" de chiquilín te miraba de afuera"
domingo, 28 de septiembre de 2014
EL PROFETA DISCEPOLÍN
Nacido en el barrio porteño de Balvanera, el 27 de marzo de 1901, hijo de un músico de orquesta, quedó pronto huérfano y a cargo del mayor de sus cuatro hermanos, Armando, que fue quien lo encaminó por el mundo de la cultura popular: la música, el teatro, la literatura.
Con apenas 16 años debutó como actor y poco tiempo después se animó a escribir sus primeras obras de teatro y letras de tango: “El bizcochito” y la más conocida “Qué Vachaché”, son letras de los años 20, en su más temprana juventud. En muy poco tiempo, sus letras serían interpretadas por grandes cantantes como Azucena Maizani, Tita Merello y el mismísimo Carlos Gardel, mientras continuaba su labor actoral, y en la década siguiente podría conocer el mundo artístico de Europa.
Cuando ya en su repertorio contaba con letras como “Yira y yira”, “Qué sapa señor”, “Malevaje” y “Soy un arlequín” y la más cruda descripción de la “Década Infame” con “Cambalache”, apareció el peronismo, con el que simpatizó fervorosamente y defendió desde las trincheras radiales, con su programa “Mordisquito”. En 1951, protagonizaría el recordado film “El hincha”, pero hacia fines de aquel año, el 23 de diciembre, un síncope al corazón terminaría con su vida.
La canción, originalmente compuesta durante la Década Infame a la que denuncia en sus letras.
Historia de cambalache
La obra se vio además afectada por una resolución del Ministro de educación Gustavo Martínez Zuviría, quien prohibió los voseos y el lunfardo en los tangos. Tal medida fue derogada por Juan Domingo Perón, luego de una entrevista con el propio Discépolo.
Si bien la canción tuvo un origen y un contexto en su creación, su letra denunciando los males de su sociedad la transforman en un tema universal y aplicable a cualquier país del mundo; además que al representar a la sociedad humana de siempre será un tema vigente en cualquier época.
¡Hoy resulta que es lo mismo/
ser derecho que traidor!.../ ¡Ignorante, sabio o chorro,/ generoso o estafador!/ ¡Todo es igual!/ ¡Nada es mejor!/ ¡Lo mismo un burro/
que un gran profesor!
sábado, 27 de septiembre de 2014
EL CABALLERO SOLISTA DEL TANGO
JUANCITO DIAZ
14 de junio de 1914 – 22 de septiembre de 2007 – Pianista y compositor - Nombre de familia: Juan Víctor Díaz – Apodo: “El Caballero Solista del tango” - “El gran pianista del tango”
Nacido en el pueblo de Peyrano, Provincia de Santa Fe, allí fue donde estudió y se recibió de profesor de piano. A los 17 años comenzó a trabajar como pianista en Rosario. En 1940 ingreso en la orquesta de Manuel Pizarro, primero como pianista y más tarde también como orquestador.
Poco tiempo después, su primo, Fulvio Salamanca, lo manda a llamar para incorporarse a la orquesta de Juan D´Arienzo, con quien colaboró por más de dos años. También participó en varias orquestas y realizó giras por Europa y Latinoamérica y sus audiciones en la radio fueron un rotundo éxito.
En septiembre de 1951 actuando en el desaparecido teatro Politeama se consagró allí como el primer concertista de tangos de la historia. Fue elogiado por músicos maestros de la talla de Arturo Rubistein y Claudio Arrau, también el General Perón, le tenía una amplia estima. Formó dúo con René Cóspito, su gran amigo. En 1955 fue protagonista de la película “Adiós muchachos”, dirigida por Armando Bó.
De su obra de compositor recordamos: “Ladrón de sueños”, “Tango a la Florida”, “Ya te hice un tango vieja” y “Lloré por los dos”.
domingo, 14 de septiembre de 2014
EL CANTOR DE LAS MADRES Y LAS NOVIAS
Natalio Alberto Capa, cuyo nombre artístico era Alberto Margal, nació en Rosario el 13 de Julio de 1910.
Estudió el colegio comercial aunque sin éxito. Trabajó en una panadería, que poseía unas máquinas “Margaldi”. De ahí nació su apellido artístico. En 1933 llegó a Buenos Aires, cantando en cantinas y cafés de Avellaneda acompañándose con su guitarra.
Trabajó en la Editorial Sopena y concurrió a teatros vocacioneales independientes, donde también cantaba. Durante un asado tuvo un encuentro con Juan Ruggero, “Ruggerito”, colaborador del caudillo Alberto Barceló, hecho que le sirvió como punto de arranque a su trayectoria profesinal.
