" de chiquilín te miraba de afuera"
sábado, 10 de septiembre de 2016
"ARREGLADOR Y CHIVILCOYANO POR ANTONOMASIA"
En Chivilcoy, su ciudad natal, realiza los estudios primarios y comienza a estudiar violín. Su padre era guitarrista orejero y no mal payador, amigo de músicos y cantores que llegaban a diario a su casa. Sin haber aún estudiado música, sorprendió más de una vez a los visitantes, soplando sobre un peine envuelto en papel de seda la parte de violín del tema que se estuviera ejecutando e improvisando armonías.
En 1931, resuelve formar su primer sexteto en el que participa Raúl, su hermano menor. Ya en ese tiempo, comienza a manifestarse su inclinación hacia el arreglo.
A mediados de ese año tiene un encuentro crucial para su futuro. Se disuelve el sexteto Vardaro-Pugliese y se forma otro con Osvaldo Pugliese en el piano, Alfredo Gobbi y Enrique Cantore en los violines, Alfredo De Franco y Carlos Angelotti en bandoneones y en contrabajo José Díaz. Cuando el nuevo sexteto actúa en Chivilcoy, dos de sus músicos, Gobbi y Cantore lo escuchan ejecutar el violín y descubren que está lleno de intenciones que demuestran un talento musical en ciernes y lo estimulan para que viaje a Buenos Aires.
Como autor ya cuenta con un vals en su haber: "Madre mía" y al año siguiente publica "Mariposa", tango con letra de Ramón Giachetta, otro vecino del pueblo. Este tema formó parte del repertorio de Osvaldo Fresedo, aunque sin llegar al disco.
A finales de 1933, prepara un trío de guitarras para que lo acompañen en unos solos de violín y mas adelante incorpora un cantor, Carlos Claudel (Carlos Devenutto), que más tarde, en Buenos Aires, cantaría con el conjunto de José Luís Padula. Con este trío deja plasmadas algunas ideas completamente originales, muy similares a las que habría de aplicar Charlo en sus acompañamientos con guitarras.
En 1934, se hace algunas escapadas a la Capital, compone un estilo criollo titulado "Jubileo a Don Prudencio", dedicado a un viejo vecino Prudencio Moras. En agosto de 1935 hace su última actuación con su conjunto y decide probar suerte en Buenos Aires. El cantor Claudel lo vincula a José Luis Padula, tiene breves actuaciones en la orquesta de Alberto De Caro, también con Enrique Delfino por Radio Splendid. Luego trabaja con varias formaciones, la de Juan Canaro, la de Florindo Sassone y, en 1937, la de Miguél Caló, como primer violín de la línea que completaban José Paz y Carlos Aiello.
Por aquel entonces, vivía en la bohemia pensión La Alegría de la calle Salta y es allí cuando vislumbra su porvenir haciendo su propio análisis. Llega a dos conclusiones: la primera, que no era un eximio ejecutante del instrumento, la segunda, que su verdadera vocación apuntaba al arreglo y a la orquestación.
Luis Adolfo Sierra explicó este momento de Galván de la siguiente manera: «Fue entonces que la orquesta de Caló tuvo un momento excepcional, cuando Galván tomó a su cargo los arreglos instrumentales de la misma. Entre las innovaciones interpretativas surgió el llamado virtuosismo violinístico en el tango. Predominaba hasta entonces la forma clásica de cantar las melodías, expuestas por Agesilao Ferrazzano, Cayetano Puglisi, Julio De Caro, Manlio Francia y Elvino Vardaro. Pero con Raúl Kaplún como primer violín de Caló, Galván explotó las notables aptitudes técnicas de aquel, escribiéndole pasajes solistas con dificultades tales que exigían al máximo su destreza. El virtuosismo en el violín, cuyo precursor fuera Antonio Rodio y que Kaplún exaltara gracias a Galván, se continuó en Enrique Mario Francini y en Szymsia Bajour.»
La década del '40 presenta un gran número de jóvenes y capacitados directores que se agregan a los que ya estaban. Se hace necesario, por razones de competencia, el aporte de una especialización profesional que haga efectivas las pretensiones de evolución. Así aparece en pleno, la figura del arreglador e instrumentador, el que de acuerdo a su capacidad, tiene como misión contribuir a armonizar y pulir los estilos interpretativos de los conjuntos.
Entre los antecedentes de arregladores, podemos citar: Julio y Francisco De Caro, Julio Perceval, Julio Rosemberg, Alejandro Gutiérrez del Barrio y algunos más. Y también el importante aporte de Héctor María Artola para varias formaciones.
Galván y Artola llevaron el tango al atril en forma definitiva. Y es en la orquesta de Troilo donde Galván irá plasmando un estilo renovador con su marcada tendencia de hacer prevalecer las cuerdas en el tratamiento del conjunto.
