" de chiquilín te miraba de afuera"
martes, 28 de abril de 2015
"EL FARO DEL TANGO"
Nació en Libertad, partido de Merlo (30 km al oeste de la ciudad de Buenos Aires. Su padre, español de Aragón, era empleado ferroviario y tocaba la guitarra y el bandoneón. Su seudónimo de faro se debe a su gran luz poética.
Trabaja desde muy joven con su padre, quien lo quería ver graduado de ingeniero químico. Recordaba el propio Aznar: «El viejo deseaba asegurarme el futuro y veía además, que yo tenía un porvenir en el ferrocarril. Y por eso, combatía a muerte mi afición por los versos. A pesar de eso pude estudiar violín entre mis 8 y 13 años. El colegio solo lo hice hasta sexto grado, pero aprendí muy bien el idioma inglés junto a mi madre que era irlandesa. Pero a mi me gustaba la noche, la poesía y escuchar a Pacho (Juan Maglio), que a veces venía por los pueblos con su orquesta».
Después de 1930 se vinculó al ambiente artístico y conoce al actor Federico Mansilla, que era director de Radio El Abuelito. Por su intermedio conoció a los cantantes Antonio Maida y a Nelly Omar.
En esa época compuso su primer tango “Igual te quiero”, al que también le puso la letra, y fue estrenado en la radio por Nelly Omar, el 28 de junio de 1936, cuatro días después de la muerte de su padre.
Reflexiona el autor: «...y no pude demostrarle al viejo que había emprendido algo serio en la vida, por mi propio camino. Y me tuve que hacer cargo de mi familia además.» Y continúa diciendo: «Entonces, aparte de mi trabajo en el ferrocarril, daba lecciones de inglés en mi casa todas las noches. El cantor Eduardo Farrel estaba entre mis discípulos. También ayudé a Eloy Rébora a traducir libros. Pero, por ese motivo, me fui desvinculando del medio que a mi me gustaba. Tuve que empezar de nuevo».
El pianista Armando Cupo le presentó a la cancionista Laurita Esquivel, al cantor Roberto Chanel y, al que más tarde fuera su colega, Reinaldo Yiso.
En esa época, Chanel empezaba con Pugliese, y en una ocasión le llevó un tema que habían hecho juntos. Cuando Pugliese leyó la letra le dijo al poeta: «Escribiendo así usted no va a ninguna parte». Aznar confiesa que le resultó muy duro, pero con el tiempo se lo agradeció. En esos tiempos el letrista escribía versos demasiado poéticas y muy alejados de lo popular.
Tiempo más tarde su amigo Reinaldo Yiso le trajo una música del bandoneonista Luciano Leocata, al que le puso letra. El tema en cuestión se tituló “Y volvemos a querernos”, que entusiasmó al cantor Jorge Casal hasta tal punto que se lo llevó al director Florindo Sassone y lo estrenan en el bar Armonía de la calle Corrientes y luego lo llevan al disco el 25 de enero de 1949).
La orquesta de Sassone también le grabó: “Y mientes todavía”, también con música de Leocata, con la voz de Raúl Lavalle.
Osvaldo Ruggiero, sobrino de Leocata y bandoneonista de Pugliese, se lo lleva al maestro quien lo graba con el cantor Alberto Moran el 31 de mayo de 1949). Y, a partir de ese momento, resulta un verdadero éxito. Ya Pugliese había gragbado, con la voz de Roberto Chanel, “La mascota del barrio”, que Aznar hizo en colaboración con Reinaldo Yiso.
La conjunción Aznar-Pugliese, continúa con varios temas más: “Y mientes todavía” con la voz de Alberto Moran el 26/7/1950; “Y todavía te quiero” con la voz de Jorge Maciel, el 21/6/56; “Y no le erré” con el cantor Ricardo Medina, el 24/7/1959; “Sueño malevo”, con la voz de Alfredo Belusi, en el año 1960; “Jamás lo vas a saber”, la voz de Jorge Maciel, en octubre de 1966.
Fue un autor profuso, que contó con la colaboración de músicos importantes, como el caso del ya mencionado Luciano Leocata y muchos otros. Carlos Di Sarli, con el que hizo “De qué podemos hablar”, con Cholo Hernández “Sonatina”, con Azucena Maizani “Y no somos nada”, con Manuel Sucher “Nuestra última partida” y “Te doy un beso y me voy”.