Fue contratado por LR2 “Radio Argentina”, emisora en la que permaneció casi 25 años. Pero también cantó en “Radio Prieto”, “Radio El Mundo” y “Radio Belgrano”, en las audiciones de “Jabón Federal”. Hay que destacar sus actuaciones en el Café Marzotto, acompañado por las guitarras de José Canet y Humberto Canataro. Fue llamado “El cantor de las madres y las novias”.
Fueron muchas las giras que realizó por el interior del país, donde era muy conocido. Admirador de Agustín Magaldi, cultivó su repertorio con preferencia. Formó dúo con Lito Bayardo, con quien compuso varios temas. Su popularidad se acrecentó en 1937, destacándose como uno de los cantantes solistas de la época.
Realizó giras por Brasil, Uruguay y Chile. En 1951 participó en 2 novelas de radioteatro en Radio Argentina. Su primera grabación fue en el sello “Odeón”, el 7 de Marzo de 1943 con el tango “No hables mal de las mujeres”. Su último registro se realizó en 1957, completando 46 grabaciones. Ese año abandonó la actividad artística. Falleció a los 70 años, el 18 de Setiembre de 1980.
jueves, 11 de septiembre de 2014
EL HOMBRE QUE LE PUSO LETRA AL TANGO
Pascual Contursi
Quizás el entendido medio en el tango no sienta la novedad cuando se diga que los versos de "Mi noche triste", escritos en 1916 por Pascual Contursi, son el molde poético definitivo para el Tango-Canción. Los escribió para la pieza de Samuel Castriota titulada "Lita", tango conocido pero no famoso hasta que se empezó a interpretar con los versos y el nuevo título: "Mi noche triste".
Hay letras anteriores a 1916, porque en esta obra colectiva que es el tango, nada nace sin un rumor en el aire, sin anticipaciones propiciatorias. pero el salto de un estado a otro, de lo que no había a lo que empezó a ser, lo da Pascual Contursi. Medio Payador (cantor que, acompañándose con la guitarra, improvisa coplas sobre diversos asuntos), cantor de bodegones y cabarets, zapatero, etc., nació en buenos Aires, en 1988. Mucho de su vida habrá en sus tangos, siendo un nocheriego, perdedor y perdido por sus amores, un tentador de la fortuna que a los comienzos fuera magra; al fin, uno constata que se escribe mejor de lo que más se conoce.
"Mi noche triste" fue estrenado por Gardel en el teatro Esmeralda, en la temporada de 1917. Al año siguiente se incluyó como pieza cantada en la interpretación de la obra teatral "Los dientes del perro". El éxito estuvo desde entonces asegurado, cuando la gente lo llevaba a sus labios espontáneamente para cantarlo. A partir de allí, por Contursi y otros numerosos letristas, se disparó una notable producción del Tango-Canción.
¿Qué hay en "Mi noche triste"?. En primer lugar, el reencuentro a través de los versos con el magma suburbial del tango, con el escenario de sus puestas más genuinas, en lo que a lenguaje y ámbitos se refiere. "Percanta que me amuraste / en lo mejor de mi vida ...". Antes que el lamento inoperante, el lloro exclamativo y afásico, hay la tristeza de una historia que se fundó con Ella que "era mi alegría y mi sueño abrasador" y que ahora no está porque se ha ido y no vuelve más. En efecto, hay abandono donde antes hubo amor. hay pérdida, nostalgia por lo perdido, desconsuelo, canción. pascual Contursi escribe en octosílabos como cantaron los payadores y mucho antes los autores del romancero español. escribe desde la sencillez de un "cotorro" o un "bulín" que tal vez sea el lugar que más habitó en su vida. Allí transcurre el sentimiento de fatalismo ante el abandono. Emplea un lenguaje cruzado de lunfardías, en esta historia contada en la brevedad de un tango donde están presentes las distintas vicisitudes del protagonista "amurado". obsérvese: "Y si vieras la catrera / cómo se pone cabrera / cuando no nos vé a los dos". Metáfora donde el protagonista al estar solo da vueltas y revueltas en la cama, insomne. las cosas no están como entonces cuando ella con él convivía, están tocadas de muerte: el espejo, los frasquitos, la catrera, la guitarra, ... y la lámpara que finalmente lo deja a oscuras.
Pascual Contursi continúa escribiendo tangos que le grabará Gardel. En 1919 se estrenó como autor teatral en compañía de Ivo Pelay; desde entonces la insistente producción de sainetes llevarán consecutivo un tango glosando el tema central de la obra. resulta de esto un puñado de tangos excelentes y exitosos donde hay sujetos abandonados por la querendona y abrasadora percante. En algunos, el autor puede situarse en el lugar de ella, que es feliz al irse (siempre "con otro bacán mejor ..."), o situarse, incluso, en la posición de la muchacha que, aburrida de la vida que comparte con el protagonista, un día lía sus bártulos, se va y le dice: "Yo quiero una cama que tenga acolchado y quiero una estufa pa' entrar en calor, que venga un mucamo corriendo apurado y diga .. ¡Señora araca está el Ford!".