Cuando Troilo debuta en Radio El Mundo en 1940, ya tiene el respaldo de Galván y el primer trabajo es el tango de Fresedo: "Pimienta". La enumeración sería extensa, pero se debe nombrar la obra que Troilo consideraba más importante, "Recuerdos de bohemia", una revolución en ese tiempo (1945), donde el arreglador deja traslucir al músico de su predilección, Claude Debussy. Sin embargo es en la "Selección de tangos de Julio De Caro" (1949), cuando alcanza la cumbre, porque De Caro no deja de estar presente en toda la obra, a pesar de estar abreviados sus temas, cortados, variados y reordenados.
También realizó un trabajo similar con los tangos de Bardi y de Cobián, pero que no llegaron al disco, pues igual que "Recuerdos de bohemia", excedían las dos caras del disco en 78 rpm. Una frustración que pudo saldar cuando creó Los Astros del Tango.
Entre sus principales arreglos para Troilo podemos mencionar muchos temas de Edmundo Rivero, siendo el supremo testimonio el arreglo de "Sur" de 1948 y antes, en 1944, el del vals "Palomita blanca", para el dúo Alberto Marino-Floreal Ruíz. Todo esto no empaña para nada la figura de Pichuco, al contrario, es relevante destacar el hecho de haber aceptado las audaces proposiciones de innovadores de la envergadura de Galván, Piazzolla, Spitalnik, Artola, Plaza y otros.
Fue un tiempo de febril actividad, pues también trabajó para las orquestas de Osvaldo Pugliese ("Adiós Bardi" y "La beba"), Francini-Pontier ("Tigre viejo"), Osvaldo Fresedo ("El día de tu ausencia"), José Basso ("Rosicler").
Incursionó en el jazz integrando varias formaciones, la más importante de ellas fue la Brighton Jazz, cuya dirección compartió con Elvino Vardaro, quedando para la posteridad la composición de Galván dedicada a Vardaro en su honor y para su lucimiento: "Violinomanía".
En este período de gran creatividad compuso sus tangos: "El día de tu ausencia" (con Manuel Arcos), "Me están sobrando las penas" (con Basso y Bahr), "Cafetín" y "Esta noche estoy de tangos" (con Homero Expósito) y "Nuestra cita" (con Agustín Delamónica).
En 1948, se presenta en Radio El Mundo dirigiendo una orquesta de 35 músicos. En los comienzos de la decada del '50 realizó la banda sonora de algunas películas argentinas de muy bajo nivel artístico. Dirigió las orquestas de Oscar Alonso, Roberto Maida, Horacio Deval, Carmen Duval, Jorge Vidal, María de la Fuente, Eduardo Adrián, Raúl Berón, Virginia Luque, Roberto Quiroga, Oscar Fuentes y Ranko Fujisawa.
En el año 1956, dirige la orquestación del Ballet Folklórico Argentino de Santiago Ayala, (El Chúcaro). También lleva a la práctica una antigua teoría suya, el agregado de la voz femenina sin palabras, que se adapta y enriquece convenientemente a la masa orquestal, prueba que realiza con la voz de Ana María Pons.
En el año 1953, promovió la creación de la Sociedad Argentina de Orquestadores y Arregladores. Los músicos pretendían el reconocimiento de su trabajo intentando reformar los estatutos de la Sociedad Argentina de Autores y Compositores (SADAIC). También pedían la difusión del nombre del arreglador en la etiqueta de los discos y en las ediciones impresas. La fuerte resistencia por parte de las empresas grabadoras y de los directores de orquesta frustró el intento.
En 1958, forma Los Astros del Tango, un verdadero conjunto de cámara, con marcado predominio de cuerdas. Es director y arreglador del conjunto formado por: Elvino Vardaro, Enrique Francini, Mario Lalli, José Bragato, Julio Ahumada, Jaime Gosis y Rafael del Bagno. En algunas versiones está el violín de Szymsia Bajour y el contrabajo de Italo Bessa. Debutan en octubre en Radio Splendid. y llegan al disco en tres oportunidades, en el sello Music Hall, con la particularidad de dedicar cada disco a dos autores. Así presentan los tangos de Bardi, Arolas, Delfino, Aieta, De Caro y Cobián.
En 1960, graba un disco donde se reseña La Historia de la Orquesta Típica, con el subtítulo: El Tango en su Evolución Instrumental. Comienza con "Don Juan" por un trío de guitarra, flauta y violin, hasta llegar a Piazzolla. Los principales instrumentistas se encargaban de recrear a los homenajeados, según el criterio de Galván.
Son interesantes algunas opiniones del propio Galván: «Ante todo no creo en el tango moderno, creo en el tango simple y sencillo. En cambio, creo sí, en la orquesta moderna. Y ésta es la que no se conforma con repetir siempre lo mismo, con monotonía y falta de impulso creativo, si no que busca nuevos timbres que van a enriquecer y modernizar el tango sin desvirtuarlo.»