Otros títulos importantes de su obra son: “El último guapo”, “Qué tenés que hablar de mi”, “Y te parece todavía”, “Vos hacés lo que querés”, “El corsito del barrio”, “Azúcar, pimienta y sal”, “Anoche te soñé”, y muchos más.
En Cuadernos de Difusión del Tango Nº 33, Tito Giglio nos cuenta que Cholo Hernández vivió con Aznar en su casa de Merlo durante diez años, y hace una descripción del autor en la que le atribuye una personalidad muy sensible y con un ansia enorme de afecto, que al recibirlo retribuía con creces.
Nos dice también que era un hombre flaco, de físico y de bolsillo, que apenas comía, pero consumía con exceso café y cigarrillos. Poseía un accionar nervioso y era de andar rápido, luciendo siempre un peinado engominado.
Con Leocata escribía con las melodías ya compuestas.
En SADAIC (Sociedad Argentina de Autores y Compositores) figuran 233 obras suyas, pero sólo 88 fueron editadas y grabadas. Realizó traducciones para la editorial Julio Korn.
lunes, 27 de abril de 2015
"LA VIUDA DEL ZORZAL"
el cachador ambiente del tango lo conoció por La Viuda. De quién era obvio. Nelson convirtió en culto el recuerdo de Gardel. Él lo llamó El bronce que sonríe. Él aseguró que «cada día canta mejor», única frase hecha absolutamente veraz. Mientras algunos sospechaban que El Rusito quería vivir de la memoria de El Zorzal, otros sostenían que Gardel le debía en buena parte su perduración. De hecho, desde la muerte de Nelson, la voz de El Morocho del Abasto fue desapareciendo de las radios argentinas, salvo algún ocasional rebrote de aniversario. La mayoría del pueblo ni siquiera lo reconocería hoy si lo oyera, sobre todo al mejor Gardel, al de su etapa culminante entre 1926 y 1928. Así como no hubo otro Gardel, tampoco hubo otro Julio Jorge Nelson. Parodiado por todos los imitadores, fue un clásico de la radiofonía argentina.
Isaac, hijo de un zapatero, se crió en Villa Crespo. Su casa estaba en Triunvirato 225, dirección luego convertida en Corrientes 4943, frente al teatro Florencio Sánchez. Entreverado desde niño en el ambiente teatral y en el incipiente mundo de la radio, a los catorce años resolvió no estudiar más, decisión que le valió ser echado a la calle por el padre. Venido para el Centro, trabajó en la compañía de Angelina Pagano junto a Rosa Rosen, Marcos Zucker e Irma Córdoba. En los cafés vio que las orquestas no tenían quién le anunciase al público los temas. A falta de animador o glosista, alguno de los músicos anotaba con tiza el título en una pizarra. Esto le hizo imaginar que podría haber un lugar para su verba.
La vinculación de su destino con el de Gardel comenzó en 1933 cuando, por única vez, presentó como speaker una actuación del artista en el teatro Nacional. En 1934 Nelson empezó a emitir por radio Buenos Aires el programa Escuche esta Noche a Gardel, que intentaba mantener vivo el interés del público por un cantor ausente del país desde el año anterior. El 24 de junio de 1935, la noticia del accidente de Medellín sorprende a Nelson en el café Los 36 Billares, traída por Francisco Canaro y José Razzano. Poco después, por Radio Callao, inaugurada en enero de ese año, el locutor Carlos Enrique Cecchetti comenzó a difundir una audición totalmente consagrada al Morocho, que Julio Jorge pasó a conducir en 1936, bautizándola El Bronce que Sonríe. Ese programa se mudó en 1944 a Radio Mitre. Cada emisión diaria se iniciaba con esta portada: «A través del tiempo y la distancia perdura su nombre como el más auténtico símbolo de nuestro arte menor. Carlos Gardel, el bronce que sonríe». Nelson no olvidó el toque necrofílico, pertinente en la creación de cualquier mito, y tras la repatriación de los restos del Mudo, llegados desde Colombia el 5 de febrero de 1936, transmitió un programa desde la sepultura en Chacarita.
