" (Homero Expósito, Yuyo Verde, 1944).
Para la mayor parte de los autores esta presencia de la campaña en la ciudad es metáfora de pureza, de ingenuidad, de limpieza, en contraposición a un "centro" caracterizado por el lujo, el vicio, la inmoralidad y la corrupción. Les ahorro citas de las innumerables señoritas que lamentaron amargamente la propia decisión de trasladarse desde el arrabal hacia el centro, y de los caballeros que les reprochan el haberlo hecho, vaticinándoles futuros catastróficos.
Una de las visiones más líricas del arrabal se encuentra en Homero Manzi. Sin embargo, el territorio de referencia de Manzi es un barrio integrado en la ciudad, Nueva Pompeya. Situado detrás de la zona portuaria de La Boca y de la zona industrial de Barracas, Nueva Pompeya fue creado por inmigrantes italianos (genoveses, vénetos, lombardos, calabreses). Las casas patriarcales, con grandes patios cubiertos de parrales y madreselvas, y ventanas decoradas con malvones, estaban frecuentemente adosadas a corralones, tallercitos y varios locales destinados a las actividades artesanales, como en Italia.
Nueva Pompeya tenía su "frente de expansión" hacia el sur, en dirección al Riachuelo y a Puente Alsina. Un paisaje industrial-rural lunar y desmesurado: el paredón que defendía el barrio de las inundaciones del Riachuelo, las instalaciones industriales y los grandes potreros (terrenos baldíos).
Sin embargo (y debe ser una cuestión de generaciones) me imagino a Malena, la inolvidable protagonista del tango de Manzi, en alguno de los suburbios de los últimos años 50 del oeste de Buenos Aires, o del sur de La Plata, de anchas calles de tierra bordeadas de zanjas de desagüe, casitas perennemente en construcción, baldíos alambrados de pasto y cardos: "A yuyo de suburbio su voz perfuma, / Malena tiene pena de bandoneón".
Un arrabal "abierto" del que no faltan ecos inquietantes de soledad y de pena, en particular nocturna: "Tus tangos son criaturas abandonadas / que cruzan por el barro del callejón, / cuando todas las puertas están cerradas / y ladran los fantasmas de la canción" (Homero Manzi, Malena, 1942).
Lástima que, según dicen los que saben, este tango fue dedicado a Elena Tortolero de Salinas, argentina sí, pero residente desde niña en Brasil, donde su padre era cónsul español en Porto Alegre. Estas imágenes de arrabal porteño son por lo tanto... imágenes, generadas por el embrujo de una voz escuchada lejos de Buenos Aires, en un contexto ambiental y social completamente distinto.
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