Se asomaron en sus tangos, pintorescos, los cambios en las costumbres que se afianzaban en la posguerra y en la década de 1920. Si bien el perfil sociológico no supera el escenario de la noche, Pascual Contursi registra aquella independencia que alegre, árdua, resistida, va lográndose en la posición de las mujeres. lo hace con doble sentimiento: la complicidad y la queja por prerrogativas masculinas que pierde.
Evidentemente, lo visita la fortuna: sus obras teatrales suelen tener éxito de taquilla, y el derecho del autor de letras también. ¿Qué hacer con el dinero?. Disfrutó en gastarlo, en noches rioplatenses y en noches parisinas, como se estilaba entonces. Asimismo, perseveró en la continuidad temática, a riesgo de reiterarse. Curiosamente, también escribió la letra mejor lograda para el tango "La Cumparsita". Sin embargo, el nuevo título pergeñado "Si supieras" tuvo que ceder ante el original inobjetable: La Cumparsita, música de Gerardo Matos Rodríguez. de la huella de Pascual Contursi hasta hoy, se escriben los tangos con otros lenguajes, distintos temas y estilos. Es claro que sus modos y maneras, a veces, suenan válidos para los museos de la moda; más, siempre nos conmueve ese aire intemporal que late bajo el esmalte de la época.
En su último viaje a Paris, aunque viviera en hotel acomodado, se nota que, desde algún lugar de su alma, seguía viviendo en el bulín. Allí escribió, en 1928, la obra final de la que tenemos constancia: "Bandoneón Arrabalero", para música de su amigo "Bachicha" Deambroggio. En ella compara al bandoneón-viejo-fuelle desinflado (al que Contursi y el mismísimo tango encontraron en la calle) con un "pebete abandonado". lo lleva para su cuarto donde le dice: "Has querido consolarme con tu voz enronquecida y tus notas doloridas aumento mi berretín".
Después de esta fecha, aparecieron los síntomas del extravío en el hablar inentendible, o presentarse en el nevado invierno parisino vestido de impecable traje de playa. A partir de entonces, sus amigos supieron que, mas que una broma, aquello era una mueca del delirio. lo embarcaron, piadosamente engañado, rumbo a Buenos Aires, donde murió internado en un hospicio de salud mental, en el año 1932.
sábado, 6 de septiembre de 2014
"EL CHOPIN DEL TANGO"
café Marzotto de calle Corrientes fue el escenario de grandes orquestas y cantores de los años cuarenta. En el palco ubicado al fondo del salón, actuaron Troilo, Caló y debutó Floreal Ruiz. Fue allí donde se presentó por primera vez Osmar Maderna con su flamante orquesta constituida poco tiempo después de que se separara de Miguel Caló, con quien había conformado la célebre “orquesta de las estrellas” a la que había ingresado en 1939 en reemplazo de Héctor Stamponi.
Para 1946 Maderna ya era una personalidad artística reconocida por los mejores músicos de su tiempo. El fraseo de su piano, sus clásicas notas agudas en los acordes finales, sus fantaseos solos, fueron la marca distintiva de un estilo elegante, sugestivo y discreto, un estilo ubicado en las antípodas del de Juan D’Arienzo o Alfredo De Angelis, pero también ajeno a cualquier aspiración sinfónica .
Osmar Maderna nació en la localidad bonaerense de Pehuajó en 1918. Su padre tocaba el acordeón y siempre apoyó las aspiraciones musicales de su hijo. Se dice que a los once años ya integraba una orquesta local. Su profesora de piano, la que lo inició en el arte del teclado se llamaba Leonilda Lugones de Azcona. “Todo lo que sé se lo debo a ella”, declaró años después en una revista de moda. A los quince años se recibió de profesor de piano y a los dieciocho viajó a Buenos Aires acompañado por dos amigos, los violinistas Aquiles Roggero y Antonio Cipolla.
En la gran ciudad deambuló durante algunos meses en bares y cafetines de mala muerte. En algún momento entró a trabajar como solista en Radio Callao y meses más tarde integró la orquesta de Lolo Fernández gracias a una recomendación del cantor Armando Moreno. El milagro, como el mismo lo calificara, se produjo cuando ingresó a la orquesta de Miguel Caló. Allí se inició de hecho la carrera profesional de uno de los músico más singulares de la década del cuarenta.
En esa orquesta Maderna alternó con Domingo Federico, Eduardo Rovira, Enrique Mario Francini y Armando Pontier, es decir se pone a prueba al lado de los mejores músicos de su tiempo. En ese ambiente pronto se destaca por su talento y por la originalidad de sus interpretaciones y composiciones. En la célebre “Orquesta de las estrellas” graba alrededor de 80 temas, algunos de su autoría y otros en compañía de estos grandes músicos. “Sans Soucí” e “Inspiración” fueron los más notables.