Otra audición diaria que le dio gran popularidad fue El Exito de Cada Orquesta, que creó en Radio Callao (emisora en la que además dirigió La Pandilla Corazón) para transferir luego a Mitre y finalmente a Rivadavia. Conociendo el valor de las fórmulas rituales, Nelson concluía cada programa con la misma despedida: «Hasta mañana, si Dios así lo permite». No era en absoluto religioso, pero aquello de prosternarse ante la voluntad del Supremo sonaba humilde y devocional. Uno y otro programa se mantuvieron empecinadamente en el aire, mucho después de que las emisoras empezasen a ralear sus espacios de tango.
En 1936, unió su vida a la de Margarita Ibarrola Isaurralde, cuando ella tenía 17 años, pero se separaron en 1945, dejando a su hijo de 7 años, Julio Carlos, (Cachito), con los abuelos paternos. El niño se colgó de su abuelo y ya no quiso soltarlo. Margarita emigró a Brasil, donde se casó con un alemán y tuvo con él dos hijos: Susana Carolina y Guillermo Federico Müller, pero volvió a separarse. Con el tiempo se perdió todo contacto con ella. Julio se casó en 1951 con Susana Carballo una cantante de tangos conocida como Susana Ocampo. Ese matrimonio no duró más que un año y medio. Se separaron entonces, pero sin formalizar el divorcio. Tras la muerte de Julio, Susana se presentó como heredera.
Julio iba todos los días a ver a sus padres, con los que vivía su hijo. Este fue al mismo colegio que él: el Francisco de Victoria, en Julián Álvarez 240. Cuando Cacho creció iba a verlo a Radio Mitre, en Arenales 1925, y hasta vivió un tiempo con él. Pero un día, a la edad de 14 años, se escapó de la casa de los abuelos, dejando una carta en la que les explicaba que se iba al sur. La verdad era que se marchaba hacia Guayaquil con dos amigos ecuatorianos. En Bolivia los detuvieron, pero consiguieron seguir viaje con un pasaporte colectivo. Llegados a destino, Cacho encontró empleo en el Club Barcelona. Tiempo después, oyó que llegaba de visita el Racing de Avellaneda, del que Julio era fanático. Empezó a merodear el Hotel Plaza, donde se hospedaban los racinguistas, hasta que logró entrar en el hall. En ese momento, el delantero Tucho Méndez, amigo de Julio y enterado de la desaparición del hijo, lo reconoció con enorme sorpresa. De inmediato telefoneó a Buenos Aires, y poco después, a través de un enlace con una radio de Guayaquil, Julio —que nunca le había demostrado afecto a su hijo— le pidió que volviera. Y Cacho volvió.
En 1972, cuatro años antes de morir, Julio fue a vivir con él, ya casado y con dos hijos, luego de haber sufrido dos infartos. Una mañana sonó el timbre de calle. Cuando Cacho abrió la puerta encontró ante sí una muchacha morena, de ojos negros, que simplemente le dijo: «Soy Susana. Soy tu hermana.» Julio murió el 6 de marzo de 1976. Pocas semanas antes había abandonado la casa de su hijo en Martínez para instalarse en el Hotel Wilton, cerca de donde entonces estaba la radio. Pero el 2 de marzo le sobrevino un nuevo infarto, del que ya no pudo recobrarse. Estaba internado en el Anchorena. Su última aventura fue escabullirse de su cuarto hasta el de Julián Centeya cuando supo que también lo habían internado.
Aunque como letrista firmó varios tangos de cierta difusión, su éxito absoluto fue “Margarita Gauthier”, con música del talentoso Joaquín Mora. La pieza, que evoca al personaje de La Dama de las Camelias, atrae por su mórbido romanticismo, aunque lo mejor que puede decirse de esos versos es que no estorban el disfrute de la refinada melodía. Este tango fue grabado por Alberto Gómez en 1935, pero realmente se impuso a partir de la versión de Miguel Caló con Raúl Berón, en 1942, a la que siguió la de Aníbal Troilo con Fiorentino, en 1943. Entre las diversas interpretaciones posteriores pueden destacarse la de Osmar Maderna con Pedro Dátila, en 1947, y, tras la muerte de Maderna, la puramente instrumental de la Orquesta Símbolo, dirigida por Aquiles Roggero, y las de Astor Piazzolla: con Roberto Yanés, en 1964 y en solo de bandoneón en 1971.