Otra: «No puede haber tango sinfónico ni orquesta sinfónica de tango, sencillamente porque no existen piezas sinfónicas en el campo del tango. Aunque no me niego a ver un sutil cambio a través del tiempo en la riqueza musical del tango, que proviene, en mi opinión, del decisivo progreso en la orquestación.»
En marzo de 1960, dirigió la Orquesta Gigante del Tango, actuando en el Cine-Teatro Ópera. En el mes de agosto comienza a trabajar en un repertorio para llevar a Japón, encabezando una embajada musical. Piensa en Vardaro, Gosis, Ahumada, del Bagno y el resto integrarla con músicos japoneses. Ya tiene compuesto para la ocasión un tango titulado "Sayonara". Radio Belgrano, a manera de despedida, pone a su disposición una orquesta de 50 músicos para que exponga dicho repertorio. Pero nada de esto pudo ser, el 8 de noviembre le llega la muerte.
jueves, 1 de septiembre de 2016
"TACONEANDO TANGOS"
JOSE HORACIO STAFFOLANI (PERIODISTA Y POETA)
«Una noche el amigo Aguilar, sentados en la plaza Flores, frente a la iglesia, comenzó a decirme que dejara el periódico (entonces era director del semanario La Idea) y que el berretín de poeta lo dedicara a las letras de los tangos: «Eso da. ¡Sí que da vento! Preguntále a Enrique Cadícamo o a Cele Flores, si el tango da, sí o no... Yo sé que a vos no te gusta hacer letras para el cancionero popular. A pesar de todo te propongo una oportunidad. Hacéme cualquier motivo en verso y yo te haré un vals o una canción».
«Trato hecho. Pocos días después le entregaba una letra titulada “Cuándo volverás”. Pasó tiempo. Una noche nos encontramos y como es lógico le pregunté por la letra y me contestó textualmente: «Estando en los 36 Billares con Pedro Maffia, los De Caro y otros, al sacar unos papeles se me deslizó tu letra. Maffia la levantó y se puso a leerla... Al final me preguntó: «¿De quién es esta letra?» —«De un amigo de Flores», contesté. —«Decíle a tu amigo que le haré un tango que lo van a cantar hasta las piedras».
«Pasaron dos meses. Una noche estando en el hall del Teatro Pueyrredón de Flores, viene a mi encuentro mi gran amigo Cadícamo y con mucho entusiasmo me dice: «¡Staffolani! ¿Leíste Crítica de esta noche?... Hay algo que te va a interesar».
«Compré el diario y al hojearlo, tuve la sorpresa más grata de mi vida... El conocido redactor de Crítica, Carlos de la Púa, escribió una página sobre el tango “Cuándo volverás” y que el gran mago del bandoneón, Pedro Maffia, vistió con las melodías más divinas del momento y le auguraba un gran éxito.
«El gran Maffia, por aquel entonces, actuaba con su orquesta en el Cine-teatro Electric Palace, de la calle Corrientes. Días después fui a visitarlo; me hice anunciar, salió. Me di a conocer y luego del protocolar encuentro me invitó a pasar... Subió al palco orquestal y ejecutó “Cuándo volverás”. El público rompió en estruendoso aplauso al escuchar los primeros compases.. Tres veces consecutivas se repitió a exigencias del público.
«En el intervalo charlamos largo y tendido. Me dijo que Carlos Gardel se ausentaba por una breve temporada y que era su propósito visitar España y que el tango lo grabaría allá.
«Habían transcurrido de esto varias semanas y recibía por correo una buena cantidad de estampillas, que yo debía firmar una por una y devolverlas a la casa Max Glücksmann a la brevedad posible. Al canjearlas me entregaban dinero y a los pocos días recibía otra remesa de estampillas y esto se fue repitiendo durante meses.
«He aquí la influencia del dinero. Sin más trámites archivé mis versos líricos y me dediqué a hacer letras de tangos, que muchas satisfacciones me ha dado. Pocos días después del regreso de Carlos Gardel, lo vi en lo de Max Glücksmann. Me acerqué. Agradecí la distinción de que me había hecho objeto y entre otras cosas me dijo lo siguiente: «¡Mirá pibe! Si te vas a dedicar a las letras de tangos y si querés que yo te los cante, no me hagas esa clase de letras... Ese tipo de letra son para los muchachos fifí y estos «nenes de mamá» no cantan tangos... Quienes los cantan y los imponen, son los muchachos del bajo... En adelante haceme letras reas para los muchachos del arrabal... No te olvidés... ¡Chau!».
«Me dio la mano y salió... Así conocí a Maffia y a Gardel».
Con Maffia hizo el citado; “Taconeando” y “Ventarrón”, grabados por Gardel y por demás populares, que se mantienen frescos en la voz del recuerdo, y también “Piba boba”, “Sombra gris” y “Tengo celos”, amén de algún otro tango. Con Magaldi-Noda hizo el hermoso “No llores mi amor”.
Staffolani nació en Buenos Aires (Flores) el 1 de diciembre de 1898 y allí falleció el 11 de diciembre de 1968.
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