Su relación con los músicos se extiende luego a los grandes poetas del tango de la década: Enrique Cadícamo, José María Contursi, Cátulo Castillo, Homero Expósito y Julio Jorge Nelson, a quien musicaliza su poema “Margarita Gauthier” inspirado en la novela de Alejandro Dumas o, para ser más preciso, en la película que se proyectó en Buenos Aires en 1931.
En 1946 Maderna se desvincula de Caló y constituye su propia orquesta Sus actuaciones iniciales en el café Marzotto continúan luego en la Confitería Rucca. El escenario nocturno lo comparte con la “Santa Paula Serenades” dirigida por Raúl Sánchez Reynoso. Para esa misma época graba en el sello “Sandor” de Montevideo temas como “Margó”, “Viejo calavera” y “Chiqué” Ya para entonces lo acompaña uno de los cantores distintivos de su orquesta: Orlando Verri. No será el único. Más adelante se sumarán Luis Tolosa, Pedro Dátila, Mario Corrales, Adolfo Rivas, Carlos Aguirre, Carlos Aldao y el gran Héctor de Rosas, quien después será el cantor de la primera orquesta de Astor Piazzolla.
Del estilo de Maderna se suele decir que es algo así como un anticipo de Piazzolla. Si en algo se parecen es en el esfuerzo por renovar al tango. Piazzolla como Maderna son vanguardistas, pero allí empieza y termina la semejanza. En realidad, Maderna está más cerca del mejor Mariano Mores que de Piazzolla. Como todos ellos se esforzó por fusionar el tango con la música clásica. No en vano llegó a ser calificado el Chopin del tango, aunque además de las influencias del célebre autor de tantos valses, Maderna estuvo interesado por Listz y Rimsky Korsakoff, a quien homenajeó interpretando en 1946 “El vuelo del moscardón” en clave de tango.
Maderna dirigió su propia orquesta durante cinco años. Grabó 56 temas y allí está lo más representativo y original de su obra. Entre esos temas merecen destacarse entre otros: “Fantasías en tiempo de tango”, “Lluvia de estrellas”, “Concierto a la luna”, “El elegante”, “Loca bohemia”, “Qué noche”, “En tus ojos el cielo”, “Escalas en azul”, “La noche que te fuiste”, “Volvió a llover”, “Rincón de París”, “Cuento azul”, “Lirio”, “Amor sin adiós” y “Rouge”. El primer tema grabado por la flamante orquesta es “Margó”, el poema de Homero Expósito interpretado por Verri. También de Expósito es “Te llaman pequeña” su tema fetiche, con el que iniciaba y concluía sus presentaciones. Otro de los temas destacados es “Tarde gris”, un tango que Gardel había interpretado en 1930 y que Maderna graba en 1946 acompañado por la voz afinada de Pedro Dátila.
Como todo vanguardista, Maderna no fue un músico de multitudes, pero fue muy respetado por sus colegas y muy considerado por la crítica especializada. Los temas que impuso adquirieron fama internacional. “Te llaman pequeña” fue cantado, entre otros, por Pedro Vargas. “Lluvia de estrellas”, figuró en una película de Walt Disney. Y “Concierto a la luna” fue interpretado, entre otros, por Paul Whiteman.
Maderna murió a los 33 años en un accidente de avión. Como Gardel, ganó la inmortalidad en una tragedia aérea. En marzo de 1951 había obtenido el brevet de aviador. Un mes después se mató junto con su acompañante Ernesto Rodríguez en el límite de Lomas de Zamora. Ya se retiraba del aeródromo cuando un amigo lo desafió para hacer unas pruebas en el aire. Su esposa -Olga Mazzei- intentó disuadirlo, pero fue en vano.
Osmar Maderna murió en su hora de esplendor, cuando el futuro se abría generoso a su talento e inspiración. Especular sobre su destino artístico es innecesario. Basta con prestar atención a lo que hizo en esos pocos años para concluir que más allá de los avatares de la suerte, su proyecto estético estaba cumplido. Muchos años después el “Sexteto mayor” rendirá homenaje al maestro incorporando a su repertorio “Lluvia de estrellas”.
Su amigo Aquiles Roggero, reconstituyó la orquesta que se mantuvo fiel a su estilo. Se llamó la “Orquesta Símbolo Osmar Maderna”. Roggero compuso en su homenaje “Notas en el cielo”, un título digno de Maderna, porque sus composiciones insistían con las estrellas, la luna, el cielo y sus diferentes tonos de azul. Era la suya una música que parecía llover del cielo, como dijo un crítico, aunque nadie imaginaba que esa obsesión poética por las alturas iban a ser el anticipo de la tragedia real.
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