Nelson —protagonista demoníaco en Megafón, o la Guerra, la novela póstuma de Leopoldo Marechal— fue autor también de los tangos “Carriego”, “Óyeme, mamá”, “Qué será de ti”, “No debemos retornar”, “Nocturno de tango”, “La casa vacía”, “Escuchando tu voz”, “Al volverte a ver”, “Junto al piano”, “Cuento azul” y “Derrotao”, entre otros. No formó un binomio creador con ningún compositor en particular, firmando sus tangos con músicos tan diversos como el ya mencionado Mora, Armando Baliotti, Roberto Nievas Blanco, José García, Miguel Nijensohn y Marcos Larrosa, entre otros. Tuvo además dos incursiones en el cine, en las películas Historia de un Ídolo y Soy del Tiempo de Gardel, ese tiempo que él contribuyó como nadie a prolongar.
viernes, 24 de abril de 2015
EL CANTOR DE PAYSANDÚ
Nació en Paysandú, Uruguay, de padres españoles y casi enseguida su familia se radica en Buenos Aires, donde siempre vivió.
En los albores de la radiotelefonía argentina se desempeña con gran prestancia como speaker, como llamaban entonces a los locutores, comenzando por Radio Cultura. Luego pasa por las emisoras más importantes matizando su labor con el canto. También llegó a cantar en los coros del teatro Colón.
El tango “Angustia”, de Horacio Pettorossi señala el primer testimonio sonoro que lo vincula con el género, cuando el 10 de enero de 1927 canta en un disco algunas estrofas con la orquesta de Francisco Canaro.
Actuó con la orquesta Donato-Zerrillo en su debut en el Cine Select Lavalle y con Julio De Caro en las agrupaciones gigantes para los bailes de carnaval de 1929 y 1930.
En 1929, es primera figura en la empresa discográfica Brunswick, recientemente inaugurada, entre una selecta nómina de artistas contratados. Su labor en ella fue múltiple, formó dúos, cantó estribillos con todas las orquestas típicas del sello y con la jazz de Sam Liberman. Siguió vinculado a Brunswick hasta su cierre.
En esta etapa grabó con las orquestas de: Donato-Zerrillo, Edgardo Donato, Julio De Caro, Pedro Maffia, Ricardo Luis Brignolo, Orquesta Típica Brunswick y Osvaldo Fresedo. También lo hizo con Roberto Firpo (para Odeon), la de Adolfo Carabelli, la Típica Víctor y la Típica Los Provincianos (para Victor).
En marzo de 1931, viaja a Europa contratado por el maestro Julio De Caro. Participa en una gira por distintos países, primordialmente Francia e Italia, retornando a Buenos Aires al promediar el año.
En 1932, cumple una etapa como cantante lírico en la obra “Madame Lynch”, de Enrique Sussini, con argumento de Enrique García Velloso y el crítico Agustín Remón. Esta obra fue representada en el Teatro Odeón de Buenos Aires.
Al año siguiente, participa en la película Los Tres Berretines y canta el tango “Araca la cana”, acompañado por José María Rizzuti, Aníbal Troilo y Vicente Tagliacozzo.
Entusiasmado por el cine, en 1934 propicia la película Galería de Esperanzas, encomendándole su texto a Enrique Cadícamo. Interviene en ese aspecto posteriormente Carlos De la Púa, provocando el disgusto de Cadícamo que vio parcialmente desvirtuada su idea original, intentando retirarse, de lo cual fue disuadido.
En la obra canta el vals “Ríe” y los tangos “Pebeta goalkeaper” y “Luces de París”, todas con música de Cátulo Castillo y versos de Enrique Cadícamo.
Luego actúa en Poncho Blanco (1936) junto a Luisa Vehil, Benita Puertolas y dirigda por Cadícamo. Enseguida produce Virgencita de Pompeya, con Nelly Quell, Enrique Maroni y Silvio Spaventa. Película estrenada en Montevideo el 13 de octubre de 1936.
Matizaba el cine cantando por radio como solista. En 1935 en LR5 Radio Excelsior, en 1936 en una radio de efímera vida: LS3 Radio Ultra, con la orquesta típica de Eugenio Nóbile. En diciembre de 1936 lo contrata Radio Splendid.
En mayo de 1937, en oportunidad de representarse en el Teatro Argentino la obra Se Acabó lo Que se Daba, de Allende Iragorri, con dirección de Atilio Supparo, participa del elenco, acompañado por Margarita Sola y Roberto Páez. Finalizado este compromiso se desempeña como actor y cantor en Radio Porteña, en la obra de Héctor Pedro Blomberg y Carlos Viale Paz, Los Caminos de la Historia.
En noviembre de 1937, canta en Radio Belgrano y enseguida viaja a Montevideo debutando en Radio Carve, con acompañamiento de guitarras.
Al regresar a Buenos Aires se incorpora a la gran orquesta de Julio De Caro, registrando lucidísimas actuaciones en Radio El Mundo. En junio de 1938 viajan a Montevideo ofreciendo una única función en el Parque Hotel, junto a la Alabama Jazz de Eddie Kay.
La orquesta de Julio De Caro, con Luis Díaz, repetirá su visita a en febrero de 1939, presentándose en el Club Atlético Defensor Sporting.
El 17 de marzo de 1939, graba los últimos temas con maestro: el vals “Era mi vida” y el tango “Coraje”, para luego abandonar para siempre el canto y toda actividad artística, en la plenitud de sus condiciones.
Fue un buen letrista, los tangos “Tierra querida” y “Cote d'Azur”, el vals “Ilusión de pierrot” y la ranchera “Quedan tuitos invitaos”, todos con música de Julio De Caro; el tango “Yo quiero casarme” y la ranchera “Ya se ha marcao la hacienda”, con Edgardo Donato; los tangos “Narciso negro”, con Pascual Martínez y “El barrio murmura”, con Álvaro Sanjurjo Varela.
Como queda en evidencia, Luis Díaz fue un artista completo que el público tanguero debe ubicar entre las voces importantes y trascendentes al haber alternado además con figuras antológicas, que no le impidieron brillar con luz propia.
viernes, 17 de abril de 2015
EL MAESTRO PEDRO
Nacido en la Buenos Aires de comienzos de siglo, de vertiginoso crecimiento, vivió su infancia en el barrio de Villa Crespo, en el que convivían, en colorido contraste social, criollos compadritos y malevos con inmigrantes españoles, italianos, judíos, árabes y turcos, y donde surgieron célebres inquilinatos y conventillos , como el mítico de La Paloma.
Siendo niño aún estudió violín, pero ya con quince, radicado en Montevideo, se decidió por el bandoneón, a instancias de sus hermanos Félix y Eustaquio. Sus primeras actuaciones importantes las protagonizó con la hoy olvidada orquesta del pianista Luis Casanovas, donde de pie, a sus espaldas, tocaban dos violinistas que se harían célebres: Edgardo Donato (que compondría "A media luz") y Roberto Zerrillo. También actuó con la orquesta del bandoneonista Eduardo Arolas -para algunos el mayor compositor que dio el tango- en el cabaret Moulin Rouge.
Laurenz regresó en 1920 a Buenos Aires, donde pasaría a formar parte de la orquesta del pianista Roberto Goyeneche (pianista, homónimo del cantor apodado El Polaco), con quien actuó en la inauguración de Radio Cultura en diciembre de 1922. Fue la oportunidad para dar a conocer su primer tango, "El rebelde", luego olvidado.
Un paso trascendental en su carrera fue su ingreso en 1925 al sexteto del violinista Julio de Caro, que estaba revolucionando estilísticamente al tango. Al ocupar el sitio que dejó vacante Luis Petrucelli, Laurenz -conmovido y nervioso por el desafío- pasó a conformar la pareja de bandoneones con su ídolo, el adusto Pedro Maffia, de temperamento sereno, opuesto al suyo. Ese mismo año, el dúo Maffia-Laurenz -probablemente el más antológico en la historia del género- grabaría, independientemente del sexteto de De Caro, sus primeros dos discos en el sello Víctor, con los tangos "Julián", "Buen amigo" y "Sonsa", y el foxtrot "Titina". En 1926, Maffia abandonó el conjunto en medio de desavenencias, con lo que Laurenz tomó su puesto de primer bandoneón. A su lado, como segundo, se ubicó el cieguito Armando Blasco, tan miope como prodigioso ejecutante.
Tras aquella descollante etapa con De Caro, que quedó ampliamente documentada en el disco, Laurenz formó su propia orquesta en 1934, como intuyendo que el tango instrumental necesitaba un nuevo estilo. Llevó consigo a Blasco y confió inicialmente el piano al hoy venerado Osvaldo Pugliese, también decareano y renovador. En 1937 comenzó a grabar para Víctor, y su versión de "Arrabal", del pianista José Pascual, es considerada por algunos estudiosos como la bisagra de la naciente época de oro del tango, que alcanzaría su apogeo en los años '40.
Permaneció en el sello Víctor hasta 1943, grabando 15 discos de 78 revoluciones. Otros tantos registró para Odeón entre 1943 y 1947. Posteriormente grabaría en los sellos Pampa y Microfón. Aunque contó con cantores de calidad, como Juan Carlos Casas, Carlos Bermudes o Jorge Linares, ninguno -a excepción de Alberto Podestá- fue de gran popularidad, lo que restringió el suceso de la orquesta.
Laurenz formó parte a partir de 1960 del célebre Quinteto Real, integrado por grandes solistas, como Horacio Salgán (piano), Enrique Mario Francini (violín), Ubaldo De Lío (guitarra) y Rafael Ferro (contrabajo). Grabaron para los sellos Philips y Columbia, intentando inyectarle nueva vida al tango con una audaz renovación rítmica. El Quinteto Real existe en la actualidad, pero de su estelar formación original sólo quedan Salgán y De Lío.
Como compositor -uno de los sobresalientes en la historia del género-, su obra surgió entrelazada con la de Pedro Maffia y la de los hermanos Julio y Francisco De Caro, pero se remontó luego con vuelo propio. Entre sus mejores composiciones, convertidas en clásicos, pueden citarse los tangos "Mala junta" y "Orgullo criollo" (ambos en colaboración con Julio De Caro); "Amurado" (con Maffia); "Risa loca", "Berretín", "Milonga de mis amores", "La revancha", "Mal de amores" y "Esquinero". Compuso también la música de excelentes tangos con letra, como "De puro guapo", "Como dos extraños", "Es mejor perdonar" y "Vieja amiga".
miércoles, 15 de abril de 2015
EL CHOLO DE BUENOS AIRES
PASCUAL MAMONE 1921-2012. SEUDÓNIMO CHOLO
En 1936, con más voluntad que conocimiento, participó en la orquesta de José Otero, una formación menor que tocaba en los barrios. Pero, tres años más tarde, logra vincularse con su ídolo, Pedro Maffia, quien accede a enseñarle y a perfeccionarlo. Su notable crecimiento con el instrumento entusiasmó a su maestro quien, en 1942, lo invitó a integrar su orquesta.
Ya en 1944, y desvinculado de Maffia, comienza su carrera de arreglador destacándose sus trabajos para Pugliese, —desde 1949 y por durante quince años—; para Roberto Caló, donde también, en alguna oportunidad, formó la fila de bandoneones; para Alfredo Gobbi, José Basso, Enrique Francini y Pedro Laurenz, entre otros, en la década del ’50.
También actuó y orquestó en la orquesta de Florindo Sassone, a fines de los ’40 y, un poco después, en la de Joaquín Do Reyes, para sus actuaciones en Radio El Mundo y en escenarios del interior del país.
En 1954, se sumó a la orquesta de Alberto Morán, en su doble condición de primer bandoneón y arreglador, que estaba dirigida por el pianista Armando Cupo. Diez años después se repite la fórmula con Miguel Montero, pero son años difíciles para el tango, decide no tocar más, emprende otros empleos, pero sigue arreglando para importantes músicos como Atilio Stampone y Leopoldo Federico.
La declinación del género se hizo muy notoria a partir de 1960, por esa razón los músicos buscaron expresiones alternativas, algunas más culturales que comerciales, otras, todo lo contrario. Entre las primeras se destaca el Cuarteto de Cámara del Tango, una idea del violinista Leo Lipesker, quien encargó los arreglos a Mamone. El conjunto estaba integrado por: Lipesker y Hugo Baralis (violines), Mario Lalli (viola) y José Bragato (cello). Grabaron dos longplays, el primero para la empresa Odeon, en 1961 y el otro para Microfón, en 1965. Fue un válido intento de resistencia tanguera, aunque insuficiente para paliar la transculturación producida a favor de otros géneros.
Vuelto a la actividad como músico, en 1974, dirige nuevamente la orquesta de Montero y graban un disco longplay.
Fueron muchos los cantores que requirieron sus oficios, entre ellos recordamos a: Rodolfo Lesica, Juan Carlos Cobos, Reynaldo Martín, Ricardo Pereyra, Francisco Llanos y, entre las cancionistas a: Norma Ferrer, Choly Cordero, Silvana Gregori, Patricia Lasala y María Volonté.
Los últimos años del siglo veinte, lo encuentran en plena actividad, al frente de pequeñas formaciones, acompañando y grabando con distintos vocalistas, también como director de la Orquesta Municipal del Tango de la ciudad de San Martín, Provincia de Buenos Aires, contando con las voces de Choly Cordero y Luis Linares.
En su obra como compositor, sus éxitos mayores fueron, “Bailemos”, un bello tango con versos de Reynaldo Yiso, gran éxito de Alberto Morán en el disco y, con el mismo autor, la milonga “Cuando era mía mi vieja”, que Julio Sosa convirtiera en un verdadero suceso. Otros títulos interesantes: “Un regalo de Reyes”, con letra de Yiso, “Te quiero más”, con Abel Aznar, “Al latir de Buenos Aires”, con Norberto Rizzi, “Noche de duendes” y “Platea”, con Haidé Daibán y los instrumentales “Negroide”, “Con lirismo”, “Vislumbrando” y en colaboración con Roberto Caló, el tango “Flauteando”.
jueves, 2 de abril de 2015
"LA CÁLIDA VOZ DEL TANGO"
Nacido en la ciudad El Trébol, provincia de Santa Fe, se inicia en 1951 como cantor de tangos en Mar del Plata (ciudad balnearia de la provincia de Buenos Aires).
Su debut profesional se da en 1953, cuando se incorpora a la orquesta Francini-Pontier. Con ella hace sus primeras grabaciones, el 4 de noviembre de 1955: "Noche de locura" (de Manuel Sucher y Carlos Bahr) y "Perdoname" (de Héctor Stamponi y Cátulo Castillo).
Luego pasa a la orquesta de Alberto Mancione, con quien graba la milonga "Chuzas" (de René Ruiz y E. Uzal). Hace un breve paso en la orquesta de Ernesto "Tití" Rossi, y luego es convocado por el maestro Fulvio Salamanca, con quien registró éxitos como "Así se baila hoy" (de Marcos Vera y Enrique Cardenal), "Yo soy del tiempo aquel" (de Rafael Moreno y Antonio Cantó) y el vals peruano "Amarraditos" (de Pedro Pérez y Margarita Durán), entre otros.
Continúa con Héctor Varela y graba cuatro tangos: "Lilian" (de Héctor Varela y Luis Caruso), "Qué tenés que hablar de mí" (de Riel y Abel Aznar), "Esas cosas del corazón" (de Juan Carlos Howard y José María Contursi) y "Si me esperaras a mí" (de Don Filinto y Alfonso Cascini).
Después se incorpora a la orquesta de Miguel Caló con quien graba: "A mucha honra" (de Américo Pinella y Enrique Cardenal) y "Dos fracasos" (de Miguel Caló y Homero Expósito). Es de hacer notar que perteneciendo a esta agrupación, Luis Correa es solicitado por Fulvio Salamanca para grabar "Amarraditos", el 19 de diciembre de 1963.
Inicia su carrera como solista en Colombia y continúa por América recorriendo Chile, Brasil, Uruguay, Puerto Rico, Ecuador y Venezuela. A su regreso José Basso lo incorpora a su orquesta y con él hace ocho registros, dos de ellos a dúo con Juan Carlos Godoy, en 1968. Entre ellos se destacan: "El rosal" (de Gerardo Matos Rodríguez y Manuel Romero), con Juan Carlos Godoy, "Una piba como vos" (de Edgardo Truffa y Dante Gilardoni) y la milonga "Secuestro" (de Tom Haler y Enrique Cardenal).
Actúa también en teatro, en radio y en televisión y culmina realizando una exitosa gira por los Estados Unidos, actuando "Rincón Latino", de la ciudad de Miami, y también en las ciudades de New York y Los Ángeles.
Fallece el 23 de abril 1992 en la ciudad de Mar del Plata, dejándole a su hijo Martín Correa la vocación por el canto y, por sobre todas las cosas, su amor por el tango.
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